Lecturas veraniegas 2024, II

 Viernes, 9 de agosto de 2024. 

Esta conversación que llamamos «Centón» se desarrolló durante el mes de julio de 2024 en la lista de distribución de ACE Traductores.

Está claro que una de las cosas que más nos gustan es hablar de libros: leídos, por leer, sin leer… El verano parece una época propicia para leer y disfrutar de la lectura, es como si el ritmo de la vida se hiciera más lento y el calor nos empujara a esas siestas en las que los libros son la mejor compañía. ¿Qué leen sus traductoras y traductores favoritos este verano? ¿Cuáles son los avatares de la pila de libros infinita de cada cual?

Esperamos que este centón ayude a multiplicar también la de los lectores.

(Viene de la primera parte)

Cundoki (que es un Tsundoku en esperanto)

Ana Compañy Martínez: A lo largo del año suelo ser fiel a mi pila de pendientes, pero en verano aprovecho para ir a la biblioteca y llevarme algo que me llame la atención a la primera, que me entre por los ojos, preferiblemente si es algo que no conocía o que no había pensado leer. Ahora mismo estoy con El hijo predilecto, de Yuko Tsushima. Vi a Tana Oshima como traductora en la portada y supe que iba a ser una buena lectura. Es finito y se lee rápido, aunque no utilizaría la palabra ligero.

Mi siguiente lectura será (a no ser que algo me distraiga cuando vaya a la biblioteca a devolver El hijo predilecto…) Thirty-Two Words for Field: Lost Words of the Irish Landscape de Manchan Magan, sobre la relación de una lengua con el modo de vida de las personas que la hablan y el lugar en el que viven y lo que se pierde cuando cambian ese modo de vida y ese lugar. ¡Así quito este de la pila, que la pobre va a crecer con los libros que me he apuntado de vuestras lecturas veraniegas!

 

Celia Filipetto: Estoy leyendo Primera persona del plural / El talón vulnerable de Ana Blandiana, trad. de Viorica Patea y Natalia Carbajosa, Visor Libros.

Os recomiendo mucho El niño de piedra, una neurosis femenina, de Laudomia Bonanni, trad. David Paradela, Caleidoscopio de libros. Desconocía a esta autora italiana que en esta novela radiografía el mundo interior de una mujer, la maternidad y el poder terapéutico de la escritura.

El siguiente de la lista es Un puñado de flechas de la autora argentina María Gainza. Sus otras dos novelas El nervio óptico (a través de la descripción de cuadros y de la vida de los pintores Gainza arma un texto deslumbrante) Luz negra (novela sobre falsificadores de arte) me gustaron mucho.

 

Mateo Pierre Avit Ferrero: Ahí van tres lecturas recientes que me han gustado especialmente, dos de colegas que también escriben y una traducción:

– Un tocho: El anarquista que se llamaba como yo (Acantilado), de Pablo Martín Sánchez (único miembro español del Oulipo), que abre su trilogía del yo (toda ella recomendable). Es una novela histórica/de aven

turas contada en dos tiempos que recoge la macro- y microhistoria del primer cuarto del siglo XX: lo devoré.

– Uno sobre viajes: Planeta solitario (Mr. Griffin), de Ana Flecha Marco. Ideal para llevarse de vacaciones: es lúcido, divertido y leve (en el buen sentido, claro); está lleno de reflexiones, anécdotas y recomendaciones; está compuesto por capítulos cortos e independientes, así que se puede leer en ratitos sueltos.

– Año Kafka: me pareció extraordinario, por todo lo que apunta de forma tan sucinta, El otro proceso. Las cartas de Kafka a Felice del nobel Elias Canetti (hay varias traducciones, he leído la de Carlos Fortea para Nórdica).

 

Elías Ortigosa Román: Mi lista de lecturas pendientes es un pozo sin fin… Voy picoteando de aquí allá, ese vicio me ha quedado de mi época de librero.

Estos son los libros que estoy leyendo ahora según el estado de ánimo con el que me despierte:

– Confesiones de una máscara, de Yukio Mishima, traducido por Rumi Sato y Carlos Rubio para Alianza.

– Hace tiempo que vengo al taller y no sé a lo que vengo, de Jorge de Cascante, en Blackie Books.

– La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Alexievich, traducido por Yulia DobrovolskaiaZahara García González para Debate.

Estos son, de momento, los que me dejé a medias hace semanas (o meses) y pretendo leer y llenar de arena en la playa:

– Caderno de Memórias Coloniais, de Isabela Figueiredo, en Caminho.

