Paula Aguiriano Aizpurua: Identitti, de Mithu Sanyal

Lunes, 7 de octubre de 2024.

Paula Aguiriano Aizpurua ha traducido del alemán la obra de Mithu Sanyal Identitti, Consonni, septiembre de 2023.

Obra finalista del XIX Premio de Traducción Esther Benítez.

Sinopsis

Nivedita Anand, una joven alemana de padre indio y madre polaca, está harta de que le pregunten de dónde es. Saraswati es catedrática de Estudios Poscoloniales en Düsseldorf y una estrella mediática presente en todos los debates sobre política identitaria. En sus clases, Nivedita por fin ha encontrado el lenguaje y las herramientas para hablar (y escribir en su blog y en redes sociales) sobre su propia identidad. Pero todo salta por los aires cuando se descubre que Saraswati, que se presenta como persona racializada, resulta ser ¡blanca! Nivedita pasa de la admiración a la decepción y al enfado, al tiempo que intenta entender lo que ha sucedido.

¿Qué define nuestra identidad? ¿Qué es la raza? ¿Puede alguien despojarse de su blanquitud? Esta novela disecciona estas cuestiones a un ritmo trepidante y con gran ironía, en un texto salpicado de referencias culturales actuales, tuits reales e inventados y una gran dosis de humor y autocrítica.

Comentario de la traductora

No recuerdo quién me enseñó a hacer malabares cuando era pequeña, pero la memoria muscular ha cumplido con su cometido todo este tiempo porque no se me ha olvidado. Y resulta que la sensación que tuve al traducir esta novela fue muy parecida a esa leve tensión que se siente al vigilar con el rabillo del ojo todas las pelotas mientras miras a un punto indeterminado para no perder la visión de conjunto a la vez que intentas relajar el cuerpo para que la cosa fluya.

La primera pelota de estos malabares sobre el papel fue el lenguaje sobre raza/racismo/antirracismo, que en alemán no está necesariamente más desarrollado que en castellano, pero el uso de anglicismos en una lengua y en otra no es el mismo. Pienso en términos como «brown» (no fue fácil averiguar cómo llaman a su color de piel las segundas generaciones de migrantes del subcontinente indio en nuestro país), «race» (la connotación de la palabra Rasse en alemán es delicada, de manera que la autora optó directamente por poner el término en inglés en boca de los personajes, y en un momento de la novela lo problematiza), «PoC» (¿es lo mismo decir people of colour que «personas racializadas»?), etc. Por el motivo que sea, al público alemán, lector o no, la presencia del inglés no suele molestarle, y esto nos lleva a la segunda pelota.

En el original ya había mucho texto en inglés, introducido con toda naturalidad y sin marcas de ningún tipo, tanto en tuits de usuarios extranjeros como en las conversaciones entre Nivedita y su prima, que tienen lugar a caballo entre Alemania y el Reino Unido. Lo difícil fue modular la cantidad de inglés presente en la traducción para conseguir mantener la importancia de esa dicotomía sin que el lector perdiera el hilo. No soy nada partidaria de tomar por tonto al público lector, pero en este caso se me hizo necesario aligerar este obstáculo lingüístico porque las capas de contexto cultural e idiomático empezaban a acumularse.

La tercera pelota fueron sin duda las citas, abundantes y no siempre evidentes. La novela también funciona como un curso acelerado de antirracismo, y así lo demuestra la bibliografía final. Manejar dicha bibliografía y la traducción de las citas —que no tenían llamada en el texto pero cuyo origen sí podía consultarse al final del libro— nos dio quebraderos de cabeza tanto a las editoras como a mí, porque algunas estaban en inglés original, otras en inglés traducido, y también las había en alemán traducido. Creo que la solución a la que llegamos, si bien no fue mi propuesta inicial, es bastante satisfactoria: traducir en el texto las que estuvieran en alemán (intentando recurrir al idioma original cuando era posible), dejar las que estuvieran en inglés, y añadir una traducción o una mención a la traducción ya publicada en la bibliografía.

Mis pinitos en las artes circenses son modestos, solo sé hacer malabares con tres pelotas. Pero, cómo no, este libro tenía unas cuantas más preparadas que aparecían y desaparecían de improviso: el lenguaje inclusivo y no binario, y su desigual evolución y recepción en las tres lenguas presentes en la novela; el sinnúmero de comillas y cursivas para las que tuve que (re)inventarme criterios; los giros propios de Twitter (perdón, X) y los tuits reales; lo decolonial o descolonial…

Fue todo un reto enfrentarme a este libro y espero que la memoria muscular adquirida me acompañe durante el resto de mi trayectoria traductora.

Enlace a las primeras páginas.

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