La embriaguez y lo invisible, Virginia Maza

Viernes, 26 de marzo de 2021.

Reflexiones sobre la traducción al español de Infierno de Mela Hartwig

Título original: Inferno
Idioma de origen: alemán
Año de escritura: 1948
Año de publicación: 2018, editorial Droschl
Traducción: Infierno, Ediciones Siruela, 2021

La traducción de Infierno de Mela Hartwig fue todo un reto, pero también me dio una ocasión única para disfrutar en abanico de los grandes y delicados placeres de este oficio.

Después de presentar brevemente el libro y a su autora, en estas páginas reflexiono sobre mi trabajo, a partir de una pregunta central: cómo trasladar en la traducción significado e intención de un texto de marcado carácter intimista, en el que prima la representación casi pictórica de la vivencia individual, y cómo respetar las referencias más elusivas, las imágenes, las emociones y el derecho a la inferencia de quien lee.

De la autora y la obra

Mela Hartwig comenzó a redactar Infierno al poco tiempo de terminar la Segunda Guerra Mundial y del hundimiento del régimen nacionalsocialista, entre 1946 y 1948. Lo hizo en el exilio londinense en el que se encontraba desde que abandonara Austria junto a su esposo en marzo de 1938, inmediatamente después de la Anexión del país al Reich alemán, por una situación de amenaza derivada tanto de su condición de judíos como de sus dedicaciones personales.

La carrera literaria de Hartwig había comenzado ya en la década de los veinte, con la publicación de varias novelas en las que se oponía al ideal de «mujer nueva» que barría su país y también al mastodóntico concepto del «sujeto universal», atendiendo al plano corto y al universo íntimo. Más adelante y ya con Hitler en el poder, en 1934 (se publicó en 1936) terminó la escritura de Das Wunder von Ulm (El milagro de Ulm), una novela que se traslada a los pogromos medievales para representar el presente. Ya en el exilio, aunque mantuvo cierta actividad literaria y fraguó una amistad con Virginia Woolf, se dedicó principalmente a la pintura, con la que cosechó un gran éxito hasta su muerte en 1967.

A lo largo de toda su producción literaria, Hartwig mantuvo un claro compromiso político y trasladó al papel la relación entre realidad externa y vivencia interior. Es así especialmente en el caso de Infierno, donde una joven de dieciocho años que acaba de comenzar sus estudios de Arte presencia y experimenta la transformación de Austria en parte del Reich nacionalsocialista y la informa desde su mundo íntimo, desde la emoción y la sensación y a través de la imagen. Como apunta Vojin Saša Vukadinović, epiloguista de la edición, «Infierno examina la experiencia interna del terror externo».

Hartwig llega así a la psicología de masas del nacionalsocialismo a través de la vida interior de su protagonista que se extiende como un manto que cubre el exterior y desdibuja los límites entre una y otra. Ursula se acerca al fanatismo, a la histeria, al miedo y a toda la experiencia del exceso. Aunque inicialmente muestra una hostilidad instintiva hacia el régimen, se deja arrastrar por su apasionante fascinación. Su conciencia debe abrirse paso con trabajoso y doloroso esfuerzo a través de un terreno minado por el odio desde la cuna. Una larga vacilación entre la aversión y el éxtasis que solo se rompe cuando el terror de los acontecimientos la conmociona hasta la raíz: Ursula presencia el incendio de un templo judío en la ciudad y un horrible pogromo, y comprende a través del espanto que no puede tolerar aquello en lo que se ha convertido.

Si en Das Wunder von Ulm el antisemitismo institucionalizado estaba en la base de un destino homicida, en Infierno Hartwig reconoce que para el asesinato en masa se necesitan no solo una masa de víctimas, sino también una masa de perpetradores. No admite la existencia de simples Mitläufer y relata el origen del exterminio que localiza en el espíritu de la masa, de quienes individualmente se recrearon en el exceso (el placer y el éxtasis desbordados en el delirio del nacionalsocialismo) o no lo impidieron. Infierno muestra el contenido emocional individual y colectivo que sustentó la política de exterminio sistemático.


La publicación del libro alemán en la editorial Droschl y ahora de su traducción al español en Siruela devuelven a Mela Hartwig a la posición destacada que le corresponde en la historia de la literatura en lengua alemana del siglo xx


De la traducción de una pintura

Hartwig lleva a la escritura el lienzo en el que la protagonista de la novela da expresión a las vivencias entretejidas del terror, la duda, los pasos indecisos de la conciencia o el dolor, con la pureza desbordante de la emoción antes de ser digerida por el proceso del pensamiento. Lo hace en tonos alegóricos, deambulando entre el pos y el neoexpresionismo, y con un estilo tan personal como el mundo íntimo que recrea para retratar la desmesura de toda una sociedad.

