Lunes, 22 de enero de 2024.
El pasado jueves 14 de diciembre, ACE Traductores celebró en la sede del Instituto Cervantes de Madrid la entrega del XVIII Premio de Traducción Esther Benítez, otorgado ex aequo a Rita da Costa, por su traducción de La vida, después, de Abdulrazak Gurnah, y a Julia Osuna Aguilar, por su traducción de Pequeñas desgracias sin importancia, de Miriam Toews. Reproducimos aquí la intervención de Marta Sánchez-Nieves, presidenta de ACE Traductores, en la entrega del premio.
Colegas, amigas y amigos de tantos organismos y asociaciones de la cultura, de las letras y del libro que nos acompañáis, gracias por estar hoy aquí, en lo que a primera vista parece una entrega más del Premio de Traducción Esther Benítez. Pero resulta que no es así.
Voy a enumerar varios nombres: Ana Isabel Almendral, Mauro Armiño, María Luisa Balseiro, Esther Benítez, Consuelo Berges, Emma Calatayud, Víctor Canicio, Joaquín Fernández Bernaldo de Quirós, María Teresa Gallego, César Armando Gómez, Clara Janés, José Luis López Muñoz, José Antonio Llardent, Aurelio Martínez, José María Martínez Monasterio, Salustiano Masó, Juan Ramón Masoliver, José Méndez Herrera, Mario Merlino, Lucien Nève de Mévergnies, Manuel Olasagasti, Hugo Pooley, Carlos Ramírez de Dampierre, María Isabel Reverte, Vicente Romano, Pablo Sorozábal, Francisco Torres Oliver, Ana María Viguera, Alberto Villalba, Fernando Villaverde y Juan Eduardo Zúñiga.
Ante esta lista habrá quien ya se haya dado cuenta de que, aparte de para festejar un premio, nos hemos reunido para celebrar una vez más el cuadragésimo aniversario de la fundación de ACE Traductores, dado que acabáis de oír los nombres de quienes asistieron o se adhirieron al acta fundacional de la Sección Autónoma de Traductores de Libros de la ACE, el 16 de noviembre de 1983.
Es la tercera celebración este año, después de las habidas en Barcelona y Málaga. Ya se sabe que no hay dos sin tres y, además, no solo de crisis viven los cuarenta años.
Para darles las gracias a quienes firmaron esa acta y dieron vida a ACE Traductores, hemos recopilado las palabras que desde entonces acompañan la jornada laboral de las traductoras y traductores de libros.
Con este abecedario de la traducción editorial[1] queremos, además, acercar los fundamentos «teóricos» de nuestra labor al resto de profesiones culturales, en general, y a la cadena del libro, en particular.
De todas maneras, y como ya veis que nos gusta festejar, me vais a permitir que vuelva a pasar lista: Carlos Alonso Otero, Mariano Antolín Rato, María Luisa Balseiro, Esther Benítez, Clara Janés, Catalina Martínez Muñoz, Miguel Martínez-Lage, Miguel Sáenz, Ramón Sánchez Lizarralde y Juan Eduardo Zúñiga.
Algunos nombres se han repetido, pero no os preocupéis que no he creado un texto al azar cual herramienta de inteligencia artificial generativa, sino que estos diez nombres aparecen en el número 1 de nuestra revista VASOS COMUNICANTES, que vio la luz en el verano de 1993.
Así que los treinta años de la revista sería la tercera razón que nos ha traído hoy aquí.
Pero no la última, porque resulta que en 2023 también cumple su primer cumpleaños de dos cifras la campaña de adhesión a los contratos tipo de ACE Traductores, unos contratos basados, con ligeras adaptaciones, en los firmados en 1999 por ACE Traductores, la Federación de Gremios de Editores de España y la Federación de Asociaciones de Ilustradores. 1999, ahí lo dejo.
Ante tanta efeméride y como una iba para arqueóloga, este último año he procrastinado como nunca trasteando entre revistas y documentación histórica de la asociación, y también de ACE, nuestro campamento base. Y he descubierto dos cosas. La primera la describió muy bien nuestro compañero Bruno Mattiussi después de la conferencia de Belén Ruiz Molina en Málaga el pasado 5 de octubre: «Cualquier pregunta sobre traducción tiene dos respuestas posibles: 1) Depende y 2) Esther Benítez ya se había enfrentado a ese problema hace cincuenta años».
Lo segundo que podríamos resaltar es que nos movemos una y otra vez en torno a las mismas inquietudes. Fijaos en parte del contenido del número 13 de República de las Letras, publicada en la primavera de 1985: derecho de autor y dominio público, el control de tirada, los traductores ante la propiedad intelectual o, atención, «el derecho de autor y las nuevas técnicas de utilización de las obras». En este artículo de Antonio Delgado Porras quizá baste con sustituir los adelantos técnicos de entonces (grabación sonora y visual, reprografía de obras protegidas, televisión por cable y satélites) con ese progreso que ahora parece ser la inteligencia artificial generativa.
