Julia Gómez Sáez: El hotel de los corazones solitarios, de Heather O’Neill

Jueves, 16 de octubre de 2025.

Julia C. Gómez Sáez ha traducido del inglés la obra de Heather O’Neill El Hotel de los Corazones Solitarios, RBA Libros, noviembre de 2024.

Obra finalista del XX Premio de Traducción Esther Benítez.

Sinopsis de la obra

Dos bebés de madres adolescentes son abandonados en un orfanato de Montreal en invierno de 1914. Pierrot y Rose rápidamente llaman la atención por su extraordinarias dotes artísticas y su capacidad para meterse en líos. Las monjas que regentan el orfanato se comportan de manera cruel y despiadada con los niños y los someten a abusos inenarrables, pero Pierrot y Rose consiguen mantener su optimismo y trazan un plan paran dedicarse al mundo del espectáculo fuera de las cuatro paredes de la institución. Cuando, en su juventud, ambos salen al mundo, inician una existencia paralela, ignorantes del paradero del otro. Pronto se ven abocados a sobrevivir en un Montreal sumido en la Gran Depresión, dominado por mafiosos sin escrúpulos que controlan los bajos fondos y a todos los seres que allí habitan, víctimas de la pobreza, la droga, la prostitución y la necesidad.

A pesar de todo, Rose y Pierrot se buscan y acaban por reencontrarse y deciden retomar sus sueños artísticos para montar aquel fulgurante espectáculo que habían imaginado de pequeños, una fantasía protagonizada por un peculiar grupo de payasos y coristas que se estrenará en Nueva York, adonde viajan para bailar bajo una enorme luna de cartón-piedra. Durante su viaje, se toparán con los sanguinarios gánsteres que mueven los hilos de la ciudad. Pierrot y Rose se verán marcados por esta experiencia, que supondrá un punto de inflexión en sus respectivos destinos.

The Lonely Hearts Hotel recibió el premio Hugh MacLennan Prize for Fiction en 2017 y fue nominada al Baileys Women’s Prize for Fiction de ese mismo año. Su traducción al francés (obra de la también novelista Dominique Fortier), Hôtel Lonely Hearts, recibió el premio de la Federación de Editores Quebequeses en 2018.

Comentario de la traductora sobre la traducción

Heather O’Neill fue criada por su padre en Montreal, junto con sus hermanas, después de que su madre la abandonara con ocho años. El padre había crecido en el Montreal de la Gran Depresión, en contacto con toda clase de personajes del mundo del hampa, y siempre lamentaba no haber dedicado su vida a la delincuencia, que consideraba su verdadera vocación. Los cuentos que les contaba a sus hijas antes de dormir siempre estuvieron poblados por mafiosos, coristas, asesinos a sueldo, camellos y prostitutas a los que romantizaba como si fueran auténticos personajes de cuentos de hadas.

El Hotel de los Corazones Solitarios nace de la voluntad de la autora por recrear ese Montreal de entreguerras romantizado por su padre y de componer una curiosa historia contada en clave de cuento, pero cargada de erotismo, perversidad y crítica social. No es una historia de amor ni una farsa teatral, no es cine negro ni un tratado sobre feminismo, no es un cuento de hadas ni un capítulo histórico: es todas esas cosas al mismo tiempo. Es un relato chispeante y mágico, pero lleno de crudeza, miseria y melancolía, que retrata a la perfección una convulsa época histórica ambientada en una atmósfera de cuento.

