Apuntes sobre una traducción fuera del binarismo de género, Virginia Maza

Lunes, 18 de julio de 2022.

Nora Eckert escribe las memorias Wie alle, nur anders: Ein transsexuelles Leben in Berlin («Diferente, pero como cualquiera: Una vida transexual en Berlín») que Tránsito ha publicado en 2022 con el título Flores particulares (recogiendo una expresión de la propia autora) para contar, en sus palabras, «cómo el niño se convirtió en mujer, en mujer trans para ser precisa». Se presenta al mundo como mujer trans y reivindica su trans*idad, transgrediendo desde la primera línea de su autobiografía las normas del binarismo:

No soy ni hombre ni mujer. Vivo una tercera opción y no es necesario buscar un término para ella. En verdad, lo único importante es vivir lo que eres.

Traducir al español la vivencia de lo propio y del mundo de una persona no binaria es todo un reto. Exigió traducir con perspectiva de género, y la estrategia que adopté fue la del lenguaje inclusivo no binario.

Los retos de la traducción, sin embargo, no se agotaron ahí. También hubo cuestiones terminológicas clave, en especial las relacionadas con el alemán Geschlecht (género, sexo) y una extensa labor de investigación.

La autora y sus memorias

Para poder entrar en detalle en cuestiones relacionadas con esta traducción, es necesario conocer algo mejor estas memorias y a su autora.

Nora Eckert (Núremberg, 1954) llegó a Berlín Oeste a finales de 1973. Aunque se trasladó a la ciudad desde un pequeño pueblo a las afueras de Núremberg con el contrato de una gran librería bajo el brazo, pronto comenzó a trabajar en el guardarropa del Chez Romy Haag, un famoso club de transformismo donde cada noche se daban cita artistas como David Bowie, Tina Turner o Grace Jones.

Sus memorias se abren con la llegada de Nora a la ciudad que iba a convertirse en su universo vital y en el escenario para la representación y la vivencia de identidad. Enseguida se enamora del dialecto berlinés y del peculiar carácter de la ciudad y sus habitantes, con una «forma entre desenfadada e indiferente de tratar con el mundo y con las demás personas. Cada cual hace lo suyo: así es la mentalidad berlinesa del vive y deja vivir». Berlín era una especie de burbuja, una pista de baile disco en la que todo se mezclaba y todo podía ser lo que es.

Describe aquel Berlín de esos años setenta, un mundo perdido y unido a un momento político y social muy concreto. Berlín también es el protagonista de estas memorias y es el Berlín de la noche, lo mismo que el de la vida cotidiana en las tiendas de barrio. Un escenario, en sentido casi literal, que le va a permitir vivenciarse y, también, presentarse al mundo siendo quien es.

Aunque en el relato de su vida no reconoce el trauma que tantas veces se asocia a la biografía de las personas trans (esta es una biografía luminosa), sí se aleja de los lugares de su infancia y adolescencia. Describe, además, con particular crudeza y desnudez la experiencia vital de la evaluación psicológica para el cambio de la inscripción relativa al género en el registro civil, así como los enormes obstáculos para la autodeterminación de género.

Eckert conquista el día convertida en mecanógrafa, aunque conseguirá reputación y realizará su vocación como crítica de ópera, dedicación a la que consagra gran parte de su vida. La autora reflexiona ya desde la madurez sobre este proceso que consigue culminar con la renuncia a una parte de su identidad personal, para concluir que con el passing se vivió como mujer, a costa de relegar al olvido su trans*idad.

Con estas memorias busca volver a las raíces, presentarse de nuevo al mundo como en las noches del lejano Berlín de los años setenta, siendo «cien por cien trans*, aunque lo haya ignorado durante treinta y cinco años» y cerrar el camino de emancipación que se abrió con aquel viaje casi iniciático en la Navidad de 1973.

Investigación y terminología

Flores particulares no es solo una biografía. Además de elaborar el relato de su trayectoria vital, explica, a lo largo del camino, cuestiones legales, en particular referidas a la autodeterminación de género en Alemania y al procedimiento de evaluación de la transexualidad en virtud de esa legislación. Pero no solo eso. Como he dicho, es crítica de ópera y dedica también una parte importante de sus memorias a esta faceta personal y profesional. Esto exigió una importante labor de investigación por mi parte (citaré el ejemplo de los términos «festival escénico sacro» y la idea de la obra de arte total en Wagner o «teatro musical» como concepto diferenciado del de ópera, con una delimitación en alemán de la que carece el español). Lo mismo sucede con otros campos de la cultura a los que dedica atención pormenorizada, como el cine (con alusiones indirectas o citas de diálogos).