– GB84, de David Peace, traducido por Ignacio Gómez Calvo para Hoja de Lata.

Por último, y ya me callo, la lectura fresquita que he disfrutado hace poco y que recomiendo encarecidamente es Aún nos queda el teléfono, de Erica Van Horn, con traducción de Ana Flecha para Alpha Decay.

Daniel Najmías:  Elías, como dijo el gran Jorge Luis Borges, «Sobre esa mesa queda un libro que ya no leeré».

 

Elías Ortigosa Román: Si los libros regalados hablaran…

 

Mercedes Gómez Báez: Soy una gran devoradora de libros, pero acabo de terminar mis dos másteres en traducción y traduciendo literatura juvenil e infantil, he vuelto a leer este género. Me encanta traducirlos.

En estos momentos no leo libros traducidos porque me gusta leerlos en los cuatro idiomas que hablo, pero he leído Quiero ser escritora, de Paola Zannoner, traducido por mi maestra de máster Carmen Mata Pastor

He terminado D de Dani, de José Carlos Andrés. Éric de Care Santos, a la que conozco personalmente y tengo en proyecto con ella algunos capítulos de La tercera máscara a italiano.

De Care Santos y Ángeles Escudero voy a leer Tengo tanto que contarte.

Acabo de terminar también Seta de Alessandro Baricco y he empezado Tutta la vita che resta de Roberta Recchia.

 

Jorge Ollero Castela: Al verano llego, como de costumbre, con un montón de lecturas en curso:

– Ahora estoy enganchado al más veraniego de todos, Leche caliente, con traducción de Cecilia Cerani, de Deborah Levy.

– A poquitos sigo avanzando en el ensayo Hipocondría moral, de Natalia Carrillo y Pau Luque.

– En poesía, me ha dado por releer una edición en inglés de poemas de Leonard Cohen.

– También he retomado mi lectura preferida de este invierno: Las edades brillantes, un ensayo de Mathew Gabriele y David M. Perry que desmonta los mitos de la Edad Media.

– Me siguen esperando, para reanudar la marcha antes de septiembre, Paisaje nacional, de Millanes Rivas, y Todo rojo por dentro, de nuestra compañera Eva Gallud.

Bonus: para cualquier periodo vacacional (sobre todo en primavera o verano), os recomiendo Un abril encantado, de Elizabeth von Arnim, una novela ligera pero no superficial que he leído gracias a la compañera María Valdunciel y de la que existen dos traducciones, una de Beatriz García de los Ríos y otra de José Luis Piquero.

 

Arturo Peral: Yo me he terminado hace poco una novela muy veraniega: The Offing, de Benjamin Myers. Lo he leído (y disfrutado) en inglés, pero sé que hay traducción española de Victoria Alonso (Mar abierto).

Últimamente me ha dado por leer sobre pensamiento oriental y ahora tengo entre manos el Tao Te Ching. En realidad, estoy comparando una versión alemana que me encontré por la calle, de Ernst Schwarz, con la versión inglesa de James Legge. Mientras lo hago, imagino que traducir del chino ha de ser un proceso absolutamente misterioso.

Y en la lista de espera tengo la Introduction aux Pensées de Marc Aurèle, de Pierre Hadot.

Me doy cuenta ahora de que mis lecturas son mucho menos animadas que las vuestras.

 

Ángela Blum: Para mí el verano está hecho de tochos y este año quería leer de una buena vez Los episodios nacionales. Pero los libros tienen vida propia, se llaman unos a otros y es inútil resistirse. Ahora estoy con El país donde florece el limonero de Helena Attlee, en traducción de María Belmonte, que es una preciosidad de libro al que llegué por obra y gracia de Camilleri, Montalbano y sus traductores María Antonia Menini, Teresa Clavel y Carlos Mayor.

Puede que el siguiente ya sí que sea Galdós, o quizás cuele antes la traducción de Esther Benítez de Si una noche de invierno un viajero. También cabe la posibilidad de que mande todas las listas de pendientes a la porra y me acerque a la librería a comprar el que me acaba de recomendar una compañera: Corazones perdidos de Celeste Ng, traducido por Laura Vidal. A saber.

De lo último que he leído de divulgación, me ha gustado especialmente El cerebro del artista de Mara Dierssen. En el apartado de narrativa breve, para desengrasar entre tocho y tocho, sugeriría Trece cuentos de Luisa Carnés, las Dos novelitas nórdicas de Ana FlechaLos surcos del azar de Paco Roca.

