Viernes, 5 de julio de 2024.
Como avanza el título de este artículo, que también da nombre a una canción de Taylor Swift, hoy voy a escribir sobre algunos cambios de nuestra profesión en los últimos años. Las preguntas que aquí me planteo (y que espero que mis lectores también os hagáis) surgen de un par de congresos a los que he asistido en el último mes.
El 29 de mayo se celebró en Madrid la tercera edición del Congreso Escribir para Niños y Jóvenes bajo el título «Nuevos escenarios, oportunidades y amenazas. La inteligencia artificial». Esta edición estuvo organizada por la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE), en colaboración con el Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO), el Instituto Cervantes, la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil y la editorial Cátedra.
La jornada tuvo un comienzo dificultoso debido a la paralización de la ciudad por motivo del huracán provocado por la nueva reina del pop. Taylor Swift había llegado a la capital y, como era de esperar, la ciudad estaba revolucionada. Imagino que esta creadora que mueve masas no estará especialmente preocupada por el rápido avance de la inteligencia artificial (IA), como tampoco me pareció que lo estuvieran los ponentes que participaron en este congreso.
Dados los tiempos que corren, no es de extrañar que los ejes temáticos de esta edición fueran el impacto de la IA en la literatura infantil y juvenil (LIJ), la legislación y los derechos de autor en el contexto actual, las nuevas tendencias de la LIJ, la crítica especializada en esta literatura y su promoción en Hispanoamérica. Originalmente, tengo que admitir que el programa no me atraía demasiado: ¿de verdad íbamos a hablar de las máquinas en una esfera esencialmente creativa, emocional, humana? Pero, como traductora de LIJ, me pareció que podría sacar algunas ideas en claro o, al menos, conocer de primera mano la opinión de otras partes del sector respecto al futuro que nos espera. O, como me gusta creer, el futuro que nos vamos a forjar.
Según Manuel Rico, presidente de ACE, este era un congreso esencial. Para su asociación, que desde 2019 tiene un grupo de trabajo para elevar la LIJ a la categoría de literatura con mayúsculas, es fundamental hablar de los efectos y consecuencias de la IA en el ecosistema literario en un momento en el que la creación artística se ve amenazada. Rico destacó la apuesta de ACE por la LIJ, que se hace realidad en el Premio A de Literatura Infantil y en la presencia de la asociación en la Feria del Libro de Madrid con un estand y una mesa redonda dedicados específicamente a la LIJ.
Ernesto Pérez Zúñiga, en representación del Instituto Cervantes, relató en su curiosa intervención que había puesto a prueba a chatGPT-3; pidió al software que le contara un cuento en tono infantil imaginándose que él tenía 5 años, luego 10 y así hasta su edad actual: 52 años. El resultado fue una elaboración de tópicos que se adaptaban en función de la edad, incluso usando un estilo más elaborado si se le daban las instrucciones correctas. La máquina creaba, pero la experiencia de lectura era muy pobre. De todas formas, esta prueba le sirvió al orador para observar el espejismo de calidad que puede producir la IA para quien no tiene una gran competencia lectora. Traductores, ¿cómo podríamos alertar de esa falta de calidad al público lector, que hoy en día está obnubilado por las promesas de esta tecnología?
Pérez Zúñiga reflexionó sobre los cuentos populares que le leían su abuela y su madre y fueron los que más adelante le llevaron a leer. En comparación con esos recuerdos entrañables, la concatenación de tópicos que produce la IA no tiene nada que ver con lo que hace el ser humano gracias a la creatividad colectiva que representa la escritura en muchos idiomas y dirigida a públicos muy diversos. Ahora estamos en un momento de transición y podemos encauzar, legislar y orientar la situación para que el futuro en el que un avatar les lea cuentos a nuestros hijos no se convierta en algo cotidiano y en un poderoso negocio. ¿Qué pasará con los autores, las editoriales, los traductores y el resto del mundo del libro? En este punto, es importante tomar conciencia de los peligros, tomar acciones y legislar el sector.
A continuación, María José Gálvez, representante de la Dirección General del Libro, del Cómic y de la Lectura, recordó que en 2025 se celebrará el centenario del nacimiento de Ana María Matute, quien, al recoger el Premio Cervantes, mencionó que la primera vez que escuchó la frase «Érase una vez» le cambió la vida. Ese es un buen resumen de la importancia de la LIJ, que ya no es la hermana menor de la literatura por dos motivos: los editores se han dado cuenta de su potencial de ventas y las asociaciones trabajan para que tenga más visibilidad.
Gálvez defendió que, frente a las amenazas de la merma de la libertad de expresión y la IA, debemos poner la mirada en la creación. Taylor Swift habla en sus canciones de Peter Pan, Romeo y Julieta, etc. y, según la oradora, debemos utilizar sin prejuicios las letras de sus canciones y cualquier medio a nuestro alcance para atraer a los niños y adolescentes a la lectura y desarrollar en ellos el pensamiento crítico y emancipado. Como traductores, ¿podríamos usar las redes para animar al público joven a leer nuestras traducciones? ¿Quizá crear clubes de lectura de LIJ?
