EN TORNO A LA GESTIÓN DE PROYECTOS DE TRADUCCIÓN, Irene Fuentes-Pérez

Lunes, 8 de mayo de 2023.

En los últimos veinte años, gracias al avance de las nuevas tecnologías y a la globalización, la traducción ha dejado de ser un trabajo de carácter puramente autónomo para convertirse en una red de trabajo y en una fábrica de traducciones. Cada vez resuenan más las palabras «gestión de proyectos de traducción» en los simposios y congresos de nuestro ámbito y es nuestra intención divulgar y dar a conocer la figura del gestor de proyectos de traducción; una nueva profesión que ha llegado para quedarse.

Que el sector de la traducción evoluciona conforme al avance de las tecnologías es un hecho que no podemos negar ninguno de los profesionales que conformamos esta industria. Hasta hace poco más de treinta años, la realidad de nuestra profesión era la del autónomo que trabajaba solo, en su despacho, detrás de una pila de diccionarios y de notas escritas a mano con bolígrafo (Rico Pérez, 2002). A día de hoy, esta imagen todavía resuena en las cabezas de aquellas personas ajenas al mundo de la traducción, pero lo cierto es que la realidad de nuestro sector dista mucho de esta imagen solitaria e individual.

Si bien es cierto que la figura del traductor autónomo continúa gozando de popularidad como salida profesional en la actualidad, de unos años a esta parte hemos sido testigos de cómo han ido proliferando distintos perfiles dentro del sector —más allá del traductor o del intérprete—, como el maquetador, el poseditor, el copywriter y, sin ir más lejos, la figura que nos ocupa hoy: el gestor de proyectos de traducción, una «nueva» profesión que ha llegado para quedarse.

Es importante hacer hincapié en las comillas de la palabra «nueva» porque, aunque es cierto que la gestión de proyectos ha existido desde los albores de la humanidad (véase la construcción de la Necrópolis de Guiza, los viajes de Cristóbal Colón en pos del nuevo mundo o la construcción de la Gran Muralla china, por citar algunos ejemplos), la gestión de proyectos no se consolida como disciplina hasta la década de 1950 (Wallace, 2014). En sus primeros treinta años de andadura, la gestión de proyectos se aplicaba principalmente a empresas del sector industrial, manufacturero o automovilístico (Plaza-Lara, 2018; Seymour y Hussein, 2014). De hecho, en el caso de España, no es hasta la década de 1990 que surgen los primeros gestores de proyectos de traducción en el seno de las agencias de traducción. En esta época, se experimenta un crecimiento exponencial en la demanda global de los servicios de traducción a causa de la industrialización, del establecimiento de Internet a nivel mundial y, por tanto, de la necesidad de una comunicación masiva y constante. Existe, entonces, la urgencia de traducir en grandes volúmenes y a un mayor número de idiomas y, sobre todo, de manera ágil y veloz, lo que supuso el punto de partida de las mencionadas agencias de traducción (Rico Pérez, 2021). Hasta ese momento, la práctica habitual en el sector de la traducción era que el propio traductor autónomo, cuando recibía el encargo de un cliente habitual que le pedía un servicio con una combinación lingüística con la que el traductor no trabajaba, se ponía en contacto con un colega de profesión y le derivaba el trabajo a ese segundo profesional. En cierto modo, se podría decir que era similar a una microgestión de proyectos, aunque el panorama cambió por completo con la introducción de las nuevas tecnologías, como las memorias de traducción, la traducción automática y los sistemas de gestión de proyectos, que impulsaron la creación de las agencias de traducción.

Fotografía de Irene Fuentes-Pérez

En una agencia de traducción, se ofrece al cliente todo tipo de servicios lingüísticos; desde los más tradicionales, como la traducción o la interpretación, hasta los más recientes en el sector, como la localización, la posedición y la transcreación, que se están incorporando en nuestro país de manera paulatina. La práctica habitual en una agencia es que no se cuente con profesionales lingüísticos en plantilla (es decir, contratados directamente por la propia agencia), sino que, en su lugar, se opta por externalizar estos servicios y subcontratar a otros profesionales autónomos, ya sean individuales freelance (traductores, intérpretes, maquetadores, etc.) u otras agencias de traducción. Precisamente, es en este proceso de externalización de servicios lingüísticos donde se enmarca el gestor de proyectos, la persona responsable de supervisar y controlar todo el proceso, desde que el cliente solicita el encargo hasta que se le hace la entrega del mismo (Jáñez, 2020).