Sin embargo, lejos de caer en el pesimismo ante estas repeticiones reivindicativas, creo que debemos pensar en lo que nos mantiene vivas después de cuarenta años. Ya me perdonará Labordeta por el cambio, pero creo que hemos ganado «compañeros, paisajes y esperanzas en nuestro caminar». Así, en los números digitalizados de República de las Letras encontramos a muchos de estos compañeros, como son Carme Riera, actual presidenta de CEDRO, o Manuel Rico; hay referencias a las ayudas a la edición de la DGL, cuyas comisiones de trabajo conocemos tan bien, o a la revista ADE-Teatro de la Asociación de Directores de Escena, que también nos acompañan hoy y con quienes hemos compartido numerosas reuniones en el ministerio de Cultura a cuenta del Estatuto del Artista.
¿Qué paisajes hemos ganado, diréis? Tarazona, por ejemplo. Este año que nos ha dejado Paco Uriz, fundador de la Casa del Traductor a los pies del Moncayo, es de justicia recordarlo a él y la localidad que acogió durante tantos años las Jornadas en torno a la Traducción Literaria.
El nombre de estas jornadas son un reflejo del cambio que ha experimentado la profesión en estos cuarenta años. Porque ya no solemos hablar de traducción literaria, sino de traducción editorial. O porque en los paisajes elegidos para los actuales encuentros profesionales y en las composiciones de las últimas juntas se ve que el eje Madrid-Barcelona ha ido perdiendo peso.
Porque la tecnología, entre otras cosas, ha cambiado las formas de comunicación interna y externa de la asociación, así como la de las traductoras y traductores con las editoriales.
Lo que no ha cambiado con el paso de los años es la balanza negociadora. Seguimos siendo el eslabón más débil, y todas las propuestas legislativas que permitirían la negociación colectiva a las asociaciones de trabajadores autónomos de la cultura siguen sin convertirse en leyes. Pero como dijo otro cantautor (muy de moda últimamente) «está por escribir nuestra historia todavía», y no habríamos cumplido cuarenta años si no tuviéramos las esperanzas que antes citaba.
Una de esas esperanzas ha llevado a que nuestro premio de traducción cumpla este año (no había acabado con las efemérides, no) la mayoría de edad.
Y el jurado formado por las socias y socios de ACE Traductores lo ha celebrado de una forma un tanto curiosa: esta vez sí que todos los originales están en inglés.
En una época en que se habla tanto del valor de la diversidad parece que venimos nosotras a darle más voz, si cabe, a la hegemonía cultural anglosajona. Error: anda que no sabemos toda la diversidad que se oculta detrás de una supuesta lengua única.
Fijaos, Victoria Alonso fue finalista con Ojos de gato de Margaret Atwood, autora canadiense. Nacionalidad también de Miriam Toews, aunque sospecho que los casi 2000 km que hay entre Ottawa y Manitoba hacen que no estemos hablando del mismo inglés.
Sin embargo, dejemos que sea Julia Osuna, una de las flamantes ganadoras de esta edición, quien hable de la lengua en Pequeñas desgracias sin importancia.
Al igual que Rita da Costa, nuestra segunda flamante ganadora, es quien puede hablar del inglés que habita en La vida, después, de Abdulrazak Gurnah.
Pero, para eso, mejor que deje de hablar yo y hagamos entrega del Premio Esther Benítez a las colegas ganadoras de este año.
[1] Autora de las ilustraciones: Patricia Metola
Marta Sánchez-Nieves Fernández es licenciada en Filología Eslava por la Universidad Complutense, donde también realizó el DEA con un trabajo de investigación sobre el léxico carcelario en la obra Relatos del Kolymá del escritor Varlaam Shalámov. Ha sido profesora de ruso en la Escuela Oficial de Idiomas de Zaragoza y en la de La Laguna, y lleva casi veinte años traduciendo literatura rusa al español, combinando casi desde el principio la traducción editorial con la técnica y comercial. Fue Premio Esther Benítez en el año 2016 por su traducción de Noches blancas de Fiódor Dostoievski (Nórdica Libros). En el año 2018 obtuvo una mención especial del jurado en la V edición del premio la Literatura Rusa en España por la traducción de Relatos de Sevastópol de Lev Tolstói (editorial Alba) y también en 2018 y por esta misma traducción ganó el Premio Read Russia/Читай Россию en la categoría de literatura clásica del siglo XIX.
Es presidenta de ACE Traductores.