La traducció, la vida, Arnau Pons

Lunes, 8 de noviembre de 2021.

La traducció, la vida, Arnau Pons. Catarroja: Editorial Afers. 2020. 150 páginas.

Marta Álvarez Anguera                             

La traducció, la vida, publicado por la editorial Afers, es una recopilación de conferencias que ha llevado a cabo el autor, Arnau Pons, en las que se nos ofrecen reflexiones e interrogantes acerca del acto de traducir.

Arnau Pons (Felanitx, 1965) es un poeta, ensayista y traductor. Es especialista en Paul Celan y ganó el Premio Nacional 2015 a la Traducción por su traducción comentada de Cristall d’alè de Celan.

El libro La traducció, la vida lo abre un prólogo de Joaquim Sala-Sanahuja que, en cierto modo, nos anticipa la visión del autor acerca de la traducción:

Pensar el texto, criticarlo, mediante la traducción. Explorar sus límites, esencia y potencial, su proyección, en el acto de traducir. No exactamente en la traducción, sino concretamente en el traducir.

A este prólogo lo siguen cuatro conferencias de ámbito académico, realizadas en fechas y lugares distintos, la última de las cuales da título al libro. Cierra el libro una entrevista al autor hecha por Sam Abrams y publicada en Núvol.

La primera conferencia aborda el concepto de «reescritura poética». O, dicho de otra manera, la creencia extendida de la imposibilidad de la traducción poética y de que, por lo tanto, la poesía no hay que traducirla, sino reescribirla, una creencia de la que Pons discrepa.

En esta conferencia, Pons recalca también la tendencia a modificar el poema traducido para que encaje en el ritmo de la lengua catalana (o cualquier lengua de llegada, en general):

Al fin y al cabo, el poeta singulariza el ritmo, y el traductor de poesía solo puede llegar a recalcar la singularidad rítmica que traduce si, al auscultar ese pulso, no se somete ciegamente a los dictados apriorísticos de la ley de la métrica (que unos cuantos nos quieren imponer haciéndonos creer que, si nos salimos de ella, caemos en la aberración).

Y, en este sentido, el autor incide en que, al hablar de traducción, se «pone énfasis en los problemas formales de traslado y casi nunca en el sentido o la inquietud que una forma o un ritmo específicos pueden tener —o provocar— en un artista». Es decir, se le da menos importancia al sentido y, por tanto, no hay apenas interpretación de la poesía ni interés en la relación entre obra y autor.

En la segunda conferencia el autor nos lee traducciones suyas de distintos poemas de Celan para hablar sobre el tema central: el papel del traductor. Pons incide en que antes de ponerse a traducir hay que aprender a leer el texto en cuestión y su alteridad. Es decir:

No hay duda de que el «original» —lo que, por convención, llamamos «original»— tiene su historia en su lengua. Él mismo implica por fuerza una historización. No podemos pretender producir los mismos efectos en la lengua de llegada. Ni las fechas ni las circunstancias son las mismas.

En la tercera conferencia lo que el autor plantea es «hasta qué punto interesa el reconocimiento de la mano del artista que interviene críticamente en el proceso de elaboración de una obra», ya que «todo cambia cuando se considera la toma de posición o el punto de vista de un sujeto que escribe con las ideologías de su tiempo».

Para ello, Pons se vale de dos ejemplos de traducciones al catalán que analiza con detalle: La llengua nòmada, de Norman Manea  y Sobre la traducció, que recoge tres conferencias de Ricoeur.

En la última conferencia, Pons comparte la forma en la que el traductor puede convertirse en sujeto crítico. El autor detalla dos relaciones distintas:

Por un lado, la relación crítica del traductor frente al autor (o el texto) que traduce sin caer en la censura y, por otro lado, la relación crítica que el traductor puede establecer frente a su propia cultura en nombre del autor o (o del texto) que traduce sin caer en la distorsión o apropiación.

Así pues, en esta conferencia final, acaba definiendo la traducción de la siguiente manera:

Una actividad gracias a la cual el otro despuntará por uno mismo mediante una re-enunciación. La traducción hace nacer dos subjetividades. No es una sustitución ni una suplantación. Tampoco es un traslado. Es una relación. No es la lógica del ojo por ojo. Es la de los ojos en los ojos.

Para concluir el libro, tenemos la entrevista hecha por Sam Abrams, que rompe un poco el tono «académico» del libro y resulta más cercana. En esta entrevista, se pregunta a Pons acerca del acto de traducir, de su trayectoria y sobre Celan.

No cabe duda de que Celan continuará siendo el mismo, tanto si se traduce al catalán como si no. En cambio, el catalán ya no será el mismo con las traducciones de Celan porque una lengua, siguiendo a Humboldt, cambia con cada acto innovador.

Cabe destacar que, en algunos fragmentos, la obra puede resultar difícil de seguir para el lector, sobre todo para aquellas personas recién iniciadas en el mundo de la traducción. Esto se debe, por un lado, a la gran cantidad de referencias que encontramos para ejemplificar algunas ideas o afirmaciones y, por otro lado, al uso de conceptos de carácter más «académico». La combinación de los elementos mencionados hace que el libro pueda resultar de lectura densa.

Aun así, se trata de un libro que deberían leer todas las personas involucradas, de un modo u otro, en el mundo de la traducción. La traducció, la vida hace que uno reflexione y se cuestione tendencias y conceptos muy interiorizados y arraigados en este ámbito.

 

Marta Álvarez, fotografía de Jèssica Rius Bausells

Marta Álvarez Anguera (Corbera d’Ebre, 1998) es traductora del inglés y del alemán. Desde siempre le han apasionado los idiomas, la literatura y el mundo audiovisual. Por este motivo, cursó Traducción e Interpretación en la Universitat Pompeu Fabra y, tras graduarse, se especializó en la traducción literaria y audiovisual mediante el Máster en Traducción Literaria y Audiovisual en la UPF-BSM.