El inglés fue la tercera lengua de Józef Teodor Konrad Korzerniowski, más conocido como Joseph Conrad y nacido en 1857 en Berdíchev (hoy Ucrania). Las otras dos fueron el polaco y el francés. Sin embargo (y pese a que su inglés era todavía precario cuando pisó Inglaterra en 1878), Conrad es ahora considerado como un maestro de la prosa inglesa. En 1908, hablando de la decena de libros que constituía la producción conradiana hasta esa fecha, John Galsworthy escribió: «es probablemente la única creación literaria de los últimos doce años que enriquecerá en un grado significativo la lengua inglesa».
La crítica no ha dejado de notar la importancia del trilingüismo en su prosa. Conrad recurre en algunas ocasiones a sus dos lenguas principales en busca de una mayor precisión y, en otras, se aprecia el calco (quizás no siempre consciente) de expresiones o palabras francesas o polacas. Algunos autores han señalado también la presencia de usos erróneos en su prosa. En cualquier caso, los resultados de esa hibridación lingüística han dado lugar a unas obras que han alcanzado la categoría de clásicos de la literatura inglesa moderna.
Además de esos procedimientos que contribuyen a crear un singular modelo de escritura, Conrad recurre a la imitación voluntaria del francés para dotar de veracidad a sus personajes. Así, Lord Jim abunda en fragmentos donde la francesidad de un personaje es trasladada mediante extranjerismos, calcos y giros foráneos en su habla, repetidos en ocasiones entre paréntesis en el francés original. Así, en «What would you! One does what one can (on fait ce qu’on peut)», el texto ofrece entre paréntesis el «original» de la segunda frase, aunque las dos tienen un claro aroma gálico: «Que voulez-vous! On fait ce qu’on peut» («¡Qué quiere! Se hace lo que se puede!»). Dado que el original incluye el francés, el procedimiento no supone ninguna dificultad lectora.
También en El corazón de las tinieblas, escrito al mismo tiempo que Lord Jim, aparecen recursos que señalan la presencia de un sustrato francés. En especial, en dos episodios donde, como en Lord Jim, se quiere subrayar la lengua original del diálogo; aunque ahí las facilidades para el lector (y para el traductor) son menores. El primer episodio tiene lugar cuando Marlow visita en Bruselas la sede de la compañía que va a contratarlo y debe pasar una revisión médica. El médico, del que se nos indica de modo explícito que no sabe inglés porque preguntará cómo se dice «Adieu» en ese idioma, se interesa por Marlow y le dice: «So you are going out there. Famous. Interesting too». Literalmente: «Así que parte usted para allá. Famoso. Interesante, también». En inglés, ese «famoso», que no va acompañado de ninguna explicación ni marca tipográfica, carece de sentido. Sí lo tiene, en cambio, leído en francés: fameux, ‘estupendo’ (además de ‘famoso’).
El segundo episodio tiene lugar cuando Marlow refiere que, ya en el Congo, oyó inadvertidamente una conversación entre el director del Puesto Central y su tío, dos belgas que conspiraban contra Kurtz, el mejor agente de la compañía. Se trata de una conversación mantenida en francés porque así lo ponen de manifiesto algunos calcos y giros como «I did my possible» (literalmente, «Hice mi posible») o «Conceive you—that ass» (literalmente, «Concíbelo, ese imbécil», por: Tu penses, cet imbécile). Conrad da aquí otra vuelta de tuerca a su uso del francés. Marlow conoce bien ese idioma porque así se nos dice con ocasión de la entrevista en la que consigue sin dificultad el empleo. Sin embargo, no lo domina por completo, y Conrad nos lo hace saber recurriendo a una traducción defectuosa que ilustra las dificultades de Marlow para comprender lo que dicen los belgas: «[They] then made several bizarre remarks: ‘Make rain and fine weather—one man—the Council—by the nose’—bits of absurd sentences that got the better of my drowsiness...».
Hasta tal punto resultan extrañas y absurdas esas palabras en inglés que los responsables de una edición crítica publicada por Cambridge University Press interpretan en nota que «Make rain and fine weather» alude a los poderes sobrenaturales atribuidos a los reyes antiguos y citan un capítulo sobre el control mágico del tiempo de La rama dorada de James Frazer. En realidad, la frase es del todo transparente pensada en francés: la expresión «Faire la pluie et le beau temps» significa decidirlo todo, hacer lo que a uno se le antoje... conducir a alguien de la nariz.
En la traducción, esos rasgos y otros (como el empleo en inglés de palabras de origen francés que, aunque arraigadas ya en la lengua, dan un sabor especial al estilo) constituyen verdaderos escollos si se quiere trasladar de algún modo la textura de la prosa, dados los variados equilibrios e influencias que las diferentes lenguas establecen entre sí. En los ejemplos citados, la gama de soluciones es múltiple. De entrada, la omisión. Otra posibilidad siempre presente es el recurso a una nota al pie, ya sea para admitir una incapacidad traductora o para ofrecer una explicación de la anomalía sintáctica o de la solución ofrecida. Otra más sería revertir la palabra o la frase al francés. Así, en el primer fragmento mencionado, una solución en esta última línea podría ser: «Así que se va usted para allá. Excellent. Interesante, también».
En el segundo caso, la situación es un poco más compleja, puesto que la propia narración contiene comentarios sobre la excentricidad del enunciado. La traducción debería permitir cierto grado de extrañeza en el lector. En esa frase, el verbo make no está en infinitivo ni está conjugado. Lo correcto sería «To make rain...» («Hacer la lluvia...») o «He makes rain» («Hace la lluvia...»). Una traducción literal de la frase debe optar por una de esas dos formas, borrando con ello la anomalía. Por el contrario, el principio rector del esfuerzo traductor debe ser aquí la introducción de algún tipo de incoherencia que no contradiga el comentario sobre la propia frase, pero que al mismo tiempo permita la alusión a la expresión francesa (para los lectores que sepan más francés que Marlow, claro está). Una posible solución, sin nota al pie, podría ser: «luego hicieron algunos comentarios extraños: “Que llueva y brille el sol... un hombre... el Consejo... de la nariz”, retazos de frases absurdas que se llevaron por delante casi toda mi somnolencia...»
«Que llueva y brille el sol» resulta de entrada incoherente y ofrece cierta indeterminación porque no se sabe si es la expresión de un deseo («Ojalá que llueva...») o una afirmación referida a Kurtz («[Hace] que llueva...»).
Con su uso del multilingüismo (y como escribió Galsworthy), Conrad «aporta algo nuevo al fondo de las letras inglesas». Con su forzamiento del inglés por medio de buenas y malas traducciones de otras lenguas, proporciona entretenimiento a los traductores, a los que no sólo empuja a hacer buenas traducciones, sino también buenas malas traducciones.1
- (1) Referencias: Sobre la presencia de polonismos en Conrad, un artículo temprano es el de A. P. Coleman, «Polonisms in the English of Conrad’s Chance», Modern Language Notes, 46:7 (nov. 1931), pp. 463-468. De modo más reciente, Ewa Kujawska-Lis, «(Pseudo)Polonisms in Joseph Conrad’s Amy Foster and Prince Roman and their Polish Translations», Acta Neophilologica, XIV:1 (2012), pp. 5-17. Sobre la presencia del francés, dos artículos de Yves Hervouet, «Conrad and the French Language», en Conradiana, 11:3 (1979), pp. 229-251, y Conradiana, 14:1 (1982), pp. 23-49. volver
(artículo completo en el trujamán)
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