Residencias, talleres, becas y subvenciones para traductores, María José Furió

Viernes, 5 de noviembre de 2021.

El Ministerio de Cultura español, desde la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, convoca y otorga cada año –salvo fuerza mayor, me figuro– ayudas a diferentes ámbitos de la creación literaria, dedicando un apartado especial a la traducción. En nuestro país no es tan habitual como en otros del marco europeo –Francia, sin ir más lejos, o Alemania– proponer autores o títulos concretos a las editoriales, ni que, movidos por ese mismo interés, se ofrezcan ya traducidos. Por supuesto, hay excepciones, pero su aceptación depende del perfil del traductor que realiza la propuesta y del título, escritor o país en el que este centre su interés.

Estoy segura de que la mayoría de editoriales, por bisoñas que sean, son conscientes de que son muchos los títulos y autores interesantes que escapan a su radar, pero como suyas son la responsabilidad y el riesgo económico al definir la línea editorial y la programación del año también les corresponde negarse a jugar a la lotería con números que no han elegido. El riesgo se amortigua mediante subvenciones y otras ayudas oficiales.

Hace un tiempo me asombró, al leer la lista de ayudas concedidas por el área catalana, observar en el apartado «Publicación» que buena parte de los trabajos subvencionados a traductores no había llegado a publicarse y eran, por lo tanto, gastos a fondo perdido, mientras que el Ministerio español exige un contrato de traducción y lo único que subvenciona sin este requisito es la traducción de fragmentos, extractos y dosieres de presentación de obra y autores con destino a ferias del libro, encuentros o contactos con agentes y editores extranjeros.

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Una alternativa a la escasez de subvenciones oficiales españolas es la que brindan algunas fundaciones privadas a proyectos creativos en diferentes disciplinas. Planteo el tema de las residencias y diferentes formas de obtener respaldo económico externo a la editorial porque creo que hay tres vectores interesantes para nutrir y enriquecer la formación de los traductores y escritores: las residencias, los talleres y seminarios y los cursos de breve duración. Todos ellos pueden ofrecer beca que cubrirá el importe de todo el proceso, desde el desplazamiento hasta una dieta de estancia, o se parcelará según presupuesto o cumplimiento de los requisitos.

Algunos países europeos avanzados dedican más dinero que España, por eso conviene estar informados ya que podemos ser candidatos idóneos en otros países. Como traductora de francés, estoy más al día de algunas ayudas que concede Francia a través del CNL, Centre Nacional du Livre. Naturalmente, en su mayoría se destinan a nacionales o a residentes en territorios franceses. Aunque abarcan más disciplinas, géneros y tipos de encuentros, hay quejas porque la diferencia entre las fechas límite de solicitud de ayuda y las fechas de entrega de las traducciones a veces no permite siquiera presentar la candidatura. Como esta disparidad –las convocatorias se abren y cierran en fecha fija— ha resultado en que numerosas ayudas queden sin destinatarios, la burocrática y normativista Francia ha tenido que replantearse sus exigentes criterios.

También parece experimentar un cambio el concepto de ayuda y promoción del sector del libro desde la Unión Europea pues ha organizado y puesto en marcha un programa que aspira a unificar la política de ayudas a la movilidad. Se llama i-Portunus, sus destinatarios son los nacionales y extranjeros residentes en los países europeos participantes en el programa, y se autodefine como «un Erasmus de la movilidad internacional para creadores».

¿Qué es i-Portunus?

Según el sitio web, i-Portunus es una estructura financiada por la Comisión Europea que da apoyo económico a la movilidad de los artistas, creadores y profesionales de la cultura; está dirigida por consorcios de organizaciones culturales. Paga los desplazamientos al extranjero a corto plazo de creadores, también literarios, o de anfitriones para atraer talento extranjero. El objetivo es favorecer el contacto entre artistas, creadores y profesionales de la cultura y facilitar las colaboraciones internacionales de todos los países participantes en el programa Europa Creativa.