Con estos elementos de partida, abordar una novela con un marcado carácter lírico y pasajes muy alegóricos supuso todo un reto. En los pasajes más poéticos, frente a lo explicitado domina la inferencia basada ante todo en la emoción y en la imagen. En consecuencia, la recreación del significado debió considerar y recrear el papel que tiene la imagen como instrumento mismo de significado, junto a la necesidad de transferencia de un lenguaje hermético.

Además, en el discurso expresivo de Infierno, las referencias a la realidad externa no siempre son claras y no siempre quedan aclaradas, y no lo quedan por voluntad de la autora. Así, desde la traducción debí acceder a esos significados y hacerlos procesables, pero respetando esa intención y el proceso de inferencia que corresponde a la lectura.

Por otro lado, la poca claridad de las referencias a la realidad externa (en muy gran medida solo inferibles por ese contexto emocional o de imágenes) exigió una labor de investigación añadida que ocupó un tiempo importante de la tarea de traducción.

En los siguientes apartados trato de ilustrar este trabajo.

De rastreo y elecciones

Elecciones terminológicas

En un texto tan expresivo y con pasajes tan líricos como el de Infierno fue esencial atender al uso particular de ciertas palabras y construcciones privativas de su escritura, su particular estilo o idiolecto. Además, para alcanzar significados es imposible ignorar el momento histórico en el que se escribió la novela: entre 1946 y 1948, nada más terminar la Segunda Guerra Mundial y el Tercer Reich, y estando ella en el exilio (sin olvidar que una de las intenciones manifiestas de Hartwig al escribirla es de tipo político).

Ya Victor Klemperer apuntaba a la victoria del nazismo en el campo de batalla del lenguaje. Su lenguaje quedó incrustado en el intelecto y el esquema de pensamiento de los alemanes. También Mela Hartwig utiliza terminología, expresión y vocabulario del nacionalsocialismo (en ocasiones con intención expresa y otras, por ese «empapamiento») y la traducción debe reflejarlo. Así, trabajar con obras de este periodo exige el conocimiento profundo de este lenguaje y del contenido ideológico al que apunta, porque sin él no es posible la elección de traducciones que transmitan toda la carga de significado.

Este es el caso de términos como fanatisch [fanático] o historisch [histórico]. Si bien ambos tienen una traducción directa en español, desde la traducción se ha de ser consciente y conocer de la carga de significado e ideológica que les da el nacionalsocialismo. Así, por ejemplo, en el Tercer Reich lo fanático es el reconocimiento y la celebración de lo superlativo y es un término habitual en literatura memorialística de la época, que en Infierno se utiliza con frecuencia y ligado siempre a la experiencia de fascinación y exaltación (que refuerzo desde la escritura con el uso de campos semánticos ligados, por ejemplo, con componentes místicos, intuitivos o de arrobamiento de la experiencia).

Cercanos al fanatismo están los conceptos de Eifer [el celo de la exaltación] y de besessen [poseído], siendo este último un estado patológico (y, con ello, lo que es muy importante, perdonable). En la traducción de besessen, debo señalar que uno de los relatos de la colección Ekstasen que Hartwig publicó en 1928 se titulaba, precisamente, «Die Besessenen» y en él presentaba un trabajo de desciframiento del subconsciente con un declarado interés por el psicoanálisis.

También me parece interesante destacar la utilización de los términos Überzeugung [convicciones], (geistige) Haltung [actitud] y Gesinnung [opiniones]. Hartwig utiliza estos tres términos de manera sistemática y diferencia con claridad e intención entre uno y otro. La traducción atendió a la importancia ideológica que tienen en sus diferencias dentro de la estructura de pensamiento nacionalsocialista y a ser fiel a la delimitación que hace la autora entre uno y otro. Con la elección de «opinión» para Gesinnung (que también encajaría con «convicciones») trato de mantener la diferenciación con Überzeugung, aunque quizá con el término español se pierda cierto componente ético que sí tiene el alemán.

Ciñéndome más a la terminología más expresamente nacionalsocialista, cito dos ejemplos:

Artfremd (de especie extraña): aunque en ocasiones se ha traducido como «ajeno a la raza», he utilizado la traducción de «art» como «especie», ya que el discurso oficial del régimen lo utiliza con preferencia frente a «Rasse», especialmente en el campo jurídico y optando aquí por «especie» frente a «género» por su significado en biología (con lo que supone la biología en las teorías raciales del nacionalsocialismo).

