Viernes, 2 de mayo de 2025.
Hace poco más de dos meses que se celebró el Festival International de la Bande Dessinée d’Angoulême, la cita más importante de Europa para el mundo del cómic. Este año 2025, además, ha sido doblemente especial. Por un lado, porque España fue el país invitado en la 52.ª edición del festival durante los días 29, 30 y 31 de enero y 1 y 2 de febrero. La cooperación de la Dirección General del Libro, del Cómic y de la Lectura del Ministerio de Cultura, Acción Cultural Española y la Sectorial del Cómic se materializó en un ambicioso programa de actividades bajo el lema de «España: talento en viñetas» que tuvo lugar en una bella y funcional carpa diseñada para la ocasión ubicada en la plaza Marengo, ante cuya entrada se encontraba el representativo busto de Hergé, autor de Tintín.
Por otro, el festival significó nuestra particular pica en Angulema como traductores, porque, entre las autoras y los autores que formaban parte de la delegación española de casi cien personas, nos encontrábamos el académico y traductor Paco Rodríguez y servidora de ustedes, en una circunstancia de excepción en la que pudimos compartir estatus con los autores de cómic, en calidad, nosotros también, de autores de la obra derivada y protagonizar una charla dedicada a la traducción dentro del programa de actividades español del festival para dar a conocer nuestra labor profesional y la situación de los traductores de cómic en España.
Sobre el festival de Angulema, lo único que puedo decir es que probablemente sea el sueño de cualquier amante de los cómics y de cualquier persona que se dedique a ellos: aunque esta pequeña ciudad neoaquitana ha hecho del cómic su marca distintiva a lo largo de todo el año y alberga un nutrido museo dedicado al cómic y la Maison des Auteurs (donde muchos autores internacionales desarrollan sus obras a lo largo del año), durante los días del festival su población se multiplica por cien, hasta llegar a los 200 000 habitantes, y se convierte en el centro neurálgico del mundo comiquero. En esta pacífica localidad francesa, con sus calles adoquinadas en cuesta, su mercado de abastos, su alcaldía monumental y su ambiente cortado por el viento frío de enero e inundado por el olor a los buenos sabores de la comida francesa, brotan de la nada unas carpas blancas enormes con chirriante tarima enmoquetada que se llenan de cómics, de amantes y curiosos de los cómics y de todas las actividades relacionadas con el cómic que se os ocurran. El cómic entendido como noveno arte, pero también como expresión de la cultura más popular; las obras superventas comercializadas por las grandes editoriales, pero también los cómics publicados por editoriales más modestas y los fanzines más alternativos y gamberros; el manga, que goza actualmente de una grandísima acogida; el cómic para niños y adultos, para entendidos y amateurs, para académicos y curiosos… El cómic que lo inunda todo y que se disfruta, se respeta y se venera como cualquier otra manifestación artística, pero como él mismo y por sí mismo, con su maravillosa expresividad verbo-icónica.
Desde que puse el pie en Angulema, me di cuenta de lo inabarcable que era el festival y de que no sería capaz de verlo todo ni teniendo mil vidas. Los altavoces de la organización, cuya megafonía resuena por todo el casco antiguo y no cesa de anunciar innumerables actividades simultáneas en las cuatro esquinas de la ciudad. Aun así, lo vivido allí no se materializó en un exceso de estímulos, de títulos o de información, sino en la infinidad de personas con las que me crucé y con las que intercambié impresiones, en las interesantísimas conversaciones que tuve la suerte de mantener y, por supuesto, en el gigantesco honor que supuso tanto para Paco como para mí (acompañados por Marta Tutone, alma de la editorial Liana y traductora de formación) el ser embajadores de una profesión tan invisibilizada como la nuestra, la de traductores, concretamente, de cómic.
Como ya podréis imaginar, alojarse en Angulema esos días es una tarea casi imposible y todo el mundo (editores, autores, agentes, visitantes, etc.) tienen que hacer sus componendas para poder asistir al festival y, con suerte, pernoctar en la ciudad. En nuestro caso, como éramos una delegación de casi cien autoras y autores, no había sitio donde meternos. Por eso, la mayor parte de quienes integrábamos la delegación teníamos nuestro hotel a las afueras de Burdeos, a hora y media en autobús. Lo que, en un principio, pudiera parecer un gran inconveniente que nos agotaría y robaría muchas horas de disfrutar de las múltiples actividades del festival, acabó convirtiéndose en una excusa estupenda para pasar el tiempo de viaje con la delegación de autores y autoras y tener contacto con gente que, ya de por sí, son personas excepcionalmente creativas, pero también suelen estar muy ocupadas y es poco común encontrárselas reunidas. Confieso que, al verlos allí todos juntos en un mismo vehículo la primera noche, temí que tuviéramos algún accidente ¡en cuyo caso, el potencial artístico español se habría visto seriamente comprometido!