Para entender cuáles son las tareas que debe llevar a cabo un gestor de proyectos, es importante tener en cuenta los distintos puntos del proceso. En primer lugar, lo habitual es que el cliente escriba un correo electrónico a la agencia y le pida un servicio lingüístico; por ejemplo, una traducción de un documento técnico redactado en inglés que debe ser traducido al español. En este caso, el cliente solo solicita traducción y control de calidad, sin revisión por un segundo lingüista. Si se trata de un cliente habitual, que cuenta con tarifas cerradas con la agencia y con la que mantiene una relación profesional de varios años, el cliente no solicitará presupuesto. Por el contrario, con clientes nuevos o que, en su defecto, aprueben el encargo en función del coste, se deberá preparar un presupuesto para cada uno de los encargos solicitados. En función del tamaño de la empresa, este presupuesto lo elaborará el propio gestor de proyectos (en agencias más pequeñas) o el Departamento de Ventas/Presupuestos (en agencias de mayor tamaño). Una vez el proyecto esté aprobado por parte del cliente, el gestor de proyectos deberá seguir varios pasos dentro del proceso:

— Confirmar la fecha de entrega final con el cliente. Aunque parece evidente, es fundamental que el gestor de proyectos sepa en firme cuándo debe entregar el proyecto para evitar malentendidos con el lingüista y el cliente. Es fundamental que la comunicación sea abierta, clara y constante para que todas las partes estén en la misma página.

— Preparar el archivo, si fuera necesario, para que todo el contenido del documento original se importe correctamente en la herramienta de traducción asistida por ordenador (TAO).

— Asignar el lingüista en función de la especialidad del proyecto, la combinación de idiomas, el margen de beneficios de la empresa que se desea conseguir y el presupuesto con el que partimos. Por ejemplo, pongamos por caso que la traducción no llega a 200 palabras. En este caso, es probable que la agencia estime que, por este encargo, cobrará un mínimo de 50 € al cliente. Si deseamos respetar un margen de beneficios del 30 % sobre el coste para la agencia, debemos escoger un lingüista de nuestra base de datos que no cobre más de 35 € por el servicio.

— Una vez asignado el lingüista (será un único lingüista, ya que solo hay traducción y control de calidad contratados en el ejemplo del que partimos), se confirma su fecha de entrega y lo habitual es que entregue con el tiempo de antelación suficiente para que el gestor de proyectos pueda realizar el control de calidad con cierto margen por si surge algún imprevisto o si hay que realizar modificaciones en el documento antes de su entrega al cliente.

— Preparar el documento en la herramienta TAO que utilice la agencia. En este punto, se debe incluir la memoria de traducción y el glosario terminológico del cliente. En los casos en que el cliente es un habitual de la agencia, lo normal es que cuente con memorias de traducción y glosarios en las combinaciones lingüísticas que suele solicitar. Para clientes nuevos, se crea una memoria de traducción por combinación de idiomas y, si el cliente los solicita, los glosarios terminológicos correspondientes.

— Crear el paquete de proyecto en la herramienta TAO y subirlo al sistema de gestión de proyectos de traducción informatizado (o TMS, Translation Management System, según sus siglas en inglés). El TMS es la herramienta de trabajo por excelencia del gestor de proyectos y es la que, a su vez, permite automatizar todo el proceso. De esta forma, el gestor asigna el lingüista en el TMS, establece las fechas de entrega en cada uno de los pasos (traducción, control de calidad, entrega), introduce las instrucciones del encargo para que el lingüista las tenga en cuenta a la hora de traducir y le hace llegar el paquete de proyecto que ha creado en la herramienta TAO; todo esto a través del sistema de gestión de proyectos. Con esta herramienta, la gestión del tiempo se optimiza en gran medida y permite al gestor manejar varios encargos al mismo tiempo.

