Entrevista a Fernando Rey y Miren Iriarte

Viernes, 19 de febrero de 2021.

Seguimos con la serie de entrevistas a los traductores de Elena Ferrante. En esta ocasión, Celia Filipetto conversa con Miren Iriarte y Fernando Rey, traductores al euskera. 

¿Qué supuso en vuestra carrera profesional haber dado voz a una escritora ausente? ¿Hubo un antes y un después?

Miren Iriarte: En mi caso, Ihesi doana eta gelditzen dena (Storia di chi fugge e di chi resta) fue la primera obra literaria que traduje, así que podría decir que sí que hubo un antes y un después en mi carrera como traductora. El mercado literario en euskera es un mercado pequeño en el que no suele haber interés mediático especial por las autoras más allá de sus obras, así que en nuestro caso (no sé qué opinará Fernando) no creo que cambie mucho el hecho de que se tratara de una autora desconocida.

Fernando Rey: No sé. No sé si ha sido un trabajo tan-tan especial, pero no ha sido un trabajo cualquiera, y por dos razones. Primero, sabíamos del éxito y de las peculiaridades de este trabajo y queríamos que el lector vasco pudiera acceder cuanto antes a esta tetralogía tan hermosa y esto suponía un reto, ya que, si tardábamos demasiado, quien quisiera leer toda la tetralogía, por no esperar, lo haría en castellano y nuestra traducción perdería algo de sentido. Segundo, porque era una obra muy extensa. Al ser tan extensa, sabíamos que hacían falta varias manos. Por eso, ha sido un trabajo a tres: Miren Iriarte, yo, que traduje las otras tres obras, y Xabier Olarra, como editor, corrector y apoyo continuo.

Para mí sí que ha conllevado un sentimiento especial el hecho de que la autora haya tenido siempre el deseo de pasar desapercibida, de estar «ausente» de su obra. Ese mismo es el deseo de los/as traductores, ser solo puente, pasar desapercibidos, estar en la sombra, que el lector/lectora disfrute de la obra sin preguntarse quién hay detrás, que sea el libro quien hable. El mejor piropo para el traductor es que el lector lea cómodamente la obra sin preguntarse quién la ha traducido, sin preguntarse siquiera si es o no traducción. En ese sentido, me sentía unido al deseo de la autora, y por una vez, éramos un equipo de personas con la misma pretensión: permanecer en la sombra y que la obra brillase por sí sola, siendo nosotros solo mediadores. Me resultó significativo.


En ese sentido, me sentía unido al deseo de la autora y, por una vez, éramos un equipo de personas con la misma pretensión: permanecer en la sombra y que la obra brillase por sí sola, siendo nosotros solo mediadores (Fernando Rey)


¿Cómo resolvisteis la presencia/ausencia del napolitano en las obras de Ferrante?

Fernando Rey: La realidad y problemática de los dialectos está presente muchas veces en el italiano y su traducción, y también en el euskera, con gran diversidad y distancia lingüística entre dos diferentes dialectos. Pero nuestro objetivo es ofrecer la obra en euskera unificado, en un euskera sin demasiado color. Además, ¿a qué dialecto del euskera nos acercamos para hacer esa transposición del tono que aporta el ambiente napolitano? Es difícil resolver este problema.

De todas maneras, nos ha parecido que Elena Ferrante escribe en italiano unificado, y nosotros hemos hecho lo mismo, no salirnos del euskera unificado, estándar. En algunas expresiones, en el léxico de algunos diálogos sí que se hace presente el dialecto, pero nosotros no hemos querido crear un euskera muy marcado. Quizá, inconscientemente o igual conscientemente, en esas ocasiones nos hemos inclinado un poco por las peculiaridades del euskera de Navarra, que es nuestro modo de traducir, ya que los dos somos de Pamplona, pero no pretendemos nunca llenar ninguna obra de localismos que dificulten la comprensión o que hagan que el lenguaje resulte extraño a cualquier vascohablante alfabetizado.

Miren Iriarte: Yo traduje el tercer libro de la tetralogía, así que tenía ventaja porque Fernando ya había resuelto con maestría este tema. Así que lo que hice fue leer la traducción de las dos primeras obras y consultar con él todas las dudas que me surgieron.

¿Podríais hablarnos de una dificultad especial de la traducción de las obras de Elena Ferrante?

Fernando Rey: Dificultades tiene, pero no sé si son muy específicas. Ser fieles a la autora y a su tono, plasmar el ambiente de esa época, el ritmo y las imágenes que refleja Elena Ferrante en sus textos. Y siempre hay alguna dificultad a la hora de traducir algún concepto, pero lo hemos resuelto, creo. Me acuerdo del fenómeno y sentimiento que experimenta Lila, que en italiano está nombrado como «smarginatura». Celia Filipetto optó por «desbordamiento», una metáfora fluvial que sugiere una dirección de adentro hacia fuera, no necesariamente presente en el término original, la sensación de que los contornos de las cosas se borran, el mundo pierde su sentido habitual y el propio yo se difumina. Recuerdo que, orientado por Celia, opté finalmente por «gainezkaldia». Creo que, siendo una palabra muy poco usada, es un equivalente adecuado que se entiende y expresa lo extraño del fenómeno psicológico que sufre la protagonista.

