EL TRADUCTOR ENTREVISTA AL AUTOR: CONVERSACIÓN CON MATT MADDEN

Viernes, 12 de mayo de 2023. 

«Soy un poco todos los lectores: me encantan tanto Pedro Páramo como Pedro Pascal», Matt Madden

Carlos Mayor

Matt Madden (Nueva York, 1968) es historietista, además de profesor y traductor de cómics. Su obra 99 ejercicios de estilo, heredera de los Ejercicios de estilo de Raymond Queneau, es un profundo análisis del lenguaje del cómic que ha dado pie a numerosos estudios. Recientemente ha publicado con Salamandra Graphic un nuevo tebeo, Ex libris, plagado de referencias a Calvino o Condorito, en el que vuelve a hacer gala de su dominio de estilos visuales y narrativos muy diversos. En su visita a Barcelona para presentarlo en la librería Finestres acompañado de Francesc Ruiz, Madden encuentra tiempo para charlar con su traductor en un castellano impecable y contestar a algunas preguntas (en una conversación que más tarde proseguirá por correo electrónico). Y, de paso, para salir a cenar con él mano a mano y descubrir el apasionante mundo de los calçots.

Carlos Mayor: Ex libris puede parecer a simple vista un juego formal, pero entre otras muchas cosas es también un tratado sobre las posibilidades de la historieta, algo que tú has trabajado mucho. Aquí haces un repaso de géneros, de registros y de lenguajes que para el lector es una montaña rusa fascinante. ¿Cómo surgió la idea de la obra y cómo se desarrolló su proceso de creación?

Matt Madden: Efectivamente, siempre me han gustado los juegos formales y la exploración de las enormes posibilidades de los cómics. Pero me pregunto a menudo hasta qué punto un simple ejercicio puede valer como obra de arte o si por otro lado es necesario hacer la distinción. Claro, mis propios 99 ejercicios de estilo pueden jugar esos dos papeles (y quizá aún más): para ciertos lectores o en ciertos contextos, es nada más que una recopilación de juegos formales, pero otros van a encontrar una obra integral, hasta una novela gráfica, al considerar todos esos ejercicios parte de una narrativa continua o simultánea. Hay quien me lo ha descrito como un retrato en caleidoscopio de la vida en pareja…

Ex libris surgió un poco de esa línea de cuestionamiento: tenía varías ideas para cómics que abordaban el deslizamiento de un nivel de ficción a otro: una persona que se da cuenta de que es un personaje de cómic, un autor que pierde el control de su cómic.

Y aquí quiero hacer un paréntesis importante: a la charla que animé en la librería Finestres con Francesc Ruiz en torno a Ex libris asistió el oulipiano Pablo Martín Sánchez, que nos contó que hay un término literario para este tipo de deslizamiento —metalepsis— e incluso propuso que, dada mi obsesión con este fenómeno, se podría introducir una variante del término: ¡la mattalepsis!

En fin, algunas de esas ideas no valían para un cómic entero, habría bastado tal vez con un resumen o un fragmento. El reto, entonces, era encontrar una forma que pudiera acoger todas esas ideas en una estructura narrativa. Y es porque, igual que los caprichos formales, me encantan el cuento y la narración más o menos clásicos. Así, poco a poco desarrollé la idea de un personaje anónimo que se encuentra en una habitación llena de cómics, y que los va hojeando, mirando las cubiertas, y que empieza a entender el tema (la mattalepsis) y de alguna manera tendrá que dominar los cómics para poder salir de la habitación. Me gusta que esa estructura tenga un toque de thriller psicológico con ecos de El quimérico inquilino de Roland Topor o de «Casa tomada» de Julio Cortázar.

Carlos Mayor: Quizá la estructura del tebeo sea lo que más llame la atención, por todas esas ideas y venidas y entradas y salidas de un formato a otro, pero por el camino vas contando muchas historias, en su mayoría inconclusas, que además de la forma exploran el fondo de referentes muy variados. Y todo rebosa guiños y homenajes. Con muchísimo humor. Están ahí Calvino, Borges y Kafka, pero también Condorito, los superhéroes o el cómic de terror. E incluso a veces hace pensar en una antología existencialista de la serie televisiva En los límites de la realidad, de Rod Serling. ¿Cómo conjugaste todo eso? ¿Te resultó más fácil debido al carácter fragmentario de las historias que contabas?

