Lunes, 24 de febrero de 2025.
María E. Roces González ha traducido del albanés Las muchachas que bailaron con la luna y otras leyendas de Gora de Namik Dokle para la editorial Libros de las Malas Compañías, noviembre de 2024.
Sinopsis
A la región de los Balcanes, territorio de potentísima tradición oral y particularmente proclive a la fabulación legendaria, llegaron en la época de la Primera Guerra Mundial unos descomunales rusos, franceses e ingleses, con el sospechoso y aciago nombre de Comisión de Determinación de Fronteras, tomaron en sus manos la comarca de Gora y la hicieron pedazos, desgajándola primero en dos y hoy en tres Estados (Albania, Kosova y Macedonia del Norte), y condenando a las goranas y goranos, con lengua propia y antiquísima raigambre herética, a habitar veintinueve aldeas perennemente fronterizas, cuya pertenencia se adjudican, simultáneamente, serbios, albaneses, macedonios, búlgaros y hasta turcos, no obstante los naturales, los torbesh (obligados a vagar y migrar la vida entera con la torbë o morral que los caracteriza al hombro) afirmen cabal y espontáneamente: «somos nashinci», es decir, «somos nuestros».
Pues bien, en el lado albanés existe una aldea, Borje, donde el sol nace dos veces cada día y la luna se pone dos veces cada noche, donde se sabe que tres muchachas bailaron desnudas con la luna, existen plantas y flores prodigiosas, pájaros que gorjean por los confines del mundo convocando a los lugareños a sus deslumbrantes fiestas de San Jorge, días en que se abre el cielo para que los vecinos pidan deseos, estrellas que les caen a las buenas mujeres en el regazo, melodías que hienden rocas, torrentes sordos y torrentes que hablan, artesanos en tratos con el diablo, madres en el infierno, cabezas cortadas y palabras que matan, maldiciones seculares y una anciana maga de trescientos años que retiene la crónica y memoria de todos los tiempos.
Y es que, como era de esperar, los goranos, minoría balcánica históricamente avasallada, jamás dejarán de mostrar su firme resistencia vital, espiritual y cultural… Pero ¿cómo?, a través del despliegue de su portentosa imaginación, encarnada en baladas y leyendas de transmisión oral, toda vez que el gorançe o nashke, variante arcaica dialectal del eslavo, trufada de términos del turco, albanés, búlgaro y serbocroata, ni se enseña en las escuelas ni se aprende en los libros.
Habría de llegar, pues, un ilustre hijo de Gora, de cuya aldea y tradiciones «siempre quiere acordarse», que prestara, boquiabierto, oído a las narraciones de su infancia y atención extrema a los cuentos de los ancianos, para ofrecer a los lectores albaneses y ahora a nosotros, medio centenar de leyendas goranas, fijadas, al fin, por Namik Dokle, en maravillosos caracteres de imprenta.
Nos sirvió para abrir boca y saber de la atrayente singularidad de Gora la conmovedora y excelente novela Las hijas de la niebla: historia de supervivencia y resistencia de esa misma aldea de Borje (Bukojna) con tonalidad y colorido de balada, pero, en el algo más de medio centenar de fábulas que se agrupan en Las muchachas que bailaron con la luna y otras leyendas de Gora, el registro legendario —en el que mueve como pez en el agua Namik Dokle— va más allá, dejándonos salpicaduras de polvo lunar y estelar; magnificencia, por otra parte, que se encarna en los trajes y abalorios que lucen las muchachas goranas en la fiesta de San Jorge, a tal punto que la Luna, envidiosa, solicitará a Ilina, Jelica y Borjana uno de aquellos trajes antes de ponerse a bailar con ellas. Y entonces, como si la fecunda y universal imaginación de Lorca hubiera estado conectada a los arcanos de Gora, evocamos, de repente, el Romance de la luna, luna: La luna vino a la fragua/ con su polisón de nardos. / El niño la mira, mira. / El niño la está mirando./ En el aire conmovido / mueve la luna sus brazos / y enseña, lúbrica y pura/ sus senos de duro estaño.
Comentario de la traductora sobre la traducción
Si Las hijas de la niebla (Editorial 2Sicilias Reino Editorial, 2022) ya introdujeron a la traductora en el mágico universo gorano, su visita, con el autor, a la aldea de Borje, y su asistencia al día mayor de la fiesta de San Jorge, la familiarizaron aún más con esta sorprendente minoría balcánica, donde, efectivamente, pudo admirar el fecundo efecto que causan en los mozos casaderos las goriflores, pudo beber agua en la prodigiosa fuente de Topillo y sobre todo, sobre todo, contemplar las cumbres por donde el sol nace dos veces cada día y la luna se pone dos veces cada noche y pisar la pradera donde las muchachas bailaron desnudas con la Luna.
De modo que, con el imaginario gorano en la mente y en los ojos, el vertido fluyó sin mayores dificultades, salvo cuando gorançe hace su aparición, si bien en tales casos se apresura el autor a facilitar, tanto a sus lectores albaneses como hispanohablantes, la variante albanesa. Menos mal.
Enlace a ocho leyendas de Gora, incluida Las muchachas que bailaron con la luna.
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