Mural dedicado a Goscinny al final de la calle homónima
En mis recuerdos se entrecruzan los saludos de pasada, los encuentros casuales y las largas y fecundas conversaciones que mantuve con una cantidad ingente de personas interesantísimas, cada una con su visión y su perspectiva de los cómics, la profesión y su (y nuestro) papel en el sector. Tuve la suerte de conocer a la autora e ilustradora María Simavilla, mi compañera durante casi todo el viaje desde que salimos de Madrid, con la que hablé sobre ese síndrome de la impostora que nos paraliza tanto y contra el que hay que luchar todo el tiempo, y lo dificilísimo que es que el trabajo creativo no dé para vivir. O las largas charlas con las inigualables integrantes del Colectivo de Autoras de Cómic, como la estupenda Carla Berrocal (con la que también compartí avión de ida y vuelta y que siempre es una magnífica compañía), Emma Ríos, Marika Vila o Elisa McCausland, que están haciendo una labor inestimable de agrupación de las autoras y de rescate de las genealogías de mujeres en el cómic y que tantísimo me cargaron las pilas y me dieron ganas de hacer cosas. Tampoco olvidaré mis paseos angumoisinos, en solitario o con Elisa McCausland y Diego Salgado. Ni todo lo que charlamos sobre traducción, cómic y radio Javi Alonso y yo, conductor de Territorio 9 en Radio 3, que lo primero que me dijo al verme en el aeropuerto fue que quería entrevistarnos (mi corazoncito de traductora latió fuerte entonces: no estamos acostumbrados a salir de la invisibilidad. Aquí podéis escuchar la entrevista que nos hizo en uno de sus especiales sobre el festival). Ni las interesantísimas conversaciones que mantuve durante las múltiples ocasiones en las que coincidí con el Subdirector del Libro, del Cómic y de la Lectura, Jesús González, con quien charlé largo y tendido sobre lo que atañe a la enjundia institucional, los esfuerzos que se hacen desde la administración y lo importantísimo que es que el sector del libro al completo (no solo el del cómic), que se asemeja a un ecosistema, sea sostenible, de tal manera que los grandes depredadores no esquilmen su principal fuente de subsistencia, que es la labor de sus trabajadores creativos…

Territorio 9 de Radio 3. Javi Alonso, Marta Tutone, Julia Gómez y Paco Rodríguez. Fotografía de Pepe Montilla
Me sentí gratamente incluida en esa delegación, pastoreada por Víctor Gutiérrez y Kike Villodre, en la que se logró reunir a un nutrido grupo de gente increíble, y pertenecer a ella me permitió ser testigo privilegiada de sus conversaciones (de las que no me cabe duda de que saldrán cosas interesantes, porque, cuando juntas tantísimo potencial artístico, no puede ser de otra manera). Charlé de mil amores con Ana Penyas y con Quan Zhou Wu de lo utilísimas que han sido sus obras en mis clases de la universidad para proporcionarles a mis estudiantes una perspectiva diferente de ver las cosas. Compartí todo un viaje de vuelta a Burdeos con la maravillosa Nadia Hafid, junto a la que luché contra el sueño charlando por los codos de todo lo habido y por haber. Conocí al talentoso autor Sergio García y a la polifacética Lola Moral, que no solo es guionista y colorista, sino que hace unas esculturas cerámicas preciosas. Saludé a Jota Lynnot, presidente de la Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España, y a otro de los últimos premios nacionales de cómic, Magius. Me reencontré con el solicitadísimo Paco Roca, que es nuestro embajador comiquero más conocido tanto dentro como fuera de nuestras fronteras (su última obra junto con Rodrigo Terrasa, El abismo del olvido, acababa de aparecer traducida al francés por la traductora Eloïse de la Maison para Éditions Delcourt con el título de L’Abîme de l’oubli) y con el legendario Antonio Altarriba, con la guionista Alicia Palmer y con la autora Ana Oncina. Conocí a Aneke, Verónica Álvarez, Laura Pérez, Montse Mazorriaga, Sole Otero y Ana Galvañ, que no solamente son gente estupenda, sino que también son todas autoras con los estilos más variados ¡y desde aquí os animo a descubrir su obra si no la conocéis ya! (No en vano, Angulema reconoció el talento de algunas de estas autoras de vanguardia montando una versión reducida de la exposición Constelación Gráfica del CCCB). Conocí por fin a los autores valencianos y pareja artística Miguel Ángel Giner Bou y Cristina Durán, y esta última me contó un poquitín de los proyectos que ahora tiene entre manos. El dibujante Javier Olivares me adoptó de inmediato y hablé de tarifas de traducción con el que no solo es un reconocido autor, sino también es compañero de oficio Santiago García (sí, ya sabéis, ese tema tabú del que solo se puede hablar en persona y en voz más bien bajita). Y, en plena calle, despotriqué del machismo del sector con las jovencísimas autoras gallegas Alba Chan y Ene, que están hartas de que, por ser mujeres, las tomen menos en serio que a sus análogos masculinos.
