Viernes, 14 de noviembre de 2022.
El lenguaje no binario ha formado parte de ciertas esferas sociales desde hace siglos. Prueba de ello son algunas obras literarias —aquellas muestras de cómo ha sido, funcionado, pensado o existido la sociedad a lo largo de nuestra historia— escritas por autores internacionales que ya forman parte de la selecta élite de la literatura universal: en el siglo XIV, Geoffrey Chaucer se sirvió del pronombre sajón they no en tercera persona del plural, sino del singular para describir a personajes en The Canterbury Tales; más adelante, Shakespeare optó por la misma estrategia para evitar las marcas de género en algún que otro personaje de Hamlet; incluso Jane Austin, en el siglo XIX, recurrió a tales pronombres en Pride and Prejudice.
En el panorama actual español, no obstante, la influencia de un sistema lingüístico prescriptivo fundado, entre otras características, en la distinción binarista de lo masculino y lo femenino a través del género morfológico o gramatical ha dificultado una evolución similar en nuestra lengua hasta hace unas pocas décadas. En este sentido, y recordando los pilares de las teorías surgidas del giro cultural de las que se sirvió la Teoría Queer, por la que se pasa a considerar el discurso como elemento fundamental no solo para representar realidades, sino también para crearlas, el discurso español de la disidencia se ha servido de estrategias y herramientas para de(con)struir el lenguaje y reconstruirlo desde unos cimientos que le permita representar a las identidades de género que habitan fuera del sistema binarista.
Sin embargo, ¿en qué consiste exactamente el lenguaje no binario?, ¿de qué herramientas disponemos en español para representar a estas disidencias del género?, ¿en qué puede afectar a la traducción del género narrativo? En las próximas líneas trataremos de dar respuesta, sin pretensiones de sentar cátedra o presentar aquí una reflexión prescriptiva, a todas estas cuestiones, así como a los retos que puede plantear a nivel lingüístico, pragmático y textual la traducción con una perspectiva del género no binaria.
¿Qué es el lenguaje no binario?
El lenguaje no binario (LNB en adelante), tal y como se puede extraer de los párrafos previos, es la estrategia discursiva por medio de la cual se representan aquellas identidades de género que se ubican en la periferia del espectro binario del género (hombre/mujer) o entre ambos géneros. Tal disidencia responde a un rechazo al sistema de categorización del género basado en el determinismo biológico del que derivan los roles de género y los estereotipos estéticos, actitudinales, aptitudinales y discursivos asociados a cada uno.
Sin embargo, como se viene advirtiendo desde los pensamientos feministas y queer e incluso desde los primeros enfoques feministas de la traducción (Susanne de Lobtinière-Harwood, Luise von Flotow, Gayatri Spivak y demás pensadoras de la Escuela Canadiense), los muros prescriptivos y normativos de las lenguas construidas por y para las identidades normativas, es decir, por y para el hombre, imposibilita una representación lingüística, discursiva y, en última instancia, social de quienes habitan en los márgenes identitarios del género.
En consecuencia, quienes se identifican con identidades de género ajenas al binarismo se sirven de la maleabilidad del lenguaje, de la lengua y del discurso para modificar o de(con)struir la lengua de tal forma que, en su reformulación, puedan representarse e identificarse desde dentro.
¿En qué afecta a la traducción?
En primer lugar, el LNB es una estrategia discursiva adoptada desde la disidencia sexo-genérica para procurarse visibilidad ya no solo en la dimensión lingüística, sino también en la social (ya lo dijo Steiner: «aquello que no se nombra, no existe»), con todas las reivindicaciones sociopolíticas que ello implica.
Desde esta posición, la práctica traductora, entendida como herramienta de mediación entre discursos, pero también como vehículo indispensable para la circulación global y la creación del conocimiento, es responsable de representar, dar voz y mantener en la lengua, la cultura y la sociedad de llegada la existencia y las reivindicaciones de las identidades y de las disidencias que vengan dadas por el texto de salida.
Aun así, ¿cuenta la lengua española con formas de representar las identidades no binarias dentro de un sistema que exige marcas gramaticales de género por doquier?, ¿es posible mantener el lenguaje no binario en una traducción al español?