O’Neill se sirve de la comedia del arte para construir un artefacto literario en apariencia sencillo, como también lo son los cuentos de hadas, en contraste con los temas serios y realistas que desarrolla. El abandono infantil, la miseria, la pobreza, los abusos, la adicción o la desesperación tienen cabida en un mundo inocente y casi mágico. No es algo que no se haya hecho antes en literatura: desde los Grimm hasta Roald Dahl, Angela Carter o Edward Gorey, muchos otros autores han explorado el cuento infantil como vehículo para tratar temas dramáticos, pero abordados con ligereza, ingenuidad y, sobre todo, humor negro. Heather O’Neill compone un relato sencillo de leer en el que hace gala de todo su virtuosismo de metáforas, comparaciones y símiles: heroinómanos que despliegan alas de ángel cuando se colocan, amas de casa exhaustas que se sientan en un banco como un pesado saco de patatas, la ceniza de un cigarrillo sin fumar que cae como la trompa de un elefante, un pez que nada dentro de su pecera como un trazo de tinta china, los rascacielos neoyorquinos que se elevan como escaleras que conducen al cielo… Heather O’Neill nos permite comprar una entrada a su espectáculo circense para darnos un mazazo de realidad al mostrarnos las bambalinas de la trágica vida de los payasos que lo pueblan.

Muchachas embarazadas dejadas a su suerte, esposas internadas en manicomios cuando pretenden abandonar a sus maridos, chicas que solo han conocido los malos tratos como única expresión del amor… La carpa del circo de El Hotel de los Corazones Solitarios se erige sobre un terreno profundamente crítico acerca del papel de las mujeres y los hombres en la sociedad (en aquella y en la nuestra). No en vano lo dice la propia voz narradora: «El cuerpo de una chica es el territorio más peligroso del mundo, porque es el lugar en el que más probabilidad existe de que se ejerza violencia».

¿Quién dijo que fuera fácil traducir lo que en apariencia es sencillo? Sean para niños o para adultos, lo primero que caracteriza los cuentos de hadas es su prosodia, pensada para la narración oral (muchísimo de eso hubo durante el proceso de traducción: leerlo todo en voz alta para que la sensación fuera justo la de estar leyendo un cuento). Y en eso siempre existe tensión entre el inglés y el español: lo que el inglés compone a base de unidades oracionales casi forzadamente cortas y con mucha enumeración adjetival y repetición, en español requiere a veces más longitud y más conjunciones de coordinación, también con mucha repetición, pero usando mucho más la sufijación aumentativa y diminutiva y los superlativos (todo está «muy pero que muy lejos», los ancianos son «muy pero que muy viejos», los libros son gordísimos y los inviernos larguísimos)… Vamos, que lo que se lee y fluye fácil en inglés hay que desmenuzarlo y analizarlo para reconstruir un texto en español que genere el mismo tipo de atmósfera onírica, esa tan especial que impregna El Hotel de los Corazones Solitarios.

La estructura de este Montreal de fábula es deliberadamente teatral a todos los niveles, y está muy basada en los opuestos y las contraposiciones. Los protagonistas son Pierrot, un melancólico arlequín de inspiración picassiana, y Rose, una colombina muy de armas tomar, decidida a triunfar en la vida a cualquier coste. Sus respectivas existencias confluyen y se separan, tanto en la consecución de capítulos cortos dedicados al uno o a la otra como en el entramado gramatical, en el que las frases se contraponen, se imitan, se topan en el escenario que es el texto y desaparecen entre bambalinas cada una por un extremo. Al igual que esas frases danzarinas que componen la novela, Pierrot sale al frío tapado hasta la coronilla, mientras que Rose, en la otra punta de la ciudad, se cala el gorro y solo se le ve la parte inferior de la cara… Hay párrafos que empiezan con una frase igual o ligeramente diferente a como terminó el párrafo anterior, o se componen de pequeñas escenas paralelas, como las ventanitas de un calendario de adviento novelesco, y todos los elementos en la traducción tienen que respetar ese fluir de las cosas, ese ritmo en semejanzas y diferencias, encuentros y desencuentros… Los distintos hoteles, en realidad pensiones de larga duración, con nombres reminiscentes de la trama —el Hotel Valentín, el Hotel Querida, el Hotel Luna de Miel o ese Hotel Corazones Solitarios que da título al libro, escenario de uno de los momentos culminantes de la historia— son como decorados de cartón piedra montados sobre un escenario narrativo creado por Heather O’Neill para que transiten por ellos sus dos personajes principales y el reparto que los acompaña, que no son un lobo feroz o una madrastra despechada, sino monjas acosadoras, aristócratas estrambóticos, prostitutas soñadoras, esposas insatisfechas, mafiosos enamoradizos o payasos reconvertidos en contables.

