Lunes, 15 de mayo de 2023.
Es verano, hace calor, estoy tumbada en la arena de la playa, leyendo. Me incorporo para comprobar el correo electrónico en el móvil, la hora, algún mensaje de mi madre. Abro la bandeja de entrada y veo que me ha escrito alguien que no conozco. Paso la mirada por encima, después lo leo una vez, y una segunda. Efectivamente, es lo que pienso: me han invitado a un festival de literatura en La Haya como traductora de neerlandés a español. Es verano, estoy tumbada en la arena, pero lo he leído atenta, no se me ha escapado nada, he ajustado incluso el brillo de la pantalla, no tenía mucha prisa en irme de allí, de esa playa, pero de repente me gustaría estar en casa, frente al ordenador, para contestar al correo enseguida. Confirmo mi asistencia en cuanto llego.
Todo lo que pasa por nuestra cabeza cuando recibimos mensajes así, todo lo que nos imaginamos que será la experiencia antes de vivirla, es digno de ser escrito, porque nunca coincide con la realidad. Esa primera imagen de lo que será en tu cabeza es precisamente lo que les pidieron que escribieran a los cinco autores participantes del programa de The Chronicles, que formaba parte del festival de música y literatura Crossing Border, celebrado el pasado mes de noviembre de 2022 en La Haya. Estos cinco autores, Sheena Patel (UK), Anne van den Dool (NL), Hanan Faour (NL), Mauk Westerman (NL) y Frida Isberg (IS), escribieron un primer texto antes de asistir al festival y nosotros, sus traductores, los tradujimos. Hannalore Daudeij (NL) tradujo a Sheena Patel del inglés al neerlandés, Bo-Elise Brummelkamp (UK) tradujo a Mauk Westerman del neerlandés al inglés, Laura Molenaar (NL) tradujo a Frida Isberg del islandés al neerlandés, Sofiane Boussahel (FR) tradujo a Hanan Faour del neerlandés al francés, y yo traduje a Anne van den Dool (NL) del neerlandés al español. Todo un equipo.
El mecanismo de The Chronicles es muy sencillo: los escritores nos enviaban cinco textos breves, uno de ellos antes del festival, tres durante el festival y el último después. Ellos tenían 24 horas para escribirlos y nosotros 5 horas para traducirlos. Estas traducciones a contrarreloj las podíamos revisar más adelante antes de su publicación en la web con la ayuda de cinco mentores que nos asignaron a cada uno para trabajar en los textos y, posteriormente, en la última novela publicada de nuestros autores asignados. Han van der Vegt fue el mentor de Hannalore Daudeij, Kristen Gehrmann la de Bo-Elise Brummelkamp, Kim Liebrand la de Laura Molenaar, Daniel Cunin el de Sofiane Boussahel y Gonzalo Fernández Gómez el mío. Los cinco textos de los cinco autores y sus respectivas traducciones se pueden leer en la página web del proyecto.
Llego al aeropuerto de Ámsterdam, recibo un mensaje en el móvil de un número que no tengo guardado. Es un chófer que me viene a recoger para llevarme a La Haya. Nadie me había avisado de que iba a tener un chófer, y me parece que todo empieza muy bien. Como se dice en neerlandés: een goed begin is het halve werk (si empiezas bien, ya tienes la mitad del trabajo hecho). En el hotel nos espera la organizadora de The Chronicles, Anna Eble; nos reunimos un grupo muy internacional entre mentores, escritores y traductores y salimos a cenar. En esa primera cena todos supimos que nos íbamos a llevar bien, que iba a ser un grupo agradable, que se estaban gestando nuevas y duraderas amistades.
Durante el festival todos asistimos a entrevistas a escritores, entregas de premios, conciertos y charlas. Crossing Border ofrece un programa muy extenso en el que se combina música con literatura en un mismo espacio: el teatro Korzo. En ese mismo edificio hay salas en las que se celebran conciertos y salas en las que autores o autoras presentan sus obras, ya sea en formato de entrevista o como performance. Dentro de la programación del festival también se dedica un espacio a The Chronicles, y Jelko Arts nos entrevistó a todos en el escenario. Subimos por parejas y nos permitieron hablar de nuestra forma de trabajar, de la relación con nuestro escritor o escritora, de la importancia de habernos conocido para traducirles mejor, del hecho de que, al haber asistido todos al mismo festival y al haber vivido las mismas experiencias, nos resultaba doblemente sencillo traducirles, porque era algo que nosotros también habíamos vivido, era un espacio por el que también nos habíamos movido, no necesitábamos aclarar dudas sobre ciertos detalles, teníamos la imagen muy clara en nuestra cabeza. Esa experiencia, la de traducir una crónica de algo que yo también había vivido, fue completamente nueva para mí, y me pareció de lo más interesante y enriquecedora.