Algunas conversaciones me dieron muchísimo que pensar, como todo lo que hablé con el autor multipremiado con el prestigiosísimo premio Eisner David Aja, a quien publica Astiberri en España, con traducción del compañero Óscar Palmer. David me contaba que él, que crea para el mercado estadounidense, dejó en manos de Óscar la traducción de su obra. El resultado tal vez no fuera el que él habría generado si hubiera creado directamente en español, pero fue Óscar quien le dio vida a sus palabras, originalmente escritas en inglés. Esta pequeña anécdota demuestra que hay mucho más detrás de las consabidas estadísticas: entre ese casi 90 % de obras que llegan a España desde el extranjero, también mucho talento español regresa a nuestro país de la mano del buen hacer de las traductoras y los traductores. Está claro que los autores que se marchan a trabajar a otros mercados del cómic lo hacen por la precariedad del nuestro, que tiene muchísimo que mejorar en cuanto a la remuneración justa del trabajo creativo y a las buenas prácticas (relaciones laborales, transparencia y cumplimiento contractual), pero las cifras no consiguen reflejar por completo un panorama que es tan fecundo como diverso.

Ventanal del pabellon UNESCO
Aun así, no solo con las autoras y los autores mantuve productivas conversaciones. Lo increíble de Angulema durante los días del FIBD es que confluyen allí también absolutamente todos los demás agentes del sector. Por iniciativa de Elisa McCausland, se celebraron dos interesantísimas reuniones, una de ellas protagonizada por las investigadoras del cómic. Tuvimos la oportunidad de intercambiar impresiones y pensar entre todas en cómo avanzar en la investigación viñetil, con participantes de excepción como Ana Merino, Isabelle Touton o la también autora Josune Urrutia, por mencionar a algunas de ellas. Y también pude sacar algún ratito agradable con las investigadoras (y amigas) María Porras y Eva Van de Wiele e intercambiar impresiones sobre nuestro paso por el festival, entre otras cosas, con Kiko Sáez, investigador, traductor y responsable de la cátedra de cómic de la Universidad de Alcalá de Henares. Charlé brevemente con Noelia Ibarra, la actual presidenta de la Sociedad Académica de Estudios del Cómic, y con Álvaro Pons, responsable de la cátedra de cómic de la Universidad de Valencia, con quienes estuve comentando las dificultades que existen para dotar a los estudios del cómic del reconocimiento como disciplina por derecho propio que se merecen dentro de la academia.
En el multitudinario encuentro español que se celebró el viernes por la noche en la carpa dedicada al mercado de derechos y que luego se prolongó en el agradable espacio satélite de la delegación, pude saludar a Meritxell Puig, directora del Salón del Cómic de Barcelona (gracias a cuyos esfuerzos existe el magnífico Premio Sophie Castille a la Mejor Traducción, que este año celebra su segunda edición y que ha recaído en Carlos Mayor por la traducción de Obra hermética de Moebius) y charlar con editoras y editores, algo que siempre resulta interesante, porque aportan una perspectiva muy diferente, al habitar el mercado desde el ángulo opuesto al nuestro, y poner cualquier cosa en común con ellas y ellos siempre resulta muy esclarecedor. Por fin conocí en persona a Félix López y Silvia Sevilla, majísimos integrantes de Tebeosfera, la revista más importante sobre cómic que existe en nuestro país, que hace un ingente trabajo estadístico publicando su informe anual sobre la situación del cómic en España (aquí y aquí podéis leer la crónica que escribieron sobre Angulema 2025) y con cuya complicidad y apoyo tenemos la suerte de contar los traductores, porque siempre nos han acogido con los brazos abiertos y defendido nuestra labor (muestra de ello es el especial La traducción del cómic, coordinado por Paco Rodríguez y Sergio España y publicado en 2018).
