Abrirse paso en la traducción editorial: apuntes prácticos, Silvia Senz

Viernes, 14 de junio de 2024.

Cuando empecé en los oficios editoriales, en 1990, ingresar como traductor, corrector o editor de mesa en el entonces aún muy artesanal sector editorial no llevaba mucho tiempo. Con una simple licenciatura en la mano y, a lo sumo, algún cursillo de especialización, para conseguir el primer cliente bastaba con superar pruebas de selección —convocadas a menudo por las editoriales en la prensa, en la sección de anuncios de empleo— o con un primer envío (¡o presentación en mano!) del currículum. Y no era así porque el sector fuera muy dinámico y necesitara cubrir constantemente grandes necesidades de producción. Por aquel entonces, pocos años antes de la primera revolución digital (la autoedición) y de que el capitalismo salvaje aterrizara en el sector, los procesos editoriales eran bastante lentos y el volumen de publicación era aún contenido. En un sector de funcionamiento todavía muy gremial, si se podía acceder sin demasiado esfuerzo a una ocupación editorial era porque las empresas tenían aún sus plantillas llenas de editores de mesa con tiempo suficiente para atender las solicitudes de empleo, para convocar públicamente pruebas de selección de trabajadores y colaboradores, y para instruir luego a quienes se incorporaran a la empresa como externos o internos.


A menudo el graduado en Traducción o Filología que quiere dedicarse a la traducción editorial se ve en la necesidad de pagar cuantiosos peajes para intentar ingresar en el sector, sin garantías de conseguirlo


Hoy, la traducción editorial es una de las especializaciones más atractivas para quien empieza a orientar su carrera profesional, a pesar de sus sempiternas bajas tarifas. Al menos en España, es un sector de trabajo estable debido al volumen sostenido de traducciones de libros. Hasta hace pocos años, el peso del libro en papel traducido sobre el total de la oferta de obras publicadas representaba cifras en torno al 20-23 %, y en el año 2018, las traducciones en soportes digitales y multimedia supusieron el 15,1 % del total de publicaciones en este formato. Además, como otras especialidades de carácter creativo, la traducción de libros se mantiene a resguardo de los destrozos que suele causar la combinación del neoliberalismo y los avances tecnológicos (en traducción automática e inteligencia artificial, en este caso). Y no hay que olvidar su mayor peculiaridad: se traduzca ficción o no ficción, la traducción editorial suma la ventaja de estar protegida por el derecho de autor y de generar, en consecuencia, un rendimiento en regalías cuando sobrepasa el pago por el cumplimiento del encargo de traducción.

Pero el traductor que quiere iniciarse hoy en el mundo del libro —al igual que el corrector, el editor de textos, etc.⁠— se enfrenta a un panorama muy distinto del que yo me encontré en mis primeros pasos en este sector. Con la irrupción de la autoedición a mediados de la década de 1990, que propició una abrupta aceleración y abaratamiento de los costos de producción, mayor productividad y un margen algo más amplio de beneficios para el sector —la máxima rentabilidad hasta entonces era de un 6 %⁠—, aterrizaron en el mundo del libro grandes conglomerados de empresas que empezaron a adquirir editoriales y a concentrarlas en pocas manos, en pos de un falso Eldorado: un 15 % de beneficio, que ni la mayor fábrica de basura en formato libro es capaz de conseguir. Como resultado, el sector editorial sufrió, de manera acelerada, profundos desequilibrios y transformaciones estructurales. Una de las consecuencias más graves de este «ultracapitalismo» dispuesto a exprimir al máximo el negocio editorial aplicando prácticas empresariales muy extractivas e impropias de la industria cultural, fue la drástica reducción de las plantillas. Salvo en algunas editoriales médicas y en las de libro de texto —cuyo producto exige un especial control de calidad, para adaptarse a normativas de diversa índole, incluidas las lingüísticas⁠—, los departamentos de Edición y Corrección se vieron diezmados o desaparecieron por completo. La reducción drástica de equipos editoriales internos acabó, de la noche a la mañana, no sólo con la estabilidad laboral de que disfrutaba el sector, sino también con la facilidad de acceso de los traductores (y otros colaboradores) al potencial cliente y con la transmisión directa, experta y, por supuesto, aplicada del conocimiento, creando un vacío repentino que dio lugar a un nuevo negocio derivado: la formación editorial.