Además, hay capítulos con un alto contenido teórico en materia de género. Por sus páginas desfilan nombres como Judit Butler, Hans Blumenberg o Paul Preciado, con una reflexión compleja y propia sobre conceptos de género y trans*idad, que abarca desde la biología y la neurobiología hasta la antropología filosófica. Es un pensamiento muy elaborado y de alta complejidad, me exigió una detallada labor de documentación y estudio, así como decisiones terminológicas complejas.

Como señalo en la nota de traducción que se recoge en la edición de Tránsito, en la vivencia de Eckert, la identidad no está ligada al cuerpo, no coincide con la del género asignado por la lectura de su corporalidad. Aunque no por eso siente extrañeza del cuerpo que es el suyo y que no está equivocado. La traducción de «Geschlecht» (y terminología asociada) fue, sin duda, uno de los principales retos de la traducción. El alemán «Geschlecht» es una palabra polisémica que apunta a lo común a la humanidad, pero también a comunidades propias dentro del «género humano». Es linaje, a lo que se pertenece, es especie y raza, es adscripción pretendidamente natural y también orden del mundo. Todo ello entreverado por la dualidad de los sexos. Puede designar también las categorías de sexo y género, sin diferenciar entre uno y otro (aunque sea también el binomio hombre-mujer como pertenencia «natural»). Además de dejarse penetrar por el anglicismo «gender», Eckert utiliza «Geschlecht» y reduce, por ejemplo, el uso de -«sex(uell)» que remitiría de modo inequívoco a lo corporal (por ejemplo, «Transgeschlechtlichkeit» frente a «Transsexualität»; «geschlechtlich» frente a «sexuell»). En su vivencia, la identidad no está ligada a determinados cuerpos. Por ello, cuando se utiliza en su relato, la traducción se contextualiza en las vivencias de Eckert.

Para resolver esta cuestión clave de la traducción recogí en su contexto todas las apariciones de «geschlecht» («Geschlechtslosigkeit», «geschlechtlicht», «Wunschgeschlecht», «zwei Geschlechter», «Geschlechterrollen», «Geschlechtsidentität», «Körper/Hirngeschlecht», «unsere Geschlechtlichkeit»…) y, en un segundo paso, las puse en relación con otros términos clave como «Identität», «Gender» o «Körper». A continuación, combiné esta contextualización con las lecturas teóricas para ofrecer una traducción precisa y fiel a la vivencia y el pensamiento de Eckert.

La contextualización es importante. Por ejemplo, «Geschlechtslosigkeit» aparece en dos ocasiones cuando la autora reflexiona sobre la equiparación de identidad y cuerpo, en lo que Eckert denomina «la leyenda del cuerpo equivocado». Remite a la obra El enigma de Jan Morris de 1974, que cito por la traducción de Ana Mata Buil. En el contexto de Morris y en el contexto exacto en el que Eckert remite al concepto de «Geschlechtslosigkeit», la traducción precisa, significativamente, me obligó a apartarme de «género» y acudir a «sexo», concretamente, «asexualidad» (el no sexo):

El relato [se refiere al de Jan Morris] se vuelve de lo más estrambótico cuando pasa a hablar de la limpieza postoperatoria, como si la asexualidad fuera el propósito último de todo.

Hubo también otras decisiones terminológicas importantes y delicadas. Ya ha aparecido una de ellas, el neologismo «trans*idad» (el alemán «trans*Sein» y el inglés «trans*ness»). Otro ejemplo que me resulta ilustrativo de esta labor es el de la palabra «travestí». Como recoge Eckert en su propio relato, a finales de los setenta, existía entre las personas trans en Alemania un rechazo generalizado al uso del prefijo «trans» por ser «Transvestit» el término reservado por la sexología y la ciencia psiquiátrica para la patologización, después que lo acuñara Magnus Hirschfeld en una obra de referencia en 1910 (en España, encontramos por ejemplo el uso del término en una obra del famoso psiquiatra J. J. López Ibor, El libro de la vida sexual de 1968). Frente al vocablo patologizador, se produce una apropiación de un término despectivo en origen como reafirmación identitaria (Fummeltante). En español, esa misma autodenominación reivindicativa se hace con el término también reapropiado de «travestí». Por ejemplo, en las primeras manifestaciones del 24 de junio en las Ramblas barcelonesas, decían las pancartas: «Contra redadas y agresiones: a la calle, travestis y maricones». En cambio, para referirme a los «Travesti-Shows», hablo por contra de «transformismo», y reservo el término de Hirschfeld y López Ibor («transvestismo») para el ámbito estrictamente médico, aunque no sea de uso habitual en español.

