Encuentro entre Elvira Lindo y Caroline Travalia moderado por Ismael Attrache. Tarazona, XVI Jornadas en torno a la traducción literaria, 2008.
Texto publicado en VASOS COMUNICANTES 42
ISMAEL ATTRACHE: Tenemos hoy la suerte de contar con la presencia de Elvira Lindo y de Caroline Travalia, traductora de los libros de Manolito Gafotas al inglés.
Elvira Lindo ha trabajado de periodista y guionista, es una de las autoras de literatura infantil y juvenil más conocidas de las letras españolas y ha conseguido, además, el difícil estatus de clásico para uno de sus personajes.
También, como sabéis, tiene narrativa para adultos y ganó el premio Biblioteca Breve por Una palabra tuya. Para nosotros es un placer contar con su presencia aquí. Por otro lado, tenemos a Caroline Travalia, que ha realizado la compleja labor de trasladar el mundo de Manolito Gafotas al ámbito anglosajón, es profesora de español en los Hobart and William Smith Colleges, en el Estado de Nueva York, y es doctora por la Universidad Autónoma de Madrid, precisamente con una tesis sobre la traducción de los libros de Manolito Gafotas al italiano y al francés. También realiza labores de investigación en los campos de la traducción y de la fraseología española.
Una vez realizada esta introducción, vamos a centrar el diálogo sobre los aspectos más importantes que les presentó el proceso de traducción de los libros de Manolito Gafotas al inglés. Es una obra con unos aspectos muy interesantes y no sólo desde el punto de vista lingüístico; como sabéis, Elvira Lindo creó frases y expresiones propias que han pasado a formar parte del habla popular, lo cual, desde un punto de vista técnico y lingüístico, le planteó a Caroline una serie de dificultades. Por otro lado, tenemos también toda la vertiente social, cultural e incluso política: cómo trasladar algo tan imbricado en una realidad social a otra y hasta qué punto ha sido necesaria la labor de adaptación a la cultura de llegada.
CAROLINE TRAVALIA: En primer lugar quiero dar las gracias a Elvira Lindo y a ACE Traductores por haberme invitado. Es un gran placer y, por supuesto, un honor estar aquí entre ustedes.
Sí, hay mucho que contar sobre la traducción al inglés. Seguramente más que sobre la traducción al italiano o al francés, por ser lenguas y culturas más cercanas a la española.
En primer lugar hay que mencionar que yo traduje el segundo libro de la serie de Manolito Gafotas, Pobre Manolito, y ahora estoy trabajando en el tercero, ¡Cómo molo!, y que otra persona tradujo el primer libro. De modo que heredé toda una serie de expresiones, los nombres ya estaban establecidos, así como muchos nombres de lugares. No tuve la misma libertad que la primera traductora. Pero me gustaron las cosas que ella ya había creado.
Por otra parte, esta traducción estuvo muy controlada por la editorial —no sé si incluso más de lo normal—, que tenía una idea muy clara de lo que quería hacer con la traducción y el público al que querían dirigirla. Digamos que me dejaban muy claras ciertas cosas.
Mi objetivo principal era recrear el personaje de Manolito, su personalidad, su lenguaje, su sentido del humor: eso era lo que más me interesaba. Pero de nuevo hasta cierto punto he de reconocer que he fallado; no por mi culpa, sino por las limitaciones a las que me he enfrentado.
Yo creo que los editores se guiaban por tres o cuatro pautas. En primer lugar, un factor importante era la corrección política.
También los movía el deseo de no escandalizar al público, el no querer presentar un texto chocante, porque lo cierto es que iba dirigido al público infantil. Creo que aquí en España, Manolito no nació como un personaje específicamente para niños sino que nació en la radio y muchos adultos lo escuchaban, les hacía gracia. Manolito aquí tiene un público mucho más amplio; de hecho, muchísimos adultos disfrutan de sus aventuras. Pero en Estados Unidos es específicamente para niños, de modo que tenía que tener eso en cuenta.
Asimismo, estaba presente la idea de proteger un poco a los niños de ciertos aspectos de la sociedad como el alcohol, el tabaco, etc. Y, por último, era importante el carácter didáctico de la literatura infantil. Querían presentar un lenguaje estándar, correcto en todos los sentidos, y eso también ha influido mucho en mis decisiones.
En cuanto a las referencias culturales, he insistido mucho en que se mantuvieran todas las referencias a la comida, al Museo del Prado, a aspectos de la familia, etc. Pero, por ejemplo, los editores no querían especificar que Manolito era de Carabanchel Alto en vez de Carabanchel Bajo, lo cual me parece una tontería porque el niño puede decir perfectamente “hay dos barrios” — y para Manolito es muy importante que todo el mundo sepa que es de Carabanchel Alto y no del Bajo—, pero…
Lo mismo sucede con otras cosas como, por ejemplo, la panadería. Dado que en Estados Unidos no hay panaderías, quisieron que pusiera “una tienda”.