Matt Madden: Es cierto que la estrategia de incluir fragmentos de ciertos cómics me daba bastante flexibilidad con respecto a la estructura y al ritmo del libro. Fue divertido escoger diferentes estilos de dibujo y de registro y hacerlos entrechocar en la página. También fue un reto controlar todos esos elementos tan diferentes para elaborar una obra que tuviera una integridad. Por eso, por ejemplo, opté por un estilo muy sencillo y hasta relajante para el relato central.

A la vez, me gusta mezclar diferentes registros de cómics y no dudo en introducir referencias literarias o guiños al mundo del cine. A pesar de los avances importantes en la recepción del cómic y de la cultura popular en las culturas oficiales o mainstream en todo el mundo, y a pesar de que supuestamente la posmodernidad ha acabado con la distinción entre lo high y low, yo sigo percibiendo prejuicios contra lo popular y a favor de un discurso más aceptable para los medios y para el mundo académico. De ahí la persistencia del término «novela gráfica», por ejemplo, cuando todo autor de cómics al que he conocido en España insiste en decir «tebeos»… ¡Igual que yo, que metí en la cubierta de la versión original de Ex libris: «A comic»!

Carlos Mayor: En todo ese contexto, y en todo tu trabajo de experimentación y de juego con las restricciones y los límites formales, de reflexión sobre las fórmulas de la narración gráfica, supongo que es determinante tu pertenencia al Oubapo, el Taller de Tebeo Potencial surgido del proyecto del Oulipo que mencionabas antes al hablar de Pablo, ¿no?

Matt Madden: El Oulipo yace detrás de toda mi producción y de mis pensamientos de los últimos veinticinco años. Cuando descubrí los Ejercicios de estilo de Queneau a principios de los años noventa, me enteré poco después de la existencia de su Ouvroir de Littérature Potentielle, o Taller de Literatura Potencial, con su propuesta de utilizar restricciones formales y estructuras matemáticas para generar obras de literatura y de poesía de enorme imaginación e invención. Pocos años después, un amigo me regaló el OuPus 1 del Oubapo o Taller de Tebeo Potencial, una antología de cómics hechos con restricciones a la manera del Oulipo (y con su bendición, porque existen varios Ou-x-po).

Ya estaba trabajando en mi versión de los Ejercicios de estilo en aquel entonces (lo empecé a dibujar en Ciudad de México en 1998) y a la vez comencé a imaginar restricciones que me parecía interesante explorar en cómic. En ese sentido, 99 ejercicios de estilo funcionaba como una especie de curso intensivo de cómic oubapiano: aunque no todas las variaciones están basadas en restricciones formales (hay exploraciones de géneros, de puntos de vista, etcétera), la estructura me daba la oportunidad de hacer muchos experimentos, por ejemplo, con el palíndromo, el détournement, y aplicar restricciones a partir de las herramientas del cómic.

En Ex libris se puede encontrar toda una serie de restricciones oubapianas, por ejemplo, el hecho de que dibuje el libro sin mostrar ni identificar el género de la persona protagonista. Pero, al hablar de este libro, me gusta referirme al potencial, que es un concepto central del proyecto del Oulipo que se pierde un poco detrás de las piruetas formales de las restricciones, como las novelas sin la letra e o los cómics acrósticos. Me encanta la idea de una obra que puede sugerir infinitas posibilidades y mundos imaginarios, como los Cent mille millards de poèmes de Queneau, «La biblioteca de Babel» de Borges o el cómic Hicksville de Dylan Horrocks, que fue una gran referencia para Ex libris.

 

Carlos Mayor: Uno de los aspectos que más me fascinaron como traductor de la obra fue la profusión de juegos de palabras, algunos en primer plano y otros más escondidos, por ejemplo en los lomos de los libros que se van viendo en los estantes de esa biblioteca que es uno de los protagonistas del tebeo. ¿Qué importancia les das y hasta qué punto pretendías que fueran más accesibles o más crípticos?

Matt Madden: Intenté que esos juegos fueran algo sutil, pero más o menos fáciles de encontrar y descifrar. Más que hacer una simple pirueta formal, quería invitar al lector a participar en la elaboración del relato, para divertir y también para sensibilizar sobre el acto de leer, el acto de crear sentido al juntar textos e imágenes.