También, como en toda obra hecha a cuatro manos, una dificultad o preocupación era que hubiera una voz semejante en los cuatro libros, a pesar de estar presentes dos traductores diferentes, Miren y yo. Pero como la corrección de los textos la hemos hecho entre nosotros, hemos limado diferencias para que no se notara un salto de un libro a otro en el tono y estilo, o en el léxico o la sintaxis. Para no pecar de falsa modestia, creemos que ha quedado bien resuelto, de modo que no ha ocurrido como cuando en el doblaje de una película cambian al profesional y de repente el espectador se da cuenta de que es otra voz.

Miren Iriarte: Como ya he dicho, Storia di chi fugge fue la primera traducción literaria que abordé, así que para mí la mayor dificultad fue la de enfrentarme a una primera obra. Desde el primer momento conté con la colaboración de Fernando, que tenía una larga trayectoria como traductor de literatura y que, además, ya había traducido las dos primeras obras de la tetralogía, y eso me facilitó mucho el trabajo. Digamos que muchas de las decisiones que tiene que tomar una traductora en el proceso de traducción de una novela ya estaban de alguna manera tomadas en las dos novelas previas.

Fernando Rey. Tuvimos alguna otra dificultad en la traducción de esta obra de 2.500 páginas. Hubo circunstancias personales serias que se pusieron en medio de nuestro trabajo, pero el hecho de haber funcionado como equipo hizo que pudiéramos sacar el trabajo adelante y en el plazo deseado. Las dificultades, además, nos han unido.

Traducir entre dos es siempre una experiencia especial. Requiere ser, en parte, «pareja», confiar en el otro, fiarte del otro, y crear y parir algo juntos. A mí me ha tocado varias veces, con Xabier Olarra y con Mikel Vilches, y siempre ha sido grato apoyarse, compartir dificultades, resolver dudas, llegar a acuerdos en los que hay que saber proponer y también saber ceder, dejar tu parte en manos del otro y decirle «aquí tienes, cambia y critica lo que quieras».


Traducir entre dos es siempre una experiencia especial. Requiere ser, en parte, «pareja», confiar en el otro, fiarte del otro, y crear y parir algo juntos (Fernando Rey)


¿Habéis tenido algún contacto con otros traductores de Ferrante, habéis consultado otras versiones?

Miren Iriarte: No he tenido contacto con otras traductoras de Elena Ferrante, pero sí que tuve en todo momento presente la traducción al español de Celia Filipetto. Cuando se me presentaba alguna dificultad especial que me costaba resolver, siempre miraba la versión en español y en ocasiones, no siempre, la solución que había ofrecido la traductora me servía para hacer algo similar en euskera. Siempre es una ayuda extra contar con otra versión de la obra, es un poco como tener a una compañera al lado proponiendo soluciones.

Fernando Rey: Yo puedo decir lo mismo. Sí que he consultado la traducción de Celia Filipetto. Es un lujo poder analizar en algunas ocasiones qué solución ha dado otra traductora a determinados problemas. La verdad es que da pistas importantes y es de agradecer su trabajo, ya que nuestra traducción ha sido posterior a la suya.

 

Fernando Rey – Tras varios años como traductor en la administración, Xabier Olarra, compañero y amigo y responsable de la editorial Igela, me inoculó el virus de la traducción literaria, y así publiqué la primera obra en 1997, Sherlock Holmesen abenturak, de Arthur Conan Doyle. Una vez que el virus se me alojó dentro, ya nunca me ha abandonado, pero es un virus benigno. Desde entonces, llevo ya veintitrés años en que siempre tengo entre manos alguna obra literaria, para traducirla o para hacer la corrección. Mayoritariamente he traducido del italiano al euskera, pero también algo del euskera al castellano. Ha sido un aprendizaje hermoso, trabajo solitario pero siempre colectivo, en el que he aprendido mucho, he profundizado en la riqueza del euskera, en los entresijos de la actividad de la traducción y en el valor de la lengua como puente entre pueblos y culturas. La traducción literaria me ha dado también el regalo del encuentro y amistad con bastantes personas. He traducido muchas obras, pero me ha resultado especialmente gozoso traducir obras de Antonio Tabucchi (Sostiene Pereira, entre otras), Andrea Camilleri, Milena Agus, Natalia Ginzburg (Lessico Famigliare), Elena Ferrante, Gianni Celati, Orhan Pamuk, Yaşar Kemal, Nanni Balestrini, Bohumil Hrabal o Jan Neruda. Ahora estoy en el trabajo hermoso y duro de traducir a Irene Vallejo (El infinito en un junco).

Miren Iriarte – Mi experiencia laboral ha estado vinculada sobre todo a la administración, especialmente al Ayuntamiento de Pamplona donde llevo trabajando como traductora catorce años. Me gusta la literatura y siempre he tenido en mente la idea de traducirla, y aunque de manera voluntaria o incluso en el propio Ayuntamiento de Pamplona me había tocado traducir algún cuento u otra obra literaria, la primera oportunidad «real» de traducir literatura me llegó de la mano de Fernando Rey y Xabier Olarra con Storia di chi fugge e di chi resta, de Elena Ferrante. Después, también del italiano y a cuatro manos con Fernando Rey, tradujimos Proleterka, de Fleur Jaeggy. Además he traducido del euskera al español, combinación en la que disfruto mucho, la novela Entrañas de Danele Sarriugarte, publicada por la editorial Reikiavik, y el ensayo Yo sí te creo, de Samara Velte. Aunque ahora mismo la vida no me deja mucho margen para meterme de lleno en la traducción literaria, que exige mucho tiempo, siempre que tengo la oportunidad, trato de aprovecharla, así que ahora estoy traduciendo al español una obra que acaba de recibir el premio Euskadi de Ensayo, Kontrako eztarritik, de Uxue Alberdi.