Vencer al Jabberwock. Crónica de unos talleres de traducción, Juan Gabriel López Guix

Viernes, 3 de julio de 2020.

Entre los días 7 y 9 de junio del 2019 celebramos en Soria unos talleres de traducción literaria, organizados por el Centro Internacional Antonio Machado (CIAM) dirigido por José María García Hernández, Graziella Fantini y José Ángel González Sainz. Se trató de una segunda edición, tras la coorganizada en el 2017 junto con ACE Traductores. En esa nueva edición se ofrecieron talleres del alemán, el italiano y el inglés al castellano. En el mío, el de inglés, nos dedicamos a analizar y traducir el poema «Jabberwocky», incluido en el primer capítulo del libro A través del espejo de Lewis Carroll. Se trata de un poema considerado como una de las cumbres del nonsense en el que Carroll desestabiliza el edificio lingüístico con un choque de trenes entre la sintaxis y la semántica.

 

Jabberwocky

‘Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.

‘Beware the Jabberwock, my son!
The jaws that bite, the claws that catch!
Beware the Jubjub bird, and shun
The frumious Bandersnatch!’

He took his vorpal sword in hand:
Long time the manxome foe he sought–
So rested he by the Tumtum tree,
And stood awhile in thought.

And as in uffish thought he stood,
The Jabberwock, with eyes of flame,
Came whiffling through the tulgey wood,
And burbled as it came!

One, two! One, two! And through and through
The vorpal blade went snicker-snack!
He left it dead, and with its head
He went galumphing back.

‘And hast thou slain the Jabberwock?
Come to my arms, my beamish boy!
O frabjous day! Callooh! Callay!’
He chortled in his joy.

‘Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.

 


Versión recitada por Christopher Lee en la Biblioteca Británica (2010)

 

Como preparación de las sesiones presenciales, los participantes recibieron en las semanas previas un pequeño dossier con diversos textos primarios y secundarios. Ello permitió empezar el taller con unos conocimientos básicos. El poema ya había sido leído en profundidad y había una conciencia de las dificultades planteadas por la traducción y de las diferentes soluciones exegéticas dadas al conjunto de veintiocho palabras oscuras contenidas en el poema. El taller constó de tres sesiones de 3-4 horas cada una.

Dedicamos la mañana del sábado a hacer un repaso y una clasificación de los principales rasgos relevantes, formales, estilísticos y semánticos. Nos centramos, en primer lugar y de modo rápido, en las características formales del poema original (forma estrófica, metro, rima) y a continuación analizamos las 28 palabras que contribuyen a difuminar el contenido semántico del poema. Con la ayuda de los materiales primarios y secundarios y de obras lexicográficas como el OED, analizamos sus componentes y extrajimos una serie de reglas de formación léxica que luego utilizaríamos como kit de instrucciones para replicar en castellano los procedimientos detectados en las palabras inglesas. También analizamos los demás rasgos poéticos y las figuras retóricas presentes en el poema.

A continuación, debatimos las posibilidades formales de reexpresión, la creación de un poema dentro de una gama métrica entre los ocho y los doce versos. Hicimos varias pruebas con algunos versos. En los de ocho y nueve sílabas se hacían demasiado evidentes las limitaciones de espacio. Esos problemas se solucionaban con decasílabos o dodecasílabos, los segundos tenían sobre los primeros la ventaja de ofrecer una mayor flexibilidad al ser un verso compuesto, formado por dos simples. El verso con un número par de sílabas permitía resolver con pulcritud los paralelismos de algunos versos. Se argumentó en favor del endecasílabo que convenía más, por razones de tradición literaria, al tono heroico (por más que paródico) del poema. Al final prevalecieron las ventajas formales y de simetría. En esos asuntos pasaron las horas de la mañana.

Por la tarde, una vez establecidos los criterios de traducción y con unas instrucciones claras acerca de qué hacer con las palabras oscuras y la plantilla métrica que debíamos utilizar y una vez identificados los rasgos estilísticos relevantes, emprendimos la tarea de la traducción propiamente dicha. Para asombro de todos los participantes, concluimos un borrador bastante aceptable de las seis estrofas del poema (son siete, pero la última es repetición de la primera), a tiempo para acudir a la cita ante el pórtico de la iglesia de Santo Domingo para un paseo literario que, con José Ángel González como cicerone, acabó en torno a una mesa a orillas del Duero.

 


Versión musicada por Samuel Pottle interpretada por el Coro del Instituto de Londonderry (Nueva Hampshire) (2010)

 

En la mañana del domingo, pulimos tras el sueño reparador la versión común, que se ofrece a continuación según la versión en decasílabos (y octosílabos en el último verso de la estrofa) realizada combinando las traducciones realizadas por Carla López y Denis Torres.

 

Jerigoncíada

Brollaba, y los viscágiles tovos
bornaban y brocaban el node;
misebles iban los borogovos,
chirraban las radas momes.