Carlos Mayor: Otra de las muchísimas sorpresas que me encontré al leer Ex libris, antes de ponerme a traducirlo, fue ver las referencias a The Lexicon of Comicana de Mort Walker, un libro del que he leído mucho aunque por desgracia nunca he conseguido tener un ejemplar en las manos. ¿Qué crees que aportó Walker con esta obra, en la que analizó y dio nombre a muchos elementos del lenguaje del cómic?

Matt Madden: Lo gracioso de The Lexicon of Comicana es que Walker no lo escribió con una intención seria. Creo que fue más bien para divertir a sus amigos comiqueros. Pero la verdad es que hacía falta un vocabulario para todo lo que él llamaba «comicana»: las onomatopeyas y las líneas para mostrar acciones y emociones que forman una parte esencial del lenguaje narrativo del cómic.

De joven, yo empecé a descubrir algunos de estos términos cuando aprendía a hacer cómics, gracias a las entrevistas con dibujantes que iba encontrando o a las conversaciones con autores en salones del cómic. Se reían con palabras como plewd o grawlix, pero, al mismo tiempo, varios dibujantes americanos (por lo menos en el mundillo de los fanzines y el cómic underground de los años ochenta y noventa) empezaban a usar el término emanata (en lugar de comicana, yo creo que es más evocador) para indicar todo lo que se puede considerar como esa especie de paratexto del cómic: las gotas de sudor, las estrellitas, las ráfagas de aire…

De hecho, en la contracubierta del libro dice: «True, it is a satirical book making fun of these cartoon devices, but it is also an encyclopedia for anyone interested in comics and a goldmine of instruction for aspiring cartoonists».

Carlos Mayor: Cuando el autor habla tu idioma y además es traductor, te entran todos los miedos, pero en este caso para mí fue una suerte tremenda. De hecho, me llevé una sorpresa mayúscula cuando, al empezar a trabajar en tu libro, me mandaste un PDF de la obra con notas en las que aclarabas muchas de las referencias que incluías y dabas muchas pistas. Nunca me había pasado nada parecido, aunque sí sabía de otros colegas míos que habían tenido la suerte de traducir a autores así de generosos. Por ejemplo, sé que Pablo Martín Sánchez recibió de Delphine de Vigan un documento explicativo para traductores antes de traducir Las gratitudes. Y Amor Towles hace lo mismo, según cuenta Gemma Rovira: manda de antemano a sus traductores unos PDF completísimos que valen un potosí. ¿Es la primera vez que preparas algo así o ya lo habías hecho? ¿Piensas en solucionar problemas de las futuras traducciones del libro mientras vas escribiendo el texto?

Matt Madden: Esta es la primera vez que preparo un PDF con explicaciones y contexto para los traductores y quedé muy contento con ello, seguramente voy a seguir haciéndolo en mis futuras ediciones extranjeras. Cuando salió 99 ejercicios de estilo en 2005 no era tan fácil como ahora crear un PDF con apuntes visuales. Mi único recurso fue enviar un mensaje a la editorial (a veces por medio de mi agente) diciendo que estaba disponible para resolver cualquier duda sobre el texto. Pero la verdad es que casi nunca me ha escrito ningún traductor.

Por cierto, en Moscú (hace unos cinco años, en una época ya muy lejana, porque mi editor ahora está exiliado en Francia) conocí al traductor ruso de 99 ejercicios, un tal Mijaíl Zaslavsky, y tuvimos el placer de poder hojear el libro juntos y de platicar acerca de la traducción. Estaba un poquito nervioso porque él es el traductor de Will Eisner y yo me burlo un poco del maestro en un ejercicio llamado «Actor’s Studio #2», que trata de cierta tendencia al histrionismo en el cómic. Pero el señor no solo reconoció y apreció la referencia, ¡sino que también sustituyó la fuente por la letra del propio Eisner para aquella página! Es que además de traductor es diseñador gráfico…

Carlos Mayor: Está claro que te implicas mucho en la adaptación de tus obras a otros idiomas. Con respecto a la parte gráfica, ¿en qué medida participas? En el caso de la edición española de Ex libris, el trabajo de Sergi Puyol es magnífico.

