Los traductores recomiendan

Lunes, 20 de diciembre de 2021.

Como en otras fechas señaladas, algunos miembros de ACE Traductores recomiendan lecturas para uso y disfrute de traductores y allegados.

Alicia Martorell: 

Estas son mis recomendaciones: Roland Barthes, Journal de deuil, en Seuil. Existe una traducción al español, catalogada por Paidós como de «traductores varios», titulada Diario de duelo. Es una relectura, pero me ha emocionado más que cuando lo leí por primera vez, quizá porque las circunstancias no eran las mismas y los duelos tampoco. Es muy Barthes, mezclando reflexiones sobre distintos temas y saltando de una cosa a otra mientras la estructura del texto emerge y se construye sola.

Tove Jansson, El libro del verano, traducción de Carmen Montes para Minúscula. También hay una traducción de Jesús Pardo para Siruela, pero yo lo leí en la traducción francesa (de Poche, Jeanne Gauffin), que andaba rondando por casa desde hacía años (quizá desde mi época Mummin y, por cierto, ¿es que nadie va a traducir nunca los Mummin que faltan? Ahí lo dejo…). Me gustó mucho. A mí siempre me gustan mucho los libros de niños salvajes, y más a medida que tengo más lejos mi infancia salvaje.

Crónicas de los Cazalet, de Elizabeth Jane Howard. Me trasegué los cinco tomos en dos meses, y eso que me obligaba a poner otros libros entre medias para desengrasar. Estaba tan pillada que inauguré con ellos la costumbre de andar mientras leo, que ha resultado en la única forma de andar con cierta continuidad, aunque sea como un león enjaulado (oh, no puedo ponerme a trabajar ahora, tengo que andar, es bueno para la salud…). Desde entonces me he convertido en experta en el arte de llevarme por delante farolas y bolardos, que ya me venía de la infancia. Están publicados por Siruela, disponibles en formato electrónico (maravilloso para tochos) y las traducciones son de Celia Montolío, menos el último, que es de Raquel García Rojas. Siempre recordaré este verano como «el verano de los Cazalet». Muy, muy recomendable.

Julio Verne, L’île mystérieuse. Forma parte del proyecto «releer todo Verne». Lo terminé el día antes de la explosión del Cumbre Vieja y me llevé un tremendo susto porque el relato es absolutamente idéntico, excepto el final, afortunadamente, aunque los primeros días era todo tan verosímil que estaba segura de que las cosas solo podían terminar así. Tenía miedo de que los libros de robinsones hubieran perdido magia para mí, pero tengo que confirmar que todo lo contrario, ahora veo cosas (sobre el arte de nombrar, sobre el adanismo, sobre el progreso) que antes no veía igual, es decir, mi lectura es más «filosófica», pero disfruto lo mismo. Sugiero la traducción de Miguel Salabert, vernófilo de pro y gran erudito, para Alianza.

Jiri Weill, Mendelssohn en el tejado, en traducción de Diana Bass para Impedimenta. Empieza como una comedia desternillante (unos nazis confunden una estatua de Mendelssohn con una de Wagner, por fiarse de la inevitable nariz), y termina fatal, claro. Pero es un tratado emocionante sobre la opresión y la resistencia.

Camilleri, El método Catalanotti, en traducción de mi hermanito traductor Carlos Mayor para Salamandra, como es habitual. Es uno de los más divertidos que he leído últimamente, a pesar de ser onírico y oscuro, que es la tendencia hacia la que van los últimos montalbanos. Pero me reía como una loca por la calle mientras metía el pie en un socavón y casi me partía la crisma.

 

Celia Filipetto:

El río sin orillas, tratado imaginario, de Juan José Saer, Editorial Días Contados. La navegación por el Río de la Plata permite al autor contarnos la historia de Argentina. Un viaje apasionante también por el castellano rioplatense. Un libro muy recomendable.

Geografía de la oscuridad, de Katya Adaui, Editorial Páginas de Espuma. Se trata de un libro de cuentos inquietantes de esta joven autora peruana que hace malabares con la sintaxis y me ha permitido aprender una larga lista de palabras nuevas. Para amantes de lo truculento.

 

 

Concha Cardeñoso: 

Recomiendo Hamnet, de Maggie O’Farrell, editorial Libros del Asteroide, y no porque la haya traducido yo, sino porque es una maravilla de novela, desde el principio hasta el final. Para amantes y detractores de Shakespeare, sobre todo de su mujer, Anne Hathaway.

 

Virginia Maza: 

Yo quiero recomendar Marcha por el desierto, un maravilloso libro de poesía de mi querida Sandra Santana, que rescata la vida de los objetos y la poesía de lo cotidiano.

