Palabra de librero: entrevista a Balazs Horvath, director de la editorial-librería Tipotex

Viernes, 12 de noviembre de 2021.

Siguiendo con nuestra serie Palabra de librero y aprovechando que ayer fue el día internacional de las librerías, publicamos esta entrevista de Enrique Alda a Balazs Horvath, director de la editorial-librería Tipotex, Budapest. 

Fotografías de Enrique Alda

¿Cómo y cuándo se creó la editorial?

La editorial se fundó en el primer momento libre de la nueva democracia, es decir, después del cambio de régimen, y la tienda fue una extensión lógica de la editorial. Nuestra librería ha cambiado y evolucionado en los últimos treinta años. En la actualidad tenemos una librería normal (Olvasók boltja significa «Tienda de Lectores»), pero también se pueden comprar nuestros libros directamente en nuestra oficina. Eso se debe en parte al hecho de que Budapest es una gran ciudad y así tenemos una tienda en el lado de Buda y las otras en el lado de Pest.

¿Marcó su infancia algún libro traducido?

Los dos primeros libros que leí fueron traducciones. En el espíritu de aquella época, eran libros rusos (Mihail Pljackovszkij: Tücsök Tóbiás naplója; Nyekraszov: Linkóci kapitány kalandjai). He leído muchas traducciones y he devorado historias de aventuras desde Verne hasta Karl May. Me parecía natural que los libros de todos los idiomas se tradujeran al húngaro. Ahora sé que el carácter cerrado del comunismo propició que muchas personas inteligentes escaparan (los viajes y otros lujos no estaban permitidos) hacia los placeres intelectuales, como la traducción.

 ¿Qué libro le hizo tomar conciencia del trabajo de los traductores, de leer palabras extranjeras que alguien había escrito en otro idioma?

Ese mundo también se abrió para mí con la caída del comunismo. Empecé a aprender varios idiomas a la vez, por lo que no hablo bien ninguno de ellos, pero puedo leer bastante bien en varias lenguas. Cuando era estudiante de secundaria, me gustaba leer poesía alemana e italiana en paralelo (el original con la traducción al húngaro).

¿Qué libros, autores, géneros o temas asocia a la traducción?

A medida que adquiero más experiencia, vuelvo a lo que pensaba en mi infancia: todo es mejor en mi lengua materna. La creatividad lingüística, la empatía y el conocimiento de los traductores nos ofrecen maravillas que no podemos conseguir en una lengua aprendida, que no podemos extraer del texto original.

¿Qué traducción le ha parecido especialmente destacable y por qué?

Aunque los traductores de Shakespeare, de Dante, de los grandes, son lo más conocidos, los más visibles, ahora disfruto más con los que interpretan obras contemporáneas. Nunca me habría gustado tanto Javier Marías si no hubiera leído la excelente traducción de Yvonne Mester. Me encantó trabajar con ella.

Los traductores húngaros son muy buenos, son embajadores entregados a la cultura de una zona determinada.

¿Cuál es la traducción más curiosa que le han pedido?

Publicamos obras contemporáneas, incluidos textos experimentales. Esos son un gran reto para los traductores. Incluso obras que mezclan poesía con prosa.

 ¿Influyen las traducciones en los libros que publica y recomienda?

El efecto no es directo. Me gusta escuchar opiniones personales, así que hablo con los traductores. Les pregunto qué han leído, qué les gusta. Si un libro se traduce a varios idiomas, su reputación aumenta, por lo que es más fácil encontrarlo. Pero lo que me importa es lo que piensa el traductor.

Cuando le piden recomendaciones, ¿tiene en cuenta las traducciones?

Creo que es importante señalar que mucha gente subestima el papel de los traductores. E incluso de la cultura. Toda nación debería hacer un esfuerzo por conseguir que sus escritores más importantes (incluidos los de no ficción) se lean en otros idiomas.

No hay acto político ni económico que pueda competir con una mente excelente, con un escritor excelente.

¿Hasta qué punto cree que los lectores se fijan en la traducción cuando compran un libro de un autor extranjero?

Llegar al nivel de reconocimiento de los escritores es muy difícil. La marca del editor no es más fuerte que la del escritor famoso. Sin embargo, con trabajo, la editorial puede llegar a tener un mayor reconocimiento y los lectores prestan más atención a sus propuestas. El trabajo de los traductores, o el resultado de su trabajo, es bastante similar. Al cabo de un tiempo, el nombre se recuerda. Sin embargo, es importante que el escritor cree el contenido del libro, por lo que el autor siempre será la principal consideración cuando los lectores elijan un libro. Al mismo tiempo, los buenos traductores se asocian con la credibilidad.

Hay varios premios que reconocen la labor de los traductores. ¿Los conoce? ¿Suele enterarse de los premios? ¿Suele destacar las obras ganadoras en la librería?

Las editoriales siempre se enteran de los premios. Los premios los otorgan los lectores (incluso los lectores profesionales). La traducción de literatura de calidad es una actividad sin ánimo de lucro. Es una misión, no un negocio. Por eso es importante apoyarla. Las instituciones culturales con las que trabajamos suelen conceder premios o promocionar las obras ganadoras. La comunidad de lectores es una comunidad inteligente, así que, por lo que a mí respecta, no hay ningún premio malo. Los libros que ganan premios son siempre buenos libros. Sólo hay que entender los criterios de los premios.