Matt Madden: Normalmente los editores extranjeros se encargan de la rotulación y de cualquier adaptación gráfica que sea necesaria, como, por ejemplo, las varias cubiertas de libros imaginarios que salen en Ex libris. Desde hace años tengo una fuente basada en mi propia rotulación a mano que envío a los editores y siempre ofrezco mis servicios para cualquier detalle complicado. Pero por lo general los diseñadores gráficos se encargan de todo. En el caso de la producción de Ex libris con Salamandra Graphic, creo que la única cosa que pidieron que dibujara fue una iteración del título «ESCAPAR» que es un poco complicada, pero por lo demás Sergi Puyol lo hizo todo solito y es un trabajo sobresaliente.

Carlos Mayor: Bueno, al principio intenté dejar «ESCAPE» como en inglés, convertido en una palabra española, para que no hubiera que hacer ese retoque, para no dar trabajo, pero encajar ese sustantivo en la frase que se forma con todos los títulos de los tebeos era muy forzado. Lo entregué así y las editoras me dijeron que no se entendía. Al final decidimos que, ejem, era mejor pedirte que lo cambiases, ya que te habías ofrecido…

Matt Madden: Qué gracioso, porque yo cuando escribí aquella historia hasta pensé en cierto momento: «¡Qué bien, el título ESCAPE puede funcionar en castellano también!». Ni modo… 99 ejercicios de estilo, por otro lado, se ha publicado en todo el mundo y siempre es interesante ver cómo adaptan la rotulación, por ejemplo en japonés o en coreano. Una cosa que me encanta es que, de las diez o más ediciones que se han hecho, casi todas llevan una cubierta distinta. No fue algo planeado, pero resulta ser una especie de ejercicio de estilo adicional.

Carlos Mayor: Volvamos al texto. ¿Crees que dominar otros idiomas y ser traductor del francés y del español influye en cómo escribes tus tebeos? Muchos de los escritores que tienes como referentes en Ex libris, de hecho, escribían en otra lengua. Eso, para empezar, no es lo más habitual en un autor anglosajón.

Matt Madden: Lo de hablar y sobre todo poder leer otros idiomas me da ciertas ventajas, pero no sabría decir a ciencia cierta cómo o si influye en mi manera de hacer cómics. Leí a Cortázar y a Borges en inglés al principio y solo más tarde en castellano. A Queneau, ahora que lo pienso, solo lo he leído en francés, aparte de estudiar un poco las traducciones de Barbara Wright… Es decir, que tengo acceso a mis influencias en inglés hasta cierto punto. Pero gozo de la posibilidad de descubrir muchos libros más que no se han traducido al inglés, libros de Cortázar o de Perec. Y también cómics, porque el mundillo vive una época de oro internacional en este momento.

Carlos Mayor: Y, al contrario, ¿ser autor de cómics determina tu trabajo de traductor? Cuéntanos un poco cómo empezaste a traducir y cómo combinas las dos actividades.

Matt Madden: En la universidad estudié literatura y lingüística e incluso hice una asignatura de traducción. A pesar de eso, nunca me tomé en serio la idea de ser traductor. (A lo mejor tenía la intuición de limitar el número de actividades poco remunerativas a las que me iba a dedicar en la vida…). Pero a finales de los noventa un editor independiente de Francia me invitó a traducir al inglés unos cómics que iba a publicar y esa fue la primera vez que me di cuenta de que estaba algo dotado para la traducción. Pasaron unos años y tuve la oportunidad de traducir un cuento de Edmond Baudoin para una antología estadounidense llamada Rosetta; ni me acuerdo bien de cómo ocurrió. Después llegó el proyecto, con Ng Suat Tong, el editor de Rosetta, y con el crítico portugués Domingos Isabelinhos, de traducir un álbum entero, Les Sœurs Zabîme, del guadalupeño Aristophane, y publicarlo en el siguiente número de Rosetta. Cuando Suat decidió no continuar con Rosetta, yo conseguí permiso (gracias a Domingos, que estaba en contacto con la familia de Aristophane, muerto en 2004) para vender los derechos a First Second Books. Y ese fue mi primer libro publicado como traductor. También escribí un prólogo.

