Viernes, 23 de septiembre de 2022.
Con motivo de la entrega, el pasado 21 de junio de 2022, del Premio Straelen de Traducción a Adan Kovacsics, en VASOS COMUNICANTES, en colaboración con el Colegio de Traductores de Straelen, publicamos la versión en español de los textos laudatorios del jurado, así como el discurso de agradecimiento del premiado que formaron parte de dicho acto.
LAUDATORIA
Dra. Belén Santana
Señoras y señores, querido Adan Kovacsics:
Conozco a Adan Kovacsics desde 2010. Aunque, por mor de la precisión ―o en palabras del propio laureado, movida por esa «diabólica tendencia al matiz y a la matización del matiz»[1] tan característica de los traductores―, debo añadir que lo conozco personalmente desde 2010, pues como traductor lo conozco de mucho antes. Pero sigamos precisando, ya que calificar a Adan Kovacsics de traductor es quedarse muy corto. Me atrevería a decir que es un Gesamtübersetzer, alguien que reúne y cultiva a la perfección todas las facetas que componen este arte y este oficio. Así tenemos, claro está, al Kovacsics traductor en sentido estricto, pero también al investigador, al docente, al escritor y, sobre todo, a la persona. De estas cinco facetas hablaré brevemente, pero no lo haré llevada por el rigor académico, ni tampoco desde un punto de vista estrictamente profesional, pues los múltiples y variados méritos del premiado ya han sido enumerados y son de fácil consulta en esta era digital. Antes bien, mis palabras estarán guiadas por una admiración que calificaré de «analógica» en un doble sentido: por la física del sentimiento y porque, ya de joven y todavía hoy, mi yo traductor quiso ser como él.
Allá por 2003 cayó en mis manos un ejemplar en español de La embriaguez de la metamorfosis, novela póstuma de Stefan Zweig, en traducción de Adan Kovacsics y editada por Acantilado. Pese a haber dado mis primeros pasos en el mundo de la traducción editorial, o precisamente por ello, aún recuerdo la emoción que me causaron las primeras páginas. Es probable que no sea esta la mejor ni la más conocida obra de Zweig, pero la prolija descripción de una pequeña oficina de correos situada en la Austria rural y de la joven que allí trabaja, cuya monotonía se ve interrumpida por la llegada de un telegrama que cambiará su destino, me llevó de inmediato a preguntarme con asombro: «Pero ¿cómo lo ha hecho?». Me refería, por supuesto, a Adan Kovacsics, la voz de ese Zweig en español. Aquella fue una de las veces en las que tomé conciencia de la importancia de la palabra precisa, que no siempre es la más exacta, y del tono adecuado, esos que Zweig hubiera empleado si hubiese escrito ese texto en español. Y no solo tomé conciencia de su importancia, sino también de la posibilidad de lograrlo. Quién me iba a decir que, unos años más tarde, conocería personalmente al traductor que me gustaría llegar a ser. Fue en 2010, cuando a ambos nos convencieron para formar parte de la junta rectora de ACE Traductores, la asociación de traductores de libros de España. Entonces tuve ocasión de tratar al compañero Adan ―ya sin la distancia que impone el apellido― en una etapa asociativa especialmente fértil que recuerdo con cariño. Fuimos, además, pareja de baile donde creo que él se siente más cómodo, en el corazón de Europa, pues juntos nos encargamos de representar a la asociación en el CEATL, el Consejo europeo de Asociaciones de traductores literarios. Recuerdo la templanza con la que Adan abordó la traducción de una de las primeras encuestas sobre condiciones laborales, aunque en realidad traducir era lo de menos: lo difícil fue coordinarse con los representantes del resto de asociaciones europeas, que, como Adan, robaban horas de su tiempo para defender altruistamente los derechos del gremio. Eso ocurrió en 2012 y, pese a que ambos dejamos la junta poco después, el destino quiso que siguiéramos coincidiendo, siempre en años pares.
Así, fue en 2014 cuando conocí la faceta esencialmente investigadora y ensayística de Adan, concretamente en un Congreso internacional sobre Guerra y Recepción celebrado en la Universidad de Alcalá de Henares, donde tuve ocasión de escucharle disertar sobre la que se ha convertido en una de sus obras propias de referencia (y no solo para traductores): Guerra y lenguaje, un ensayo sobre el papel de la prensa en los conflictos bélicos que hoy, lamentablemente, sigue de rabiosa actualidad. Y en esta faceta quisiera incluir también sus reflexiones sobre la traducción recogidas en una de mis publicaciones predilectas: los artículos de El Trujamán, la revista de Traducción del Instituto Cervantes. En estas entregas de apenas seiscientas palabras, Adan Kovacsics es capaz de condensar algunos principios sobre la traducción y sobre el traductor a los que siempre regreso, y de los que solo citaré dos: la idea de la traducción «como texto vivo, que manifiesta también la mano del traductor, así como, sobre todo, la mano de la lengua de llegada, con su piel, sus articulaciones, su musculatura, sus sombras»[2]; y la idea del traductor que «lucha contra la desaparición de una lengua en el alma»[3]. Sirvan estos fragmentos, en los que resuenan los ecos de Goethe, Novalis, Kraus, Benjamin o Kertész, como muestra de la importancia que Adan Kovacsics otorga no solo a la traducción, sino al acto de traducir y de reflexionar sobre ello.