Otro cambio interesante es que lo han actualizado: la historia tiene lugar en el año 2000, me parece. Y eso ya lo condiciona todo, porque el primer libro de Manolito sucede en 1994… De modo que no se hace referencia a los móviles ni a Internet, a cosas que deberían haber estado presentes. Y Manolito tiene diez años en la traducción —mientras que en la versión original tiene sólo ocho— porque les parecía que era mayor en su personalidad y que no sería creíble que tuviera sólo ocho años.
ISMAEL ATTRACHE: Demasiado listo, ¿no?
CAROLINE TRAVALIA: Demasiado listo, exacto.
ISMAEL ATTRACHE: Lo que me resulta también interesante es saber cuál fue el papel de Elvira en toda esta toma de decisiones, cómo lo vivió ella como autora.
ELVIRA LINDO: Hay que pensar una cosa: escribí los libros en un momento en que en España había menos corrección política. Yo no sé si ahora podría escribirlos de la misma manera; es decir, los libros de Manolito están escritos en un momento de gran libertad de expresión en España. Todos nos hemos corregido políticamente. Ahora parece que lo de la corrección política es cosa de Estados Unidos, pero eso en España también ha sucedido. En el ámbito infantil yo creo que nos hemos corregido todos. Lo veo en el cine, en los periódicos, en todo; España tampoco es la misma. Tal vez era necesaria cierta corrección política en España, todos hemos adoptado un lenguaje más educado. Eso es así y no solamente en el mundo de los niños, sino para nombrar a distintos grupos o ámbitos, mujeres, homosexuales, etc. Con eso se han ganado cosas —los españoles hemos ganado un poco más de educación, que nos hacía falta—, pero también hay otras cosas que se van perdiendo, todos estamos más pendientes de lo que decimos y cómo lo decimos.
Como decías tú, Manolito ya tiene un poco el papel de clásico en muchos sentidos, no solamente literario, sino ética, moralmente. En ese sentido es un clásico también, y yo lo situaría entre los que Emilio Lorenzo, el académico, llamaba “los traviesos de la literatura”. Ahí estarían Manolito, Guillermo Brown… Es que, en el fondo, Manolito, aunque guste a los niños de ahora, como gusta el Pequeño Nicolás, es un poco de otra época más libre en la expresión literaria.
Las primeras correcciones políticas de Manolito vinieron de Francia, el primer país donde se publicó. Debo decir que cuando yo entregué el libro a la editorial en España ―el libro en el fondo es muy inocente―, me dijo el editor que había entonces en Alfaguara: “Oye, podríamos corregir un poco los motes de los niños porque va a ganar el PP y, claro…”. Yo pensé: “Qué tendrá que ver que vaya a ganar el PP”, me parecía un poco chocante, y nunca había oído algo así, que corregir tuviera alguna relación con la política. Entonces le dije yo muy digna: “No, no, no, yo no voy a corregir… El Imbécil es El Imbécil”, y así se quedó. Ahora Manolito está asumido, forma parte de la cultura popular, y me parece estupendo, pero entonces hubo algunos colegios que no lo recomendaron porque consideraban que no era una buena enseñanza para los niños.
La primera traducción, como digo, se hizo en Francia, y ahí ya hubo que corregir cosas. El imbécil no se llamó así, se suavizó el término. Otra cosa graciosa relacionada con las costumbres y la moral: el personaje aquí en España duerme con su abuelo. Al fin y al cabo Manolito está lleno de cosas de mi propia infancia. Entonces los niños dormíamos mucho con los abuelos, las abuelas, etc. Y eso en Francia era muy chocante. Me parece que los niños franceses no duermen con su abuelo.
ISMAEL ATTRACHE: Tendrán más espacio en sus casas.
ELVIRA LINDO: Tendrán más espacio y pensarían que esto está a un paso de la pederastia. Así que no podía dormir con el abuelo. Y ahí es cuando me empecé a acostumbrar; si eso sucedía en Francia, qué no sucedería en Estados Unidos.
ISMAEL ATTRACHE: También cabe preguntarse si no temes que se pierdan demasiadas cosas. Dado que utilizas, además, recuerdos de tu infancia, estás reflejando toda una realidad sociológica que con estas correcciones políticas sucesivas se pierde.
ELVIRA LINDO: Yo creo que hay varias cosas que influyen en este afán de cambiar cosas. La literatura infantil se tiene por menos literatura que la literatura de adultos, con lo cual se puede corregir más. Y además hay una sobreprotección excesiva de los niños en todos los sentidos.
