¿Qué me llevó a Svalbard? (o el espionaje literario de una traductora), Marta Jordan

Viernes, 19 de diciembre de 2025.

De paseo con Julio Cortázar, Cracovia, 1978 – foto: archivo privado de Marta Jordan

Dado que en 2025 se cumple medio siglo de mi carrera como traductora de literatura del español al polaco, creo que es una muy buena oportunidad para hacer un breve repaso.

Como saben mis colegas traductores literarios de todo el mundo, la traducción literaria es una tarea extremadamente solitaria. En los primeros años de mi carrera, al traducir un libro me veía obligada a sentarme frente a la máquina de escribir durante meses, usando mi imaginación y mis habilidades literarias para transmitir lo mejor posible el estilo y la esencia del texto original. Solía consultar diccionarios, enciclopedias, mapas, álbumes y todo material impreso que encontraba.

Hoy en día el avance de la tecnología ha liberado a los traductores de esta necesidad: basta con un portátil y una buena conexión wifi para consultar cualquier diccionario o mapa directamente en la pantalla. Se pueden visitar museos, galerías, ciudades, países, y es posible hablar con la gente de todo el mundo desde el sillón favorito de casa. Es más, un traductor puede trabajar dondequiera que esté, por ejemplo acogido por una de las innumerables residencias literarias repartidas por todo el mundo.

Pero al inicio de mi carrera, hace ya muchos años, yo ni siquiera podía soñar con visitar lugares descritos en los libros que traducía: Polonia estaba situada tras el telón de acero y los contactos con la cultura extranjera estaban regulados por una poderosa censura. Por suerte, desde que la situación política ha cambiado, puedo visitar sitios donde se desarrolla la trama de novelas o piezas de teatro en las que trabajo; puedo verlo todo con mis propios ojos, puedo seguir los pasos del autor o de los personajes de la obra. ¿Hace falta explicarles lo importante que es para un traductor sumergirse en el mismo entorno que inspiró el relato para captar su esencia con la mayor exactitud en la traducción? Creo que no. Y debo confesar que tuve bastante éxito en este tipo de espionaje literario.

Todo comenzó con Julio Cortázar, gran escritor argentino, uno de los artífices del así llamado boom de literatura latinoamericana de los años setenta. En Polonia era muy famoso —hoy lo consideraríamos una celebridad— y en varias ocasiones visitó mi país. Durante uno de sus viajes fui su guía e intérprete. Hasta ese momento, ya había traducido algunos de sus cuentos y había ganado el primer premio del Concurso Nacional de Traducción. Luego traduje sus obras de teatro, Nada a Pehuajó y Tiempo de barrilete, aquella aventura titulada Los autonautas de la cosmopista o Un viaje atemporal París-Marsella, más cuentos… Todos esos textos me llevaron a Argentina y París, donde en 2011 pude conocer a la primera esposa, constante amiga y albacea de Cortázar, Aurora Bernárdez, quien todavía vivía en el piso donde el Gran Cronopio escribió su novela más famosa, Rayuela. Pude recorrer las calles mencionadas en la obra y, finalmente, visitar el cementerio de Montparnasse donde Julio está enterrado.

 

 

Con Aurora Bernárdez en su casa que compartió con Cortázar, París, 2011 – foto: archivo privado de M. J.

El escritorio donde Julio Cortázar escribió Rayuela – foto: Marta Jordan

La tumba de Cortázar en el cementerio de Montparnasse – foto: Marta Jordan

 

 

 

 

 

 

 

 

Mis siguientes viajes se los debo a Isabel Allende, la escritora chilena también muy popular en Polonia. Nos conocimos en Berlín

Con Isabel Allende en Berlín, 2007 – foto: archivo privado de M. J.

en 2007 y, como en ese momento yo estaba traduciendo su libro autobiográfico La suma de los días, me invitó a trabajar en su casa en Sausalito, cerca de San Francisco. También he traducido otros libros suyos —Hija de la fortuna, Retrato en sepia, Inés del alma mía, El Zorro. Comienza la leyenda y La ciudad de las bestias—, la mayoría dedicados a la historia de los Estados Unidos y Chile, y tuve la suerte de visitar esos países guiada por la trama de sus novelas.

Una de las paradas de mi viaje fue la ciudad de Valparaíso, donde —además de pasear por la Colonia Británica donde empieza la trama de Hija de la fortuna— pude visitar la casa del famoso poeta chileno y Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda, uno de los principales protagonistas de otro libro que traduje, Ardiente paciencia, conocido también bajo el título El cartero de Neruda o Il Postino, obra del escritor chileno Antonio Skármeta.

Los viajes que he realizado siguiendo mi programa de espionaje literario podrían ser tema de otro artículo, así que vuelvo al principio: ¿qué me llevó a Svalbard?