— Asegurarse de que no surgen imprevistos durante el proceso de traducción y mantener una comunicación constante con el lingüista y/o el cliente. En algunas ocasiones, es probable que el lingüista tenga dudas sobre un término o solicite más contexto o referencias, por lo que el gestor deberá ponerse en contacto con el cliente para intentar resolver estas cuestiones. Del mismo modo, es posible que el cliente, una vez iniciado el proceso de traducción, pida modificar parte del texto, por lo que el gestor deberá avisar al lingüista, parar inmediatamente el proceso y volver a iniciarlo una vez se reciba el documento final. En el mejor de los casos, el proceso se da sin imprevistos, aunque la realidad es que en muchos encargos suele suceder lo contrario. Por ello, una de las habilidades blandas con las que debe contar el gestor es la capacidad de adaptación.

— Una vez finalizado el proceso de traducción, el gestor de proyectos deberá llevar a cabo un control de calidad. Aunque este control varía en función de la agencia de traducción, los pasos que se llevan a cabo deben garantizar que no haya omisión de información en el documento traducido, que no se haya cambiado el mensaje con respecto al original (por ejemplo, que no se haya cambiado «35» por «25» en el documento traducido) y, sobre todo, que no haya errores ortográficos, gramaticales y ortotipográficos —ni de ningún otro tipo— en el texto traducido. Como bien indica Jáñez (2020), la función principal de un gestor de proyectos es conseguir que el cliente esté contento en todo momento, pero, sobre todo, con el resultado final.

— Entregar el documento al cliente a través de correo electrónico en el formato que haya solicitado. Para documentos pesados que no se puedan enviar a través del correo, la agencia suele contar con servicios de transferencia de archivos informáticos de pago (gratuitos para el cliente), por lo que la entrega siempre está asegurada, de un modo u otro. De hecho, hay clientes que prefieren recoger en mano en la propia agencia o, si necesitan una copia física de las traducciones, como sucede con algunas traducciones juradas, la agencia suele tener cerradas tarifas de entrega con distintos servicios de mensajería.

— Tras haber realizado la entrega, muchos clientes envían comentarios sobre la traducción. No son necesariamente negativos, sino que los hay que felicitan a la agencia, al lingüista o que avisan de que han cambiado un término traducido por otro. En los casos en los que se hacen cambios de preferencia terminológica, el gestor de proyectos los debe actualizar en la memoria de traducción y en el glosario del cliente para futuros encargos.

— Cuando el cliente termina la comunicación de su lado, el gestor de proyectos cierra el encargo en el TMS y archiva el hilo de correos, así como el proyecto en la carpeta compartida del ordenador. De nuevo, este paso es diferente en cada agencia, pero siempre conviene guardar y archivar tanto el proyecto como la comunicación de forma informatizada durante un tiempo determinado.

Fotografía de Irene Fuentes-Pérez

Como comentábamos anteriormente, los encargos pueden ser de muchos tipos y servicios, y la traducción editorial no es excepción en la gestión de proyectos. En una ocasión, uno de nuestro clientes nos solicitó la traducción al español de España de un libro escrito en alemán que trataba sobre razas de perro y sus particularidades. En estos casos, siempre recomendamos al cliente contar con los servicios de un único traductor, ya que, aunque los plazos de entrega sean más espaciados, se garantiza una coherencia y una cohesión completas a lo largo de todo el libro. Se gestiona como el resto de los proyectos, pero es habitual que el cliente quiera entregas parciales por capítulos, por lo que el gestor debe tener en cuenta los plazos establecidos con el cliente. Asimismo, también es posible que el cliente establezca un límite de caracteres, ya que no desean que el libro supere un número concreto de páginas. De igual modo, desde gestión de proyectos siempre avisamos al cliente de la posibilidad de un mayor o menor ajuste de caracteres en función del idioma de destino. Por ejemplo, mientras que el inglés es un idioma más «corto» que el español, el alemán y el español son bastante similares en ese sentido. En este proyecto en concreto, cuando terminamos las entregas de todos los capítulos, después de varios meses de trabajo, el cliente quedó tan satisfecho que nos envió una copia impresa del libro traducido a la agencia como muestra de agradecimiento.

