Lunes, 23 de noviembre de 2020.
Rafael Guzmán Tirado ha traducido del ruso Cuentos sentimentales, de Mijáil Zóshchenko, Editorial Armaenia, septiembre de 2020.
Sinopsis de la obra
Estos Cuentos sentimentales son retratos satíricos de personajes que viven en los márgenes de la sociedad soviética durante la primera década tras la revolución bolchevique. Los cuentos son narrados por un tal Kolenkorov, que es cualquier cosa menos un autor soviético modélico: no solo sigue apegado a la era del antiguo régimen sino que, además, no es un muy buen escritor. Moldeada por la magistral pluma de Zoshchenko, la prosa de Kolenkorov está bellamente desarbolada, llena de desaciertos estilísticos, sobrecargada de metáforas, clichés torturados y burocratismos mal utilizados, en la mejor tradición de Gógol.
Sin embargo, a pesar de la narración intrusiva de Kolenkorov, los relatos son realmente conmovedores. Cuentan historias de amor no correspondido y desventuras sentimentales entre músicos desafortunados, damiselas de provincias, aspirantes a poetas y aristócratas liberales fuera de lugar en la nueva Rusia, en un contexto de apartamentos destartalados y abarrotados, entre pequeñas intrigas y sueños humildes. Zoshchenko nos ofrece aquí una perspectiva original de la sociedad soviética en la década de 1920, simple y escandalosamente divertida.
Comentario del traductor sobre la traducción
Durante el proceso de traducción de esta obra, al igual que hice en la traducción de Antes de que salga el sol (Editorial Universidad de Granada, 2017), del mismo autor, he intentado conservar al máximo los rasgos específicos del estilo de Mijáil Zóshchenko: repeticiones de palabras y frases, inversiones sintácticas, sintaxis rota, léxico arcaico, exceso de palabras vulgares y de jerga, que no se encuentran en la lengua rusa moderna. Se trata de deformaciones estilísticas, presentes especialmente en los cuentos, que introduce el autor, persona de profunda formación y de gran talento, con el único objetivo de dejar al descubierto la mente ambivalente de su personaje clave: el hombre de la calle, poseedor de una humilde moral y de una visión primitiva del mundo, que se perdió en la época de la transición y que estaba muy lejos de los ideales revolucionarios del autor.
He intentado asimismo acercar al lector, en la medida de lo posible, a la realidad de las culturas rusa y soviética, manteniendo nombres de realias y poniendo tildes en los nombres y apellidos para que no quede deformada su pronunciación como suele ocurrir con frecuencia.