Cómo detectar identidades no binarias en un texto en inglés
Es sabido que el sistema lingüístico sajón no suele distinguir los géneros a excepción de los casos en los que se asignan pronombres de tercera persona del singular en masculino o femenino (he/his; she/her/hers), en contados vocablos que, influenciados por el sexismo de la lengua, marcan un género de forma automática como fireman o cleaning lady, u otros que remiten a identidades concretas del sistema binario de género tanto en su dimensión social como lingüística (father, mother, aunt, uncle…). Sin embargo, aunque este sistema facilita al inglés la representación de las identidades no binarias sin alterar en demasía el uso común del lenguaje, a la vez supone un reto para lectores y para el gremio de la traducción, que deben prestar suma atención para detectar si se está hablando de una persona de género no binario y no caer en categorizaciones de género derivadas del sesgo y del sexismo que forman parte inherente de nuestra lenguacultura y sociedad.
Partiendo de esta base, detectar si en el texto de salida se nos presentan identidades no binarias requiere, en primer lugar, una lectura atenta, profunda y cuidadosa de la lengua de salida, pero también de las situaciones que se generan dentro del argumento y del elenco de personajes que participan, así como de sus caracterizaciones a través del discurso. Ello nos permitirá discernir (junto con la representación más explícita a través del uso en singular del pronombre they), por ejemplo, si la omisión de marcas gramaticales de género responde al lenguaje inclusivo en tanto que herramienta de los feminismos para eludir el lenguaje sexista o si bien responde a la omisión del género derivada de la representación de una identidad no binaria.
Estrategias para traducir el lenguaje no binario
Si bien el contexto, el texto de salida y las indicaciones del encargo y de la clientela son determinantes para decidir si y de qué forma se va a traducir el lenguaje no binario siempre son determinantes para la solución traductora, existen dos estrategias principales para traducir fielmente el lenguaje no binario al español:
- Lenguaje no binario directo
Si bien no es una opción que se ajuste a la norma culta, es la forma más explícita y directa de representar a las identidades no binarias en la lengua española. En la actualidad, son dos las opciones más frecuentes:
- Flexión del género gramatical o morfema -e. A nivel lingüístico, funciona como cualquier otro morfema y sigue las mismas reglas ortográficas y gramaticales que sus homólogos binarios «-o»/«-a». Por ejemplo, se optaría por «escritore» a la hora de referirnos a la ocupación de una persona de género no binario, o por «preciose» al describir su belleza.
- Flexión del género gramatical o morfema –x: funciona de la misma forma que el morfema -e. Así, en lugar de «escritore», se optaría por «escritorx»; en vez de «preciose», por «preciosx». Sin embargo, es una opción que en la actualidad pierde terreno frente al uso de «-e» por ser esta última más accesible, es decir, más legible para los lectores de pantalla.
- Otras flexiones: aunque menos abundantes por cuestiones de legibilidad, estéticas, o incluso reivindicativas, no es extraño encontrar también algunas flexiones del género no binario marcadas con «-@» (amig@s) —descartada últimamente no solo por ser poco legible, sino también por representar gráficamente y de forma simultánea tan solo flexiones binarias «-a» y «-o», obviando las no binarias— o con «-i» (amiguis) —esta última ha ganado terreno en el catalán, por ejemplo—.
El lenguaje no binario directo, aun así, también puede nutrirse de la variación estándar y normativa del español. En este sentido, las palabras epicenas, es decir, aquellas palabras que no vienen marcadas por una flexión binaria del género y se podrían considerar inclusivas o neutras per se, como pudieran ser «tolerante», «carterista», «pedante», o «cantante», entre otras, podrían mantenerse invariables, sin necesidad de explicitar el género no binario.
- Lenguaje no binario indirecto o lenguaje inclusivo
Esta estrategia consiste principalmente en jugar con la propia variación normativa de la lengua y moldearla para eludir cualquier manifestación del género en el texto a partir de diversas técnicas. Una de las principales radica en el uso de palabras epicenas e invariables, ya mencionadas, siempre procurando que el artículo o los adjetivos que las acompañan se mantengan invariables para que, de esta forma, no adquieran género. Por ejemplo: «como cantante tiene mucho talento» mantendría la opción neutra frente a «como cantante es muy talentoso», cuyo adjetivo dotaría de género al sustantivo epiceno.
Con todo, existen infinidad de técnicas que pueden ser útiles en función del texto que redactamos y del contexto en el que nos encontramos, tal y como se puede observar en el siguiente mapa:
El lenguaje no binario y los genéricos
¿Y qué hacemos con los genéricos?, ¿qué pasa si hablamos de un grupo en el que confluyen identidades binarias y no binarias?
