Lunes, 7 de diciembre de 2020.
Jaime Valero ha traducido del inglés la obra de Nikita Gill Fábulas feroces, editada por Fandom Books, noviembre de 2020.
Sinopsis
Con este volumen, Nikita Gill da una vuelta de tuerca a los cuentos de hadas de toda la vida. Por medio de poemas y relatos breves, reinterpreta estas historias conocidas por todos desde una óptica feminista y ecologista. Aquí, las muchachas no esperan a que un príncipe venga a despertarlas sino que reaccionan por sí mismas; Caperucita no es devorada por el lobo sino que se une a la manada para defender al bosque frente al afán destructivo del leñador; y el Capitán Garfio busca a su amor de juventud, un muchacho llamado Peter Pan, para vengarse de él por romperle el corazón.
Comentario sobre la traducción
Lo bonito de traducir es que se trata de un oficio que siempre te va planteando nuevos retos. Da igual el tiempo que lleves haciéndolo, da igual lo curtidos que tengas los dedos de tanto aporrear el teclado: cada cierto tiempo, te llega un original que te pone a prueba y te remite a esa frescura de tus primeras obras traducidas. Algo así me ocurrió con esta antología de poemas y relatos de Nikita Gill. Para empezar, era la primera vez que traducía poesía. Sí, de vez en cuando he tenido que traducir algún poema dentro de una novela (tuve incluso que traducir algunos versos del legendario Chaucer, inéditos en castellano, para la traducción de Catalina, duquesa de Lancaster, para Libros de Seda), pero nunca me había metido de lleno en un poemario. Así que al embarcarme en este libro, me entró el breve vértigo de pensar: «huy, ¿en qué jardín me he metido?».
Contaba con la ventaja de haber leído previamente este y otro libro de Gill para sendos informes de lectura, así que estaba familiarizado con su escritura. Llegué a la conclusión de que la brújula por la que debía guiarme tenía que apuntar en esta dirección: sencillez, claridad, inmediatez y ritmo, mucho ritmo, porque con el verso libre corres el riesgo de que parezca que te has limitado a cortar las frases al tuntún para que semejen los versos de un poema. Después toca leer con mucha atención, más de la que ya requiere el traducir prosa. También corregir, corregir como un loco, mientras entonas una y otra vez los poemas —en voz baja, eso sí, para no incordiar a la familia— en busca de la sonoridad más apropiada para cada uno. Y, entre medias, el oasis de los relatos en prosa, terreno conocido con el que tomar oxígeno antes de enfrentarse al siguiente poema.
En conjunto, ha sido un viaje bonito. A ello ha ayudado también que los poemas y relatos de Gill me han conmovido, han hecho resonar algo en mi interior al poner patas arriba las historias que me contaban de pequeño. Para su siguiente libro, Great Goddesses, Gill se atrevió con la mitología griega. Así que supongo que, si estas Fábulas feroces calan entre el lector español, a mí me tocará atreverme también. Será un nuevo reto con el que seguir aprendiendo.
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