Conocemos –y los estudios sobre la materia lo confirman– la importancia e impacto que tiene la movilidad en el desarrollo profesional de los artistas y de todos aquellos que trabajan en la esfera cultural. Sin embargo, a nivel nacional hay una disponibilidad escasa de financiación en los países miembros de la Comunidad Europea. Y el dinero disponible suele tomar la forma de becas de estancia en residencias cuyas plazas se adjudican con un enfoque vertical, con criterios muy específicos y restrictivos y un apoyo limitado. i-Portunus pretende contrarrestar estas limitaciones.

La filosofía del programa se orienta a incrementar las oportunidades de colaboraciones a nivel internacional y el desarrollo profesional, y a fomentar las estancias orientadas a la producción (que se diferencian, según deduzco, de las estancias para asistir a cursos, seminarios o congresos). Es un enfoque de abajo arriba, donde el artista o las organizaciones anfitrionas deciden adónde ir, o a quién invitar a sus países, según sus propios objetivos. Esta ayuda económica guiada por la demanda responde a las necesidades expresadas por los interesados en la movilidad internacional.

 ¿Quién puede ser candidato?

Todos los artistas, creadores y profesionales de la cultura con independencia del sector cultural en que se ocupen, salvo el audiovisual, y con la condición de tener su residencia en uno de los países participantes en el programa Europa Creativa. i-Portunus 2020-21 organiza cinco convocatorias abiertas de ayuda a la movilidad internacional de artistas creadores y profesionales de la cultura en sectores como la música, la literatura, la arquitectura y el legado cultural. Estas convocatorias permanecen accesibles durante dos meses; en 2021 se presentaron en tres fechas diferentes: 9 de diciembre de 2020 (música y traducción literaria), 15 enero 2021 (arquitectura) y 15 febrero 2021 (música y legado cultural).

Hay dos proyectos i-Portunus en vigor de apoyo tanto a candidaturas individuales como, en el caso del segundo proyecto, a través de un anfitrión o de una institución anfitriona. Según he leído, dos traductores españoles ya han obtenido una de las becas de 2021, pero continúa siendo un proyecto escasamente conocido. He consultado entre colegas franceses e italianos: muchos no habían oído hablar de él o lo habían visto «pasar» en webs oficiales, algunos consideraban fastidioso y complicado el proceso de solicitud, y solo uno ha presentado un proyecto pero no salió elegido.

La fórmula de candidatura es la habitual: el creador/traductor presenta un resumen del proyecto, con un objetivo bien definido, como pueda ser el desarrollo o el incremento de colaboraciones a nivel internacional, participar en una residencia orientada a la práctica de su disciplina, en actividades de desarrollo profesional, como presentación/actuación en el país de destino o para madurar y realizar proyectos con sus interlocutores en el país anfitrión.

En la primera convocatoria hubo unas tres mil candidaturas, se otorgó el diez por ciento de las ayudas y se considera el impacto de dichas ayudas todo un éxito. De los testimonios de los participantes se desprende un detalle especialmente interesante: que cualquier pequeña subvención o beca supone, para los artistas emergentes y profesionales de la cultura de bajos ingresos, una ayuda significativa, pues los gastos de desplazamiento y sustento se comen una parte nada despreciable del presupuesto, y destinada a material o a otros gastos ligados a la producción del proyecto literario, incrementa las posibilidades de acción del creativo. Entre las cifras que se aportan para demostrar el éxito destaca que, fruto de estos viajes, más del noventa por ciento consiguió nuevos públicos, adquirió nuevas destrezas, estableció colaboraciones con colegas y cerca de la mitad ofertas de trabajo concretas.

En definitiva, una opción a tomar en cuenta, también para propuestas mixtas: puestas en escena + traducción. Un vistazo a la página de testimonios, aquí.