¡Cuídate del Jerigonzo, hijo!
Fauces que muerden, garras que atrapan
¡Cuídate del ave Jubjub, y huye
del frumioso Bandermasa!

Empuñó la vorpalina espada;
mucho buscó a su rival manzongo.
Descansó junto al árbol Risrás
y quedó en pensar absorto.

Y estando absorto en brosco pensar,
el Jerigonzo, ojos en llamas,
llegó bufante al bosque tulgar,
¡y qué búrbido llegaba!

¡Un, dos! ¡Un, dos! Y clavó y clavó
su hoja de vorpal tajitajante.
Mató a la bestia y con su cabeza
regresó muy galofante.

¿Con el Jerigonzo has acabado?
A mis brazos, radioso retoño
¡Fraboso día! ¡Calú! ¡Calías!
risopló con alborozo.

Brollaba, y los viscágiles tovos
bornaban y brocaban el node;
misebles iban los borogovos
y grejaban las radas momes.

 

Sin duda las diferentes versiones resultantes guardan algunas similitudes con la mía (hecha en dodecasílabos y publicada unos años antes), pero eso resulta inevitable porque para analizar el poema y orientar la traducción utilicé mi clave exegética, mi propia plantilla lectora.

Por otra parte, como el virus de la traducción no duerme, Alberto Chessa apareció en el taller en la mañana del domingo con una versión en endecasílabos, de acuerdo con las pautas métricas defendidas la víspera.

 

Jerigoncíada

Brollaba ya, y los vivoscosos tovos
Bornaban y brocaban en el node;
Misébiles andaban los borógovos
Y grejaban las radas momes.

«¡Ojo, hijo mío, con el Jerigonzo!
¡Fauces que muerden, garras que atenazan!
¡Ojo con el Jujú alado, y socorro
Ante el frumioso Bandermasa!».

Desenvainó su espada vorpalina:
Buscó sin fin a su rival manzongo.
Descansó bajo el árbol del Risrás
Y en cavilar quedose absorto.

Y así, absorto en su brosco cavilar,
El Jerigonzo, todo ojos en llamas,
Cruzó bufante el bosque tulguedal.
¡Ay, qué búrbido lo cruzaba!

¡Una vez! ¡Otra vez! Se hincó y se hincó
Su acero de vorpal trincha-trinchante.
Acabó con la bestia y, testa en ristre,
Se retiró tan galofante.

«¿Al Jerigonzo es cierto que has matado?
¡A mis brazos, muchacho radioroso!
¡Frábulo día, oh! ¡Kalú! ¡Kalía!»,
Risotrancó con alborozo.

Brollaba ya, y los vivoscosos tovos
Bornaban y brocaban en el node;
Misébiles andaban los borógovos
Y grejaban las radas momes.

 

Al final, hubo también tiempo para comparar diversas traducciones publicadas del poema y para analizar y comentar diferentes traducciones españolas y latinoamericanas del poema (un ejercicio realizado de modo más extenso aquí) y también para repasar algunos materiales audiovisuales como los que ilustran este texto.

Entre los aspectos gratificantes de la experiencia el menor no fue contemplar el orgullo teñido de sorpresa de los participantes cuando se dieron cuenta, al final de las sesiones del sábado, de algo que les había parecido impensable ese mismo día por la mañana: que iban a vencer al Jabberwock. Sus armas: una plantilla interpretativa adecuada y un método claro y riguroso.

 


La niña Marissa Abaya ganó el concurso de elocución de su colegio en Burlingame (California) con esta interpretación del poema (2015)


Entre los aspectos gratificantes de la experiencia, el orgullo teñido de sorpresa de los participantes cuando se dieron cuenta de algo que les había parecido impensable ese mismo día por la mañana: que iban a vencer al Jabberwock. Sus armas: una plantilla interpretativa adecuada y un método claro y riguroso


Los participantes en el taller, recordado ahora con añoranza en estos tiempos confinados, fueron: Sara Bello, Óscar Carretero, Alberto Chessa, Carla López, Ana López, Rosa Martí , Susana Monsalve, Merete Pors, Amalia del Río, Denis Torres y Belén Velasco. Dos de ellos, Belén Velasco y Óscar Carretero, escribieron también una pequeña crónica de la experiencia (aquí, en la pestaña Testimonios).

 

Composición de J. G. López Guix

 

Juan Gabriel López Guix es traductor del inglés y del francés. Se dedica sobre todo a la traducción de narrativa, ensayo y divulgación científica, así como a la traducción para prensa. Entre otros autores, ha traducido libros de Saki, Julian Barnes, Joseph Brodsky, Douglas Coupland, David Leavitt, Lewis Carroll, Michel de Montaigne, George Saunders, Vikram Seth, George Steiner y Tom Wolfe. Es profesor en la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Fue miembro de la junta rectora y vicepresidente de ACE Traductores entre 1997 y 2000.