Viernes, 24 de noviembre de 2023.
Rocío Gómez de los Riscos ha traducido del inglés la obra de Hannah Pick‑Goslar Mi amiga Anne Frank, Plaza & Janés, septiembre de 2023.
Sinopsis
En su autobiografía, Hannah‑Pick Goslar, amiga de Ana Frank (o Anne hoy en día, al parecer)*, hace un repaso de su vida desde su infancia en Berlín hasta sus últimos días en Israel, pasando por su etapa en Ámsterdam y en varios campos nazis. No deja de ser una historia más, otra, sobre el auge del nazismo y la Segunda Guerra Mundial, pero tiene la particularidad de contar vivencias y anécdotas sobre la celebérrima Ana Frank (diseccionada hasta la saciedad) que complementan el famoso diario. ¿Y a quién no le gusta asomarse de vez en cuando a vidas ajenas?
Comentario de la traductora
Traduzco tan poco que cualquier encargo me hace especial ilusión, pero la traducción de este libro está llena de anécdotas que me esbozan una sonrisa en la cara. Cuando me lo ofrecieron en febrero de 2023 y acepté, decidí rescatar de la estantería el Diario de Ana Frank, que compré en su museo durante mi estancia como Erasmus en Ámsterdam, allá por 2007. ¿Qué mejor momento para leerlo? Así que compaginé la historia de Hannah con la de Ana, que se tocan inevitablemente. Poco antes de la fecha de entrega, otra editorial me encargó una corrección de una traducción sobre… Ana Frank, donde una escritora pasa una noche sola en el museo ya mencionado, el cual yo misma visitaría apenas dos semanas después de la entrega, ya que meses antes de ambos encargos adquirí billetes para volver a la capital holandesa. Y así, una vez allí, después de la visita, de ver a Hannah, la protagonista de mi libro, hablando de Ana en un vídeo cuyo parlamento se plasma en el texto que corregí, cerré el círculo de casualidades haciéndome una foto delante de la fachada para mandársela a la compañera traductora. ¿No es maravilloso?
Anécdotas aparte, para mí lo más complicado de esta traducción ha sido la terminología relacionada con el judaísmo, pero tuve la suerte de contar con la inestimable ayuda de una correctora judía que vive en Israel. Los demás dolores fueron más bien espirituales, porque traducir según qué cosas te revuelve el estómago y la vida.
* He de entontar el mea culpa. Aunque tradicionalmente se haya traducido su nombre, hasta el punto de hacérseme raro no usar «Ana» en el libro, ella se llamaba Anne. Gracias a la compañera que lo ha señalado en los comentarios.
Enlace a las primeras páginas.
La sección de NOVEDADES TRADUCIDAS ofrece a los traductores un espacio donde analizar las dificultades a las que han tenido que enfrentarse al traducir una obra concreta. Animamos a todos los traductores a colaborar: véase la plantilla en este enlace.
Antes de nada, enhorabuena por la publicación, Rocío, pero a lo que voy:¿Por qué dices «Anne, al parecer»? Era ese su nombre en neerlandés. Que en otra época se tradujesen los nombres propios no significa que tengamos que seguir traduciéndolos, dio yo. Por no hablar de que hay multitud de nombres en todas las lenguas del mundo que no tienen equivalente en español. ¿O a ti te gustaría que te llamasen Dew (que no es feo, pero…. :D). Hace un par de años traduje con un colega otro libro sobre Anne Frank y a pesar de la que la editorial había publicado anteriormente El diario de Ana (sic) Frank no nos costó nada convencerlo de que tenía que ser ahora ya Anne.
Y, es cierto, esta clase de libros revuelven mucho el estómago, por eso nunca entenderé lo que está ocurriendo en Israel. Perdón por la chapa. Un abrazo
Perdón por las «ratas» (¡glups!) que se me han colado.
María, no puedo más que darte la razón, además no sin cierto rubor por lo obvio de tu argumento. La respuesta es igual de simple: (supongo que) por el peso de la tradición del diario de marras. No me lo había planteado y me has abierto los ojos: gracias. Por cierto, me has recordado que cuando viví en Estados Unidos había un alumno que, cuando le dije que mi nombre significaba «dew», empezó a llamarme Dewy, porque, claro, allí les costaba mucho pronunciar «Rocío».
Muy bonito cúmulo de casualidades, Rocío. Espero que compensaran el dolor de la traducción. Yo traduje un par de años para unas exposiciones sobre Auschwitz (https://www.musealia.net/es/) y la verdad es que es durísimo.
Gracias, Isabel. ¡Qué buena pinta tienen las exposiciones! Precisamente vi hace poco anunciada la de Berlín en Madrid y me entraron ganas de ir a verla. Supongo que si voy «te» leeré. 😉