El libro se tradujo a muchos idiomas y siempre se resistía la traducción al inglés porque no traspasaba la barrera de la corrección política. Mi agente lo presentaba una y otra vez, y era imposible. Como siempre sucede, fue el entusiasmo de una agente americana que me llamó, se puso en contacto conmigo —había estado en España, sabía que aquí había sido un fenómeno—, se empeñó y consiguió una editorial. Y también ha influido la mentalidad de la editorial en la que se ha publicado, especializada en libros docentes, enciclopedias, etc. Es muy pedagógica, con lo cual resulta que los editores no entienden que la ficción es ficción.
De cualquier forma, cuando estaba a punto de salir el primer libro, hubo un escándalo en Estados Unidos, que salió en las páginas de todos los periódicos, porque en un libro de literatura juvenil con mucha chispa humorística una niña decía la palabra “escroto”.
En fin… hay veces que la corrección política no viene de la derecha, sino de la izquierda; en el sentido de que la izquierda ha sido más activa a la hora de proteger al niño.
ISMAEL ATTRACHE: Es más puritana.
ELVIRA LINDO: Más puritana, sí. En aquel caso, muchos libreros decidieron prohibir el libro y el New York Times intervino con un editorial defendiendo a la autora y denunciando lo ridículo que era aquello.
En mi caso, yo decía, que corten, que corten lo que sea. Yo lo que no quiero tener es un problema en Estados Unidos que ni me va ni me viene. Me parece que Caroline puede hablar más de lo que se ha tenido que cortar…
CAROLINE TRAVALIA: Cuando yo traduje los primeros capítulos, antes de ver los comentarios de la editorial o de leer la traducción del primer libro, mantuve casi todo. La idea de quitar ciertas cosas de Manolito era impensable para mí porque, por ejemplo, las collejas que le da su madre forman parte de la gracia del personaje de la madre, que es una histérica. De modo que mantuve todos los nombres, incluso Yihad, que luego me prohibieron. Ahora sí que lo entiendo un poco, pero al principio yo no quería cambiar nada.
Lo más importante para mí, quizá por mi formación y mis intereses, era el lenguaje coloquial, yo lo había estudiado mucho y me interesaba mucho. Yo quería mantener el tono que tenía Manolito, la forma de hablar, las expresiones, etc. Una cosa que sí introduje fue el empleo constante, que es muy común entre los jóvenes, de la palabra like, “como”.
ISMAEL ATTRACHE: Una muletilla.
CAROLINE TRAVALIA: Sí, una muletilla. No significa absolutamente nada, es una forma de no ser muy precisos a la hora de hablar. Cuando Manolito contaba alguna historia, iba salpicándolo de like. Me pareció muy característico del inglés coloquial de Estados Unidos. Y también puse una serie de formas coloquiales que me prohibieron inmediatamente. Me dijeron: “No, Manolito habla de forma estándar, ya en el primer libro hemos establecido el tono que tiene”. Entiendo que el personaje no puede, de repente, en el segundo libro tener un lenguaje coloquial, pero me parece una pérdida casi imperdonable.
Manolito no tiene sólo una forma de hablar estándar, sino que usa el subjuntivo en casos en los que un niño nunca lo usaría, pero me dijeron: “En el primero se ha usado”. La idea es que el libro sirve para enseñar al niño cómo hay que hablar y no debe imitar cómo hablan de verdad los niños. Si un niño abre el libro, lo que realmente le va a atraer es ver a un niño que hable igual que él, pero no suele aparecer eso en los libros infantiles. Eso sí que me parece realmente una pena, que no haya ese aspecto coloquial, pero de nuevo ha sido una decisión de la editorial y no he podido hacer nada.
ISMAEL ATTRACHE: ¿Todas estas decisiones las consultabas con Elvira, le preguntabas también a ella? ¿Cómo era el proceso?