Foto tomada en 2015 por Kerstin Langenberger, publicada en su Facebook

Probablemente algunos recuerden la foto tomada en agosto de 2015 por la fotógrafa alemana Kerstin Langenberger. La impactante imagen de una osa polar desnutrida en una minúscula placa de hielo rodeada de agua, publicada por ella como post en Facebook, atrajo la atención de todo el mundo y provocó innumerables debates sobre las razones de la desastrosa situación de la fauna ártica. Una de las personas profundamente conmovidas por la imagen fue el dramaturgo y director teatral español Luis Fernando de Julián «Nani».

Su obra es muy conocida en España: comenzó su carrera como actor, luego se convirtió en director escénico y finalmente en dramaturgo. Es autor de unas veinte obras de teatro para adultos, para jóvenes y para la infancia, entre las que destacan: Blanco sobre blanco, El filo de las mariposas, El estómago de la ballena, Pelodenieve, El salto de las tillandsias, Extremófilos, El violín desafinado de Ingres, Antes de que despierten los cuervos, Pausa, Felicidad no está en los mapas y Camino al otro lado. Muchas de ellas han sido traducidas al inglés, árabe y griego, y puestas en escena en España, los Estados Unidos, Grecia, Argentina, Chile y Ecuador. Dado que sus obras suelen contener un fuerte mensaje social y ecológico, Nani ha ganado varios galardones en dramaturgia, tales como el Premio ASSITEJ-España, el Premio Internacional Domingo Pérez Minik, el Premio Nacional de las Letras Isabel Agüera y el Premio Cuenca a Escena.

Luis Fernando de Julián – foto: Lucía de Julián

Nani también es fotógrafo, y quizás por eso la imagen de la hambrienta osa polar le conmovió tanto que comenzó a investigar el tema de la catástrofe climática que se observa en todo el mundo. Fruto de sus estudios es Blanco sobre blanco, la obra escrita en 2018. Ese mismo año la pieza tuvo su lectura dramatizada en Valencia, luego otra en la sala Berlanga de Madrid, y fue publicada por Ediciones Invasoras. Dos años más tarde, en el 2020, se publicó su traducción al inglés realizada por Iride Lamartina-Lens, destacada traductora estadounidense. Y entónces llegó la pandemia con todas sus consecuencias.

Una de ellas fue el confinamiento general que afectó a todos los ámbitos de la vida social, incluyendo el contacto directo de la gente con la cultura debido a la cancelación de exposiciones, conciertos, espectáculos teatrales y shows. Por ello, los artistas recurrieron a Internet y las redes sociales para presentar su trabajo al público virtual. Tal fue el caso de la traductora, directora y productora teatral española Beatriz Cabur. Ante la imposibilidad de llegar directamente al público, Beatriz se concentró en el teatro digital y en línea que lleva creando desde 2012. Blanco sobre blanco de Luis Fernando de Julián fue un proyecto finalizado en 2021.

El equipo del proyecto era bastante internacional: Nani y Beatriz son españoles (aunque ella vive en Florencia); la traductora al inglés reside en los Estados Unidos; Tony Naumovski, el actor que participó en el proyecto, es de origen macedonio, aunque nació en Autralia; una de las actrices, Emma Bakare, es de ascendencia africana y reside en Londres, al igual que la otra, Penny Black, novelista, traductora y dramaturga. El productor, Erwin Maas, proviene de Holanda, mientras que Michael Loos, el único del grupo que viajó a Svalbard para tomar las fotos que luego sirvieron de fondo para la proyección, nació en los Estados Unidos y reside en Florencia.

Todos ellos, reunidos en torno a Beatriz, prepararon la lectura dramatizada en línea de Blanco sobre blanco para expresar y compartir su preocupación por el cambio climático y sus efectos en la región ártica y en el resto del mundo. Mientras trabajaban en el proyecto, se conectaban por Zoom. El resultado grabado se puede ver en la página web de Beatriz Cabur y en YouTube:

 

Pero: ¿qué tengo que ver yo con todo esto? La respuesta es: mi programa de espionaje literario. Leí la obra y conocí a su autor, Nani, en Madrid en noviembre de 2023, donde había sido invitada a participar en los Encuentros de Autoræs con Traductoræs, organizados por la AAT (Asociación de Autoras y Autores de Teatro) en el marco de Salón Internacional de Libro Teatral. Le dije a Nani que su texto me había conmovido mucho (y especialmente que lo hubiera escrito alguien que vivía en el Mediterráneo, una zona cálida de Europa) y que me gustaría mucho traducir su obra al polaco. En la misma ocasión conocí a Beatriz, pero en ese momento todavía no imaginaba su papel en mi proyecto.

Empecé a traducir la obra de Nani a principios de 2025 y entonces, por pura casualidad, descubrí el Spitsbergen Cultural Centre que ofrece residencias en Longyearbyen, pueblo ubicado en la isla de Spitsbergen, la más grande del archipiélago de Svalbard, en la región ártica al extremo norte de Noruega. Así que… tomé la decisión inmediatamente. ¡Voy a Svalbard! Quise verlo con mis propios ojos y luego aplicar mis experiencias a la traducción. Pero sobre todo quería que los habitantes de esta remota región conocieran y apreciaran el compromiso del equipo internacional que acabo de mencionar, involucrado en la defensa de nuestro hábitat común.