No parece sino natural que dicha reflexión tenga su reflejo en la docencia, que Adan Kovacsics ha cultivado en distintos ámbitos y en las dos lenguas con las que trabaja. Esta faceta me lleva al año 2016, cuando coincidimos en un pueblo castellano-leonés de cuyo nombre no puedo olvidarme: Castrillo de los Polvazares, donde se celebró la sexta edición de la Escuela de verano de Traducción de Astorga, en la que ambos participamos como ponentes y disfrutamos de unas magníficas sobremesas. En lo que respecta al alemán, destacaré que Adan Kovacsics ha sido profesor del Máster en Traducción Literaria y Audiovisual de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, una de las titulaciones de referencia en España. En el caso del húngaro, en los últimos años ha recogido el testigo de Judit Xantus en lo que atañe a la formación de nuevos traductores en la Casa del traductor de Balatonfüred, labor que ha llevado a cabo contra viento y pandemia, con la responsabilidad de saberse embajador de toda una literatura. Podemos concluir, por tanto, que Adan Kovacsics no es de esos traductores que se encierran en su caparazón, sino que cree en la posibilidad de transmitir las pocas certezas y la mucha incertidumbre que rodea la pulsión vital de traducir.
A estas alturas intuirán ustedes que Adan Kovacsics siga la estela de quienes conciben la traducción como un género literario, una forma de escritura que, una vez más de manera natural, ha desembocado en una obra literaria propia, consistente hasta la fecha en dos volúmenes de relatos: El vuelo de Europa y Las leyes de la extranjería. En ellos, Adan Kovacsics recurre a la imaginación y al mundo de los sueños para reflexionar desde la ficción sobre dos temas que le ocupan y le preocupan: el pasado, presente y futuro de esto que llamamos Europa, y el concepto de extranjería como condición sustancial del ser humano. Siguiendo la lógica de los números pares, pude apreciar el trabajo de Adan Kovacsics como escritor en 2018, mientras preparaba la reunión de primavera de la Academia alemana de la Lengua y la Poesía, que tuvimos la suerte de acoger en la Universidad de Salamanca y a la que él asistió como ponente invitado. Esa fue la última vez que coincidimos, pues en 2020 llegó la pandemia, un acontecimiento que truncaría esa sucesión de encuentros en años pares no buscados, y quizá por eso tanto más disfrutados. Pero el destino siempre depara alguna sorpresa, y quiero pensar que esa cita salmantina fue la antesala de otra feliz noticia relacionada con Adan que llegó en 2021 y que nos llenó de orgullo a todos los que traducimos del alemán: su nombramiento como miembro de la mencionada Academia, que honra así su labor como traductor literario y, en sus propias palabras, como «un mitteleuropeo que escribe en español». Este galardón no es sino uno más de los muchos que ha merecido a lo largo de su carrera, como el Premio de la Academia Húngara de las Ciencias (2000), el Premio Nacional de Traducción del Ministerio de Cultura por el conjunto de su obra (2010) y el Premio Estatal de Traducción de Austria (2010).
Cuando felicité a Adan por su entrada en la Academia alemana, nada hacía presagiar que, un año después, tendríamos oportunidad de retomar la cadencia de los años pares y de reencontrarnos hoy aquí, en el Colegio Europeo de Traductores de Straelen, con motivo de este premio que concede la Fundación para las Artes NRW.
Y así, en este 2022, permítanme terminar ensalzando el valor de Adan Kovacsics como persona en la que convergen el traductor, el investigador, el docente y el escritor, alguien que sueña en cuatro lenguas, que entiende la traducción como modo de vida y la vida como un número par, el par de lenguas entre las que traduce en cada momento y el par de vida que forma junto a Cristina. Con ella comparte la generosidad y la humildad propias de quien se define como «peón del tiempo»[4], consciente la provisionalidad de su obra, que hoy tal vez lo sea un poco menos gracias a Blai, cuyo abuelo le contará cuentos en las cuatro lenguas en las que habita.
En nombre de mis compañeros del jurado Olga García y Paul Ingendaay, a quienes deseo agradecer su esfuerzo y dedicación, felicito calurosamente a nuestro premiado. Vaya también nuestro agradecimiento a la Fundación para las Artes NRW y al Colegio Europeo de Traductores de Straelen por la confianza depositada y la independencia con la que nos han permitido trabajar.
Querido Adan, recibe mi más sincera y personal enhorabuena, expresada con la misma emoción con la que la ayudante de correos Christine Hoflehner recibe el telegrama que cambiará su destino, esa emoción que me hizo querer ser traductora. Nos veremos en 2024 y, siempre, en los libros.
Notas:
[1] Adan Kovacsics, «Traducción y creación» en El Trujamán del 20 de mayo de 2011.
[2] Adan Kovacsics, «Una cuestión práctica» en El Trujamán del 25 de enero de 2016.
[3] Adan Kovacsics, «Heridas del lenguaje» en El Trujamán del 11 de marzo de 2011.
[4] Adan Kovacsics, «Traducción universal» en El Trujamán del 22 de enero de 2013.