Viernes, 6 de septiembre de 2024.
Traducción literaria y género: estrategias y prácticas de visibilización, de Patricia Álvarez Sánchez (ed.), Comares, 2022, 152 páginas.
Marta Nogueira Blanco
En este libro, Patricia Álvarez Sánchez recopila una antología de estudios realizados por investigadores y, sobre todo, investigadoras de distintas universidades españolas e internacionales que ponen el foco en el papel cultural que han jugado la traducción y las traductoras a lo largo de la historia, y que siguen jugando hoy en día, especialmente en lo relativo al tratamiento del género.
Hasta finales del siglo XX los estudios de traducción estaban dominados por la hegemonía positivista, que entendía los textos como unidades puramente lingüísticas e ignoraba el poder y la responsabilidad de la figura del traductor como parte del engranaje cultural por partida doble: por un lado, debido a su carácter humano y a su condición de miembro de la sociedad, está inevitablemente influenciado por el discurso cultural y, por otro, tiene la capacidad de influir en su ámbito de trabajo de forma consciente o inconsciente.
Sin embargo, en la década de 1990, las propuestas de Susan Bassnett y André Lefevere, entre otros, propiciaron un cambio conocido como cultural turn, que sustituyó la idea de la «traducción inocente» por la certeza de que factores como el condicionamiento cultural del traductor, su entorno, sus creencias, su sistema de valores, su clase social, su raza, su género e, incluso, la intencionalidad con la que lleve a cabo su trabajo, constituyen un sesgo que le lleva, en primer lugar, a priorizar unos textos sobre otros y, en segundo lugar, a entenderlos y traducirlos de una determinada manera. Por lo tanto, los traductores tienen la capacidad de influir en qué obras y autores tienen una mayor difusión y adquieren mayor visibilidad, así como en la forma de transmitir el mensaje a los lectores.
Este cambio de enfoque coincidió, como se explica en el primer capítulo del libro, con el auge del movimiento feminista y los estudios de género. Este volumen analiza la relación entre ambas corrientes a través de distintos ejemplos y casos concretos que atestiguan desigualdades, como la escasa difusión de obras escritas por mujeres a lo largo de la historia en comparación con las de sus coetáneos masculinos, la invisibilización y el exiguo reconocimiento que reciben las traductoras frente a los hombres de la profesión, o el silenciamiento de textos que ponen de manifiesto la injusticia femenina o cuestionan el discurso patriarcal hegemónico.
El segundo capítulo recoge el estudio de la escritora y traductora gallega Tamara Andrés, titulado «La importación de textos poéticos al gallego a finales del siglo XX: una panorámica en clave femenina». Elaborado con el objetivo de establecer los niveles de participación de las mujeres en el campo de la traducción literaria al gallego durante el siglo pasado, el estudio toma como referencia los tres formatos más relevantes en cuanto a la publicación de textos poéticos en la época: poemarios de autoría individual, antologías poéticas y publicaciones periódicas. Concluye que, pese a la alentadora expansión y diversificación de las traducciones realizadas por mujeres (de poemas de autoría también femenina) a partir de la llegada de la democracia, estas siguen siendo una minoría en comparación con las traducciones masculinas. En este capítulo se plantea ya el tema de la invisibilidad femenina, que, desde distintas perspectivas, recuperan las autoras de los demás capítulos y que constituye el hilo conductor y eje común del libro. Se trata de una invisibilidad interseccional, ya que a la invisibilidad que se padece como mujer se suma la que se padece como traductora, figura normalmente relegada a la sombra cuyo trabajo pasa a menudo desapercibido en comparación con la aclamada labor de los autores (al igual que sucede, a su vez, con la creación de las escritoras frente a la de los escritores). Además, escribir en una lengua minoritaria como el gallego, y traducir un género considerado «menos rentable» desde el punto de vista editorial como la poesía, añaden una tercera capa de invisibilidad a las dos anteriores.