Está prevista una segunda fase de prueba de la nueva movilidad a nivel europeo, activa desde finales de 2020 hasta la primavera del 2022. En este momento, i-Portunus ha puesto en marcha dos proyectos, gestionados por dos consorcios de organismos culturales. Uno, dirigido por el Goethe Institut, ha lanzado dos convocatorias de candidaturas en los sectores culturales siguientes: Música, Traducción Literaria, Arquitectura y Legado cultural, y sufraga la movilidad a nivel individual. Un segundo proyecto, encabezado por la European Cultural Foundation, sufragará la movilidad cultural en una próxima convocatoria de candidaturas para anfitriones.

Dado que el programa está en fase de prueba, el resultado de los tres proyectos ayudará a la Comisión a establecer los parámetros y condiciones de financiación de una estructura permanente de movilidad de la mano de Creative Europe 2021-2027.

 Fundación Jan Michalski para la escritura y la literatura

Una de las más recientes propuestas dentro del área francófona viene de la Fundación Jan Michalski para la escritura y la literatura. Fue creada en 2004 en Montricher, a los pies del cantón del Jura suizo, por Vera Michalski-Hoffmann (Basilea, 1934). La misma familia Hoffmann está detrás de la creación de la espectacular Fundación Luma de Arles.

Su misión, dice, es favorecer la creación literaria y animar la práctica de la lectura a través de diversas acciones y actividades, incluyendo la organización de exposiciones y de eventos culturales vinculados con la escritura y la literatura; también pone a disposición del público una gran biblioteca multilingüe, atribuye un premio anual de literatura mundial y concede apoyo económico y alojamiento a un cierto número de escritores en residencia.

El capítulo de escritores y artistas becados para instalarse en sus «cabañas» arrancó en 2013. Abiertos a todo tipo de escritura, se da prioridad a escritores y traductores, seguido por otras disciplinas que tengan la escritura como núcleo del proyecto. Las estancias pueden efectuarse en solitario o en binomio; por ejemplo: escritor-traductor, escritor-otra disciplina (fotógrafo, pintor, escenógrafo…). Según especifica la página del sitio, en 2022 se reservará un porcentaje de estancias a proyectos ligados a la naturaleza (Nature Writing). Uno de los aspectos atractivos, que salta a la vista al navegar por la web de la Fundación, es la gran rotación de residentes a lo largo del año, de prácticamente todo el mundo, todas las edades y volumen de publicaciones, incluidos principiantes.

Algunas experiencias personales

Recomiendo a todos los traductores que en algún momento de su carrera se planteen solicitar una beca de estancia lejos de su lugar de residencia. La primera que recibí fue de creación literaria de una fundación ya desaparecida, Noesis, que poseía varias casas típicas restauradas en Calaceite, Teruel. La experiencia en julio fue muy estimulante, entre otros aspectos por descubrir el paisaje de la comarca del Matarraña; es una lástima que nadie haya tomado el relevo en la dirección porque el lugar es especialmente atractivo para desarrollar un proyecto –literario o de traducción, pero también pintura o escenografía– sin las mil distracciones de otros lugares de veraneo.

Por motivos que no vienen al caso, tuve que renunciar a última hora a la estancia en la House of Literature Ekemel, en la isla griega de Paros, así que no puedo ofrecer los datos y consejos que me habría gustado reunir a partir de la experiencia directa y el intercambio de información con otros residentes. Como la beca era para 2008-2009, fue imposible recuperar la plaza más adelante, pues la crisis económica que se cebó en Grecia del modo que ya sabemos obligó a cerrar las puertas de las dos Casas, la de Creta y la de Paros. (Creo que ha vuelto a abrir; solo he encontrado la información del sitio en griego).

Aunque resulte una obviedad, un aspecto a tener en cuenta al elegir una Casa del traductor o residencia es que cada centro es un punto de atracción-irradiación, al margen de si se ha especializado en tal o cual disciplina; por eso, un tiempo de estancia en Grecia implicaba la posibilidad de trasvasar, o injertar, vetas culturales desde áreas nuevas: lo mediterráneo, el cruce de fronteras Sur de Europa/norte de África, por ejemplo, y plantear rutas no previstas de lecturas y traducciones.