La reducción drástica de equipos editoriales internos acabó, de la noche a la mañana, no sólo con la estabilidad laboral de que disfrutaba el sector, sino también con la facilidad de acceso de los traductores (y otros colaboradores) al potencial cliente


En el colmo del comportamiento depredador, en este negocio han entrado las propias editoriales, desde sellos pequeños (como Ático de los Libros) hasta los grandes grupos (como Santillana, con un máster ya de varias vidas, o como Grupo Planeta, con su maestría editorial auspiciada por la Universitat de València y enfocada a directivos de Latinoamérica, o como Penguin Random House Mondadori con su escuela Cursiva), que así han pasado de formar gratuitamente a sus empleados en las diversas especialidades editoriales, a cobrar a los aspirantes por una formación —a menudo costosísima—, por una promesa velada de incorporación a sus equipos e incluso por prácticas gratuitas que tienen todos los visos de ser trabajo real, con lo que se convierten en una forma encubierta de explotación laboral.

En consecuencia, a menudo el graduado en Traducción o Filología que quiere dedicarse a la traducción editorial se ve en la necesidad de pagar cuantiosos peajes para intentar ingresar en el sector, sin garantías de conseguirlo. La única manera de sortearlos son las bolsas y anuncios de trabajo (remunerado, se entiende) y el tradicional envío directo de solicitudes de empleo. En este sentido, valgan unas cuantas orientaciones prácticas, que podrán aprovechar también quienes quieran dedicarse a la edición de mesa y la corrección editorial.

 

Imagen de Canva Photos

 

Recursos para buscar empleo en el sector editorial

❶ Bolsas de trabajo y directorios de profesionales de las asociaciones de traductores, correctores y editores de texto de las áreas lingüísticas del castellano, el catalán, el vasco, el gallego y el asturiano. Acceder a ellas requiere, por supuesto, afiliarse a la asociación, una decisión siempre conveniente por la protección que brinda el corporativismo:

❷ Redes sociales profesionales y páginas de búsqueda de trabajo en todo el mundo, con una mayor frecuencia de publicación de ofertas laborales del campo de la edición. Suelen permitir la creación de alertas de empleo personalizadas. Pero tened cuidado a la hora de seleccionar los anuncios: también publican las ofertas de prácticas no renumeradas de algunos grandes grupos editoriales sobre las que he alertado anteriormente:

❸ Bolsa de trabajo del Gremio de Editores de España. Publica ofertas del sector editorial, prensa incluida, y de la enseñanza y el libro de texto en España y también en Latinoamérica: https://www.guia-editores.org/index.php/empleo/ofertas-empleo/ofertas-de-empleo/

❹ Selección de bolsas de trabajo en remoto: «Las mejores web para encontrar trabajos remotos y ser un nómada digital», blog de Trabajar en el Mundo: https://trabajarporelmundo.org/mejores-web-para-encontrar-trabajos-remotos/

❺ Directorios de editoriales en España, que permiten seleccionar posibles clientes en función de su localización y especialidad, para quien quiera seguir apostando por la vía directa: el envío personalizado del currículum: https://www.bne.es/es/Micrositios/Guias/Literatura_Infantil/EditorialesLibrerias/Directorios/

❻ Bolsas de trabajo de editoriales y de grupos editoriales. Antes de enviar directamente tu solicitud de empleo a tus editoriales soñadas, comprueba si pertenecen a un conglomerado editorial y si disponen de una sección propia de ofertas de empleo remunerado (el clásico «Trabaja con nosotros»). Es mucho más recomendable seguir este canal que aventurarse a un envío directo del currículum que puede acabar perdiéndose en el spam del receptor. Van aquí algunos ejemplos de referencia:

Grupo Planeta: https://jobs.planeta.es/

Grupo Prisa: https://prisajobs.epreselec.com/

Grupo Anaya: https://www.grupoanaya.es/trabaja-con-nosotros

Y vuelvo a alertar: cuidadito con las prácticas gratuitas de este otro gran grupo:

Como último consejo: si perseveráis en el empeño, acabaréis logrando un primer encargo de traducción, no lo dudéis. Pero conseguirlo, entregarlo y cobrarlo no os convertirá en traductores editoriales profesionales. Lo que hace a un traductor editorial es encarar su labor con la seriedad y pericia suficientes para cumplir con las expectativas del cliente y seguir recibiendo encargos. Así que ¡ánimo y al tajo!


Lo que hace a un traductor editorial es encarar su labor con la seriedad y pericia suficientes para cumplir con las expectativas del cliente y seguir recibiendo encargos


Fotografía de Sílvia Senz

Silvia Senz Bueno es filóloga y máster en Edición. Desde 1990 ha trabajado como lectora, editora, correctora y traductora en y para diversos departamentos de publicación de organismos y editoriales. Desde 1997 imparte clases de edición, corrección, tipografía y traducción editorial en certificaciones profesionales oficiales, posgrados y maestrías, y formación continua gremial. Además de redactar libros de estilo por encargo, ha publicado artículos en revistas especializadas, así como diversos capítulos en obras de lingüística hispánica, y es autora de Normas de presentación de originales para la edición y coautora de El dardo en la Academia.