Ya ves que todo pasó un poco al azar, como me ha pasado mucho en mi carrera… y en la vida. No obstante, creo que me fue mucho más fácil entrar el campo de traducción por medio de los cómics. No tenía ganas de intentar proponer novelas a editoriales literarias, eso me habría parecido imposible.

Además, por el hecho de ser autor de cómics conocía a mucha gente del mundillo, lo que me permitía, por ejemplo, proponer un proyecto a una editorial grande como First Second, que es un sello de Macmillan.

Carlos Mayor: En general, ¿propones tú tebeos extranjeros a los editores o te encargan traducciones de títulos que ya han contratado por su cuenta?

Matt Madden: Mis traducciones son proyectos personales, así que prefiero proponer cómics que me apasionan. Varios años después de vender Les Sœurs Zabîme a First Second, me invitaron a proponer proyectos a New York Review Comics, nuevo sello de la distinguida The New York Review of Books, porque habían apreciado el libro de Aristophane. Me llevo muy bien con Lucas Adams, el director del sello, pero los proyectos avanzan lentamente. Hasta ahora hemos publicado Piero de Baudoin y luego me contrataron para traducir las pocas páginas con texto de la recopilación integral de Mitchum de Blutch. Justo ahora estamos viendo unos nuevos proyectos con Baudoin y algunos otros proyectos emocionantes y secretos, pero aún no tenemos nada firmado.

Todavía no he podido traducir todo un libro del castellano. Tengo unos proyectos inacabados y creo que la única cosa editada es un relato de los argentinos Diego Agrimbau y Lucas Varela que me pidió Eric Reynolds para su antología NOW, donde también se publicó mi única traducción del portugués, el maravilloso O apocalipse segundo Dr. Zeug, del brasileño Fabio Zimbres.

Dicho todo eso, en los últimos años he traducido varias bandes dessinées en el marco de un proyecto que se llama Europe Comics, que tiene el objetivo (junto con una beca de la Comisión Europea) de traducir álbumes franceses al inglés y publicarlos en internet, con la idea de que se puedan comprar los derechos para ediciones impresas. Ha sido un trabajo agradable y he aprendido mucho sobre el arte y la vocación de la traducción de cómics. Pero no guardo los derechos de las traducciones, cosa que me molesta bastante, sobre todo como autor de cómic de Estados Unidos, donde luchamos mucho en los años setenta y ochenta para defender los derechos de los autores. ¿Y los traductores de cómics? No tanto. En cambio, New York Review Comics viene más del mundo literario, así que ellos sí me aseguran los derechos de la traducción.

Carlos Mayor: ¿Y cuáles son tus autores preferidos como traductor? ¿Con cuáles has disfrutado más?

Matt Madden: Tengo una relación de hace muchos años con la obra de Edmond Baudoin y hasta puedo decir que es amigo mío. Hace años que busco oportunidades no solo de traducirlo, sino de presentarlo a los lectores anglófonos; es decir, que tener la oportunidad de traducir sus cómics es otra capa de placer. No es tarea, es vocación. Edmond es un autor de carácter muy diferente al mío, o tal vez es que refleja un aspecto de mi sensibilidad que no he explorado suficientemente en mi propia obra: los temas de la memoria, de la observación, de la sensualidad del dibujo, del intento de transcribir el pensamiento al papel. Cuando lo traduzco, intento seguir su pensamiento y mantener la sensación de improvisación de sus textos hasta en la rotulación, con sus garabatos y correcciones.

Baudoin es muy pero que muy francés, del sur, y a veces es difícil encontrar un tono adecuado en inglés americano. Cuando me vio con barba por primera vez, en Angulema, hace poco, me dijo: «T’es beau comme un camion!». Se entiende en castellano, supongo, aunque no sé si existe una expresión parecida. En inglés, no… ¡Y resulta que hace unos días estaba revisando un álbum suyo en el que utiliza esa misma frase, y lo peor de todo es que sale al lado del dibujo de un camión! ¡No sé cómo voy a resolverlo si termino traduciendo ese libro, porque, si pongo «You’re as handsome as a truck», los lectores anglófonos me van a dar «la cara de what»!

