Del amigo, el consejo: entrevista a María Enguix Tercero

Miércoles, 14 de octubre de 2020.

Continuamos en esta serie de entrevistas breves originada en el número 43 de VASOS COMUNICANTES, en esta ocasión con María Enguix Tercero (Valencia, 1975). Es licenciada en Traducción e Interpretación por la UJI de Castellón. Estudió griego moderno en la Universidad Aristóteles de Salónica y en la Universidad de Málaga, donde cursó estudios de Doctorado, en la especialidad de literatura griega y francesa, y un Experto Universitario en Traducción Literaria y Humanística. Sus primeras traducciones vieron la luz en la revista de estudios históricos sobre la imagen Archivos de la Filmoteca, editada por el Instituto Valenciano de Cinematografía Ricardo Muñoz Suay. Se dedica exclusivamente a la traducción literaria desde hace quince años y sus especialidades son la narrativa y el ensayo. Ha traducido al castellano obras de Roxane Gay, Sara Ahmed, Veroniki Dalacura, María Efstaciadi, Miquel de Palol, Alafair Burke, Cas Mudde, Deborah Cameron, Gilad Atzmon, Zora Neale Hurston y Jasbir Puar, entre otros nombres. En 2016 quedó finalista del XII Premio de Traducción Esther Benítez por la novela Cuando el diablo salió del baño, de Sophie Divry.

 

Un libro sobre traducción

Leí a los clásicos de rigor durante la carrera (George Steiner, Hatim & Mason, Lawrence Venuti, Eugene Nida, Amparo Hurtado, que además fue profesora nuestra, y un largo etcétera) y aprendí mucho de estos libros, pero si me paro a pensar ahora, sé que las lecturas que me dejaron huella fueron las del Doctorado. Imagino que porque ya tenía más años y un sentido crítico más agudo. Un día, Vicente Fernández González nos mandó leer «La tarea del traductor», el ensayo de Walter Benjamin, y recuerdo que me impresionó. También Ioanna Nicolaidou y María López Villalba nos recomendaron textos griegos excelentes. Otro artículo que me marcó fue «El traductor en su jaula», de Salvador Peña, publicado junto con otros muy interesantes en El papel del traductor (1997). A diferencia de otros textos teóricos, la pauta de análisis de traducciones que Salvador propuso se fijaba también en los sujetos que participan en el proceso de traducción y en las relaciones entre ellos. Esto me llamó la atención, seguramente porque ya empezaba a dedicarme profesionalmente a la traducción literaria y a entender las mecánicas de trabajo con las editoriales. Es un artículo fundamental, diría que mítico para quienes lo tuvimos de profesor. También sus aforismos sobre la traducción son fantásticos. En realidad, todo lo que escribe Salvador Peña me interesa. Ahora acaba de llegar a mis manos Pedir la luna. Una reflexión colectiva sobre el arte de traducir (Enclave, 2019), y lo estoy gozando muchísimo.

Quisiera aprovechar este espacio para decir que tardé demasiado tiempo en descubrir la existencia de otras teorías de la traducción; teorías que no son las canónicas y que ni siquiera habíamos abordado de pasada en la carrera: las teorías queer y las teorías feministas de la traducción, que a todas luces se consideraban menores o periféricas, porque solo eso explicaría que no las estudiáramos. Tampoco nos hablaron de los estudios que, con una perspectiva de género, abordaban las metáforas (precisamente) del género, recurrentes en la historia de la teoría de la traducción, como puede ser el análisis que Lori Chamberlain hizo de les belles infidèles en Gender and The Metaphorics of Translation (1988), sin ir más lejos. ¿Hubo algún profesor que no nos hablara de esta expresión acuñada por Gilles Ménage y rescatada por Georges Mounin? Debatimos largo y tendido de la posibilidad o la imposibilidad de traducir y de tantas otras cosas. Pero, aparte de estos debates, ¿nos paramos a reflexionar siquiera un segundo sobre la concepción de los roles de género que les belles infidèles transmite? Yo hubiera querido que me hablaran también de esto, porque, como he aprendido después, cualquier disciplina que no incorpore la perspectiva de género es incompleta, se queda coja. También es verdad que estoy hablando de hace 25 años y ahora hay otra sensibilidad y programas de estudios que han incorporado estas teorías en algunas asignaturas.

También me gustaría reivindicar el papel de las revistas de traducción como espacio de reflexión sobre nuestra práctica. En Grecia leía Μετάφραση: ‘Ενα περιοδικό για τη μετάφραση. Metafrasi: revue de la traduction, una revista que publicaba artículos en griego y en francés. Creo que ya no se edita, pero era una maravilla, con entrevistas a traductores y demás. Y más tarde, en Málaga, descubrí Trans: revista de traductología, que es magnífica, ¿verdad? El Trujamán, Vasos Comunicantes, que son un verdadero lujo. Y tantas otras.

 

Torre de Babel de George Bernard

Una traducción favorita

Tengo muchas, pero si he de elegir una, no lo dudo: la traducción a seis manos que María López Villalba, Obdulia Castillo y Aurora Luque hicieron de los poemas de María Lainá, Los estuches de las células. Poemas (1972-2003). No sé qué me gusta más, si el original o la traducción. Además, el libro se publicó en edición bilingüe y no es una edición bilingüe al uso, en el sentido con que se han venido utilizando numerosas ediciones bilingües en la historia de la traducción: como apostillas, como un apoyo al original que quiere ser «fiel» al sentido en detrimento de la forma. No, no, la traducción de estos poemas es una maravilla.

Un diccionario

Uso muchos, claro… El Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo siempre está en mi mesa, a mi izquierda. Y el Diccionario de uso del español de María Moliner en su versión electrónica siempre está abierto en mi ordenador. Pero si tengo que elegir un libro, que, sin ser diccionario, he estado usando como tal y ha sido mi libro de cabecera y de viaje durante muchísimos años tampoco tengo dudas: las Etimologías Griegas del Español de Agustín Mateos. Lo encontré en una librería que había al lado de mi instituto y que ya no existe, y todavía no me explico cómo fue a parar allí este libro. Es un libro publicado en México por la editorial Esfinge. Yo tengo la vigésima primera edición, pero la primera es del año 1949. Creo que ya no se encuentra, ni siquiera en internet, y me siento privilegiada de tenerlo, me ha enseñado mucho de mi lengua materna y también de la lengua griega.

La búsqueda más rara que has hecho en tu vida

Pues aparte de pasearme por varios hornos para preguntar cómo se llamaba el papelito de las magdalenas y por otros comercios con dudas de ese tenor, creo que la más curiosa fue cuando me armé de valor y llamé por teléfono a la cárcel de Picassent, en Valencia, porque en una novela francesa que estaba traduciendo me salió algún tipo de vigilante o funcionario de prisiones y no había manera humana de encontrar su equivalente. Me atendió una mujer, le expliqué como pude el motivo de mi llamada, pensando que me mandaría a paseo porque tendría cosas más importantes que hacer, pero fue muy atenta y me resolvió la duda.

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