Irónicamente, con quien casi no pude charlar fue justo con Paco, porque nuestras apretadas agendas hicieron que coincidiéramos con dificultad, aunque algún ratito sí arañamos (eso sí, siempre se nos queda corto), sobre todo antes de despedirnos para volver a nuestros ajetreados compromisos profesionales y familiares (de eso precisamente estuve hablando con Ainhoa Sánchez Mateo, de Acción Cultural Española: de lo importantísimo que sería apoyar a la conciliación de aquellas personas que tenemos familias a nuestro cargo y no podemos disfrutar de estancias o ayudas porque nuestras obligaciones no nos lo permiten… ¡aunque esta ya parezca una pretensión absolutamente utópica en la larga lista de reivindicaciones pendientes!).
Como ya os contó Inés Sánchez Mesonero hace dos años sobre su paso por el festival, el ambiente del FIBD, tan internacional (te puedes cruzar por sus calles o en cualquiera de sus cafés con los grandes nombres del cómic mundial) y a la vez tan típicamente francés (es un festival eminentemente concebido para celebrar el mercado del cómic franco-belga), una, por deformación profesional, se sorprende de que la traducción no sea mucho más explícita y visible: de que las exposiciones no citen a los traductores de las cartelas, de que se celebre muy poco a los traductores franceses que se encargan de verter hacia su idioma la obras foráneas, de que no haya presencia explícita de las traductoras y los traductores en Angulema, más allá de la mención de sus nombres en los premios nominados a obras extranjeras… Por eso, fue todo un hito que, dentro del programa español, Paco Rodríguez, Marta Tutone y yo, moderados por la autora Montse Mazorriaga, tuviéramos la oportunidad el sábado día 1 de febrero a las 14.00 de tomar el escenario del hermoso pabellón español y hablar durante cincuenta minutos, que se hicieron cortísimos, sobre nuestra profesión.

Charla de Tradurietas con Montse Mazorriaga, Marta Tutone, Paco Rodríguez y Julia Gómez. Félix Gómez y Silvia Sevilla
Al igual que las demás charlas y propuestas celebradas en el pabellón de España, la nuestra tuvo una magnífica afluencia de público (desde aquí, aprovecho para agradecer a aquellas personas que se tomaron la molestia de pasarse a escucharnos). Recalcamos la importancia de nuestra labor, especialmente en un mercado como el español, en el que la aplastante mayoría de títulos son traducidos; explicamos que somos autores de la obra derivada según la Ley de Propiedad Intelectual; hablamos de los datos estadísticos publicados en el informe de Tebeosfera y en el Libro Blanco del Cómic en España (en cuyo capítulo dedicado a la traducción estuvimos implicados directamente el grupo de trabajo Vértice Cómic, gracias a la inestimable colaboración del grupo de traductores Tradurietas, que precisamente daba nombre a nuestra charla). Hablamos, por supuesto, de la importancia del asociacionismo y del intenso trabajo que se ha llevado a cabo durante los últimos años, desde que, poco a poco, los traductores de cómic tomamos conciencia de grupo e identificamos precariedades que eran incluso más graves que las del mercado editorial convencional… Hablamos de nuestra labor en la cadena editorial, de la importancia de los contratos editoriales y también de la investigación en traducción de cómic, una disciplina aún más incipiente que los mismísimos estudios de cómic. La segunda parte de nuestra intervención la dedicamos a exponer diferentes ejemplos de traducción, para mostrar cómo es el método de trabajo y cuáles son las dificultades de la traducción de cómics, cuando el texto y la imagen están íntimamente relacionados y lo escrito tiene vocación oral, pero se plasma en papel. Después de la charla, algunas traductoras presentes tuvieron la amabilidad de venir a saludarnos y fue un placer charlar un ratito con ellas, como Satya Daniel, traductora francesa especializada en cómic, que nos confirmó lo que ya sospechábamos: los traductores de cómic franceses no están tan organizados como nosotros en España.