El periodo de duración de la estancia varía según el lugar: en Lefkes, la vieja capital de Paros, la mínima es de dos semanas y el máximo de tres meses, igual que en Arles.

De una residencia en el extranjero o con extranjeros cabe esperar diferentes frutos; por el lado de la experiencia del trato con otros traductores el resultado siempre es imprevisible e, independientemente de nuestra personalidad, carácter y circunstancia, siempre habrá puntos de atracción y de rechazo, no siempre controlables.

Jardín del antiguo hospital de Arles, por Vincent van Gogh

Mi primera estancia en Arles, en la famosa Maison des Traducteurs, fue, con beca de viaje de ACE Traductores, a principios de 2008, poco antes de que se declarara la gran crisis económica, que en el sector editorial español se notó a lo grande en 2010 –los libros como valor refugio porque son baratos comparado con otros entretenimientos–; por eso, el clima en la Casa era muy expansivo y comunitario. La primavera en ciernes con el tiempo loco de la Provenza también ayudaba. Por supuesto, en pleno invierno se tiende a la reclusión y pese al buen ambiente, en febrero-marzo de 2016 había poca vida en común, mientras que, como sucedió en el 2020, situaciones que afectan a todos por igual, como el segundo confinamiento decretado en octubre en toda Francia, o la participación en actividades –seminarios, cursos, las Assisses–, facilitan el intercambio. Tras el asesinato del profesor de historia Samuel Paty, el 16 de octubre de 2020, la policía francesa estaba más pendiente de amenazas terroristas que de controlar en una ciudad de provincias si un puñado de individuos de aspecto europeo y pronunciación peculiar tardaban mucho o poco en retirarse a sus cuarteles después de hacer las compras.

En la primera estancia arlesiana me interesó la costumbre de algunos traductores que trabajaban en binomio la corrección del texto casi-casi final. Es fantástico para los que están adquiriendo «vuelo profesional» compartir con un colega que tiene el mismo nivel de idioma –alemán en este caso– y de estilo contrastar hallazgos, proponer alternativas, soluciones propias, etc., antes de entregar a la editorial los respectivos textos definitivos. Había un par o dos de becarios franceses que tenían Arles como punto de encuentro para esta corrección final; es un arreglo que puede funcionar a corto y medio plazo, aunque me pregunto si no conlleva el peligro de que, con los años, el interlocutor se convierta en un doble y sea imprescindible cambiar de pareja.

En cuanto a mi propio trabajo, seguramente las estancias más fructíferas fueron la de 2016 y la última en 2020, con beca francesa, de la CITL. Confiamos mucho en internet pero en una biblioteca física como la de Arles se esconden temáticas y títulos que ni siquiera sabía que me interesaban. En el capítulo de bibliografía sobre traducción descubrí revistas y libros sobre el primer feminismo y la experiencia de Québec, muy famosa al parecer en el ámbito anglosajón pero de la que no había oído hablar jamás en España. En el capítulo Literatura, entre la montaña de publicaciones peor o mejor archivadas di por puro azar con un relato nunca traducido del escritor cuya traducción estaba revisando, Jean Giraudoux, al que Jorge Semprún menciona con cierta frecuencia en sus memorias pero que en España puede considerarse perfectamente olvidado. Incorporé el cuento, correspondiente al mismo periodo de juventud del resto de relatos, de manera que la edición publicada en español marca su diferencia del original de Gallimard.

Corrientes, tendencias, modas

Un aspecto que me interesa, como traductora y como crítica literaria, es observar cómo se plasman las corrientes, tendencias y modas en diferentes países. En 2008 observé que en Francia seguía siendo muy pujante la «industria» de la traducción del alemán; es más, me pasmó la madurez intelectual de dos de las traductoras francesas, que apenas andaban por los 25-28 años y compartían sus métodos de trabajo e información sobre editores especializados; en 2020 algunas revistas especializadas francesas han publicado las quejas de varios editores por la baja calidad de las traducciones del alemán, que durante décadas ha definido un intercambio cultural privilegiado entre los dos países. Un misterio.