ELVIRA LINDO: Ellos son muy escrupulosos. Es un escrúpulo raro, porque pueden hacer lo que quieran, pero son escrupulosos porque siempre te comunican cualquier cambio. “Se lo hemos dicho a la autora”, pero la autora no puede intervenir, con lo cual… Yo recibía tantos correos con tantos cambios que al final les decía: “Vale, vale, me parece estupendo”. ¿Qué iba a decir? También llegó un momento en que lo asumí, me hizo gracia. Luego se hizo una crítica del libro bastante buena en el Time Out de Nueva York. Lo ponían muy bien y hablaban del humor extremadamente sutil del personaje. Yo no quiero decir que no sea sutil en español, pero la verdad es que el de Manolito es un humor muy directo, muy español, muy cervantino. Cuando dice una cosa graciosa, la dice claramente, no está buscando la sutileza, pero lo que leyó la crítica, la mujer que hizo la reseña, fue un libro muy descafeinado en cierto sentido. De todas formas, la censura más “graciosa”—porque esto sí que se puede llamar censura— no fue al texto, sino a las ilustraciones. Hay un momento en el que los niños están en el Museo del Prado (a mí me encanta que salga el Museo del Prado en un libro de Manolito, porque ir a este museo ha sido una experiencia para todos los niños de Madrid y es un capítulo al que yo tengo mucho cariño) y están intentando tocar cuadros de Velázquez (y eso es algo que hacíamos los niños, intentar tocar los cuadros para poder decir “he tocado las Meninas”). Hay un momento en que están delante de “Las tres Gracias” de Rubens. Entonces el dibujante hizo un dibujo muy divertido de dos o tres niños y una reproducción del cuadro. ¡Y quitaron las tres Gracias! Si quitan un cuadro clásico…
Yo no lo he vivido ya así, pero mi marido me ha contado que en su clase de arte, cuando veían diapositivas lo hacían con la luz encendida, para que no sucediera nada viendo estatuas griegas… Todo esto me suena a una regresión muy fuerte. Hay cortes en el libro que me recuerdan a ese chiste tan popular de un padre que va a ver al psiquiatra y le dice: “Mire usted, está mi hijo esperando ahí fuera y se lo he traído porque mi hijo es un salido mental, sólo piensa en el sexo”. Entonces el médico le dice: “Tráigame al niño”. El médico pinta un palote y le pregunta al niño: “¿Qué ves aquí?”, “Pues una tía desnuda” contesta. Le pinta otro palote: “¿Y qué ves aquí?”, “Otra tía desnuda”. Y va el padre y dice al médico: “Es que le pinta usted unas cosas”…
Quiero decir que muchas veces la mente sucia la tiene quien ha creado todo ese sistema en el que hay que pensar que hay una segunda intención en todo. Me consultaron cosas de diálogos entre los niños en el primer libro porque les parecían diálogos gay… y yo nunca habría relacionado ciertas frases con ciertos mundos.
ISMAEL ATTRACHE: Nos contabas ayer también que hubo un incidente con una tableta de chocolate bastante curioso.
CAROLINE TRAVALIA: Sí, hay un momento en el que Manolito le da chocolate a la perra de la Luisa, y dijeron que no podía ser porque el chocolate es venenoso para los perros, de modo que lo cambiaron a algo de cacahuete, que eso sí se le puede dar al perro.
ISMAEL ATTRACHE: Decidieron ellos lo que tenía que ser.
CAROLINE TRAVALIA: Sí, pero de todas las cosas que me han dicho, esa casi, casi la entiendo, porque un niño podría intentar imitar a Manolito y darle a su perro chocolate. Ese cambio no me molestó tanto. Creo que hay que distinguir muy bien, y a lo mejor es una diferencia lingüística, entre lo que es la corrección política y lo que es simplemente el no querer ser molesto.
Para mí la corrección política, al menos en Estados Unidos, se refiere al no querer ofender a nadie haciendo referencia al origen, la religión, la orientación sexual. Eso es la corrección política. Cosas, por ejemplo, como quitar el nombre de Yihad, porque ahora tiene esa asociación árabe y él es el niño malo o chulo del barrio. Otra es una referencia a los indios de Arizona: los compañeros de clase reaccionaban al estilo de los indios de Arizona, saltando unos encima de otros. Enseguida me dijeron: “No podemos dar a entender que los indios son salvajes en Estados Unidos”, eso va fuera. Luego otra referencia a los chinos, ahí donde el texto dice: “Hay más bares que chinos en España” yo incluso lo suavicé; puse: There are more bars than people in China. Pero no, fuera la referencia a los chinos. No podía haber ni una referencia religiosa. Hay momentos en que Manolito y los amigos dicen: “Ay, Dios mío”. En inglés es exagerado el uso de Oh, my God, se dice cada dos por tres, de modo que yo lo puse. Pero no, lo quitaron y pusieron Wow, algo que no tenía ninguna conexión religiosa.
¡Los diez mandamientos! Hay un momento en que están recibiendo las notas del año escolar y Yihad está muy emocionado porque ha aprobado religión, y le dice al abuelo: “¿Quieres que te cuente los diez mandamientos?”. Yo lo dejé igual y me dijeron que no, hay mucha polémica con los diez mandamientos en Estados Unidos.
Hay un momento en que Manolito dice ―creo que es Manolito―: “Esto es algo que se lo puedes contar a tus nietos en Navidades”, y yo puse: You can tell them in Christmas time, una expresión de lo más normal. Pues me pusieron Holiday time. “Claro, porque si no son cristianos y no creen en la Navidad…”, me dijeron.
ISMAEL ATTRACHE: Entonces, en inglés Manolito es un personaje prácticamente sin contexto.
CAROLINE TRAVALIA: Sí, claro. No tiene religión, es un personaje un poco… un poquito de cualquier cultura. Por supuesto hemos mantenido que es un niño de Madrid, más o menos las referencias a la ciudad, al Real Madrid… No es una adaptación, no es un niño de Nueva York, pero muchas cosas de la cultura española no aparecen y es una pena.
Precisamente lo de dormir con el abuelo no lo han censurado.