Obviamente me encanta traducir tebeos del Oubapo. Hasta ahora solo he podido traducir algunas muestras, pero estoy desarrollando un proyecto de antología del Oubapo en inglés de cara al futuro. Con el Oubapo, el reto es siempre: ¿cómo traducir una restricción oubapiana? Hay que buscar soluciones que no solo sean comprensibles en inglés, sino que respeten la restricción (palíndromo, lipograma, acróstico, etcétera)… Que no solo la respeten, sino que la honren, y con cierto estilo. Luego tienes la doble restricción de los globos y de la maqueta: a veces encuentras una traducción elegante, pero no cabe en el globo. O, por ejemplo, en el caso de un cómic palindrómico, un texto que funciona bien en un sentido y no en el otro. Es muy complicado y me encanta.

Sé que tú, como yo, has traducido a Catherine Meurisse. Creo que los dos hemos hecho La jeune fille et la mer y yo también La Légèreté y Les grandes espaces. Es muy culta, pasé mucho tiempo buscando todas las referencias literarias y artísticas para no poner tonterías en la traducción. También utiliza bastantes juegos de palabras y calambures. Para ti ¿cómo fue? ¿Y has podido traducir otras obras con juegos de palabras o restricciones?

Carlos Mayor: En La noia i el mar, que fue el título que le pusimos en catalán, no había tantas restricciones ni referencias como en otras de sus obras, pero ahora voy a traducir Humaine, trop humaine, que además de muy divertido es muy complejo, y ahí creo que voy a sudar tinta. Tendré que documentarme muchísimo. En fin, volvamos a tu obra propia. Como estudio y compendio de géneros, Ex libris tiene mucho que ver con 99 ejercicios de estilo, que en España publicó Sins Entido en traducción de Lorenzo F. Díaz, aunque ahora está descatalogado. En él partes de los Ejercicios de estilo de Queneau para examinar las posibilidades del lenguaje de la historieta. Creo además que esa obra está muy ligada también a toda la labor didáctica que has llevado a cabo como profesor y como autor de libros de texto junto con tu mujer, Jessica Abel. ¿Qué ha representado en tu vida y cómo la ves desde 2023, dieciocho años después de su publicación original?

Matt Madden: 99 ejercicios de estilo es sin lugar a duda el libro faro de mi vida artística y creo que quedará como mi libro más conocido y más leído. No me deja de sorprender el gran número de personas que me escriben, que me vienen a saludar en las ferias del libro o que lo recomiendan por internet. Gente de todo el mundo… Profesores, claro, pero también otros autores, cineastas, hasta un pastor inglés que se inspiró en mi libro para escribir un sermón de Pentecostés. Y es que funciona en muchos niveles: es una obra en la tradición oulipiana de los «ejercicios de estilo» que se puede rastrear hasta Bach y El arte de la fuga; es un libro humorístico lleno de chistes, parodias y absurdidad; es un libro que te invita a releerlo una y otra vez; es un libro didáctico que sirve para demostrar (en lugar de explicar) los mecanismos del cómic y de la narración en general…

La experiencia de llevar a cabo este proyecto y compartirlo con el mundo me ha cambiado la vida. Su popularidad no es solo una validación del trabajo que he hecho, sino una comprobación de que la mejor manera de tener éxito en el arte es seguir tus propios intereses y pasiones sin preocuparte demasiado de lo que vayan a pensar los demás.

Ojo, hablo de la creación y del «éxito» artístico: una vez publicado sí hay interés en buscar público y cortejar lectores, en colaborar con la editorial para hacer todo lo posible para que tu obra se descubra, porque la calidad no garantiza ventas, ya lo sabemos. Ahora hablo como profesor, igual que como autor. Es verdad que Jessica y yo hemos dado clase muchos años y sigo impartiendo talleres, y recientemente empecé a ofrecer servicios como coach para autores de cómics. Y, si empezamos enseñando cómo entintar con plumilla o qué tipo de papel hay que utilizar, con los años hablamos cada vez más de la necesidad de tener claros los aspectos más prosaicos de ser artista: ¡hay que entender que ni siquiera los autores famosos se ganan la vida necesariamente con los cómics, que ser artista es ser empresario en cierta manera, aunque no te guste pensarlo!

Y ahora, para volver a mi libro, tengo una pregunta para ti: ¡desde que empezamos este proyecto de diálogo hace varios meses, te han encargado la traducción del mismísimo 99 ejercicios de estilo para una nueva edición castellana con Salamandra Graphic! Tengo que decir que es la primera vez que me traducen un libro una segunda vez y me siento muy honrado, y obviamente más que emocionado de que seas tú el que se encargue. ¿Cómo piensas proceder? ¿Vas a estudiar la traducción de Lorenzo o vas a empezar de cero? ¡Ni que decir tiene que estaré siempre disponible pa’ servirle a usted!