 

 

Marta Cabanillas: 

Uno de los que más me han gustado este año ha sido Valle inquietante, de Anna Wiener, Libros del Asteroide, 2021. Traducción de Javier Calvo.

Y el Piso compartido de nuestra colega Ana Flecha es una delicia de principio a fin.

 

 

Elena Hernández Benito: 

Olive Kitteridge, de Elizabeth Strout y traducido por Rosa Pérez Pérez. Publicado por Duomo Ediciones, es un libro muy recomendable si lo que más te gusta son los libros de personajes bien construidos y no tanto la trama.

¿Quién se hará cargo del hospital de ranas? de Lorrie Moore y traducido por Inés Garland. Yo lo he leído en la edición digital de Eterna Cadencia, pero creo que en su día también lo publicó Salamandra. Es un divertido e ingenioso coming-of-age que retrata muy bien ese momento en el que ya no eres una adolescente pero tampoco te sientes adulta.

Vera, de Elizabeth von Arnim y traducido por Clàudia Gispert. Publicado por la editorial Trotalibros. Es una apuesta segura para quien tenga Rebecca, de Daphne du Maurier, entre sus libros favoritos.

Y aunque veo que lo ha mencionado ya su traductora, Concha Cardeñoso, no puedo no recomendar Hamnet, de Maggie O’Farrell y publicado por Libros del Asteroide. Cualquier cosa que escriba Maggie O’Farrell es, en mi opinión, una recomendación (casi) segura.

Carlos Mayor: 

Recomiendo tres libros corales muy distintos que meto en el mismo saco (el de la maestría) sin muchos miramientos. Uno transcurre en Manila, otro en Nueva York y el tercero en San Juan de Puerto Rico. Son Comeperros de Jessica Hagedorn (traducción de Damià Alou en Anagrama), Manhattan Transfer de John Dos Passos (traducción de José Robles editada por Rosa María Bautista Cordero en Cátedra) y La guaracha del Macho Camacho de Luis Rafael Sánchez (también en Cátedra). El chivatazo del último («la gozadera caribeña y el acabóse de los acabóses») tengo que agradecérselo a la compañera Celia Filipetto. No sé cuál de los tres es más fascinante (ni más enrevesado), pero son muy recomendables los tres. El de Hagedorn es de 1990, el de Dos Passos de 1925 y el de Sánchez de 1976 (de cuando se podía poner tilde en «acabóse» sin entrar en la clandestinidad).

Marta Sánchez-Nieves: 

Pues yo voy a recuperar un libro de mi infancia: Jim Boton y Lucas el maquinista, de Michael Ende. La edición que ronda por casa es la de Bruguera y no aparece el traductor, pero dice el ISBN que fue Humberto Roma de Asso. ¿Por qué os lo recomiendo a estas alturas? Porque dice una de mis sobrinas de ocho años que le ha gustado y emocionado tanto que ahora no quiere leerse otro libro para que no se le olvide. O por si no le gusta tanto. Y se lo está releyendo a fragmentos. Para criaturas de más edad, hacia los diez u once, la recomendación familiar es Pepa Guindilla, de Ana Campoy. Solo puedo deciros que varios lectores de dicha edad le han rogado al editor que haya continuación.

Y de lecturas propias, me quedaría con los poemas de Salustiano Masó. Llegué a él por su faceta de traductor, pero descubrí a la par su poesía y ahí estoy, enganchada como mi sobrina al libro de Ende. Cualquiera de sus libros es un tesoro, y tiene poemas para explicarnos los buenos momentos y animarnos en los malos. Y sus libros no son fáciles de conseguir, pero una es optimista y piensa que, si de pronto hay interés por él, quizá a alguna editorial le dé por recuperarlo.

Noemí Jiménez Furquet:

Además de aprovecharme de vuestras recomendaciones (¡gracias, compañeros!), os hago dos:

Una es Estado del malestar, de Nina Lykke (traducida por Ana Flecha), que es una sátira muy bien traída de nuestra sociedad a partir de una médica que, para mí, es como una madame Bovary del siglo XXI. Me gustó muchísimo en fondo y forma (atención a: «Y si mi abuela tuviera ruedas, sería una bicicleta», que no sé cómo se dirá en noruego, pero es una frase maravillosa).

La otra es Piranesi, de Susanna Clarke, traducida por Antonio Padilla y editada en Siruela, que es la novela que me trae de cabeza ahora mismo y con la que me lo estoy pasando de vicio. Es fantasía y, la verdad, creo que es casi mejor no saber gran cosa de la trama para adentrarte en su universo extraño e ir descubriendo los secretos que van revelando los diarios del científico y explorador protagonista.

