A propósito de Monterroso y su diccionario, Pedro Pérez Prieto     

Imagen de The Oxford English Dictionary (C. F.)

Viernes, 9 de abril de 2021.

Hace ya algún tiempo que leí el artículo de Augusto Monterroso titulado «Sobre la traducción de algunos títulos». Hoy he vuelto a leerlo porque siempre quise comentar algunas cuestiones que aparecen en él y ahora se presentaba la ocasión.

Tras unas consideraciones generales, a modo de preámbulo, sobre el hecho de traducir, con las que uno puede —o no— estar de acuerdo y de alguna comparación no muy afortunada, llega el apartado La traducción de títulos. Comenta en él algunos «curiosos y conocidos errores de traducción» pero que han tenido fortuna y han quedado como definitivos. Menciona, por ejemplo, el hecho de traducir The Importance of Being Earnest, de Oscar Wilde, por La importancia de llamarse Ernesto, y The Turn of the Screw, de Henry James, por Otra vuelta de tuerca. Respecto a este último dice «No cabe duda: el mejor amigo del traductor es el diccionario, siempre que éste no se halle en manos del lector» (¡?).

Yo diría que el diccionario es el mejor amigo del traductor y del lector siempre que se utilice correctamente. El diccionario que él, como lector, tiene a mano, el Oxford Advanced Learner’s Dictionary of Current English, le servirá —parece ser— para probar esa afirmación. A pesar de que esa traducción —Otra vuelta de tuerca— es conocida, aceptada y utilizada, insiste «otros cometen el disparate de soltar ese dicho en contextos que no tienen nada que ver». Entiendo que, una vez aceptado dicho título, tiene todo el sentido y, aun en el caso de que hubiera sido un error de traducción —que no lo es—, sería un gran acierto como lo han sido muchos otros. Estoy seguro de que Monterroso utilizó, leyó o escuchó en más de una ocasión algo que parece haber sido un gran error de traducción —y no solo no le parecería mal, sino que a lo mejor le sonaba a palabra de Dios— pero que nadie se atrevería a cambiarlo por la traducción correcta. Me refiero a la frase que se atribuye a Jesús de Nazaret: «Porque es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entrar en el Reino de los Cielos» (Lucas 18:25). Parece ser que el error se debió a que el traductor del griego leyó καμηλος (camello) donde en realidad decía καμιλος (cuerda hecha con pelo de camello). Este «dicho» lleva siglos y seguirá «soltándose» en contextos que tienen mucho que ver a pesar de haber surgido de un error en la traducción. Sería extraño tratar de corregirlo a estas alturas.

Volviendo al acierto de Bianco al traducir The Turn of the Screw por Otra vuelta de tuerca, dice Monterroso en su afán por demostrar lo que él considera un error de traducción:

Según mi Oxford Advanced Learner’s Dictionary of Current English, «to give somebody another turn of the screw» significa «to force somebody to do something»: «forzar a alguien a hacer algo», coaccionarlo, conminarlo, pues. ¿Pero quién iba a ser tan poco sutil o poético como para poner en español La conminación a una novela de Henry James? Aunque no diga nada en nuestro idioma, Otra vuelta de tuerca y se acabó. Y uno se lo agradece a Bianco. Y otros cometen el disparate de soltar ese dicho en contextos que no tienen nada que ver.

Creo que Monterroso se equivoca otra vez al tratar de sustituir una expresión por su explicación. La expresión «otra vuelta de tuerca» está aceptada en el mundo hispanohablante y cualquiera puede usarla con precisión en el contexto adecuado. La expresión «apretar las tuercas a alguien» es «presionar a una persona para que haga algo o actúe de determinada manera». No es de extrañar que esa expresión (otra vuelta de tuerca) suene tan bien a los oídos de los hablantes de castellano. Ocurre, además, que una de las acepciones de screw es «tuerca» y también «vuelta de tuerca»[1]. Considero esta traducción de José Bianco un gran acierto y, sin reserva alguna —en esto sí—, coincido con Monterroso en que «Uno siente también cierta atracción irresistible hacia cualquier novela que se llame Otra vuelta de tuerca».

Llega por fin al punto cuatro, que dice haber dejado para el final porque, en realidad, es lo que motiva el artículo, para comentar con cierta sorna y bastante suficiencia «la traducción del título de los títulos», y trata de ridiculizar a (copio sus palabras):

nuestros buenos poetas, novelistas, ensayistas, simples aficionados y, ay, genios a la altura de Jorge Luis Borges (lo que absuelve a todos los anteriores) [por haber aceptado y usado] el título más sonoro y el que denota más enojo cuando hay que enojarse: El sonido y la furia de William Faulkner, que suena tan bien y sugiere tanto desde que alguien sin mucho amor al diccionario tradujo literalmente el pasaje de Macbeth en que éste propone que la vida es un cuento contado por un idiota, pero a quien jamás se le ocurrió que las palabras siguientes en que se apoya: full of sound and fury, iban a ser traducidas por otro quizá no tan idiota pero quien ni de broma intentó preguntarse qué cosa fuera eso de un idiota «lleno de sonido y furia» […] pocas tan repetidas como ese sonido y esa furia que nunca estuvieron en la mente de Macbeth, o de Shakespeare (quien incluso añade signifying nothing).