ISMAEL ATTRACHE: Se les pasaría…
ELVIRA LINDO: Yo creo que hay que decírselo ahora a la editora, cuando esté publicado, para que sufra. La que se puede montar…
En fin, con esto uno puede sacar muchas conclusiones. Para empezar, hay una primera positiva: es muy difícil que se publique un libro traducido del castellano al inglés; cualquier libro, de adultos o de niños. Es complicadísimo, tanto Inglaterra como Estados Unidos son países muy nacionalistas. Y más un libro del español de España, porque yo creo que, al menos en Estados Unidos, un libro colombiano o mexicano tiene cierto exotismo… España es un país europeo que no ofrece ese componente exótico y es muy difícil que haya interés por los libros españoles. Además creo que el porcentaje de traducción en Estados Unidos es bajísimo, no sé si es un 3% o así de lo que se publica. Parece que un libro que se ha publicado en tantísimos idiomas es normal que también esté publicado en inglés. No deja de ser algo fuera de lo normal, con lo cual el hecho de que esté publicado es una alegría.
Lo que sí es verdad es que después de todo esto te planteas… Es cierto que el libro aún así mantiene su gracia y en inglés es bonito. Pero son tantos los recortes que uno se plantea no volver a escribir literatura juvenil. ¿Para qué? Si no puedes escribir como quieres escribir, pues escribes literatura de adultos. Yo me divertía mucho escribiendo los libros de Manolito, pero lo hacía con toda libertad. Cuando me mandaron tantos mensajes de la editorial, pensé: “Aquí se ha terminado mi carrera”. Es cómico contarlo, pero también es un poco triste.
ISMAEL ATTRACHE: Otra cosa interesante son todas estas expresiones tan características de Manolito, tipo “el mundo mundial”, etc. ¿Cómo se trabajó todo eso para trasladarlo al inglés? ¿Te consultaron? ¿Estás contenta con las traducciones, con cómo ha quedado al inglés?
ELVIRA LINDO: Sí, yo creo que eso lo sabe mejor Caroline.
CAROLINE TRAVALIA: Yo creo que están muy bien las expresiones personales de Manolito, y de nuevo la mayoría no las creé yo, sino la otra traductora. Por ejemplo, “cómo mola”, que aparece muchísimo, se traduce más o menos por la palabra cool, how cool. Pero luego para expresiones como “mola un pegote”, “mola mazo”, se usa la expresión a lot of cool, que no se dice en inglés. Creo que está muy bien porque es una invención que tiene gracia. Luego, “mundo mundial” se traduce por the world wide world, que tampoco se dice. Pero queda bien.
Algunas de las expresiones sí las tuve que traducir yo porque aparecieron por primera vez en el segundo libro y eso ha sido una parte muy divertida de la traducción, crear expresiones nuevas en la lengua, que es una cosa preciosa y no creo que tengamos la oportunidad de hacerlo a menudo. En realidad, a veces era más difícil encontrar equivalentes de expresiones normales del español.
Luego hay veces en las que Manolito se equivoca y es complicado traducirlo.
ISMAEL ATTRACHE: ¿Te refieres a errores sintácticos o gramaticales?
CAROLINE TRAVALIA: A lo mejor intenta decir una frase hecha pero no la dice bien. Por ejemplo, recuerdo que escribí a Elvira y le pregunté por la expresión “ponerse como una hiedra”, porque es una modificación de una locución.
ELVIRA LINDO: Claro, porque él decía: “Mi madre se puso como una hiedra que se subía por las paredes”. Y, claro, es un lío.
CAROLINE TRAVALIA: Muy bonita, por cierto. Pero en español hay otra expresión subyacente.
Tampoco sabía yo que en los coches los padres llevan un cartel que reza: “Papá, no corras”. El propietario del bar lo tenía ahí escrito y yo me preguntaba qué haría el “Papá no corras” en un bar. En un coche todavía, pero ¿en un bar? No sabía cómo traducirlo y le pregunté a un amigo, que me explicó lo de los coches. Entonces puse Daddy, slow down. Pero, claro, en Estados Unidos no se lleva en el coche…
ISMAEL ATTRACHE: ¿No has tenido que recurrir nunca a algún tipo de perífrasis, añadir alguna frase al texto para que se entienda el contexto?
CAROLINE TRAVALIA: Con las expresiones la verdad es que no, y no me gustaría hacerlo. Sí con la referencia, por ejemplo, a la comida española. Yo quería mantener los nombres tal cual, pero los editores decían que añadiera una breve descripción. Por ejemplo, para los churros decían fried tasty “churros” para que los niños supieran que eran cosas fritas. Además, como me interesa mucho la fraseología, la idea de explicar una expresión va en contra de lo que…
ISMAEL ATTRACHE: Claro, el propio formato de la literatura infantil impide al traductor adoptar una serie de soluciones, lo que no le ocurre al traductor de narrativa para adultos, que puede poner una nota al pie para explicar algo. Tú no podías.