En 2008 el japonés gozaba aún de cierta relevancia, apoyado en buena medida por la eclosión del manga; en 2020 seguramente mantiene una velocidad de crucero pero se observa cierto desplazamiento a favor del chino, a lo cual ha contribuido que es idioma opcional desde secundaria, además de las becas específicamente destinadas a traducir del chino, como el Fondo Sylvie Gentil. Por cierto, y como sabe todo el que trate con chavales de enseñanza media y visite la escuela oficial de idiomas, en España la moda pasa por el coreano y sus bandas de kpop.

Como en todas partes, la influencia de la edición anglosajona es muy importante si no predominante, pero Francia y su cultura mantienen un estatus de prestigio, por lo que parece que no pueden faltar en Francia los traductores de países con los que España tiene una relación mínima –Hungría, Corea del Sur y otros orientales, Albania, Polonia y las repúblicas exsoviéticas, además del Magreb– dedicados a trasladar a algún icono del pensamiento del siglo XX. Un dato sobre la política de promoción de la cultura que puede ponernos los dientes largos es que en Croacia el Estado se hace cargo del pago de la protección social de los traductores más relevantes, por lo que tendrían una pensión digna garantizada.

En cuanto a las modas, Francia parece depender menos de Estados Unidos, en parte porque en muchos asuntos le lleva la delantera, aunque también puede decirse que el discurso intelectual va por un lado –progresista– y la realidad va por otro –la exclusión de los desfavorecidos o la negación del conflicto racial–.

Por último, el español peninsular pierde presencia ampliamente a favor de las variantes latinoamericanas. Desde mi punto de vista las causas son múltiples: la presencia del exilio latinoamericano en Francia ha sido relevante y culturalmente activa, obviamente porque muchos abandonaban en sus países carreras intelectuales o profesiones liberales. Su presencia en los claustros universitarios es notoria. El influjo del Boom no se ha extinguido a la hora de establecer el canon literario. Otro motivo es que en los últimos quince años, por lo menos, la política editorial española, sobre todo desde los grandes grupos, ha hecho hincapié en el mercado hispanoamericano –especialmente cuando su economía pareció recuperar empuje y solvencia– importando, en contrapartida, a muchos autores que responden a un perfil muy definido. Asimismo, desde siempre las editoriales independientes hispanoamericanas, las revistas especializadas y la universidad conforman una corriente de comunicación y discusión que se retroalimenta, sin olvidar el enorme desdén que la mayoría de escritores latinoamericanos siente por la literatura española –que para ellos se resume en cinco o seis nombres, la mitad de los cuales les parece basura castiza–. Hace ya tiempo, en Francia se produjo, igual que en España, un cambio generacional que consolidó la influencia de la corriente postmoderna –y el llamado «realismo histérico»– y se diría que estableció una línea de corte de modo que toda corriente o escritor previos a esa línea no tienen opción de acceder al lector francés por no considerarse modernos.

Seguramente una presencia más activa de traductores independientes en residencias y convocatorias literarias varias, con el respaldo económico necesario, que no estén teledirigidas por los grandes grupos editoriales, podrían alterar esas inercias ampliando el horizonte.

 

María José Furió es traductora de francés, italiano, catalán e inglés al español, colabora además con editoriales y empresas españolas y extranjeras como lectora de textos ya publicados o de manuscritos para su posible traducción al castellano y en la revisión y editing de textos. Especializada en no ficción, entre los libros traducidos se cuentan: Smash!, la explosión del punk californiano en los ’90, de Ian Winwod (Ediciones Cúpula), Los cuentos de una mañana y El último sueño de Edmond About, de Jean Giraudoux (Lom Ediciones), La travesía del libro, de J.J. Pauvert (Trama) y Las ambiciones de la historia, de F. Braudel (Crítica). Publica regularmente crítica literaria y reportajes sobre fotografía y cine en diferentes revistas españolas y extranjeras.