Otro factor que intensifica la invisibilidad de las autoras y las traductoras es la pertenencia a una cultura o etnia marginalizada, como exponen Pilar Castillo Bernal, María Luisa Rodríguez Muñoz y Soledad Díaz Alarcón en el tercer capítulo, «Hacia un modelo traductológico de la literatura intercultural femenina». Por ello, las pocas autoras migrantes que consiguen ver la luz impregnan sus obras de un fuerte carácter autobiográfico y exotizante con el objetivo de dejar patente su sentimiento de «otredad» como mujeres a caballo entre dos culturas.
En una línea similar, en el capítulo 10, «Los espacios de las mujeres: la cocina y la comida como lugares de traducción», M.ª Carmen África Vidal Claramonte aborda la imposibilidad de traducir ciertos términos relacionados con la comida debido a su fuerte carga simbólica y cultural. Presenta la cocina como un espacio en el que las mujeres toman el control y que, a diferencia del «cuarto propio» que reclamaba Virginia Woolf, constituye un entorno colectivo de comunicación e intercambio en el que cada generación de mujeres lega sus valores y costumbres a la siguiente.
Los capítulos 4 y 5 se aproximan a la invisibilidad femenina desde un ángulo más positivo y se centran en el poder de las traductoras para modificar la realidad mediante la elección premeditada del lenguaje que emplean en sus obras. «La traducción de la reescritura femenina: Alisoun Sings» de Sofía Lacasta Millera demuestra, a través de un caso práctico, el modo en que las reescrituras de obras tradicionales en clave feminista y sus traducciones actúan como elementos de mediación cultural que transforman el discurso ideológico. Por su parte, el estudio de Ana Teresa Marques dos Santos, titulado «La capacidad de visibilidad de la traductora invisible: mujeres y traducción en el caso de la Jane Eyre portuguesa del siglo XIX», presenta la invisibilidad de las traductoras como una herramienta que podemos instrumentalizar a nuestro favor para promover discursos que atenten contra el statu quo y, desde la oscuridad, arrojar luz sobre cuestiones que no podríamos plantear desde la primera fila.
El resto de capítulos que conforman la antología hacen hincapié en la enorme importancia de los factores externos, que son decisivos para la proliferación de las obras y traducciones femeninas y feministas. En «Estrategias de visibilización literaria en la traducción de poesía escrita por mujeres: el caso de Mary Ann Evans (1819-1880)», Juan Pedro Martín Villarreal pone en valor la apuesta de editoriales independientes comprometidas con la lucha de género. El entorno y la ideología política y social del mercado en el que se publican las obras son también factores determinantes, como ilustra «Traducir para nombrar(se): las dificultades de la traducción de la novela gráfica queer en Italia», de Ángelo Néstore. El estudio de Ioanna Nicolaidou, por su parte, advierte del peligro de la manipulación de intermediarios y los posibles intereses ajenos en la edición de los textos («En los confines de la vida y de la traducción. A propósito de la “autobiografía” de Elísavet Mutsán-Martinengu»). «La literatura infantil y juvenil que visibiliza a las mujeres: el ejemplo de la narrativa ilustrada española y su traducción al italiano», de Raffaella Tonin, subraya la enorme influencia de las prioridades y tendencias del mercado editorial. Por último, la investigadora Sicon Yu llama la atención del lector sobre las desigualdades de género, que todavía marcan los premios y reconocimientos destinados a poner en valor el trabajo de los profesionales de la traducción en su capítulo «La [in]visibilidad de las traductoras castellano-chino en el mundo literario: una mirada al mercado editorial mediante un estudio empírico en la última década (2010-2020)».
En conclusión, este libro ofrece una selección muy pertinente de estudios interesantes y bien documentados, en un tono académico pero accesible, que permite entender la relación entre traducción literaria y género a través de un marco práctico y diverso que no se limita a mostrar a las autoras y traductoras como simples víctimas de su circunstancia de invisibilidad, sino que resalta su poder como agentes de cambio y piezas fundamentales del mecanismo cultural.
Marta Nogueira Blanco (Vigo, Pontevedra) es licenciada en Traducción e Interpretación y Comunicación Global por la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, con inglés y francés como principales lenguas de trabajo. Ávida lectora y apasionada de la literatura y la lingüística desde la infancia, actualmente es presocia de ACE Traductores y profundiza en sus estudios de lengua y cultura árabe al tiempo que trabaja en propuestas de traducción editorial.