Llegados a este punto, conviene señalar que la figura del gestor de proyectos, en tanto que sus funciones, responsabilidades y número de gestores contratados, varía de una agencia a otra. En mi experiencia, aquellas agencias más pequeñas en tamaño (hasta veinte empleados en total, aproximadamente) suelen contar con un único equipo de entre cuatro y seis gestores de proyectos en plantilla, mientras que las grandes agencias (más de doscientos empleados) suelen tener varios equipos de gestores de proyectos, divididos por especialidad (ciencias sociales, farmacéutica, jurídica, etc.) y llegar a tener hasta veinte o treinta gestores de proyectos contratados. Del mismo modo, las agencias más pequeñas suelen contar con menos departamentos, mientras que lo habitual es que las de mayor tamaño tengan varios departamentos diferenciados y con recursos suficientes en cada uno de ellos. Por este motivo, es altamente probable que un gestor de proyectos que trabaje en una agencia familiar deba llevar a cabo más funciones en su día a día que aquel que trabaja en una multinacional. La gestión de proyectos de traducción es una profesión exigente, que, además de una formación en Traducción e Interpretación, requiere de habilidades y conocimientos diversos, aunque lo que sin duda es el mayor reto para este nuevo perfil profesional es gestionar varios proyectos de manera síncrona sin perder calidad en ninguno de ellos.

Sin embargo, no debemos pasar por alto que, al tratarse de un oficio exigente, los gestores de proyectos se enfrentan en su día a día a altos niveles de estrés y, en muchas ocasiones, a una carga de trabajo excesiva. Además, está el hecho de que los descansos en horario laboral son difíciles de respetar, precisamente por la falta de tiempo para llegar a todas sus labores, pero es fundamental, y necesario, que el gestor sea consciente de que los descansos forman parte de su jornada. Desafortunadamente,  a lo largo de mi carrera profesional en el sector de la gestión de proyectos, he sido testigo de varios casos de desgaste profesional —el temido síndrome del trabajador «quemado»—, por lo que conviene recordar que la salud física y mental de uno se debe anteponer siempre.

Así pues, la gestión de proyectos de traducción, que hasta hace poco más de una década era una gran olvidada en el campo de los estudios de Traducción (Dunne y Dunne, 2011), empieza a despertar el interés de investigadores, profesionales y académicos de nuestro sector. Del mismo modo, cada vez son más las agencias de traducción que ofertan vacantes de gestión de proyectos y cada vez son más los estudiantes que prestan atención a las vías alternativas de la Traducción e Interpretación. Nos encontramos ante una nueva oportunidad profesional que, sin duda, ha llegado para quedarse.

Fotografía de Irene Fuentes-Pérez

 

Referencias bibliográficas

Dunne, K. J. y Dunne, E. S. (Eds.) (2011). Translation and Localization Project Management: The Art of the Possible. John Benjamins.

Jáñez, M. (2020). La figura del gestor de proyectos en la agencia de traducción: entrevista a Joan Corrons i Figa. AETI Oficial.  http://aetioficial.es/es/la-figura-del-gestor-de-proyectos-en-la-agencia-de-traduccion-entrevista-a-joan-corrons-i-figa/

Plaza-Lara, C. (2018). Las competencias del gestor de proyectos de traducción: análisis de un corpus de anuncios de trabajo. Meta: Translators’ Journal, 63(2), 510-531. https://doi.org/10.7202/1055150ar

Rico Pérez, C. (2002). Translation and Project Management. Translation Journal, 6(4), 38-52. http://translationjournal.net/journal/22project.htm

Rico Pérez, C. (2021). Fundamentos teórico-prácticos para el ejercicio de la traducción. Comares.

Seymour, T. y Hussein, S. (2014). The History of Project Management. International Journal of Management & Information Systems (IJMIS), 18(4), 233-240. https://doi.org/10.19030/ijmis.v18i4.8820

Wallace, W. (2014). Gestión de Proyectos. Heriot-Watt University.

 

Irene Fuentes-Pérez es licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Alicante y traductora-intérprete jurada de inglés y español desde 2013. Ha sido docente de nuevas tecnologías de traducción en las aulas de la Universidad de Alcalá y de la Universidad Complutense de Madrid. Está finalizando su tesis doctoral en gestión de proyectos de traducción por la Universidad de Alcalá y ha realizado una estancia internacional en la Universidad Carolina de Praga como parte de su investigación. En la actualidad, es coordinadora del Departamento de Gestión de Proyectos en una agencia de traducción ubicada en Madrid.