Daniel Najmías: 

Yo voy a recomendar dos traducciones literalmente MONUMENTALES de nuestra colega Rita da Costa (ambas en Anagrama). Para los amantes del género biográfico y autoídem. Ideales para un largo invierno.

La huella de los días, de Leslie Jamison. Con el subtítulo: La adicción y sus repercusiones. Durillo, en torno al alcoholismo y los mitos literarios y artísticos concomitantes.

Sontag. Vida y obra, de Benjamin Moser. Imprescindible para los incondicionales de SS y también para los no tantos y las nuevas generaciones. Finalista del premio Esther Benítez en 2021.

Y recuperando, recuperando, el delicioso Pasajera a Teherán, de Vita Sackville-West (editorial Península), en traducción de Carlos Mayor, que no es mi hermanito pero sí gran colega y sinencambio amigo.

Rita da Costa: 

Muchas gracias, compañero. Dos libros duros y maravillosos a partes iguales. Aprovecho para recomendar Mujer, niña, otras, de Bernardine Evaristo, en traducción de Julia Osuna. Cien años de historia de Gran Bretaña a través de las vivencias de 12 mujeres entrelazadas con maestría. Raza, género, clase social, inmigración y unos personajes inolvidables.

El Cuarteto estacional de Ally Smith, en traducción de Dolors Udina al catalán y de Magdalena Palmer al castellano. Una implacable disección del presente, a ratos desesperanzada, a ratos luminosa.

Panza de burro, de Andrea Abreu, adolescencia en estado puro (y a ratos duro), frescura y descaro, Tenerife en vena. Una delicia de principio a fin.

El Evangelio, de Elisa Victoria. Precariedad y sexualidad en la era de internet, personajes tan inocentes como perversos. Y toda una lección sobre los motivos por los que fracasa el sistema escolar.

Jaime Valero: 

Yo voy a recomendar unos cuantos cómics, por si alguien quiere aprovechar para pasar estas Navidades entre viñetas. Para empezar, un manga titulado Arte, de Kei Ohkubo, protagonizado por una joven que vive en la Florencia del Renacimiento y que quiere cumplir su sueño de convertirse en pintora, a pesar de las limitaciones que se imponían a las mujeres en aquella época. Está editado por Arechi, con traducción de Juan Francisco González Sánchez.

Si alguien quiere una buena historia de terror, con una ambientación gélida apropiada para esta época del año, puede echarle un vistazo a Estrellas oscuras, editado por Hidra, con una notable traducción de Raúl Sastre. Los autores son Lonnie Nadler (The Dregs, Marvelous X-Men) y la artista debutante Jenna Cha.

También os recomiendo mucho, mucho Contrapaso, de Teresa Valero (con la que no me une ningún parentesco, a pesar del apellido) y publicado por Norma Editorial. Es un thriller ambientado en la España de los años cincuenta, en los tiempos más duros de la represión franquista.

Por último, me permito recomendaros un cómic traducido por mí, ideal si tenéis niños por casa a partir de 8-9 años: Superman contra el Klan, editado también por Hidra, de Gene Luen Yang.

Joaquín Garrigós:

A los buenos aficionados al cine, les recomiendo mucho Películas malas e infravalorados, de José Luis Garci, publicado por Notorious en 2020. Los infravalorados del título son actores y directores. El título es bastante elocuente, de modo que el lector tiene claro lo que va a encontrar. Tengo que decir que, después de leer el libro, vi algunas de las películas que analiza Garci y comprobé la precisión del autor a la hora de juzgar los títulos correspondientes. 303 páginas.

En poesía, recomiendo el libro Desde dónde amar, de la escritora y traductora hispano-rumana Corina Oproae, que escribe indistintamente en rumano, catalán y español. Este libro se publicó este año por la editorial Pre-Textos y se escribió en español. 116 páginas.

En narrativa, recomiendo dos, uno de relatos breves titulado Cuentos tradicionales estonios, publicado en 2014 por la editorial Xorki, de Madrid. Se trata de relatos muy hermosos de tradición oral que fueron traducidos del estonio por Hella Aarelaid y adaptados al español por Alberto Lázaro Tinaut y Esther Bartolomé Pons. Tiene 182 páginas.

El otro es la novela La madrastra, de Petra Hulova, traducida del checo por Fernando de Valenzuela y publicada por la editorial Báltica en 2020. La protagonista es una mujer alcohólica que habla de sus fracasos en la vida, de sus secretos más íntimos. Es una madre sin instinto maternal. Se la definió como «una novela feminista, vibrante, rabiosa y llena de humor». Tiene 170 páginas. Aquí tenéis una presentación de la novela por la autora en inglés.