Carlos Mayor: ¡Muchas gracias! Creo que me hará falta tu ayuda, porque hay referencias que veo a simple vista y otras que encontraría con facilidad, pero seguro que más de una se me escapa. Es un libro tan fascinante y tan cargado de información… La verdad es que me hace muchísima ilusión traducirlo porque lo conozco bien y lo he utilizado mucho en mis clases de traducción al hablar del lenguaje del cómic. En cuanto a lo de consultar la versión anterior, la verdad es que aún no lo había pensado, no he empezado a traducir todavía. Supongo que sí sería interesante, aunque quizá al final del proceso. Ya veremos.

En fin, una última cosa ya para acabar: ¿cuál es tu relación con los lectores? ¿Cómo te los imaginas y cómo los ves luego en las presentaciones? ¿Tienes la sensación de que, en una obra como Ex libris, te diriges tanto a conocedores del mundo de la historieta como a lectores nuevos que a lo mejor solo han leído un puñado de cómics, y eso porque llevaban la etiqueta de «novela gráfica»?

Matt Madden: Me doy cuenta de que no hago cómic «popular» y tengo poco interés, por ejemplo, en ser guionista de una serie Marvel o en hacer cómics YA… No sé si existe un término parecido en castellano… Pero eso no quiere decir que me considere un autor de elite o «difícil». ¡Quiero tener muchos lectores! Ya he dicho que creo que la obligación del autor es hacer la obra que tiene en mente sin preocuparse por los lectores. O, mejor dicho, preocuparse solo por un lector ideal, que puede ser uno mismo. 99 ejercicios de estilo empezó como un proyecto personal, un reto, que no me imaginaba publicar, y mucho menos verlo publicado en más de doce idiomas. Y es que es un libro muy curioso, muy experimental, pero también gracioso y accesible. Se podría imaginar tal vez una versión más difícil, más oscura, que alienara a los lectores sin un posgrado en semiótica, pero no es el libro que dibujó Matt Madden.

El caso de Ex libris es algo particular, porque sí pensaba en el lector, o más bien en la variedad de lectores que iban a toparse con el cómic. Ya hablamos un poco de esto al principio de la entrevista: me di cuenta de que el libro sería un regalo para un lector como yo, que goza de la metaficción y de guiños a otras obras de arte, pero quería también invitar a los lectores que evocas arriba, los que solo han leído «un puñado de cómics» o que leen solamente manga o tebeos de superhéroes. O los lectores sofisticados, pero que prefieren la trama y la exploración de la psicología de los personajes a los juegos formales. Así pues, lo asumí como otro reto, el de satisfacer a todos esos tipos de lector sin comprometer mi propia visión ideal. En el fondo, yo mismo soy un poco de todos esos lectores: me encantan tanto Pedro Páramo como Pedro Pascal.

 

Carlos Mayor es traductor, periodista y profesor. Ha obtenido los premios de traducción Esther Benítez, Astrid Lindgren y Antifaz, y está especializado en narrativa, ensayo, cómic y libro ilustrado. Desde 1989 ha traducido más de cuatrocientos títulos solo o en colaboración: desde clásicos de Anne Brontë, Carlo Collodi, Thomas Hardy, Emilio Salgari, Edith Wharton u Oscar Wilde hasta obras de autores contemporáneos como Andrea Camilleri, Catherine Meurisse, Alan Moore, Marjane Satrapi, Roberto Saviano o Tom Wolfe. Ha traducido asimismo a seis premios Nobel: Albert Camus, Grazia Deledda, Rudyard Kipling, Doris Lessing, Toni Morrison y John Steinbeck. También escribe sobre traducción para distintos medios, es profesor de la escuela Cursiva del grupo Penguin Random House e imparte conferencias y talleres sobre diferentes aspectos de la profesión. Es además cofundador del colectivo de traductores Barcelona Kontext, especializado en proyectos expositivos y libros de arte, así como socio de ACE Traductores, de APTIC y del ICOM.

www.carlosmayor.com