La siguiente sesión comenzó con la participación de Juan Antonio Garde, presidente de ALGOVERIT, una asociación civil que busca promover la comprensión de la IA y sus usos éticos y democráticos. Garde recordó una anécdota interesante: que la hija de lord Byron, Ada Lovelace, se preguntaba ya si las máquinas podrían llegar a ser creativas. Hoy la IA es un elemento intrínseco a nuestra sociedad, que puede ser lo mejor y lo peor que le haya ocurrido a la humanidad. Garde introdujo la cuestión de la ética y, basándose en citas de Octavio Paz, destacó que lo primordial debe ser que el centro de gravedad sean la cultura y el avance como civilización, no el negocio económico. Estamos en pleno cambio civilizatorio y la ciudadanía debe tomar partido. ¿Cómo podríamos los traductores adoptar un papel activo, defender los usos éticos de la IA y explicar al público la cuestión de los derechos de autor? ¿Podría ACE Traductores seguir trabajando para concienciar a la sociedad sobre estas cuestiones?
Ignacio González, experto en IA, se remontó a 1956, fecha en que surgió la inteligencia artificial, que hoy en día es ya una ciencia, para explicar cómo funciona. Después pasó a enumerar los instrumentos de la razón del ser humano y afirmó que, si bien la deducción y la inducción puede llegar a usarlas una máquina, la abducción (inferir la mejor explicación posible para un conjunto dado de hechos observados) y el razonamiento causal (la predicción basada en la asociación de causas y efectos) se escapan de su capacidad. La IA puede, por ejemplo, escribir prosa bastante bien si la dirigimos correctamente, pero carece de imaginación, con lo que no puede escribir una buena novela negra en la que un detective imagine escenarios para explicar una realidad sucedida. En cuanto a la traducción de LIJ, yo creo que requiere una comprensión profunda de referencias culturales, sensibilidad cultural y creatividad para recrear el original y una labor de transmisión de emociones humanas, elementos de los que carecen las máquinas.
Jorge Corrales, director general de CEDRO ―asociación que es un instrumento en el que podemos apoyarnos los autores en la batalla contra la piratería y la defensa de nuestros derechos―, defendió que las soluciones han de venir de una sociedad civil que entienda los valores y los riesgos de la IA. El pensamiento crítico lo seguirán aportando solo las personas, pero es importante que las instituciones no solo regulen sino que también apoyen nuestro trabajo de apostar por una LIJ creada por el ser humano. En su opinión, la cultura, la propiedad intelectual y los derechos de los autores son la ventaja que tiene España en una carrera que actualmente dominan Estados Unidos y China. En este contexto, debemos defender tres principios: la autorización (que se tenga que pedir el permiso del autor para usar su creación), la remuneración (que se proteja la creación intelectual y esta sea justamente remunerada) y la trazabilidad (que el uso de obras protegidas para entrenar las nuevas tecnologías sea transparente).
Durante la discusión que siguió a estas intervenciones se mencionó la importancia de que el mal uso de la IA no se normalice en la sociedad. Manuel Rico denunció el acto de piratería masivo que se está cometiendo en la actualidad y que, en su opinión, debe combatirse con legislación y penarse de igual manera en el mundo digital que en el físico: robar es robar. Como traductores, podemos defender el uso de la traducción humana, denunciar aquellos casos en que nuestras traducciones se usen para alimentar las máquinas, pedir a los lectores que se quejen por la mala calidad de los productos de la IA. Debemos luchar para que nuestro oficio milenario no desaparezca.
Fanuel Hanán Díaz, editor, escritor y especialista en LIJ, describió cómo los libros infantiles se crean para generar experiencias en los más pequeños. Escribir para niños requiere tener contacto con ellos y transitar su cultura, algo que los traductores deberíamos hacer en cada trabajo, ya que despertar la pasión del lector y conmoverlo es nuestra baza frente a las traducciones automáticas.
Según el ponente, la industria editorial está saturada de libros por encargo que responden a una demanda del mercado, pero no producen el mismo fervor que esos otros libros que llegan incluso a atravesar generaciones: los que exploran zonas comunes a todos los seres humanos y van más allá de las modas del mercado. Hay herramientas para escribir, sí, pero el mundo editorial no debería buscar caminos fáciles con respuestas estereotipadas o autocomplacientes, sino historias honestas, que al autor le salgan del alma, para poder cautivar a los lectores de menor edad.
