Traducir por amor al arte, Jordi Fibla

Lunes, 12 de abril de 2021.

En Estados Unidos existe una biblioteca de manuscritos inéditos, la Brautigan Library del Clark Country Historical Museum, que se encuentra en Vancouver, no la urbe canadiense sino la ciudad del estado norteamericano de Washington. Cualquiera puede enviar ahí su obra inédita que no ha conseguido publicar, siempre que esté escrita en inglés. Los manuscritos se clasifican mediante un sistema llamado Mayonesa, como tributo al cariño que le tiene el fundador del museo, Richard Brautigan (autor del muy recomendable libro Trout Fishing in America), no a la salsa, según parece, sino a la palabra en sí. No me consta que exista un museo similar de traducciones inéditas, pero sin duda éstas no son una entelequia y estoy seguro de que sucede como los gallegos dicen de las brujas, que haberlas, haylas, desperdigadas por ahí y condenadas a terminar algún día en el contenedor de papel o en el lugar donde acaben los viejos discos duros y los pendrives para ser triturados.

Yo mismo tengo en mi haber alguna traducción inédita, y, si contara con un dinero caído del cielo, con ellas inauguraría un museo de traducciones que ni han visto ni verán la luz, donde las clasificaría por el método Macallan, debido al placer que en ocasiones me procura no la palabra en sí, sino el whisky al que da nombre.

Un amigo me ha dicho en tono inescrutable, porque nunca puedes estar seguro de cuándo habla en serio y cuándo está de broma, que no ha visto incluida mi traducción entre las «apuestas seguras» de las novedades literarias de este año. Como él ha sido un lector impenitente de este explorador del folclore nipón y transmisor a Occidente de las costumbres y tradiciones del Japón que conoció a fines del siglo XIX, le parece que un libro desconocido de Hearn, cuando la hasta ahora totalidad de su obra ha sido publicada por diversas editoriales, podría haber sido un acontecimiento literario. He tenido que desengañarle. No, no está prevista la publicación de esa obra, que he traducido por mi cuenta, sin que nadie me la encargara, y cuyo destino ideal bien podría ser el museo de traducciones inéditas al estilo del de manuscritos creativos de Brautigan.


Yo mismo tengo en mi haber alguna traducción inédita, y, si contara con un dinero caído del cielo, con ellas inauguraría un museo de traducciones que ni han visto ni verán la luz, donde las clasificaría por el método Macallan, debido al placer que en ocasiones me procura no la palabra en sí, sino el whisky al que da nombre


Mi amigo se ha interesado entonces por la génesis del libro. En 2001 hice un viaje por Japón para visitar lugares de interés literario, entre ellos Matsue, la ciudad en la costa del Mar del Japón donde Hearn vivió poco más de un año, dando clases de inglés en una escuela secundaria, escribiendo y subiendo a lo alto del hermoso castillo para disfrutar del panorama del lago Shinji durante la puesta de sol. Visité la muy interesante casa museo donde vivió y en cuya tienda de recuerdos compré dos libritos, Interpretations of Literature y Life and Literature, publicados en inglés por una editorial japonesa, con notas para los estudiantes de la lengua. Ambos tomos consistían en una selección de las lecciones que Hearn impartió en las universidades de Tokyo y Waseda en los últimos años de su breve vida, y los leí con fruición, pero la idea de traducir esas lecciones no se me ocurrió hasta que descubrí una tercera compilación, efectuada por John Erskine, profesor de la English Columbia University en 1922, con el título Books and Habits. From the lectures of Lafcadio Hearn, que comprende las lecciones que yo tenía más otras reunidas en la sección Appreciations of Poetry. Este libro puede conseguirse en Amazon por muy poco dinero, pero el Project Gutenberg lo ofrece gratuitamente como eBook online.

Desde luego, las desventajas de una traducción inédita son que nadie se entera de su existencia y que se trata de un trabajo por amor al arte, pero no le faltan ventajas: no existe fecha de entrega, ese potentísimo generador de estrés, no tienes que pasar por la humillación de que el editor le ponga a tu traducción el título que se le antoje (en este caso, en vez del soso Lecciones para japoneses, el editor sin duda habría optado por el del primer ensayo, pues como tal puede considerarse, El valor de lo sobrenatural en la ficción) y, si bien no recibes una compensación pecuniaria, tú mismo puedes fijarte determinadas recompensas. Por ejemplo, si mi traducción del poema Evelyn Hope, de Robert Browning, resiste la comparación con la versión del mismo poema que figura en la antología La poesía inglesa de Marià Manent (José Janés Editor, Barcelona, 1958), me recompensaré con un chupito de Macallan. Todavía no lo he intentado. Manent fue un gran traductor de poesía inglesa… No hay prisa, la recompensa puede esperar.

 

 

 

Jordi Fibla Feito nació en Barcelona en 1946. Ha acumulado una obra abundante y muy diversa que él ha calificado alguna vez como «varios archipiélagos de excelencia en un mar de mediocridad». En 2015 le concedieron el Premio Nacional de Traducción por toda su obra.