Viernes, 7 de marzo de 2025.
Entrevista realizada vía Teams el 18 de diciembre de 2024 en la Facultad de Traducción e interpretación de la Universidad Autónoma de Barcelona, en el marco de una sesión dedicada a homenajear a los profesores de la Facultad galardonados con algún premio a lo largo del año.
Agata Orzeszek es la ganadora, junto con Ernesto Rubio, del Premio Nacional a la Mejor Traducción 2024, concedido por el Ministerio de Cultura de España, y del Premio Ángel Crespo 2024 de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña por la traducción del polaco al castellano de Los libros de Jacob de Olga Tokarczuk.
Completada en su momento la entrevista a Agata Orzeszek, Juan Gabriel López Guix propuso a Ernesto Rubio que se uniera a ella de manera asíncrona y este añadió un par de comentarios.

Momento de la entrevista a Agata Orzeszek, con Olga Torres, decana de la Facultad, y Juan Gabriel López Guix
J. G. López Guix: Has traducido a muchos autores, autores polacos y también algún ruso, como Turguéniev; pero básicamente eres la traductora de casi toda la obra publicada al castellano del gran maestro del periodismo moderno que fue Ryszard Kapuściński. Con una docena de libros traducidos de Kapuściński, se podría decir que Kapuściński, c’est toi.
Agata Orzeszek: Sí, efectivamente, Kapuściński, c’est moi. Sí, señor.
J. G. López Guix: Y ahora habéis recibido, Ernesto Rubio y tú, el Premio Nacional por Los libros de Jacob, de la premio Nobel Olga Tokarczuk. ¿Cuál ha sido la reacción ante la concesión del Premio Nacional por la traducción de ese libro? Bueno, en realidad, de los dos premios.
Agata Orzeszek: Bueno, la primera reacción fue de incredulidad; de incredulidad, sí, claro. Pero después pensé: «Qué barbaridad, qué bien han elegido». (Risas). Sí, porque la verdad es que ha sido un trabajón inmenso.
J. G. López Guix: ¿Habéis tenido también alguna reacción de la autora, Olga Tokarczuk?
Agata Orzeszek: No, la autora creo que solo ha publicado una nota en Instagram, pero yo no uso redes sociales, así que no sé muy bien. Me han reenviado un texto en el que se decía que nos habíamos hecho con el premio y que felicitaba a los traductores. Estupendo, fenomenal.
J. G. López Guix: Bien, veo que ha sido un poco parca.
Agata Orzeszek: Sí, un poco parca, efectivamente.

Jacob Frank en su lecho de muerte. Wikimedia, imagen libre de derechos.
J. G. López Guix: Has traducido muchas veces en colaboración. Con Joan Fontcuberta colaboraste en la traducción al castellano de varias obras de Stefan Zweig. Un Zweig que, con su éxito editorial, fue el autor que permitió a Acantilado empezar a convertirse en la editorial de renombre que es hoy. En los últimos años, has traducido unos cuantos libros con Ernesto Rubio, a quien tuve la suerte de conocer (hace ya un tiempo) en la clase de Traducción Literaria que se impartía en nuestro máster. Has traducido con él obras de ensayo y narrativa moderna polaca. ¿Cómo es eso de traducir a cuatro manos?
Agata Orzeszek: Es ideal. Cuando encuentras a una persona que respira el mismo aire que tú, es fantástico. Porque yo en polaco me puedo equivocar poco, pero en castellano me puedo equivocar bastante. Todas mis traducciones han sido siempre revisadas. Con Ernesto, todo va fenomenal porque cuando leemos lo traducido en voz alta, saltamos al mismo tiempo los dos: «Mejor así, ¿no?». Sí, efectivamente, mejor así. Y eso es lo bonito.
Ernesto Rubio (en diferido): Sí, la verdad es que nos entendemos de maravilla. Agata también lo compara a veces con algo muy bonito que es que emitimos en la misma frecuencia. Yo no puedo evitar acordarme de la Suzanne de Leonard Cohen y de eso de «she gets you on her wavelength», y a veces de una cita de Rayuela, «estábamos tan de acuerdo en todo que era una vergüenza». Pero intentemos no ponernos cursis: evidentemente, para llegar a ese entendimiento también hay todo un proceso o un aprendizaje. Muchas veces discutimos, partimos de posiciones alejadas, a veces casi irreconciliables, pero luego cedemos, encontramos soluciones en común, sabemos apreciar el punto de vista del otro o cambiarnos de pronto de bando y abrazar la solución que hasta hace un momento no nos convencía. No cabe duda de que toda esa dialéctica es tremendamente enriquecedora, tanto para nosotros como ―lo más importante― para el texto. Como sabemos, todo traductor establece ese diálogo consigo mismo, sobre todo en las sucesivas revisiones y relecturas, pero en solitario siempre es más difícil salirse de uno mismo, alejarse y confrontar. Luego está la parte lingüística: el tándem nativo/a de la lengua de partida-nativo/a de la lengua de llegada es la estructura perfecta, aunque no siempre es sostenible económicamente hablando.

