Viernes, 28 de agosto de 2020.
Carmen Caro Dugo y Margarita Santos Cuesta han traducido del lituano la obra Lituanos junto al mar de Láptev, de Dalia Grinkeviciute, Ciudadela, junio de 2020.
Sinopsis de la editorial
Enterrada bajo tierra durante cuarenta años, la verdad sobre las estructuras de represión de la URSS golpeó la conciencia del mundo contemporáneo en la década de 1990. Esta realidad se descubre en el relato autobiográfico de Dalia Grinkeviciute, detenida en la noche del 14 de junio de 1941, a los 14 años, junto con su hermano y su madre por orden de Stalin.
Fueron deportados a Siberia y sometidos a trabajos extenuantes en condiciones infrahumanas. A los 21 años, Dalia consiguió escapar del gulag y regresar a Lituania. Escribió sus recuerdos en trozos de papel que enterró en el jardín, temiendo que pudieran ser descubiertos por la KGB. No se encontraron hasta 1991, cuatro años después de su muerte. La espontaneidad de su escritura, de gran calidad literaria, da testimonio no solo de las penurias que sufrió, sino también de la esperanza que la sostuvo.
Traducido a más de media docena de lenguas, estos relatos, que ya constituyen un clásico de la literatura lituana, se publican ahora por primera vez en su totalidad al español.
Dalia Grinkevičiūtė (Kaunas, 1927) es conocida por sus memorias de exilio y represión por parte de la Unión Soviética. Su padre fue enviado a los Urales del norte donde murió separado del resto de la familia, que conoció diferentes destinos.
Tras una vida de grandes luchas y penalidades, Dalia murió en 1987, apenas unos años antes de que su país proclamara la independencia de la URSS. Sus restos reposan en su ciudad natal.
Comentario de las traductoras
La publicación de este libro significa mucho para nosotras. Es el resultado de años de esfuerzos y de ilusión por darlo a conocer en nuestro país. En este proceso hemos conocido incluso a personas que nos han contado sus experiencias y también a familiares o allegados de la autora. Nuestra traducción publicada es un sueño hecho realidad para muchas personas, entre las que nos encontramos.
Para ambas ha sido la primera experiencia traduciendo a cuatro manos. Por suerte, el factor tiempo no ha sido un problema, de modo que hemos podido dedicarle el cuidado añadido que exige este modelo de traducción.
Como vivíamos en lugares muy alejados entre sí, la primera decisión evidente fue la de repartirnos el texto. Sin embargo, la división no consistió en dos mitades claras, sino que fuimos traduciendo partes de la obra dependiendo del tiempo con el que contaba cada una. Además, revisamos de manera meticulosa y varias veces las traducciones de una y de otra. Corregimos, hicimos sugerencias y tomamos decisiones en común para evitar inconsistencias, tanto léxicas como de estilo. No solo colaboramos en la expresión, sino también en la comprensión: en muchas ocasiones resolvimos juntas términos o pasajes oscuros o complejos. Creemos que el resultado es un texto cuidado y homogéneo que se lee sin percibir la presencia de dos autoras diferentes.
La obra presentaba numerosos retos cuya dificultad se doblaba al exigir una decisión común de ambas. Un punto sobre el que nos costó especialmente llegar a un acuerdo fue el uso desordenado de los tiempos verbales existente en el original. Por las severas circunstancias que rodearon la composición del primer y principal texto contenido en el libro, la autora narra en presente, como si los hechos sucedieran en el momento de la escritura, para saltar con frecuencia al pasado poco después —a veces incluso en la misma frase—, como quien relata experiencias ya vividas. Al fin decidimos que esta inconsistencia temporal confundiría al lector en español y obstaculizaría una lectura fluida. Sin embargo, aunque nuestro texto transcurre en su mayor parte en presente, respetamos algunos saltos temporales para mantener el carácter de urgencia del original.
Es evidente que todo traductor tiene su propio estilo y, en algunas ocasiones notamos incluso que nuestras variantes lingüísticas, aunque ambas de español peninsular, no coincidían siempre al cien por cien, sobre todo en la elección del léxico. Sin embargo, estamos muy contentas de poder decir que el trabajo ha sido siempre agradable y extremadamente enriquecedor y gratificante. De hecho, es un lujo contar con una segunda opinión, un segundo par de ojos igual de interesados en el resultado final de la traducción e inmersos en ella pero capaces de alejarse del texto ajeno y ver más allá que los propios.
Por último, queremos agradecerle de corazón a nuestra colega Marta Sánchez-Nieves la generosa y siempre acertada ayuda que nos brindó en relación con el ruso, sobre todo corrigiendo transcripciones de nombres, apellidos y enunciados en dicho idioma.
Enlace al libro en la página de la editorial.
Reseña en el Club del Lector.