Lunes, 11 de octubre de 2021.
El día 23 de junio de 2021, el equipo coordinador del programa de mentorías de ACE Traductores celebró un encuentro virtual con tres de las mentoras que han participado en la iniciativa hasta la fecha.
Durante algo más de hora y media de charla distendida, Paula Aguiriano, Victoria Horrillo y Gemma Rovira desgranaron las razones que las llevaron a participar en el programa, que pretende ofrecer orientación y asesoramiento de profesionales experimentados a quienes están dando sus primeros pasos en la traducción editorial y que próximamente celebrará su cuarta edición. También contaron cómo enfocaron el trabajo con los traductores noveles durante la mentoría y explicaron qué les ha aportado a ellas el intercambio de conocimientos con las nuevas generaciones de profesionales.
Este artículo ofrece un repaso detallado de los aspectos tratados durante el coloquio.
El perfil del mentor
El encuentro comenzó con una presentación del programa de mentorías, cuya tercera edición acababa de concluir, por parte de Clara Ministral, miembro del equipo coordinador. Destacó la flexibilidad del programa y la importancia del intercambio de información, que supone un beneficio no solo para el traductor novel, sino también para el mentor. Al referir los requisitos para participar en el programa, señaló que el criterio para mentores de contar con diez traducciones publicadas, aunque pudiera parecer poco, en realidad supone un bagaje importante y valioso, además de una mayor cercanía con el traductor novel y una experiencia relativamente reciente de haberse abierto camino en el sector de la traducción editorial.
En el primer bloque del coloquio propiamente dicho, moderado por Paula Zumalacárregui Martínez (también del equipo coordinador del programa), las tres mentoras comenzaron contando cómo empezaron ellas a traducir libros y quiénes consideraban que habían sido sus mentores en sus inicios en la profesión, cuando no existía un programa de mentorías como tal. Todas ellas destacaron la importancia de la red difusa de «mentores» que constituyen los miembros de ACE Traductores y la importancia de la asociación para compartir información, resolver dudas y recibir apoyo de otros profesionales.
Todas ellas destacaron la importancia de la red difusa de «mentores» que constituyen los miembros de ACE Traductores y la importancia de la asociación para compartir información, resolver dudas y recibir apoyo de otros profesionales
Aunque el diccionario define al mentor como un «consejero» o «guía», para Victoria el ser mentor en el programa, además de guiar, implica dejarse llevar adonde el mentorado quiere ir, pues es este quien marca el rumbo de la mentoría. Paula no se considera tanto una guía como un eslabón más de una cadena, una transmisora de la información que ella ha recibido, pasando de algún modo un testigo a gente que está empezando ahora, idea esta última que también comparte Gemma. Esta afirmó no haberle descubierto ninguna novedad a su mentorada, sino que simplemente le fue adelantando información que un traductor novel habría descubierto antes o después. Más que un consejero, destacó, el mentor es un acompañante.
¿Qué ofrece a los participantes el programa de mentorías?
Victoria considera que, en un momento en el que abunda la formación en traducción, el programa de mentorías suple la carencia de conocimientos prácticos sobre el ejercicio diario del oficio: la relación con las editoriales y el lado más «empresarial», relativo a contratos o fiscalidad, no es algo que se suela abordar en los grados de Traducción, pero sí es algo importante para quien solicita una mentoría. Paula cree que la traducción editorial tiene una presencia anecdótica en las facultades y, aunque es un mercado pequeño dentro del mundo de la traducción, es bueno que los jóvenes vean que sí hay gente que vive de este tipo de traducciones. Gemma, por su parte, destacó la relación tan próxima e intensa que se establece durante las semanas que dura la mentoría, en la que el mentor no es alguien que adoctrina o instruye, sino que brinda algo personal.
El programa de mentorías suple la carencia de conocimientos prácticos sobre el ejercicio diario del oficio: la relación con las editoriales y el lado más «empresarial», relativo a contratos o fiscalidad, no es algo que se suela abordar en los grados de Traducción, pero sí es algo importante para quien solicita una mentoría
En cuanto al porqué de ofrecerse a ejercer como mentoras, Victoria recordó la ilusión que le hizo recibir la primera convocatoria, pues a ella le habría gustado disfrutar de algo así cuando empezó. Pese a algunas dudas que tuvo, terminó de convencerse al pensar en la red de solidaridad y apoyo mutuo que suponen las mentorías y más dentro de ACE Traductores: en un gremio que es más solidario que competitivo, el programa permite que esa red esté mucho más estructurada. Además, sentía la necesidad de aplicar todo lo que había aprendido a lo largo de los años de una forma altruista. En la misma idea del altruismo incidió Paula, que vio el programa como una forma de devolver todo lo que ella había recibido en el ejercicio de la profesión y de ayudar a alguien a dar un giro a su carrera. Gemma confesó que en su papel docente en el máster de Traducción Literaria de la UPF echaba de menos el trato directo con las alumnas y que el programa de mentorías, en el que ha participado por primera vez en su tercera edición, le ha permitido suplir esa carencia.
A diferencia de Gemma, Victoria ya participó en el programa piloto. La principal inquietud que tenía cuando se inscribió fue que su experiencia no fuera extrapolable a otras personas y, por tanto, no fuera capaz de acompañar a alguien que estaba empezando. Sin embargo, vio que eso también iba a ser un acicate para ella y que el profesional novel podría abrirle los ojos a cómo es el mercado actual para quien está empezando, a modo de baño de realidad.
