Lunes, 19 de junio de 2023.
Hace poco, en la revista mexicana Nexos, publiqué un alegato como abogado del diablo en la cuestión de las dos versiones de la peli Sabrina, la de Billy Wilder (1954) y la de Sydney Pollack (1995), y tomaba partido incondicional por la segunda, pese a la enorme admiración y el muchísimo respeto que tengo por la obra de BW. Quienes se interesen por mi alegato, lo pueden leer en este enlace.
Aquí y ahora de lo que quiero hablar es de que encontré dos versiones dobladas de la Sabrina de SP, una en castellano (VC en el texto que sigue) y otra en eso que las redes llaman «español latino», hecha en México (que llamaremos VEL), y es sumamente instructivo y de lo más divertido compararlas.
Por ejemplo, en el monólogo inicial donde la voz en off de Sabrina describe la mansión de los Larrabee a partir del comienzo clásico de los cuentos de hadas («Érase una vez»), en la VC se habla de dos «invernaderos» mientras que en la VEL son «solarios», y se usa en la VC la palabra «piscina» (estúpida porque en las piscinas jamás hay peces), que en la VEL se convierte en «alberca», palabra tan árabe que parece nahuátl.
Aunque lo más espectacular, durante ese mismo monólogo, es que el Rolls-Royce (en el original y la VC) que los Larrabee importaron del Reino Unido con un chófer inglés especializado en conducir automóviles RR (el padre de Sabrina) desciende a ser un Volvo: e imagino que el público mexicano se quedará muy extrañado pensando en por qué los Larrabee se dieron el extravagante lujo de comprar en Londres un automóvil sueco.
En la escena con una sesión de fotos para Vogue en la plaza junto al Centro Pompidou, en París, en la Fuente Stravinsky con las esculturas de Niki de Saint Phalle, Louis, el fotógrafo se dirige al final a Sabrina: «¿Tomamos una copa?» (VC), «¡Quiero que salgas conmigo!» (VEL).
David le explica a Linus cómo fue que conoció a Elizabeth Tyson: «Yo estaba en una fiesta y el hijo del anfitrión se enfermó» (VC), «Estaba en una fiesta y el anfitrión se enfermó» (VEL), así es que lo llevó a Emergencias en Lennox Hill, donde ella era la médica de guardia. Lo que uno se pregunta es qué género de cuidados puede dispensarle a un adulto (el anfitrión) una médica pediatra.
El «esmoquin informal» (VC) de David se convierte, ¡sin dejar de ser la misma prenda!, en una «chaqueta rolex» (VEL).
Hay tres líneas fabulosas cuando Sabrina le pregunta a Linus en el invernadero si no se opone a que ella quiera a David, y Linus le responde: «—¿Oponerme? Viéndote, es como si una adorable brisa hubiera entrado en toda la casa. —¿Aunque esa brisa proceda de arriba de la cochera? —Son los 90, Sabrina».
Esas tres líneas son la respuesta muda a los billywilderianos a machamartillo que se entretienen en ningunear la Sabrina 2… tal vez porque saben que Pollack consiguió un resultado mejor que el gran maestro autor de El apartamento y tantas (muchas) obras de arte, pero que no supo enfocar esta comedia romántica y trabajó además con un casting equivocado: Humphrey Bogart como galán maduro y en ese ambiente es infumable. Aquí aplica lo que el malicioso Borges dijo acerca de Pío Baroja: «Más aceite da un ladrillo».
«Le he querido toda mi vida», le dice Sabrina a Linus, refiriéndose a David en la VC, mientras que en la VEL el verbo que usa no es «querer» sino «amar». Y en esa misma escena, cuando Linus la enlaza por el talle para sacarla a bailar, el diálogo se oye así en la VC: «Todo queda en la familia. —No creía que supieras bailar. —Me vuelve loco. Me llaman Fred Astaire en la oficina»… mientras que suena así en la VEL: «Todo queda en familia. —Pensé que no sabías bailar. —Me encanta. En la oficina me llaman Gene Kelly».
Nota bene: en el original, Linus dice que en la oficina le llaman «Bojangles»; es un delicado homenaje del guion al famoso bailarín negro, gringo, que hizo las delicias de toda una generación en escenas inolvidables con la niña prodigio Shirley Temple, quien andando el tiempo llegaría a embajadora de los EE.UU. con Ronald Reagan en la Casa Blanca. (Pinchar aquí).
En la VEL Linus tutea a Mack (su secretaria), lo que no hace en la VC, donde siempre la trata de usted.
El «Te quiere llevar al huerto» (VC) que Maude piensa decirle a Sabrina, a propósito del cortejo de David, y para ponerla en guardia, se transforma en un inocente «Solo te está tomando el pelo» (VEL).
Más: uno creería que Martha´s Vineyard es un lugar de Massachussets lo bastante conocido —en especial desde la aparición en la escena política usana de los Kennedy, vecinos prominentes de la isla— como para no tener que traducir su topónimo. En la VC no se lo traduce, pero en la VEL se lo nombra «el viñedo de Martha». Es como si en una peli en inglés se hablase de Buenos Aires llamándola «the good airs». Más luego, sin embargo, en la VEL la Toscana se nombra como «Tuscany», en inglés.
Linus explica por qué toman un helicóptero desde la Mansión Larrabee al aeropuerto donde se halla estacionado el avión familiar: «Así nos ahorramos todo el tráfico», que Sabrina comenta diciendo «Y todos los peajes» (VC), «Y todas las casetas» (VEL).