La traducción de El Hotel de los Corazones Solitarios era algo que tenía que sacarme de dentro y, por cosas de la agenda editorial, tuve que hacerla en mucho menos tiempo del que me hubiera gustado (¿cómo es eso de que las traducciones no se acaban nunca, sino que se entregan?), pero para traducir sobre las gélidas calles del invierno montrealés del primer tercio del siglo xx en plenos calores madrileños de estos años veinte del siglo xxi, procuré rodearme de buena compañía literaria que me sirviera de inspiración. Entre mis lecturas no podía faltar Angela Carter, con sus Cuentos de hadas, traducidos por Consuelo Rubio Alcover en una bellísima edición publicada por Impedimenta, o la maravillosamente perversa La cámara sangrienta, traducida por Jesús Gómez Gutiérrez para Sexto Piso. También cotilleé las obras de Carlo Goldoni para endulzarme un poco el gusto con la comedia del arte y los títeres de cachiporra de Federico García Lorca, que también aparecen entre las páginas de la novela. Los niños abandonados y huérfanos por los que O’Neill siente predilección siempre tienen un poco de Edward Gorey, así que disfruté mucho el Amphigorey en la curiosa traducción bilingüe de Óscar Palmer para Valdemar, y otras obras reminiscentes como El circo de la noche, de Erin Morgenstern, traducido por Montse Triviño y publicado en Planeta.

Dicen que la profesión traductora es solitaria, pero, aunque sea solo a través de sus palabras, no dejé de acompañarme de quienes se habían enfrentado a la tarea de traducir The Lonely Hearts Hotel antes que yo: la talentosa novelista quebequesa Dominique Fortier, traductora oficial de todas las obras de Heather O’Neill al francés, con su Hôtel Lonely Hearts, y la traductora alemana Gesine Schröder, encargada de verterlo al alemán con el evocador título de Träume aus Papierschnee. Ver qué hicieron me ayudó, por ejemplo, a resolver la simbiosis del inglés con el francés que puebla las páginas de El Hotel de los Corazones Solitarios (sus personajes, se dice desde el principio, son bilingües en ambos idiomas), tan propia de Quebec y tan difícil de reproducir en traducción. Que los personajes de una novela salten de un idioma a otro siempre constituye un reto, sobre todo cuando la relación no es la misma entre el inglés y el español con ese tercer idioma, el francés (en el caso de Heather O’Neill, su segunda lengua y la dominante en el Quebec en el que reside, por lo que su lengua materna, el inglés, es un improbable idioma minoritario en un sistema lingüístico dominantemente francófono). Acabé por solucionar la dificultad caso por caso, manteniendo sin traducir aquellas expresiones fácilmente identificables (un oui por aquí, un voilà por allá) o duplicando el francés y traduciéndolo al español en discursos más elaborados.

A pesar de la premura, traducir El Hotel de los Corazones Solitarios fue una experiencia única, de esas que te hacen cerrar una puerta a un capítulo de tu vida. Y además, no todos los días se tiene la oportunidad de traducir a una autora tan maravillosa como Heather O’Neill ni una propuesta editorial que ha vivido conmigo desde tiempos prepandémicos, allá por 2019 (aquí os conté un poco más cómo fue aquel periplo).

Aquí podéis leer los primeros capítulos de la novela.

Y aquí escuchar a la propia autora comentar muchas curiosidades sobre ella cuando se publicó originalmente en 2018 (en inglés).

La sección de NOVEDADES TRADUCIDAS ofrece a los traductores un espacio donde analizar las dificultades a las que han tenido que enfrentarse al traducir una obra concreta. Animamos a todos los traductores a colaborar: véase la plantilla en este enlace.

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