Lunes, 1 de julio de 2024.
Terminamos una temporada de primavera de lo más florida, con una variedad de artículos que va desde cuestiones prácticas, como el acceso al sector de la traducción editorial (de la pluma de Silvia Senz), hasta reflexiones más teóricas centradas en la política de la traducción (de Esperança Bielsa) o el uso de corpora para informar nuestras decisiones como traductores (firmado por Josep Marco). Pero mientras ha durado el número 69 también hemos recibido malas noticias, como la pérdida de nuestro colega y amigo Joaquín Garrigós, excelente traductor del rumano al español.
Más allá de nuestra revista, la traducción editorial ha sido protagonista de publicaciones bastante inquietantes. Por un lado, hemos visto descripciones de la precariedad del sector, como el reportaje de El Mundo en el que se describe la situación desesperada de los traductores, o el artículo de Die Zeit que cuenta las penurias de la traducción editorial en Alemania. Por otro, hemos visto artículos en La Vanguardia, en el Diari Ara y hasta un comunicado en la web de nuestros colegas de AELC sobre la omisión del nombre del traductor en el programa de representaciones del Teatre Lliure.
El discurso en torno a la traducción se está volviendo cada vez más pesimista, y no es casualidad. Pero no olvidemos que no somos meros espectadores de la crisis del sector. Los traductores editoriales podemos luchar individual y colectivamente por mejorar las cosas. Podemos conocer nuestros derechos como autores y velar por ellos cuando negociamos con las editoriales, podemos compartir con los colegas nuestras experiencias profesionales en la asociación o escribirlas en las páginas de nuestra revista (por ejemplo, con artículos, entrevistas y novedades traducidas; aquí se pueden ver las condiciones de publicación), podemos idear iniciativas que pongan en su centro a la traducción (como el proyecto Entre Bambalíneas, en Madrid, que pretende difundir obras teatrales escritas originalmente en lenguas distintas al español), y no solo en tono de derrota, sino para subrayar el valor de nuestro trabajo (como la carta a favor de la formación en traducción y en defensa de la profesión traductora promovida por Dora Sales). Así también podemos mostrar que somos profesionales dignos de una remuneración justa, profesionales cuyo nombre no ha de omitirse ni silenciarse.
Por nuestra parte, y al igual que en los veranos anteriores, seguiremos en el número 70 publicando nuevos textos, así como recuperando artículos de la hemeroteca. Quién sabe, quizá nuestra presencia en los ordenadores, los teléfonos y las tabletas de nuestros lectores sea también una forma de acción contra el olvido.
Codirector de VASOS COMUNICANTES.