Lunes, 8 de enero de 2024.
«Me gustaría saber qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado —deseó Bastian—. Algo debe de pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una historia entera. […] Para vivirlo, hay que leerlo, eso está claro. Pero está dentro ya antes». Y para leerlo, hay que conocer el idioma en el que está escrito, por lo que le agradezco enormemente a Miguel Sáenz que tradujera al castellano La historia interminable de Michael Ende, para que yo y muchas otras personas, pequeñas y adultas, que (aún) no conocíamos el alemán, pudiéramos tener la llave de una de las mayores puertas a la imaginación que existen.
Cuando preguntan a alguien por su libro preferido, un gran porcentaje de lectores responde un título que originalmente se escribió en una lengua extranjera, pero muy pocos son conscientes de que si no se hubiera traducido a su idioma, jamás podrían haberlo disfrutado. Parecería lógico, entonces, que en los festivales de literatura la traducción de libros tuviera un espacio, una mesa redonda con profesionales que debatieran sobre nuestro trabajo, charlas divulgativas para dar a conocer nuestra profesión, encuentros con los lectores a los que les gustaría ver a esa persona que trasladó a su idioma la obra de un escritor extranjero, tal vez al lado de ese escritor extranjero que nos fascina, a quien quizá no podríamos entender si no hubiera un buen intérprete cerca.
Pero no siempre existe ese espacio en los festivales de literatura. Por eso es de alabar cuando no solamente nos hacen un hueco en su programa, sino que nuestra mesa redonda es uno de los platos fuertes, algo que podemos apreciar en los festivales de literatura fantástica, un género en el que los lectores, cuando les dan la oportunidad, se muestran particularmente interesados en la traducción.
Así pude comprobarlo hace unos años en el Festival Niebla en Salamanca, cuando me subieron al escenario del Teatro Liceo para una charla con Cristina Macía, traductora de Juego de Tronos, y Nieves Azofra, traductora de los primeros libros de la serie Harry Potter, y el público que llenaba el patio de butacas mantuvo una estupenda interacción con nosotras. Algo similar sucedió en la Eurocon, en el CCCB de Barcelona, con la conversación que mantuve con Pilar Ramírez Tello, traductora de Los juegos del hambre, y volvió a repetirse en la reciente Hispacón en Zaragoza, en septiembre de 2023, en el salón de actos de la sede del Grupo San Valero (Universidad de San Jorge).
Por eso es de alabar cuando no solamente nos hacen un hueco en su programa, sino que nuestra mesa redonda es uno de los platos fuertes, algo que podemos apreciar en los festivales de literatura fantástica (…) Algo similar sucedió en la Eurocon, en el CCCB de Barcelona, (…) y volvió a repetirse en la reciente Hispacón en Zaragoza, en septiembre de 2023
Eliminando barreras: la traducción en la literatura de género fue una mesa redonda coordinada y moderada por la traductora Blanca Rodríguez, presidenta de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT), en la que estuvimos como invitados Manu Viciano, traductor de Terry Pratchett y Brandon Sanderson; Rebeca Martínez-Cardeñoso, traductora y editora de la editorial Duermevela; y Noemi Risco Mateo, la que suscribe este artículo.
Se trató de una charla amena y dinámica entre los participantes de la mesa y el público asistente sobre nuestros procesos de trabajo, cómo darle naturalidad a la novela en nuestro idioma, la invisibilidad del traductor en el texto con la consecuente capacidad de adaptación al estilo del escritor, la dificultad de los juegos de palabras, la traducción de referencias culturales, las posibles notas del traductor dependiendo del tipo de libro que traduzcamos, la importancia de los buenos correctores, los plazos…
Pero también se habló de cuestiones más específicas del género, como la traducción de términos y conceptos fantásticos, o la traducción de los nombres propios en realidades inventadas, porque si la palabra inventada tiene una raíz propia del idioma extranjero, debemos transmitirle al lector en castellano esa misma sensación que recibiría el lector en la lengua de partida y, por lo tanto, tendremos que echar mano de nuestra creatividad para intentar acercarnos a lo que hizo el escritor en su idioma y causar el mismo efecto en el nuestro. Como dijo Blanca, «la solución siempre está ahí, solo hay que encontrarla».
Terminamos estando todos de acuerdo en que a los traductores nos encanta hablar de nuestra profesión cuando la moderadora animó al público a que nos siguiera preguntando fuera del salón de actos, ya que se acababa el tiempo del que disponíamos, pero no las preguntas de los allí presentes, y continuamos charlando con todo tipo de personas fuera de la sala, desde compañeros traductores que se habían acercado a oírnos hasta otros profesionales del mundo editorial, ilustradores, escritores, y un montón de lectores. Y como colofón, Manu sorteó dos sacos enormes llenos de traducciones suyas, avanzando la TraduNavidad.
Sin embargo, la importancia de los traductores en el festival no finalizó ahí. Hacía unas semanas se habían puesto en contacto conmigo desde la organización para consultarme si, al estar nominada mi traducción del cómic Lore Olympus a mejor cómic extranjero en los Premios Ignotus (los concedidos por la AEFCFT), en caso de resultar ganador, recogería yo el premio como traductora. Y aunque finalmente ganó Joe Hill, como me temía, pues Locke & Key es una maravilla, para mí de todas formas fue un honor dicho ofrecimiento.
Asimismo, durante el festival tuve la oportunidad de hablar con varias personas con derecho a voto de por qué se había cancelado el Premio Mathilde Horne, el primer premio dedicado a la traducción del género fantástico en España, justo un año después de haberse creado por la AEFCFT y ACE Traductores. No es que fuera un misterio la causa en sí, puesto que se emitió un comunicado donde se explicaba detalladamente que se debía a la escasa participación, pero sí me dieron su opinión de por qué había votado un bajo porcentaje de personas.
Todos coincidían en lo mismo: no se veían capacitados para emitir el voto, no tenían los conocimientos suficientes para valorar si era o no una buena traducción, y debía ser un jurado experto en traducción de lo fantástico quien decidiera quién era el ganador. Porque una cosa era valorar la calidad de una novela extranjera, para lo que ya existía una categoría en los Premios Ignotus, pero otra muy distinta era valorar la calidad de la traducción.
De este modo, concluyo con la siguiente reflexión: si esto es lo que opinan los votantes, ¿ocurrirá lo mismo el año que viene? ¿Deberíamos los traductores del género fantástico hacer campaña del premio entre los lectores y animarlos a que voten, o sería más apropiado que el Premio Mathilde Horne fuera otorgado exclusivamente por profesionales de la traducción?
¿Deberíamos los traductores del género fantástico hacer campaña del premio entre los lectores y animarlos a que voten, o sería más apropiado que el Premio Mathilde Horne fuera otorgado exclusivamente por profesionales de la traducción?
Noemi Risco Mateo (Barcelona, 1978) es traductora editorial desde 2005, de inglés y alemán a español. Licenciada en Traducción e Interpretación, con un posgrado en Traducción Literaria y un máster en Escritura Narrativa, está especializada en géneros fantásticos y LIJ, aunque también traduce narrativa general. Tiene publicadas unas cien traducciones, entre las que destacan autores como Michael Ende, Frances Hardinge o Bram Stoker. Conocida por Dentro del laberinto y El corredor del laberinto, con la reciente traducción La Sociedad Secreta de Brujas Rebeldes se consolida en uno de sus subgéneros preferidos.