CAROLINE TRAVALIA: No, notas a pie de página no podía. De hecho, había una nota a pie de página en el original para el “efecto mancebo”, en vez de “placebo”. Y me dijeron: “Esto desentona, queda mal aquí, vamos a quitarla”.
ELVIRA LINDO: Claro, pero es que yo creo que la nota a pie de página formaba parte del tono humorístico.
CAROLINE TRAVALIA: Totalmente.
ELVIRA LINDO: En fin, la verdad es que hay muchos mensajes de la editorial que no habré leído porque me estoy enterando ahora.
ISMAEL ATTRACHE: Podéis escribir a la editora cuando volváis…
ELVIRA LINDO: Ahora va a haber dos actos en Nueva York sobre Manolito y la verdad es que me produce mucha curiosidad ver cómo ha llegado eso a ciertos niños. Sé que para los niños de que yo he tenido noticia el libro sí que tiene mucho sentido del humor. Pero, ya digo, son tantas modificaciones que…
CAROLINE TRAVALIA: Se convierte realmente en un libro infantil, no como cualquier otro, pero digamos que pertenece al mismo género, estilo…
ISMAEL ATTRACHE: Hay una tradición, porque ha salido de una tradición para integrarse en otra.
CAROLINE TRAVALIA: Sí, totalmente, y es una pena porque realmente Manolito rompe con la tradición de la literatura infantil. Yo creo que mantiene la gracia y que está muy bien y se puede apreciar mucho, pero ha perdido ese aspecto original que tiene en español.
ELVIRA LINDO: De todas formas, es curioso: porque el libro se ha traducido a muchos idiomas, muchos editores se han arriesgado, pero donde ha tenido menos confianza por parte de los editores y no se han atrevido mucho a publicarlo ha sido curiosamente en países de América Latina. En ciertos países querían hacer una adaptación total del lenguaje, querían pasarlo al español de México. Claro, no tenía sentido. Tal vez tienes que quitar una o dos palabras que allí son groseras, pero querían cambiar todas las expresiones populares. Al final me pareció muy confuso porque el resultado hubiera sido un niño de Madrid hablando como un niño mexicano. No tenía ningún sentido.
Es curioso que los libros los han leído muchos adultos de Latinoamérica, pero porque han venido a España y han comprado los libros, no porque los editores se hayan arriesgado a publicarlo allí.
Sabéis que las ediciones se hacen en esos países. Alfaguara tiene allí sus sedes y se imprimen allí. La verdad es que no tuve ninguna paciencia, pensé que si se trataba de traducirlo a otros idiomas, pues bueno, que se modificara, pero me parecía que modificar el español era ridículo. Cuando, además, ahí está precisamente la riqueza del español. Y tú lees cualquier libro en español latinoamericano y lo entiendes perfectamente. No necesitas un traductor para saber qué quieren decir determinadas expresiones porque las entiendes por el contexto, pero ahí volvemos a la consideración que se tiene del mundo infantil ahora. Nosotros leíamos…
ISMAEL ATTRACHE: Mafalda.
ELVIRA LINDO: Bueno, Mafalda, por supuesto. Pero todos los libros anglosajones estaban llenos de referencias culturales de otro mundo, las aprendíamos y eso no constituía un problema. Ahora no es solamente la corrección política sino que hay que pensar que, como el niño no lee, hay que facilitarle las cosas al máximo para que no tenga ninguna dificultad. Claro, eso es tremendo porque los libros tienen que presentar alguna dificultad. Eso es casi como presentar una comida masticada, no tiene sentido. Así que con México no llegamos a un acuerdo y no se publicó el libro.
PÚBLICO: ¿Y no podría haberse publicado como si fuera para adultos?
ELVIRA LINDO: Claro, claro, es una idea.
CAROLINE TRAVALIA: Claro, es curiosa la pregunta. Los editores tocarían menos cosas.
ELVIRA LINDO: Tiene gracia porque la editora de Alfaguara adultos me regaló por mi cumpleaños un libro en formato normal de Alfaguara, un compendio de todos los libros de Manolito, que sale como un novelón, sin ilustraciones ni nada. Le pusieron de título Manolito. Biografía autorizada, o algo así. Era muy curioso porque lo abres y lo lees de otra manera, completamente distinta, no tiene ilustraciones, no tiene nada.
Bueno, todo esto es extraordinario, porque Manolito tiene muchos problemas y, sin embargo, cuando se estrenó en Nueva York la última película de Batman (no sé con cuántos años entra un niño a ver esa película, ¿con 13 acompañado?), el cine estaba lleno de niños y la película era muy violenta. A mí no me gustó nada y me pareció violentísima. Y estaban los niños allí comiendo palomitas tan contentos.
Era curioso porque esta película es de la Warner y tiene un aviso en los títulos de crédito al principio que dice que en la película los personajes no fuman…
ISMAEL ATTRACHE: Nos quedamos mucho más tranquilos.
