Poesía en el Movimiento: censura y traducción en los inicios del pop en España (1960-1969) (3)
Por Gabriel Dols
13/03/2024
Terminábamos nuestra entrega anterior (☛) anticipando que las canciones a veces llegaban a España ya censuradas de antemano; el pacato temor a la liberación de la mujer y el fomento de la promiscuidad no era privativo de España, aunque en otros países no tuviera una dictadura detrás. Cerramos la columna previa con Popotitos, de los Teen Tops, que alcanzó el número uno en 1961. El cantante de este grupo mexicano, Enrique Guzmán, triunfó ese mismo año con Cien kilos de barro, versión del A Hundred Pounds of Clay de Gene McDaniels. Resulta fácil imaginar a un censor horrorizado ante el frívolo tratamiento que hace el original de la creación divina de la mujer, ausente en la letra castellana. Sin embargo, en este caso el imaginado censor debió de ser, en primera instancia, el de la BBC inglesa, que ya consideró la canción blasfema y no la radió en el Reino Unido hasta que el británico Craig Douglas sacó una versión más aceptable. Es muy probable que Guzmán se basara en esta última, pero también es cierto que el letrista español fue un paso más allá, escamado por ese Dios campechano del original, que se arremanga y corrige una imperfección que se le había escapado. Basta examinar la primera estrofa, que es idéntica en las versiones estadounidense y británica:
He took a hundred pounds of clay / and then He said, «Hey, listen
I'm gonna fix this-a world today / because I know what's missin'»
Then He rolled his big sleeves up / and a brand-new world beganCon solo barro nos formó / en su creación perfecta
Con sus dos manos modeló / en una forma correcta
Y así fue que la creación / llegó a su culminación
Ab initio usque ad finem. Por otro lado, quienes hayan seguido esta serie de artículos sabrán ya de los recelos que suscitaban en letristas y censores las referencias a la noche en las canciones de amor. Si en Linda muchachita vimos que Connie Francis reducía moonlight y daylight a «la luz del día», Guzmán usa la táctica inversa para diluir la clara intención del original: «And I'll thank Him every night / For the arms that are holdin' me tight» deviene un manco «De noche agradeceré / Y de día también lo haré».
Otro ejemplo, libre de la carga religiosa pero no menos insidioso, es el de Don’t Make Me Over, de Dionne Warwick. En la original, una mujer orgullosa pero vencida por el amor solo pide a su hombre que no intente cambiarla y la acepte con lo bueno y lo malo. Se cuenta que Burt Bacharach compuso la canción para Warwick después de oírla proclamar que no pensaba cambiar por mucho que la discográfica se lo pidiera. Por ello choca más todavía que la voz de la versión española de 1963, No, no te vayas, sea la de una enamorada pasiva y preocupada por su honra que suplica a su hombre que no la abandone ni haga caso a «las cosas fantásticas que contarán de mí». Sin embargo, en este caso la letra de Les Surfs (que en el mismo EP incluían la archiconocida Tú serás mi baby) es, en realidad, una traslación bastante «fiel» de la versión francesa anterior que cantó este grupo de hermanos malgaches.
Don't pick on the things I say, the things I do
Just love me with all my faults,
the way I love you, I'm begging youNo puedes dudar de mí
y sabes bien que siempre te he sido fiel,
todo mi amor te di y toda el alma.
Son dos casos representativos que muestran que no solo aquí circulaban versiones amansadas de los grandes éxitos. Sin embargo, no puede perderse de vista que en España no las había de otro tipo, como demuestra la inexistencia de contraejemplos, por lo menos entre los números uno. Jamás se hubiera dejado pasar como radiable una versión parecida a la francesa que, también en 1961, hizo Johnny Halliday de A Hundred pounds of Clay, sin ir más lejos («Il a créé les lèvres / Et tes deux bras quand ils me serrent / Pour me donner la fièvre»).
La censura española actuaba como un embudo que solo dejaba pasar una visión muy estrecha del mundo, con un celo más uniforme y estricto que en los países vecinos. Esa pulsión por la unidad (de destino) en lo sentimental era tan poderosa que llevó a convertir en canciones de amor casto incluso temas que no eran románticos en su versión original, como veremos en nuestra próxima entrega.