 

Isabel Vaquero: La verdad es que tengo muchas tareas pendientes y leo sobre todo para documentarme. No obstante, me gustaría recomendar varias traducciones de mi estantería que ahora mismo tienen marcapáginas:

  • Dos amigos, de Iván Turguénev, en traducción de Marta Sánchez-Nieves (2019) para Ediciones Invisibles.
  • L’Orco, de Georges Sand, en traducción de Juan Arranz (2023) para Nórdica libros.
  • La muerte en Venecia, de Thomas Mann, en traducción de Itziar Hernández Rodilla (2023) para Navona.
  • Los eduardianos,de Vita Sackville-West, en traducción de Mª Luisa Balseiro (2018) para Tusquets.
  • Troy Chimneys, de Margaret Kennedy, en traducción de Catalina Martínez Muñoz (2024) para Alba.

Y me encantaría leer estos dos libros más adelante:

 

Teresa Muñoz Sebastián: Con algo de pudor todavía, os envío mis propuestas para el verano:

Uno  de los hallazgos de este curso ha sido El cuarteto de Buru (Tierra humana, Hijo de todos los pueblos, Hacia el mañana, La casa de cristal) del escritor indonesio Pramoedya Ananta Toer. Hay dos ediciones, una en Txalaparta (no he logrado averiguar quien la tradujo) y otra en Destino (con traducción de Gloria Méndez), que es la que me trasladó a ese mundo desconocido.

Recientemente disfruté mucho con Vita immaginaria de Natalia Ginzburg (existe una traducción reciente de Ana Ciurans Ferrándiz en Lumen), me estremecí con Neighbours, de Lília Momplé (Libros de las Malas Compañías, con traducción de Alejandro de los Santos) y quise volar a Creta de inmediato y aprender a traducir mucho mejor (dos sueños por cumplir) tras leer El tiempo de la mariposa, de Selma Ancira (Gris Tormenta).

Ahora mismo estoy releyendo con emoción y por partida doble: Held, de Anne Michaels, y Claros del bosque, de María Zambrano.

Y espero regresar a Los Buddenbrook a lo largo del verano, después de que Isabel García Adánez, en su preciosa charla de finales de junio en el Goethe Institut de Madrid, me convenciera de que tal vez no sea tan peligroso releer por primera vez en décadas ese texto-hogar de mi adolescencia.

Más no sé, lo iré descubriendo con los días.

 

Tatiana Calvé Blanco: Yo ayer mismo me empecé The Dispossessed de Ursula K. Leguin, al que le tenía muchas ganas. Me lo estoy leyendo en inglés, pero veo que está traducido al español por Matilde Horne.

Antes de este me leí Birnam Wood de Eleanor Catton, un eco-thriller superentretenido que no deja títere sin cabeza. Este creo que aún no se ha publicado en español.

En el tintero tengo  Nuestra parte de noche de Mariana EnriquezTrust de Hernán Díaz, traducido al español como Fortunapor Javier Calvo.

 

Enrique Alda: En este momento estoy leyendo Algunos de los nuestros, Un siglo y más de poesía nórdica, traducido por Francisco J. Uriz y, por motivos laborales, las 746 páginas de Élisée Reclus, l’homme qui amait la Terre.

 

Javier Roma: Las novelas son para el verano, no como las bicicletas, que claramente son para el invierno: con la calufa veraniega, pedalear es toda una temeridad. Así que estoy con dos novelas, una que es un tocho y la otra que me cabe en el bolso: Los amigos de Bernhard, de Annemarie Schwarzenbach (editado por Athenaica y traducido por Juan Cuartero) y 1969, de Eduard Márquez (editado por Navona).

 

Daniel Najmías: Después de leer fascinado Calle Este-Oeste, de Philippe Sands (¿historia?, ¿periodismo-ficción?, ¿thriller?), empiezo del mismo autor Ruta de Escape.

(Ambos en traducción de Francisco J. Ramos Mena, para Anagrama).

Sospecho que tendré hasta finales de agosto; es libro gordo. Y para después tengo en la cola La zona de interés y Tren nocturno, del gran Martin Amis, ambos en traducción de Jesús Zulaika.

 

Celia Filipetto: La poesía no tiene estaciones.

Añado estas dos lecturas. La primera en curso, la segunda en relectura. Os recomiendo ambas.

