Lunes, 19 de octubre de 2020.
Virginia Maza Castán ha traducido del inglés Como leones, de Brian Panowich, para Editorial Siruela, 2020.
Sinopsis
Brian Panowich retoma en esta novela los personajes y los escenarios de su exitosa primera entrega Bull Mountain, una de las mejores muestras del llamado country noir, que se ha consolidado como subgénero con entidad propia dentro de la novela negra.
Son personajes complejos y seductores que abandonan el negro del género para deambular entre los grises, en unos escenarios que permiten reconstruir y vibrar en la América profunda. Tras los acontecimientos relatados en la anterior novela, Clayton Burroughs, sheriff de McFalls County, atraviesa un desierto personal que parece abocarlo a la autodestrucción. Desorientado por la culpa por la muerte de su hermano y atado por el deber que le impone el pasado hacia su clan, parece incapaz de construir un presente nuevo con su familia, mientras le ahoga el peso de unas expectativas que le impiden saber quién es y en quién debe (o puede) convertirse.
Quienes fueron miembros de la banda de su hermano (y antes de su padre) lo consideran el nuevo jefe y él no consigue librarse de los lazos del deber «con la sangre». Así las cosas, otra banda del estado pretenderá introducirse en Bull Mountain, el territorio de los Burrough, una situación que pone a Clayton en una difícil encrucijada: reunir fuerzas para actuar como un auténtico sheriff, cuidar de su esposa y su hija, decidir qué hacer con las lealtades hacia su apellido y proteger la montaña y todo lo bueno que queda en ella.
Cuando lo que ocurre en el presente comenzó a moverse antes incluso de que existiéramos, ¿cómo se pueden deshacer los nudos? ¿Hasta qué punto no actuamos movidos por un hilo que nos une a los que nos precedieron y que nos obliga a actuar por lo que nos dicta la sangre y a convertirnos en un león más de la manada?
Comentario sobre la traducción
Si algo caracteriza esta novela son los diálogos poderosos y las descripciones plásticas, en especial con una violencia cruda que no se limita a las escenas más explícitas sino que empapa incluso las vidas de los personajes.
Entendí que era fundamental transmitir al lector en español la atmósfera particular de la América profunda (lo contrario habría sido una traición a la esencia del género) y, además, sumergirlo en el mundo de las bandas delictivas del narcotráfico, un ambiente donde la violencia y la crueldad lo impregnan todo. Y tenía que hacerlo a través del lenguaje.
Además de la atmósfera general también había que recrear la viveza e intensidad de descripciones y escenas, por ejemplo en unas peleas extremadamente crueles, con alto contenido de violencia física e incluso sexual.
Al mismo tiempo, los personajes habitan, como se ha dicho, en el mundo de los grises, y también el lenguaje tenía que permitir acceder a los matices de la emoción y de la subjetividad, para crear personajes únicos, dotados de verdadera individualidad y que, de este modo, consigan traspasar el papel. En este sentido, una cuestión también clave fue la de lograr diálogos que estuvieran vivos y que reflejaran la particularidad de los personajes (con acentos, tonos, registros, individualidades, sociolectos, dialectos, estados de ánimo, relaciones personales…), así como la potencia del texto original.
Mi trabajo, en definitiva, se centró en (re)crear y trasladar con la palabra el mundo denso, complejo y vivo de la novela. En utilizar el lenguaje para transportar al lector de la traducción al universo propio y particular de una novela que respira América y mundo delincuencial. Dar forma, en definitiva, a un universo habitado de personajes y acciones que consigan traspasar el papel y cobrar vida autónoma, en un reflejo fiel de la esencia del original y del estilo y uso de la lengua del autor.