¿Y de qué trata la obra de Nani? La trama se desarrolla en la Isla del Oso, al sur de Svalbard, en una estación meteorológica dirigida por Dimitri, un anciano científico ruso que lleva allí veinte años. Su soledad se ve repentinamente interrumpida por Carla, una joven documentalista guineana, que llega para filmar la destrucción de la región ártica causada por el cambio climático. Al ver por primera vez a una osa polar, decide llamarla Nanua y enfocar su película en ella. Las dos empiezan a «dialogar» y descubren lo lejos y lo cerca que estamos los animales y los humanos.

La identificación entre las representantes de las especies animal y humana pone énfasis en el problema principal de Blanco sobre blanco: cuando una sola especie sufre, está en peligro todo el ecosistema. Al oír el crujir del hielo, Nanua exclama:

¡Es demasiado pronto! […] ¿Es que no lo habéis escuchado? ¿No lo habéis visto? ¿Por qué no reaccionáis? ¿Dónde está concentrada vuestra atención? […] Tenéis ojos, orejas, piel… y sin embargo, no sois capaces de percibir lo que cambia a vuestro alrededor. No lo entiendo… A veces pienso… A veces creo… […] que sois vosotros mismos quienes desolláis a jirones este templo de hielo. […] ¿Qué estáis haciendo? ¡Parad! ¡Parad! ¡Estúpida raza, parad! […] Ojos ciegos, oídos sordos y piel desconectada de este mundo. ¿Cómo habéis podido llegar tan lejos? ¿Y vosotros sois la raza inteligente? […] Que el futuro no os obligue a preguntaros por qué no hicísteis nada…

La advertencia de Nanua tiene un buen fundamento: el derretimiento de los glaciares que eleva el nivel de mares y océanos cuyas aguas se están calentando; las inundaciones en España y Polonia en septiembre de 2024 y el deslizamiento de tierra provocado por la rotura de un glaciar que cayó sobre la aldea suiza de Blutten en junio de 2025 son solamente algunos ejemplos de la crísis climática global.

Nanua, la hambrienta osa polar, es su víctima directa y por eso nos hace la pregunta: «Cuando mi hogar quede devastado,¿el tuyo seguirá intacto?».

Con esta pregunta terminé la conferencia que ofrecí en el Spitsbergen Cultural Centre, adonde viajé en julio del 2025. Uno de los presentes, el profesor Krzysztof Zawierucha, de la Facultad de Biología de la Universidad Adam Mickiewicz de Poznań, afirmó que esa frase final la utilizará en sus seminarios, ya que «es la esencia misma de lo que debería ser el objetivo principal de todos los seres humanos habitantes de la Tierra». Eso demuestra que el teatro es un medio perfecto para provocar una reflexión colectiva —tanto en el plano cultural como científico y educativo— sobre los problemas más importantes que nos atañen a todos.

¿Y Svalbard? No lo encontré tal y como lo describe Nani en su obra y, sin embargo, me siento… hechizada. Sí, esta es la palabra. Aunque privado de árboles, arbustos y hasta hierba (en el paisaje de tundra solamente crecen liquenes y —durante el verano— diminutas flores blancas o rosáceas), es un lugar fascinante que atrae a gente de todo el mundo: entre los tres mil doscientos habitantes de Longyearbyen hay representantes de… ¡cincuenta y una nacionalidades! Los turistas vienen… y se quedan. O, por lo menos, vuelven.

Yo también sueño con volver. Quisiera encontrar y observar —eso sí, desde lejos— a «mi propia» Nanua; espero que mientras tanto los humanos no hayamos destruido su hogar… Y espero seguir con mi espionaje literario hasta que pueda.

Svalbard, julio 2025 – foto: Marta Jordan

Svalbard, julio 2025 – foto: Marta Jordan

Svalbard, julio 2025 – foto: Marta Jordan

 

 

 

 

 

 

 

Fotografía – Marta Jordan

Marta Jordan es traductora de literatura española y latinoamericana en Polonia. Su actividad data de los años setenta del siglo XX cuando ganó el Primer Premio en el Concurso Nacional de Traducción Literaria. Traduce tanto narrativa (Isabel Allende, Julio Cortázar, Mariana Enriquez y Antonio Skármeta, entre otros) como teatro latinoamericano y español (Marta Buchaca, Juan Mayorga, Claudia Piñeiro y José Sanchis Sinisterra, entre otros). Frecuentemente participa en ferias de libros y conferencias internacionales y es beneficiaria de residencias literarias. En 2019 la Asociación Polaca de Autores ZAiKS le otorgó el Premio Literario por sus méritos en la traducción.

 

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