ELVIRA LINDO: “La productora está en contra del tabaco y los personajes no fuman, etc”. Y tú dices, ¿y no sería mejor que fumaran?
ISMAEL ATTRACHE: ¿Y que se relajaran un poco?
ELVIRA LINDO: Y que se relajaran un poco y no le metieran una bomba a un tío en la barriga y explotara… ¡Es tan desagradable la película! Incluso el malo de la película le pone a un niño una pistola aquí… Esto es un despropósito tan grande que yo no me lo explico, me parece el mundo al revés.
CAROLINE TRAVALIA: Hay unos criterios diferentes para la televisión, el cine y para la literatura infantil. Parece que la literatura no puede representar la realidad; no es que esas películas representen la realidad, pero la literatura tiene que ser ideal, el mundo ideal.
ISMAEL ATTRACHE: Parece que hay una cierta perversión en el sentido de que debe tener un contenido casi de doctrina, de adoctrinar a los niños, cuando la literatura en realidad, y más aún infantil, tiene que ser un espacio más de libertad.
ELVIRA LINDO: Sí. De todas formas yo cuando ingresé en el mundo de la literatura infantil oficialmente —de forma un poco forzosa, fui empujada a ese mundo— pensé que era un mundo completamente diferente al que yo había conocido en mi vida. Aquí, en España. Yo creo que incluso los autores de literatura infantil lo asumen porque son profesionales de eso.
Date cuenta que yo entré en la literatura infantil… Yo no pensé en los niños al escribir ese libro. De pronto el primer libro se convirtió, por el boca a boca, en meses, en un best seller. Entonces me invitaron a un congreso de literatura juvenil y yo en ese mundo era una marciana. Es un mundo muy cerrado, todos los autores se conocen, y los mundos pequeños están muy poco ventilados. Ocurre quizá lo mismo con el mundo de la poesía. Me parece raro que un autor se dedique sólo a escribir para niños. A lo mejor yo lo veo así porque creo que lo importante es la historia, lo importante son los personajes, y a veces tienes en tu cabeza personajes que son niños y otras veces no lo son. Escribes de esto, de lo otro, o de lo de más allá porque tienes como una ambición de contar. En cambio, ese mundo tan profesionalizado de la literatura infantil y juvenil está muy reglamentado, en todos los libros subyace una intención pedagógica. Las editoriales han participado de eso también; por ejemplo la editorial Alfaguara está relacionada con la editorial Santillana, que hace los libros de texto. Es un mundo que hay que conocer para darse cuenta de que participan de eso, que a los niños hay que contarles las cosas de determinada manera, etc.
Recuerdo un congreso al que asistí en el que sacaban unas conclusiones, entre las cuales se decía que en los libros para niños el lenguaje tenía que ser rico y variado. Y yo decía, ¿y por qué no puede ser pobre y monótono? ¿Tú sacas esas conclusiones para un libro de adultos? En absoluto. El lenguaje tiene que ser el que tiene que ser para cada personaje. Hay personajes que a lo mejor se explican siempre de la misma manera y la gracia está en que sean monótonos.
ISMAEL ATTRACHE: Es un recurso literario más.
ELVIRA LINDO: Claro, no puede haber reglas para escribir libros.
ISMAEL ATTRACHE: Da la impresión también, por lo que contáis, que no sólo están estas reglas a la hora de escribirlo, sino también parece que tienen unas reglas a la hora de traducirlo. Parece que ya tienen en la cabeza no sólo cómo debe estar escrito el final, sino como una especie de plantilla, por así decirlo. Al menos tu experiencia parece ser esa. Que había una plantilla preexistente e incluso ajena al original, y ha habido que calzar y adaptar el original a esa plantilla.
ELVIRA LINDO: Lo increíble, ahora lo acabo de pensar y es muy interesante, es que eso ocurre mucho menos con la fantasía. Es decir, que molesta mucho más la realidad que la fantasía. Yo creo que un libro como Harry Potter tiene muchos menos problemas que un libro realista.
Roald Dahl, por ejemplo. La gracia que tiene es que es completamente trasgresor. Los adultos, por lo general, son unos cretinos, y eso es liberador para un niño. Quizá nadie se lo plantea con el cine, pero se piensa que los niños van a empezar a hacer cosas raras si leen un libro de Roald Dahl. Porque Roald Dahl ha tenido muchos problemas, no cuando vivía, sino ahora. Hay libros suyos que yo creo que no se publican ni en España ya. Uno que se llamaba Los cretinos creo que ya no se publica.