Momento de la entrega del premio Ángel Crespo, Ernesto Rubio junto a la presentadora del acto
J. G. López Guix: Anoche fue la entrega del premio Ángel Crespo en la Nit de l’Edició, y la presentadora del acto le preguntó a Ernesto cómo era eso de traducir una obra tan plagada de dificultades. A Ernesto, a quien le habían dado dos minutos para responder a tres preguntas y esa era la tercera, vino a decir: Bueno, uno empieza por el principio, sigue hasta que llega al final y luego se detiene. En la nota de los traductores que habéis añadido al final de Los libros de Jacob, mencionáis algunas de las particularidades de la obra y os referís a la traducción como un «proceloso gran viaje». ¿Hubo muchas tormentas?
Agata Orzeszek: Hubo muchísimas tormentas. Como encontrar la manera de traducir los nombres propios. Por ejemplo, el topónimo Jenta en polaco, que procede de Yenta o Yente en yídish. Para evitar la pronunciación Jenta o Jente en español, usamos Yenta. Otra de las dificultades que tuvimos que sortear fue lograr la coherencia con el vocabulario que estaba en uso en español en el siglo XVIII. La obra transcurre en el siglo XVIII; y, en el siglo XVIII, por ejemplo, la palabra saltamontes no estaba en el diccionario. Encontramos, para saltamontes, el término caballeta, que es lo que pusimos. En fin, ha sido todo un desafío.
Ernesto Rubio (en diferido): En lo del «gran viaje», en realidad, parafraseábamos el principio del subtítulo de la obra, «gran viaje a través de siete fronteras, cinco lenguas y tres grandes religiones, sin contar otras pequeñas». Y en lo de «proceloso» había también una broma casi secreta acerca de algunos misteriosos desencuentros extraliterarios que tuvimos con la autora o su entorno y sobre los que preferimos en general pasar de soslayo. Nosotros nos debíamos al texto y nada más que al texto. Pero volviendo a lo importante, como dice Agata, el libro estaba repleto de complicaciones, pero creo ―o a mí me gusta pensar― que a partir de cierto momento alcanzamos cierto humilde o fugacísimo «estado de gracia» o de «iluminación» en el que el libro ya cobró carta de naturaleza en castellano y de alguna forma ya sabíamos por dónde debíamos transitar en cada momento. Luego, evidentemente pasamos por las mil y una relecturas, las consultas, los cribados, las ocurrencias más o menos felices. Lo bueno de haber tenido mucho plazo para traducir un libro tan largo es que tuvimos tiempo para volver una y otra vez sobre lo ya traducido. Aunque a veces también nos sentíamos desbordados, claro, o casi se nos olvidaba cierto personaje o cierto pasaje. Una broma recurrente conforme nos acercábamos al final era que antes de entregar tendríamos que darle una «última leidita». Y terminaron siendo más de una.
J. G. López Guix: Bueno, Agata, tenemos que terminar. Muchas gracias y felicidades a los dos por los premios.
Agata Orzeszek (y Ernesto Rubio): Para terminar, quisiera (quisiéramos) mencionar también a Sergio Estremera, que ha leído y corregido todos los capítulos. Muchas gracias.
Juan Gabriel López Guix es traductor del inglés y del francés. Se dedica sobre todo a la traducción de narrativa, ensayo y divulgación científica, así como a la traducción para prensa e instituciones culturales. Entre otros autores, ha traducido libros de Saki, Julian Barnes, Joseph Brodsky, Lewis Carroll, Douglas Coupland, Arnold Davidson, David Duchovny, David Leavitt, Michel de Montaigne, Sylvain Neuvel, Edgar Allan Poe, George Saunders, Vikram Seth, George Steiner o Tom Wolfe. Es profesor en la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Fue miembro de la junta rectora y vicepresidente de ACE Traductores entre 1997 y 2000. Recibió en 2022 el Premio Nacional a la Obra de un Traductor concedido por el Ministerio de Cultura de España.