Termina el fin de semana del festival, nos despedimos de nuestras nuevas amistades, toda la vivencia nos ha dejado un buen sabor de boca, ya ocupa un espacio muy especial en nuestro recuerdo. No ha sido solo lo que hemos aprendido, ha sido mucho más: conversaciones interesantes, personas cercanas, libros firmados y dedicados, inspiración, lecturas, aprendizaje. Todo es un aprendizaje. Pero ahora es el momento de que los escritores vuelvan a sus casas y nos quedemos nosotros, traductores y mentores, en un programa de cinco días organizado por la Dutch Foundation of Literature y la Vertalershuis (Casa del traductor) de Ámsterdam, denominado Vertalersfabriek (Fábrica de traductores), en el que traductores y mentores trabajamos con un intensivo horario en la traducción de un extracto de la última novela del autor o autora con quien habíamos estado trabajando en The Chronicles. Con el escenario de fondo rodeado de canales, esa arquitectura tan característica de Países Bajos, pedaleando la bicicleta que me prestaron, en el barrio de las artes, entre museos y teatros, trabajamos de forma intensiva con nuestros mentores en la biblioteca de la Dutch Foundation of Literature. Gonzalo Fernández Gómez me dio las técnicas, trucos y herramientas de las que todavía no disponía, y ni siquiera me daba cuenta de que necesitaba. La traducción es una labor muy solitaria, y es fácil caer en el error de que no necesitas ayuda, de que lo que estás haciendo está bien, porque no tienes a nadie con quien discutirlo o con quien compararlo. Gonzalo no solo trabajó conmigo los textos, hizo mucho más. Me enseñó a mirar de otra manera, desde su perspectiva. Me abrió su forma de trabajar, la manera en la que él ve un texto, me indicó mis aspectos a mejorar, dónde veía que flaqueaba. Me enseñó a enfocar el texto, pero siempre desde esa distancia necesaria en la que no me imponía nada. Quiso hacerme reflexionar y que llegase por mi cuenta a lo que él llegaba. Me enseñó a despegarme aún más del original, a traducir emociones, sensaciones, impactos, escenas, más que palabras. En definitiva, todo lo que se suele tener claro en la teoría pero que es más difícil poner en práctica. Todo es práctica, práctica, práctica. Me enseñó a tener más autonomía, más seguridad, a ver mi traducción como un texto completamente autónomo e independiente, capaz de respirar por su cuenta. A lo largo de mi trayectoria he disfrutado de varias mentorías, pero creo que dependiendo del momento en el que las hagas y en el que te encuentres, algunos aspectos se te quedan más que otros. Con Gonzalo noté que le estaba dando sentido a todo, que le daba unas pinceladas de mejora al cuadro de mi carrera profesional como traductora, que estaba logrando la seguridad de la que no disponía antes. Y soy muy consciente de todo lo que está por llegar, de que toda mi carrera va a ser un aprendizaje constante. El ser capaz de ver esto, para mí, creo que fue el mayor logro de toda esta experiencia.
Pasan los cinco días de residencia, quedan las últimas horas en la biblioteca de la Dutch Foundation for Literature. Allí nos han acogido, hemos comido y cenado juntos, nos han ofrecido charlas muy interesantes sobre nuestras opciones en nuestro momento profesional, nos han mostrado todas las ayudas y becas que la Dutch Foundation for Literature ofrece a traductores, tanto del neerlandés como al neerlandés, así como las diferentes opciones de formación y de residencias de las que podemos disfrutar. Estoy haciendo la maleta, en la que llevo más libros que ropa, me despido de mi bicicleta, me despido de los canales, de las vías del tren, de mi querida Holanda, de mi querida Ámsterdam. De alguna manera sé que volveré pronto. Me voy con el equipaje cargado de energía, de inspiración. Pienso en mi próxima estancia, en mi próxima residencia, en mi próxima traducción. Vuelvo a Madrid con muchas ganas de continuar. Nunca estaré lo suficientemente agradecida por esta oportunidad.
Gracias a la Dutch Foundation for Literature y a Anna Eble, organizadora de The Chronicles.
Irene de la Torre (Madrid, 1988) es licenciada en Economía y en Traducción e Interpretación. Desde 2014 es traductora autónoma a tiempo completo, combinando la traducción literaria y editorial con la de todo tipo de textos del neerlandés, inglés, francés y catalán al castellano. En 2017-2019 fue seleccionada para participar en el proyecto europeo Connecting Emerging Literary Artists como traductora de neerlandés a castellano, donde tradujo la obra de tres autores holandeses. A raíz de su trabajo como traductora le atrajo la idea de empezar con su propia creación literaria, y actualmente prepara su primera colección de relatos. Ha realizado varios cursos de escritura y ha publicado en revistas de literatura, como La Gran Belleza, así como en fanzines, tanto con sus traducciones como con su propia obra.