A continuación, se celebró una mesa redonda de experiencias de promoción en Hispanoamérica, con Hanán Díaz y el escritor español Manuel Carbajo, cuyas obras han tenido un fuerte impacto entre el público español y latinoamericano. Carbajo habló de la gran ayuda que han sido para él las redes sociales, que le han dado acceso a sus lectores, libreros y bookfluencers. También describió la gira de promoción que hizo por Latinoamérica para promocionar sus libros, en los que intenta usar un «español neutro» (aunque su perdición sean los diálogos) para evitar una excesiva edición. Hanán Díaz completó esa perspectiva mencionando algunas idiosincrasias del mercado hispanoamericano, como el plurilingüismo, la población indígena, la oralidad, las grandes distancias y los contrastes, que traen retos, pero también oportunidades. ¿También para nosotros, traductores? Quizá sí, si nos planteamos vender nuestros servicios más allá de nuestras fronteras o sumergirnos en el mundo del audiolibro, que tan popular es en las Américas.
La última sesión preguntaba si existía una crítica especializada en LIJ. Paco Abril, autor, editor de la revista Lazarillo de difusión y fomento de la LIJ y Premio Nacional a la Mejor Labor Crítica de Literatura Infantil, señaló que «la crítica tiene muy mala crítica» por su connotación dañina, pero posee una dimensión positiva, constructiva. Criticar es, sobre todo, analizar, estimar, considerar. En este contexto, como traductores, ¿cómo podríamos contribuir a una crítica literaria que no solo valore la obra original, sino también la calidad de la traducción? ¿Podría una crítica bien fundamentada ayudar a elevar el reconocimiento de nuestro trabajo?
Gabriela Portillo, redactora de El Templo de las Mil Puertas, revista en línea de literatura juvenil, habló de la evolución de la crítica en este sector. Originalmente, era una crítica muy tradicional, impulsada por los jóvenes y centrada en los autores o en una única obra. Más tarde surgió la crítica en revistas como la suya o Babar, pero la verdadera revolución llegó con las redes sociales: desapareció el sistema jerárquico de las webs y los foros del pasado y nacieron los blogs de lectores con reseñas. Luego llegaron el vídeo y los booktubers, lectores entre 14 y 25 años. Los jóvenes, creativos y dinámicos, se identificaban ahora con los críticos y democratizaban su labor. La crítica en España, según Portillo, es ahora plural y multigeneracional y, de cara al futuro, lo interesante sería que todas las partes implicadas se comunicaran y se nutrieran entre sí. Traductores de LIJ, ¿cómo podríamos reclamar el trozo de ese pastel que nos corresponde? ¡Leamos, traduzcamos, reseñemos y recomendemos LIJ traducida!
Para inspiraros y contagiaros de la positividad y el entusiasmo que percibí en el congreso de LIJ, más centrado en las oportunidades que en las amenazas, os recomiendo que veáis las ponencias, disponibles en https://www.youtube.com/live/MLCmT_MEz9g, y que estéis al tanto de su publicación. Las del congreso anterior, celebrado en 2020, pueden consultarse en Leer al escritor de literatura infantil y juvenil, una coedición de Cátedra y ACE.
Solo unos días después de este congreso, asistí a otro del Institute of Translation and Interpreting (4 y 5 de junio, Edimburgo). El tema principal que se exploraba era también el futuro de nuestra profesión y cómo adaptarnos para garantizar la supervivencia del sector. La mayoría de las ponencias demostraban que las máquinas no podrían suplantarnos, pero en los pasillos se oía que eso no era una novedad para los traductores y que la dificultad estaba en hacérselo ver a nuestros clientes. ¿Cómo podríamos educarlos de forma constructiva? ¿Nos quedaremos al fondo del escenario o llevaremos la voz cantante? ¡Os escucho!
Isabel Hurtado de Mendoza Azaola (Bilbao, 1978) estudió Filología Inglesa en la Universidad de Deusto. Durante su año de Erasmus en la Universidad de Mánchester conoció a quien se convertiría en su primer cliente de traducción: un activista de la German Initiative to Ban Landmines. Este encuentro fortuito no solo trajo consigo su primer encargo de traducción, sino que también la impulsó a matricularse en el Máster de Traducción e Interpretación de la Heriot-Watt University (Edimburgo) meses después. Isabel se enamoró de la ciudad apodada «la Atenas del norte» y desarrolló una amplia carrera lingüística, como traductora autónoma y del Ayuntamiento de Edimburgo y como directora de español del centro IALS de la Universidad de Edimburgo. Muchos años después, Isabel es mentora de traductores noveles del Institute of Translation and Interpreting, examinadora de español y traductora de la International Baccalaureate Organization y, cómo no, traductora autónoma de inglés a español. El grueso de sus clientes está compuesto por ONG, organismos internacionales, organizaciones educativas, artísticas y culturales, y editoriales. En 2021 le otorgaron la beca Edwin Morgan Translation Fellowship (Scottish Universities’ International Summer School), centrada en la traducción de literatura británica, en particular la escocesa. En los últimos años se ha centrado en la traducción del inglés al español de literatura infantil y juvenil.