PÚBLICO: Yo entiendo, pero no comparto, todos esos cambios que estáis comentando. Es como si ahora prohibiéramos en España que un niño leyera Barbazul porque lo van a incitar a la violencia… Así que puedo comprender que un editor norteamericano quiera hacer esos cambios. Pero lo que no entiendo es por qué quieren “actualizar” a Manolito. Es como si quisieran ahora volver a escribir Guillermo Brown. ¿No será más curioso o incluso más atractivo para el niño americano de hoy día que pueda ver a ese niño de Madrid, conocerlo, vivir un tiempo en que los padres le dejaban salir a la calle como me dejaban a mí, hasta las 10 de la noche, sin saber dónde estaba, sin el móvil?
CAROLINE TRAVALIA: No, yo tampoco lo entiendo, la verdad. No me gusta. De todos modos, han cambiado poco. Sólo hay una referencia al principio del segundo libro, y seguramente del primero, a la época en la que se escribe, los años noventa. Porque dice, creo recordar: “Mi abuelo quiere morirse antes del año 2000”. Así que han cambiado las fechas. Claro, no hay referencias al móvil, a Internet. Y eso es lo que a mí me parece un poco raro. Se supone que está teniendo lugar en una época actual y sin embargo aquí tenemos a un niño de hace casi 15 años. Y no me parece lógico. Aparte de que da la sensación de que la obra está retrasada y no es así. Esa fue decisión suya y se cambiaron las pesetas a euros. Qué pena que se pierda eso.
ELVIRA LINDO: Es como si los niños no pudieran entender que hay un pasado que es un poco distinto.
CAROLINE TRAVALIA: Como si no les fuera a interesar porque ya ha pasado más de un año, esa obsesión por tener lo más actual.
PÚBLICO: ¿Cómo se llama Yihad en la traducción?
CAROLINE TRAVALIA: Se llama Ozzy.
ELVIRA LINDO: Fui yo quien optó por ese nombre. Elegí el nombre de Yihad cuando mi hijo era pequeño, iba a la guardería y en España se empezaba a poner a los niños nombres imposibles. Entonces un compañero de mi hijo, que además era muy malo, muy malo, se llamaba Yihad. Si luego hubiera sabido la cantidad de problemas que iba a tener ese nombre hubiera puesto otro.
El personaje se llama Ozzy porque hay un roquero en Estados Unidos que se llama Ozzy Osbourne y hay un programa muy hortera, no sé si existe ya, un reality show que seguía la vida de esta familia roquera, que eran todos repugnantes. Me parecía apropiado y bastante cómico que se llamara así.
ISMAEL ATTRACHE: ¿Te hicieron ellos varias propuestas de nombres?
ELVIRA LINDO: No sé cómo fue, pero a mí me pareció gracioso porque el nombre es popular y está relacionado con algo muy… Ponerle a un niño así es como marcarlo para siempre, porque es muy, muy hortera. No sé cuántos libros llevaba yo de Manolito cuando me llamaron de una universidad estadounidense que tiene sede en Madrid para que tuviera un encuentro con unas profesoras americanas especialistas en literatura infantil. Hablaban muy bien español, algunas eran de procedencia latina. Yo creí que iba a ser un encuentro estupendo y enriquecedor, pero, de repente, empecé a ver unas caras… Había más autores de literatura juvenil española, pero todas las preguntas empezaron a ir hacia mí. Todas. ¡Yo no entendía nada…! Empezaron a decir que habían llegado a este país llamado España, con esa leyenda negra, y que habían entrado en una farmacia y lo primero que se habían encontrado era un slogan publicitario que decía: “No hagas el indio”. Y que habían llegado a este país bárbaro… Yo decía: “Bueno, eso es una expresión que cómo eliminas tú del lenguaje popular”. Y me decían: “Claro, lo dice usted que tiene un personaje como ese”. Entonces empezaron a hacer una pregunta detrás de otra criticando al personaje. El perfil que salía de Manolito ni yo misma lo reconocía porque era racista, sexista, xenófobo… Yo decía, ¿el pobre reúne todas esas condiciones? Jamás lo habría pensado. La madre de Manolito no representaba el rol que tenía que representar una mujer moderna porque trabajaba en casa, etc. Se juntaban ahí varias cosas: la corrección política norteamericana, el hecho de que los libros infantiles y juveniles tenían que ser de otra manera, no tenían por qué estar escritos en primera persona (no sé cuál era la razón, pero no les parecía bien que los libros estuvieran escritos en primera persona). Eso sumado a que algunas personas eran latinoamericanas y decían que la brutalidad del pueblo español estaba reflejada en mis libros.
Por eso digo que ha habido muchos momentos en mi vida que me he preguntado por qué me metí en este lío. Es complicadísimo lo de la literatura juvenil.
PÚBLICO (Carmen Francí): En definitiva, Elvira, ¿tú crees que lo que se edita en inglés es tu obra? ¿Te reconoces en ella?
ELVIRA LINDO: Es que eso es muy difícil de decir… Pero, a pesar de todo, sí. Está muy bien escrita. Se debe a la labor de las traductoras, que yo creo que lo han hecho muy, muy bien. A pesar de todo, sí.