Eckert incluye además un gran número de citas que no identifica dentro de su texto. En la traducción, sin embargo, me ha parecido oportuno hacerlo de existir la versión. Esto exigió una importante labor documental, desde la búsqueda y traducción de entrevistas de la declaración programática de gobierno de Willy Brandt del octubre de 1969 o una guía de viaje de Berlín de 1931, hasta la identificación de citas de Joseph Roth. Por ejemplo, Nora Eckert cita de forma indirecta un fragmento de Fuga sin fin de este autor, que cito por la traducción de J. L. Vernal. También he identificado todas las citas de Aus dem Berliner Journal de Max Frisch o un verso de Jandl que cito por la traducción de Sandra Santana, «qué gran equicovación» (recogido en la selección de poemas de Jandl traducidos por Sandra Santana, Si no puede hacer nada por su cabeza, al menos arréglese la gorra, 2019), además de pasajes de Butler, Nabokov (citado por traducción de Jesús Pardo), Duras (citada por Menene Gras Balaguer), Freud (citado por J. L. Etcheverry), Foucault (citado por Ulises Guiñazú), Ernst Bloch (citado por M. Salmerón)… La lista podría ser muy extensa.

La huida del género binario

Unas memorias que se elaboran desde lo queer y con el objetivo fundamental de reivindicar la trans*idad de la autora debían utilizar lenguaje no binario. La propia Eckert entiende el lenguaje como territorio de conquista para su propia actuación personal y política. La traducción estaba obligada a ser también fiel a ese carácter del texto original y llevarse a cabo con perspectiva trans*feminista. El uso del masculino como género neutro habría sido tanto una traición a un texto que condena el binarismo como un espejo inadecuado de la realidad diversa de la que da testimonio la autora. Era necesario traducir desde la visibilización de la experiencia de una persona trans*: escapar del binarismo.

La estrategia adoptada para el uso de lenguaje inclusivo no binario fue lo que Ártemis López denomina «lenguaje no binario indirecto», esto es, se ha prescindido del uso de marcas de género. Si he optado por esta estrategia en lugar del uso de una opción directa, por ejemplo con morfemas como -e (que reivindico como herramienta necesaria para no negar ni ocultar la identidad de las personas no binarias) es por fidelidad a la estrategia lingüística con la que la propia autora se autodenomina y expresa identidad.

Eckert se autodenomina en femenino, hace uso del desdoblamiento femenino-masculino cuando el alemán obliga a utilizar marcas de género y sus herramientas en el campo de batalla que es el lenguaje son «trans*» y «trans*idad», siendo el asterisco la convención que le «sirve para incluir todas las identidades y expresiones de género de las personas que no se identifican con el género que les fue asignado al nacer, en un esfuerzo por englobar todas las vivencias fuera del binarismo hombre-mujer».

Por esto, en fidelidad a su expresión opté por abordar la estrategia triple: garantizar un cuidado máximo por el género de autodenominación de Eckert (especialmente en los recuerdos de infancia y adolescencia), trasladar una visión del mundo no binaria prescindiendo del uso de marcas de género (con cuidado de no traicionar ni invisibilizar vivencias no binarias) y, englobando y ampliando todo lo anterior, adoptar las propias soluciones lingüísticas que sirven a Eckert para vivenciar y expresar su identidad.

Para leer a quienes saben

Este artículo tan solo pretendía ofrecer unos apuntes, presentar mi trabajo y mostrar las soluciones que he elegido. Lo hago desde la modestia y consciente de todas sus carencias. Por eso, quiero terminar con unas recomendaciones bibliográficas que me han sido de gran ayuda en la traducción y con las que aprender (de verdad) sobre los puntos centrales que trato en estas páginas:

  • Baer, B. J., Kaindl, K. (2018). Queering translation, translating the queer: Theory, practice, activism. Routledge.
  • Jansson, O., LaRocca, D. (Eds.). (2022). The Geschlecht Complex: Addressing Untranslatable Aspects of Gender, Genre, and Ontology. Bloomsbury Publishing USA.
  • López, Á. (2020). «Cuando el lenguaje excluye: consideraciones sobre el lenguaje no binario indirecto». Cuarenta naipes, (3), 295-312.
  • López, Ártemis (2019b). «Tú, yo, elle y el lenguaje no binario». La Linterna del Traductor. 19: 142-150.

 

 

Virginia Maza (Zaragoza, 1977) es traductora (de alemán e inglés) e historiadora. Tras dedicar varios años a la investigación sobre Historia Contemporánea en Alemania y Austria, regresó a España, donde se dedica en exclusiva a la traducción desde 2003. En los últimos, años, ha centrado su labor traductora en literatura de ficción y memorialística del periodo de entreguerras y Tercer Reich en lengua alemana, con nombres como Hertha Nathorff, Horst Krüger, Hertha Pauli, Quappi Beckmann, Philomena Franz o la propia Mela Hartwig.