Lunes, 7 de abril de 2025.
Traduire ou predre pied, de Corinna Gepner. La contre allée : 2019, 195 páginas.
Dolors Udina
«La traducción, para mí, es la destrucción lenta y sistemática de lo que creía saber, o de lo que esperaba poder saber. Porque creía en la posibilidad del conocimiento y el deseo de construir algo sólido. Esta creencia se va desmoronando día a día» (p. 135)[1].
Son muchos y diversos los caminos que llevan a alguien a dedicarse a la traducción y a hacer de la profesión el leitmotiv de su vida. A menudo este alguien no se plantea el por qué hasta que por algún motivo indaga en las razones de una dedicación apasionada o porque alguien le formula la pregunta. En el caso de Corinna Gepner, la traducción se revela como el camino que ella tomó para asimilar la historia convulsa de una familia procedente de Alemania por parte de madre y de Polonia por parte de padre, de unos antepasados que llegan a Francia huyendo de la guerra. Para ella, la traducción es un trabajo de intimidad y búsqueda de los ecos de unas guerras que no vivió en primera persona pero que marcaron la historia de sus abuelos, de lengua alemana, y que la llevaron a expresarse en francés, una lengua en la que, a pesar de ser la que le hablaban su madre y su abuela, carecía de raíces. «Fue mi madre quien me puso en las manos textos que amaba para que los tradujera al francés. Evidentemente no lo hacía por necesidad, y la probabilidad de publicación era mínima. Así pues, se trataba de otra cosa» (p. 15).
Sólo con el paso del tiempo se da cuenta de que su dedicación a traducir del alemán es la herencia de una historia familiar compleja y que, probablemente, el deseo oculto de su madre era «que yo tradujera lo que ella no podía decir» (p. 143). El motivo profundo era «la necesidad de hacer oír unas voces que fueron asesinadas prematuramente, aunque fuera a través de otras voces que les son extranjeras» (p. 87).
Gepner no hace un relato de su experiencia de traductora, sino que reúne en distintos apuntes, a modo de notas, reflexiones y mínimos fragmentos de obras traducidas, la esencia de una profesión. No le interesan las teorías, reflexiona sobre el oficio traduciendo, haciéndose preguntas, buscando sus orígenes y descubriendo su historia. En esta indagación comienza la escritura. Prefirió abandonar el papel de crítica de la literatura alemana para plegarse al deseo de acercamiento a las obras. Quería escribir más pegada al texto. «Necesito este texto primero. Sin él, no hay deseo […] El texto representa un principio de realidad que me veo obligada a mirar a la cara. La realidad del otro. Un camino que no he determinado yo misma y que debo tomar prestado» (p. 109).
Corinna Gepner, germanista profesora de la École de Traduction Littéraire CNL-ASFORED, ha traducido, entre otros, a Stefan Zweig, Klaus Mann, Erich Kästner, Michael Ende y Heinrich Steinfest. Ha dirigido durante diez años una emisión de radio dedicada a las literaturas germanófonas y, de 2016 a 2020, fue presidenta de la Asociación de Traductores Literarios de Francia. Además del libro que nos ocupa, publicado en 2019, ha escrito Une forteresse de rouseaux (2023), donde se sigue interrogando sobre les catástrofes de la Historia y el efecto que ejercen sobre nuestras vidas. ¿Es posible una lengua que no sea la del olvido y el recuerdo?, se pregunta.
En el título del libro, Traduire ou perdre pied, se refleja el doble sentido que le da a la traducción. Por un lado, necesita la traducción para no perder pie, para saber de dónde viene y seguir el hilo de su vida, para afianzarse en una posición vital. Por otro lado, la traducción induce a no saber, a dudar continuamente: «Cuanto más traduzco, menos sé. Cuanta más habilidad tengo, más se desliza el suelo debajo de mí, más las palabras, las frases, revelan su doble, su triple fondo, y mucho más. No dejo de componer con vértigo. El texto, fundamentalmente, se me escapa, y para trabajar tengo que hacer como si supiera, sólo como si supiera» (p. 27). Es mucho lo que puede perderse en la traducción, pero son inmensos los horizontes que abre un texto. «No perder el hilo. Perder pie. Perder el ánimo. Perder la fe. Perder la confianza, las ilusiones, el gusto de vivir. La traducción, arte de la pérdida. Perder los prejuicios, perder la inocencia. Aprender a nadar en aguas turbias» (p. 149). «Perder pie, en efecto, pero ¿se puede aprender a nadar si se quiere tener constantemente los pies en el suelo?» (p. 169).
Muchas de las reflexiones que plantean estos textos fragmentarios nos remiten a nuestra propia experiencia traductora y expresan con precisión la encrucijada donde se encuentran el texto ajeno con la realidad propia. Es entrañable el paralelismo que hace entre la traducción y los cuentos que en otros tiempos se contaban al calor del fuego. «Cuando se traduce un texto, por primera vez o como retraducción, hay un efecto de repetición —que nunca es idéntica— que creo que se encuentra en el corazón mismo de la transmisión del material humano de generación en generación. Aquello que en otros tiempos se contaba» (p. 22).
En 2022, la editorial argentina EME publicó Traducir o perder pie, en traducción de Elina Kohen. No he conseguido encontrar un ejemplar en ninguna librería de Barcelona, pero sí algunos fragmentos citados en distintos artículos que sin duda dan voz al sentir de todos los traductores: «Sería sin duda falso creer que la obra se escribe una sola vez. En traducción, la obra se reescribe, de otro modo, y cada traducción es una nueva reescritura, que no puede ignorar las anteriores. La obra primera no es más que la aparición tangible de un comienzo de escritura» (p. 25).
Notas:
[1] Las páginas corresponden a la edición francesa de Traduire ou perdre pied, publicado por Éditions La Contre-Allée, 2019.
Dolors Udina es traductora literaria y profesora asociada de traducción de la Facultad de Traducción e Interpretación de la UAB desde 1998. Ha traducido al catalán obras de novelistas como Jean Rhys, Virginia Woolf, Alice Munro, J. M. Coetzee, Toni Morrison, Raymond Carver, Nadine Gordimer, R. R. Tolkien y Jane Austen; ensayistas como Aldous Huxley, Isaiah Berlin, E. H. Gombrich, E. M. Forster y Carl Sagan; y poetas como Elizabeth Barrett Browning y Robert Creeley. En 2009 recibió el Premio Esther Benítez de Traducción por Home lent, de J. M. Coetzee, y en 2014 el Premio Crítica Serra d’Or por la traducción de La senyora Dalloway de Virginia Woolf. Ha publicado artículos sobre literatura y traducción en La Vanguardia, El País, Diario de Mallorca, Transversal, Vasos Comunicantes, Quaderns de Traducció y Reduccions. En 2017 recibió el Premi Ciutat de Barcelona de Traducció en Llengua Catalana por la traducción de The Devils of Loudun, de Aldous Huxley (Adesiara) y en 2018, la Cruz de Sant Jordi de la Generalitat. En 2019 fue galardonada con el Premio Nacional a la Obra de un Traductor que concede el Ministerio de Cultura y Deporte por su trayectoria como traductora de lengua inglesa al catalán y castellano.