Hablamos, por supuesto, de la importancia del asociacionismo y del intenso trabajo que se ha llevado a cabo durante los últimos años, desde que, poco a poco, los traductores de cómic tomamos conciencia de grupo e identificamos precariedades que eran incluso más graves que las del mercado editorial convencional…
Puede que nuestra presencia en Angulema haya sido algo anecdótico y que no vuelva a darse: está claro que los esfuerzos de los organizadores españoles por incluirnos en el programa responden a una voluntad específica de darnos voz, algo en lo que parece que, en ciertos aspectos, llevamos ventaja a nuestros vecinos del norte, y que es fruto de los esfuerzos que venimos haciendo desde hace ya varios años y de la idiosincrasia particular del mercado español, en el que prácticamente todos los títulos que se comercializan son traducciones. Eso sí, como cuenta Inés Sánchez Mesonero en su artículo, viajar a Angulema o a cualquier otro festival o cita cultural sin patrocinio externo y por cuenta propia es un dispendio que nos genera una pérdida de ingresos que, en los complicados tiempos que corren, apenas ningún traductor autónomo se puede permitir. Y, precisamente en estos tiempos inciertos, las editoriales y empresas del sector cultural deberían sacar pecho de sus trabajadores de carne y hueso y cuidarlos con mimo ante dudosas alternativas mediocres de poco gusto y menos valía creativa y profesional. Esperamos haber dejado huella y que nuestra presencia como representantes de las traductoras y los traductores en Angulema tenga repercusiones positivas para nuestra profesión al completo.
Lo que me ha demostrado este viaje, por encima de cualquier otra cosa, es que no podemos desligarnos de los demás agentes del sector. Si queremos que nuestras condiciones mejoren, es necesario que estemos en contacto con el resto del mundo para darnos a conocer, para seguir insistiendo en nuestra presencia indispensable y para que se conozcan nuestra labor y nuestras reivindicaciones. Nos une el interés común por la buena salud del tejido cultural, aunque nos separen cuestiones pecuniarias y procedimentales que sería de rigor mejorar para garantizar la pervivencia de la profesión traductora.
ENLACES
Festival Internacional de la Bande Dessinée de Angoulême
https://www.bdangouleme.com
un ambicioso programa de actividades:
https://www.cultura.gob.es/actualidad/2025/01/250115-festival-comic-angulema.html
Sectorial del cómic:
Museo dedicado al cómic:
https://www.citebd.org/venir-a-la-cite/le-musee-de-la-bande-dessinee
Maison des Auteurs:
https://www.citebd.org/venir-a-la-cite/la-maison-des-auteurs
Aquí podéis escuchar la entrevista que nos hizo
https://www.rtve.es/play/audios/territorio-9/territorio-9-especial-espana-pais-invitado-angouleme-1/16432135/
Unas esculturas cerámicas preciosas
https://lolamoral.es/?product_cat=ceramica
Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España
https://www.acdcomic.es
Sociedad Académica de Estudios del Cómic
https://saec.blogs.uv.es
Premio Sophie Castille a la Mejor Traducción
https://www.comic-barcelona.com/es/premio-mejor-traduccion.cfm
La traducción de Obra hermética de Moebius
https://www.comic-barcelona.com/es/noticias.cfm/id/39702/premio-sophie-castille-mejor-traduccion.htm
Tebeosfera
https://www.tebeosfera.com
aquí
https://www.tebeosfera.com/documentos/fibd_2025_la_invasion_espanola_en_angulema.html
aquí
https://www.tebeosfera.com/documentos/fibd_2025_espana_talento_en_vinetas.html
La traducción del cómic
https://revista.tebeosfera.com/numeros/tebeosfera_2016_acyt_-3_epoca-_7.html
Como ya os contó Inés Sánchez Mesonero
Festival del cómic de Angoulême: experiencia de una traductora, Inés Sánchez Mesonero
informe de Tebeosfera
https://www.tebeosfera.com/documentos/informe_tebeosfera.html
Libro Blanco del Cómic en España
Tradurietas
https://tradurietas.wordpress.com
Julia C. Gómez Sáez traduce del inglés, el francés y el alemán al castellano. Estudió la licenciatura de Traducción e Interpretación en la Universidad Pontificia de Comillas y un máster en Ciencia del Lenguaje y Lingüística Hispánica en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Además, es profesora asociada en el Grado de Traducción e Interpretación en la Universidad Complutense de Madrid e investiga sobre la traducción de cómics. Ha traducido a autores como Heather O’Neill, Lucy Cousins, Lisa Fittko, Belinda Alexandra, Maurane Mazars, Julia Rothman o Walter Isaacson. Es socia de ACE Traductores.