Circuito cerrado de vigilancia, de Mayte Gómez Molina, editorial cielo santo. La autora fue galardonada en 2023 con el Premio Nacional de Poesía Joven ‘Miguel Hernández’. Una maravilla.

Los trabajos sin Hércules, de editorial Hiperión, es la obra por la que fue premiada.

 

Isabel Hurtado de Mendoza: Me encanta este hilo-centón. He apuntado varias ideas y el primero que va a caer es Seta, que Baricco siempre me chifla. Gracias, Mercedes.

Como Gudrun, este verano voy a leer sí o sí Hamnet, que lo tengo pendiente desde hace tiempo y seguro que Concha deja buen sabor de boca 😉

Y yo os dejo una lectura fácil para el verano, que no paro de recomendar. Creo que a Irene le gustará. Por pura casualidad, hace poco cayó en mis manos un libro ligero en todos los sentidos, pero que te hace reflexionar (un poquito) sobre la vida (de las mujeres) y te levanta mucho el ánimo: No me gusta mi cuello (Libros del Asteroide)de Nora Ephron. Lo tradujo Catalina Martínez Muñoz (¿La tenemos por aquí?). Es original y parece sencillo, pero creo que esconde un trabajo de escritura muy cuidado y plasma muy bien cómo la autora le echa un gran sentido del humor a los pequeños dramitas, las absurdidades de la vida y las grandes dificultades. No me acuerdo de nada tiene varios artículos demasiado centrados es EE. UU., pero también otros muy buenos, así que Ephron volverá a estar en la mesilla en el futuro.

 

Concha Cardeñoso: A ver, este pueblo no ha dicho nada todavía.

Dice: este verano toca Joan Margarit, Animal de bosc, Carmen Laforet, Nada y, por supuesto, la que estoy traduciendo de Maggie O’Farrell, Instructions for a Heatwave (aunque ya está traducida al castellano por Sonia Tapia, Instrucciones para una ola de calor, Salamandra, 2013, si no yerro). Me parece que no estoy muy de acuerdo con el título en castellano, pero ya veremos…

 

María Enguix:  Yo estoy en Francia y hace poco empecé Nourri par le sang del escritor iraní Mehdi Yazdani Khorram, en traducción francesa de Nahal Tajadod. Me lo regaló una amiga iraní que es amiga del autor. No he comprobado si está traducida a alguna de nuestras lenguas, pero la recomiendo muchísimo, es una lectura fascinante que narra el destino de cinco hermanos en los años ochenta, cuando la guerra entre Irán e Irak. Se publicó en 2018. La traducción francesa es de este año.

 

Elia Maqueda: Estoy ahora mismo con dos libros de relatos de terror (atávico y post-punk-andino uno, más terrenal el otro): La Santita, de mi querida y admirada Mafe Moscoso (Consonni) y Los reyes muertos, de mi paisano Rui Díaz (Aristas Martínez). Tengo también a medias el poemario Fuego la sed de María Sánchez (La Bella Varsovia) y un par más esperando en la casilla de salida: Planeta solitario de la amiga, colega y vecina Ana Flecha (Mrs. Griffin) y No todo el mundo, de Marta Jiménez Serrano (Sexto Piso). Antes de venirme al sur me terminé El celo de Sabina Urraca, Polilla de Alba Muñoz (ambos en Alfaguara) y La mala costumbre de Alana S. Portero (Seix Barral), que me gustaron mucho, sobre todo El celo.

La verdad es que en verano me gusta leer libros escritos en español, supongo que porque me da como más sensación de vacaciones (falsa sensación, vaya, jajajaja, porque me estoy leyendo un libro en inglés y otro en francés; los que estoy traduciendo). Y seguro que algo más cae, que los días y las noches dan mucho de sí en esta época, pero será ya sorpresa, que también está muy bien.

María Méndez: Hace poco he descubierto (tarde, demasiado tarde) a Elena Garro, su primera novela, Recuerdos del porvenir, escrita antes de Cien años de Soledad de García Márquez, con un lenguaje muy bonito. ¡Me ha entusiasmado! He pedido en la Biblioteca de barrio sus Cuentos completos y algo de poesía y seguiré con su teatro. ¡Cómo he podido estar tanto tiempo sin saber de ella! Si hay algún rezagado como yo, no dejéis de disfrutarla.

Buen verano, compañeros.

1 Comentario

  1. Daniel Najmías

    Excelente Centón Veraniego.