En el poema «Sabrina fair» los lirios (VC) se convierten en azucenas (VEL) y Sabrina, la náyade (VC), se transforma en una ondina (VEL).
En la VEL, cuando Linus se pregunta, mirando por el visor de la cámara de Sabrina, acerca del hombre que va camino al faro, «¿Qué clase de hombre toma como empleo cuidar un faro?», por un defecto de dicción suena más o menos así: «¿Qué clase de hombre toma como empleo cuidar un falo (sic)?».
El Centro de Rehabilitación (VC) que Linus quiere donar a la municipalidad de Martha’s Vineyard, pasa a ser un «Hogar intermedio» (VEL), sea ello lo que fuere.
Lo que resulta en particular chocante es la traducción de la línea «That you’re the world’s only living heart donor» que Sabrina le cuenta a Linus como una de las cosas que se dicen de él. La VEL es anodina: «Que eres el único ser viviente con el corazón sin usar». La VC acierta de lleno: «Que eres el único donante de corazón que sigue vivo». Asimismo al traducir otra de las cosas que Sabrina le cuenta que se dicen acerca de él: «Piensa que la moral es una pintura en una pared y que los escrúpulos son la moneda rusa».
En la misma escena, cuando ambos están en la playa, cenando almejas cocinadas por Linus, Sabrina habla de una vez que su padre, el chófer de los Larrabee, llevó a David a la ciudad para tomar unas lecciones. Linus quiere saber de qué. Sabrina le contesta:
«Creo que era una clase para aprender a tocar el bajo». Linus: «Fue un malentendido, creyó que era para aprender a ser vago» (VC). Y en la VEL: «Creo que era una clase para aprender el oboe». «Fue un malentendido, creyó que era para aprender a tocar o-tra cosa».
Las «muchas especias» del cuscús con pollo de la VC se reducen a «mucha canela» en la VEL.
El padre de Elizabeth pregunta retóricamente: «¿Cómo se llama cuando todos andan detrás de una mujer?» y Linus responde: «Puta» (VC), «Zorra» (VEL).
Son muchas más las discrepancias entre una y otra versión, pero creo que no debería alargar este texto ni hacerlo exhaustivo. En realidad tan sólo trata de ser una llamada de atención por si alguna vez, buscando en Google pelis para verlas sincronizadas en nuestro idioma, se llevan el chasco de elegir una versión teñida de localismos, sean ellos castellanos o latinohispanos.
Last but not least: mis dos líneas preferidas de los diálogos de este cuento de hadas que nos legó Sydney Pollack son cuando Sabrina va a salir al final del despacho de Linus, golpeada por el hecho de que todo ha sido una mentira, pero al menos lleva consigo el ticket del vuelo para París al día siguiente, y al llegar a la puerta Linus le dice desde su escritorio: «Te llevaré a casa» (es decir, a Long Island). A lo que Sabrina responde dando media vuelta y mostrando en alto el ticket de Air France antes de abrir la puerta e irse: «Lo haré volando».
Ricardo Bada (Huelva, España, 1939), escritor residente en Alemania desde 1963. Coeditor allí de dos antologías de literatura española contemporánea, y en solitario, de la obra periodística de García Márquez y los libros de viaje de Camilo José Cela. Editor en España de la poeta costarricense Ana Istarú, y en Bolivia de la única antología integral en castellano de Heinrich Böll (Don Enrique).
Supongo que no hay nada más fácil y que llene más el ego que criticar para mal en público las traducciones ajenas.
Por mi parte, supongo¡ que no hay nada más fácil y que llene más el ego que hablar (escribir) mal en público de los textos ajenos.
La diferencia está en que Ricardo Bada se puede defender y, en cambio, los traductores de esas películas, no, porque ni siquiera sabemos quiénes son y, por tanto, no nos pueden explicar en qué condiciones abordaron esos trabajos.
Por supuesto, pero yo no soy responsable de que no sepamos quién traduce los diálogos de las películas, y además, si se detiene a leer mi columna con más atención, yo no estoy criticando esas traducciones (excepto en el caso del uso del sustantivo «piscina» para designar un lugar donde no hay peces) sino simplemente señalando que hay al menos dos maneras de traducir a nuestro idioma. Y me tomo la libertad de señalar cuando creo que una traducción es mejor que la otra. ¿Qué hay de malo en ello? Mire, los bizantinos estaban discutiendo el sexo de los ángeles mientras los turcos invadían la ciudad, Yo no tengo tiempo que perder con estos tiquismiquis. Vale.
Entendido. Usted disculpe. No le haré perder más tiempo con mis peguijeras.
«Pejigueras» quería decir.
Adoro la palabra «pejiguera», mi abuela Remedios la usaba mucho. Y es a ella a la única persona que le he oído la palabra «excusabaraja». Escrita sólo la he visto en «El sí de las niñas», de Moratín, y en una novela de Cela, creo que en «Mazurca para dos muertos». Y la paz, como terminaba sus columnas un periodista de Huelva -de donde soy- cuyo seudónimo, paradójicamente, era Bélico.
Si las traducciones son malas, incluso llegando al disparate, hay que corregirlas. A ver por qué el publico hemos de aguantar un trabajo mal hecho, Sra. Seisdedos.
Como siempre, un disfrute leer a Ricardo Bada. Si las condiciones de trabajo son malas, tienen el derecho si no la obligación de reclamar que mejoren. Luego no protesten si las máquinas hacen el trabajo.