Y si fuéramos chicos de nuevo

Invierno 2007-2008 – Recuperado el 14 de septiembre 2019. Publicado en VASOS COMUNICANTES 38 

Mario Merlino

 

 

 

 

 

Y si fuéramos chicos o gurises (masculino gurí, femenino gurisa) de nuevo [a los suda-cas nos resultaba tilingo casi cursi y relamido decir “niños”]
//aunque ya sé que ya lo somos, molan mazo subjuntivo y potencial o futuro hipotético//
aprenderíamos las modulaciones de las palabras
haríamos el esfuerzo de no equivocarnos al hablar, porque paula-tina-mente nos daría-mos cuenta de que la vida entera es un error
y que no hay más remedio que ir cambiando el nombre de las cosas
evitaríamos las mayúsculas que producen apagones
evitaríamos abstracciones del tipo “el amor nos une”, “la Ternura es esencial”, “Dios es grande”, “la Felicidad reina en esta casa”
porque dios viene cuando tiemblas, cuando necesitas brazos que te den abrigo, cuando saboreas los alimentos, cuando sorbes, cuando toses y parece que estás a punto de caer en cama
te desvaneces, nos desvanecemos
y entonces tararearíamos varias veces al día y diríamos una palabra y le sacaríamos jugo y descubriríamos que el destino oculta varios tipos de embarazo
(aunque salgamos a la calle y nos sintamos ingrávidos)
así que, ya chicos ya gurises, leemos en voz alta y no entendemos nada
y seguimos leyendo en idiomas diferentes y seguimos //y seguimos// sin entender nada
así que nos sonamos la nariz y nos fijamos si los muebles vibran
abrimos y cerramos los ojos varias veces seguidas en un abrir y cerrar de ojos
desparramamos los libros de la biblioteca por el suelo y hablamos con ellos, seguros de que
seguros de que
no lanzarán pregones ni marcarán los pasos hacia un futuro fuera de nosotros
//nene, ¿qué estás leyendo?//
y nos diremos cuando sea grande [somos chicos, somos gurises, somos bovinamente hermosos] cuando sea grande cuando se agrande nuestro ámbito de referencia (¿qué?) buscaré trasladarme a la letra de los otros
practicaré la adivinación como las viejas que en la edad media echaban habas y sabían leer la suerte de los otros
leeré los posos del café como hacían las chicas de una familia armenia instalada en bue-nos aires de apellido tatoian

hablaré con los libros como quien habla con desconocidos
seguiré el camino de estas anárquicas hormigas que forman palabras series de palabras y se esconden en el hueco misterioso donde están los sentidos los sensitivos del libro
haré de texto corazón
me hundiré en el abismo de
[parole, parole, parole]
de más está decir
que inventaré sinónimos del verbo traducir y diré tradecir diré tradudar [[rima con tra-sudar]] dar a través de transcitar
transbordaré el texto
y aunque invente aunque me regodee imaginando verbos posibles seré un ratito fiel al diccionario y aprenderé que lo que estoy haciendo al transbordar es “trasladar efectos o per-sonas de una embarcación a otra”
y que también uno puede transbordarse
y que empezarán a circular como en tropel todas las lenguas los idiomas los dialectos los idiolectos los interlectos
[[el intelecto, con perdón, será otra forma de la emoción]]
y me preguntaré cómo dice su primer “ajó” un chiquitín en chino:
este yo mero pretexto se irá a dormir [se iría a dormir] con todos vosotros que tal vez leáis tal vez seáis infantes
se irá a la piltra
y beberá desbordado toda la noche //sí, beberá, que el potencial se calle//
de otras mayúsculas orondas complacientes:
las tetas de la lengua o del lenguaje, el ser más hermafrodita que conozco.

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