Aunque existen diversas opciones, lo más importante en tal caso es mantener la coherencia con la finalidad del lenguaje no binario y con las reivindicaciones de las personas no binarias. Las opciones pueden variar desde mantener la marca gramatical del género «-e», aun a riesgo de caer en ambigüedades con las que se pueda interpretar que conjunto de personas son no binarias; pasando por priorizar el lenguaje inclusivo o no binario indirecto, de manera que no se marque el género cuando se remita al grupo; hasta optar por estrategias de movimientos subversivos afines que también busquen la de(con)strucción de la lengua y el lenguaje, como pudiera ser el femenino genérico por el que se inclinan algunas ramas de los feminismos. Sin embargo, una vez más, impera tanto analizar qué condiciones envuelven el contexto y el texto de salida —la historia y su argumento, las propias herramientas de las que se sirve el original, etcétera— para decidir cómo proceder o incluso inspirarnos en nuestras decisiones.
Aun así, la mejor herramienta de la que podemos disponer en el gremio es el conocimiento propio. La reflexión, el pensamiento crítico y la formación en materia de género es esencial para poder comprender, transmitir y, en última instancia, ser fiel tanto a las identidades de género no binarias como a su discurso, su forma y su trasfondo sociopolítico. Es imprescindible ir más allá de la elección de una u otra estrategia para representar la diversidad de género que hemos descrito previamente y comenzar a traducir con conciencia y justicia de género en todo momento para que, así, la totalidad del texto sea coherente con las reivindicaciones colectivas.
En este sentido, es igual de primordial encontrar espacios de debate y de transferencia del conocimiento con colegas que, bien se identifiquen con esta disidencia al género binario, bien formen parte del colectivo LGBT, bien tengan experiencia en la traducción en estas cuestiones, para poder compartir ideas y buenas prácticas que ayuden a mejorar y a expandir la capacidad de traducir identidades no binarias entre profesionales del gremio como, por ejemplo, Ártemis López, Carla B. Estruch, Arrate Hidalgo, Ana Mata, o Manu Viciano.
Como bien se ha venido advirtiendo a lo largo de todas estas líneas, las estrategias, las técnicas y las herramientas de las que nos podemos (o no) servir dependen por necesidad de muchas variables. En qué entorno sociocultural e histórico transcurre la historia, las relaciones de confianza establecidas entre personajes de género no binario y personajes de género binario (e incluso las relaciones de personajes de género no binario entre sí), o ante qué personajes desvelan su identidad de género en la narración, determinará si es más adecuado y coherente eludir las marcas de género por medio del lenguaje no binario indirecto o lenguaje inclusivo, si recurrir al lenguaje no binario directo y, así, marcar el género de forma explícita, o incluso si mantener el masculino genérico.
Lista de ejemplos
Akwaeke Emezi, Agua dulce, trad. Arrate Hidalgo, Bilbao, Consonni, 2021.
Brandon Sanderson, Estelar (Escuadrón 2), trad. Manuel Viciano Delibano, Nova, 2020.
Casey McQuiston, He besado a Shara Wheeler, trad. Ana Mata Buil, Barcelona, Molino, 2022.
Kameron Hurley, La brigada de la luz, trad. Natalia Cervera, Alianza, 2019.
Martha Wells, Condición artificial: los diarios de Matabot, trad. Carla B. Estruch, La Esfera de los Libros, 2019.
Neon Yang, Las mareas negras del cielo, trad. Carla B. Estruch, Duermevela Ediciones, 2021.
Rivers Solomon, En las profundidades, trad. Carla B. Estruch, Asociación Cultural Crononauta, 2019.
Sarah Gailey, Se buscan mujeres sensatas, trad. Carla B. Estruch, Asociación Cultural Crononauta, 2021.
Notas:
La imagen que ilustra este artículo proviene de la Guía práctica para el uso de un lenguaje inclusivo en las sociedades públicas de Navarra, que se puede consultar en este enlace.
Como traductor, ha trabajado con diversos tipos de texto para diversas agencias: desde la traducción científica y técnica, de marketing y de páginas web, hasta la transcripción y la subtitulación. Durante el último año también se dedica a la revisión de audiolibros para distintas editoriales como Grupo Planeta, Penguin Random House o Estrella Polar y sus respectivos sellos, en colaboración con la agencia de traducción Sounds and Words Translations S.L.
Gracias, Ángel. Una exposición muy clara y útil.