Cita con condescendencia a Borges, Antonio Machado y a algunos traductores e insiste en arrojarnos su Concise Oxford Dictionary:

Por ahora yo sólo me atrevo a proponer a ustedes que vean en su Concise Oxford Dictionary lo que sound and fury quiere decir en el texto de Shakespeare: únicamente «bla, bla, bla». ¿Lo sabía Faulkner? Por supuesto, pues quien habla en su libro es efectivamente un idiota. En todo caso, es de suponer que el diccionario lo sabe bien. Ábranlo y encontrarán —algunos con cierto sonrojo, espero— en la página 1 203, segunda columna, línea cuatro, bajo la entrada «sound»: «mere wordssound & fury—». Esto es, «meras palabras», que nosotros decimos «bla, bla, bla», o sea lo que en definitiva dice un idiota.

Esta opinión de Monterroso aparece reproducida con mucha frecuencia. Véase el artículo de Gustavo Artiles en el Trujamán, titulado «El debate shakespeariano iniciado por un trujamán de Sorrentino» donde insiste en (lo) que es un gran error.

Debo decir que no puedo imaginarme ni a Shakespeare ni a Macbeth terminando el famoso soliloquio con ese: Blah blah blah, signifying nothing. Sound and fury son palabras que van ligadas a struts and frets. Shakespeare no da puntada sin hilo. Lo que Monterroso insinúa provocaría un enorme descosido en este hermoso soliloquio:

 

 She should have died hereafter;
There would have been a time for such a word.
To-morrow, and to-morrow, and to-morrow,
Creeps in this petty pace from day to day,
To the last syllable of recorded time;
And all our yesterdays have lighted fools
The way to dusty death. Out, out, brief candle!
Life’s but a walking shadow, a poor player
That struts and frets his hour upon the stage
And then is heard no more. It is a tale
Told by an idiot, full of sound and fury
Signifying nothing.Macbeth (Act 5, Scene 5)
Debería haber muerto algo más tarde; tendría su momento tal palabra.
El mañana, y el mañana, y el mañana
se adentra a paso lento, día a día,
hasta la sílaba final del tiempo;
y nuestro ayer es luz que a locos muestra
el polvo de la muerte. ¡No más luz!
La vida es sombra errante, un pobre actor
que en las tablas se agita y pavonea
y luego nada más. Un cuento dicho

por un tonto, de ruido y furia lleno
que nada significa.Macbeth (Acto 5, Escena 5) [2]

 

Monterroso —y algún otro— podría haberse ahorrado todas esas invectivas con tan solo haber reflexionado sobre lo que es y lo que dice un diccionario antes de lanzarlo contra traductores, escritores y lectores y así evitar que, como un búmeran, se vuelva contra él por no haber leído las instrucciones de uso.

Esto es lo que dice el DRAE sobre «diccionario»:

    1. m. Repertorio en forma de libro o en soporte electrónico en el que se recogen, según un orden determinado, las palabras o expresiones de una o más lenguas, o de una materia concreta, acompañadas de su definición, equivalencia o explicación.

Y lo que hace el Concise Oxford Dictionary de Monterroso en la p. 1203, 2ª columna, línea 4, bajo la entrada «sound» es recoger, efectivamente, la expresión creada por Shakespeare (sound and fury) y explicarla. Shakespeare dice sound and fury y no dice mere words ni blah blah, lo que es su explicación. Hacen muy bien la mayoría de los traductores en no caer en la trampa de explicar algo que está tan bien expresado y al alcance de cualquier lector o espectador, menos –aparentemente—  de Monterroso. Si siguiéramos sus indicaciones daríamos al traste con casi toda la poesía que traducimos. Si la expresión sound and fury fue creada por Shakespeare, ¿por qué no habría de crearse una expresión que la traslade al castellano?  En realidad, esta expresión se usa con toda normalidad y en contextos «que tienen mucho que ver», como lo hace Manuel Neila en su libro  Palabras en curso. Sintiencias y pareceres [3]: «La estulticia, con sus inevitables secuelas de ruido y de furia… ¡Pobres seres humanos!»

Los búmeran son útiles si se manejan adecuadamente. Si no es así, resultan peligrosos no sólo para el lanzador sino para aquellos que, fiados en la destreza del mismo, están dispuestos a aceptar y seguir instrucciones. Eso sin contar los daños colaterales.

Cuando despertó, el diccionario todavía estaba allí.


Si la expresión sound and fury fue creada por Shakespeare, ¿por qué no habría de crearse una expresión que la traslade al castellano?


[1] WordReference Random House Unabridged Dictionary of American English © 2020

screw (skro̅o̅), n. 

  1. a threaded cylindrical pin or rod with a head at one end, engaging a threaded hole and used either as a fastener or as a simple machine for applying power, as in a clamp, jack, etc. Cf. bolt1 (def. 3).
  2. a single turn of a screw.

[2] PÉREZ PRIETO, P. Poesía en lengua inglesa. Antología esencial, Sial-Pigmalión, Madrid, 2014.

[3] NEILA, MANUEL, Palabras en curso, Sevilla. Thémata Editorial-Apeadero de aforistas, 2021.