Los contenidos de las mentorías
Con relación al contenido, el programa permite una gran flexibilidad, y las mentoras explicaron cómo abordan esa libertad a la hora de desarrollar la mentoría. Victoria dedica la primera sesión a explorar las expectativas que tiene el mentorado y, a partir de ahí, diseña la mentoría según sus intereses concretos. Paula no cree que haya tanta libertad, pues entre la carta de motivación y el proyecto que presentan los mentorados y lo que ella puede ofrecer como mentora, el campo de acción queda bastante delimitado y solo faltaría estructurarlo. Gemma reconoció que su mentorada presentó un plan de trabajo tan claro y tan bien estructurado que no le costó nada fijar el calendario y desarrollar la mentoría. Además, admitió que para ella esta no acabó con el periodo fijado para su desarrollo, sino que el contacto con la traductora novel sigue.
Victoria apuntó que cada una de las tres mentorías en que ha participado ha sido distinta: en unos casos dedicó gran parte de la mentoría a preparar una propuesta editorial y en otros los intereses tendían más a otras cuestiones; también destacó lo enriquecedor que resulta hacer ejercicios de traducción juntos aunque no constituyan la base de la mentoría. En el caso de Paula, las diferencias entre las dos mentorías que ha desarrollado se han debido a la actitud y los intereses de cada mentorado. En el caso más reciente, en la edición 2020-2021, la mentorada se implicó proponiendo ella misma temas a los que Paula luego añadió una parte más práctica.
Esta parte más práctica Victoria la enfocó hacia el análisis de contratos de ejemplo para ver hasta qué punto respetaban la Ley de Propiedad Intelectual, estudiando cláusulas concretas para tener unas nociones básicas claras y usando como referencia los contratos tipo de ACE Traductores. Aunque algunos traductores noveles todavía verán lejos la firma de un contrato, es importante que sepan que disponen de esas herramientas. En cambio, Paula ideó un encargo ficticio, en el que ella actuaba como editora, para que su mentorada experimentase todas las fases de un proyecto, desde el primer contacto, pasando por la negociación del contrato y la prueba de traducción, hasta la facturación. Gemma, por su parte, compartió con su mentorada contratos propios y trató de explicarle no solo lo bonito de la profesión, sino también aquello que en ocasiones no funciona bien.
Lo que se aprende enseñando
En el tercer bloque del coloquio, Ana Flecha Marco, del equipo de mentorías, les pidió a las invitadas que compartieran algún ejemplo de lo que habían aprendido de sus mentorados a lo largo del programa.
Victoria destacó la gran cantidad de recursos de documentación que había descubierto gracias a los traductores noveles con los que trabajó, como el diccionario IEDRA, que le dio a conocer su primer mentorado. También se ha dado cuenta de la importancia que tiene el lenguaje inclusivo para los traductores más jóvenes, y no solo desde el punto de vista profesional, sino también vital. Paula subrayó igualmente la importancia de no perder el contacto con las nuevas generaciones de traductores, ampliando así la red de compañeros, y la oportunidad que ofrecen las mentorías a los traductores experimentados de reflexionar sobre el propio trabajo. Además, la mentoría la ha obligado a ponerse al día con temas «áridos» que creía dominar para poder responder a las dudas de su mentorada. Gemma añadió que le había encantado salir de la zona de confort y tener retorno de una generación posterior, que la adelanta en aspectos como las tecnologías de traducción asistida.
No es necesario tener espíritu docente, sino que se trata más bien de mantener una conversación con un compañero del sector menos experimentado
Ante la pregunta de qué le dirían a alguien que se plantease presentarse al programa como mentor, Victoria planteó que tal vez hubiera quien dudase al pensar que iba a tener que dedicar mucho tiempo a la mentoría; sin embargo, considera que, entre la amplia documentación que se proporciona y lo bien organizado que está el programa, el mentor no necesitaría una preparación previa exhaustiva, sino que bastaría con tirar de la experiencia que uno ya tiene; además, subrayó que las sesiones con los mentorados son divertidísimas y muy enriquecedoras e invitó a perder el miedo a quienes tuvieran interés en el programa. Paula insistió en que no es necesario tener espíritu docente, sino que se trata más bien de mantener una conversación con un compañero del sector menos experimentado. Gemma reconoció que el tiempo invertido no le había pesado y que, en realidad, la dificultad en su caso había estado en cumplir los horarios, pues el intercambio resultaba tan enriquecedor que siempre acababan dedicando a las sesiones más tiempo del previsto.
El coloquio finalizó con un breve repaso de la evolución del sector editorial desde los inicios en el mundo de la traducción de las mentoras hasta la actualidad y un breve turno de preguntas. Las tres participantes reiteraron su satisfacción con el programa de mentorías de ACE Traductores y animaron a inscribirse a todos los profesionales que se estén planteando participar como mentores.
La convocatoria para mentores de la cuarta edición del programa de mentorías se lanzará el próximo 19 de octubre. Toda la información sobre el programa está disponible en la página web del programa de mentorías. Para más información, los interesados pueden escribir a la dirección mentorias@acett.org.
El equipo coordinador del programa de mentorías de ACE Traductores está integrado por Ana Flecha, Noemí Jiménez, Clara Ministral y Paula Zumalacárregui.