Greuelmärchen (fábulas sobre atrocidades): para este vocablo despectivo reservado a cierta propaganda política, he mantenido en la traducción el «fábulas» para no perder el significado del «Märchen» alemán que en otros textos y memorias de la época se utiliza de forma explícita y que en ocasiones queda perdido en la traducción al español.

Por supuesto, en una traducción de este tipo no hay que olvidar que, aunque sea ficcionada, tiene mucho de escritura memorialística, con lo que se debe atender y considerar el lenguaje de las emociones de textos de esta naturaleza y el traslado de significados afectivos y connotativos. Porque, sin duda, de emociones va esta novela, siendo conscientes de que las que se expresan en ella son también una elaboración posterior, ficcionada además en un personaje que no es la propia Mela Hartwig.

Además, toda esta labor se ha llevado a cabo atendiendo al carácter profundamente lírico e intimista del texto, donde en gran medida es la imagen el principal vehículo de significado. La traducción tiene que tratar de recrearla y trasladar emociones, esencia última de una novela marcadamente poética, y, además, respetar las referencias más elusivas o herméticas.

La tarea de historiadora

Infierno arranca con la Anexión de Austria al Reich alemán y narra el periodo que se extiende hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, pero los acontecimientos solo se presentan a través del filtro de la emoción y del mundo interior de Ursula, plasmados en un lenguaje expresivo sin apenas referencias explícitas a los sucesos externos, sino alusiones indirectas y en ocasiones herméticas.

Por ello, otra parte importante de mi labor fue el rastreo de esa realidad externa, para lo que confié en mi formación como historiadora. Siguiendo con minuciosidad las alusiones veladas y las referencias dispersas en las páginas de la novela, pude ir reconstruyendo una línea temporal. Esta labor de «detective histórica» fue imprescindible para alcanzar el significado de imágenes, connotaciones y asociaciones y poder trasladarlas al lector en español (de forma procesable pero que respete, insisto, su proceso de inferencia).

Voy a citar algunos ejemplos que ilustren este trabajo de reconstrucción de la línea temporal de la novela.

Aunque el inicio se suele situar en marzo de 1938, con la Anexión de Austria y la entrada de Hitler en Viena el día 15 de ese mes, la investigación me ha llevado a concluir que la escena inicial, en la que el hermano de Ursula la obliga a acompañarlo «al histórico discurso de entrada» (Einzugs-Ansprache), se refiere en realidad al discurso pronunciado por Adolf Hitler en el Nordwestbahnhalle de Viena, el 9 de abril de 1938, esto es: la víspera del plebiscito llamado a legitimar la Anexión de marzo.

Para llegar a esta conclusión, hice una labor de investigación histórica en prensa (por ejemplo, a partir de los fondos digitales de la Österreichische Nationalbibliothek) y a través de bancos de imágenes (como la Österreichische Mediathek y el Österreichs Portal zu Kunst, Kultur und Bildung) que contrasté con la escena descrita por Hartwig:

El libro primero, a su vez, se cierra con la escena del incendio de una sinagoga y de un violento pogromo. Aunque no se explicita, estos acontecimientos son los de la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, la noche de los Cristales Rotos, con el incendio de la gran sinagoga de Viena.

Ligeramente distinto fue el trabajo del libro tercero, cuando la guerra ya ha estallado y los acontecimientos se suceden rápidamente. Las alusiones son muy indirectas y siempre a través de imágenes en ocasiones muy cerradas. Estos son algunos ejemplos:

  • Invasión alemana de Bélgica, mayo de 1940: «Los altavoces aullaban sobre tejados y calles para anunciar una victoria enorme, inverosímil y temible. En un solo día, las tropas motorizadas habían invadido un país entero».
  • Bombardeo del Reino Unido, operación Blitz, septiembre de 1940: «Aunque este había frenado el avance de las tropas motorizadas, iban ellos a descargar sus bombas sobre ciudades todavía ilesas y envueltas en sombras».
  • Junio de 1944, comienza la entrada de los Aliados a través del Canal de la Mancha: «En aquella franja de mar, el blindaje acuático, se había abierto una brecha y lo que antes solo era agua estaba ahora lleno de tropas enemigas».
  • Atentado del 20 de julio de 1944: «Entre aquel horror, se alzó una mano dispuesta a estrangular al loco que se bañaba en sangre echando espumarajos por la boca y que chupaba el jugo de las heridas supurantes como un vampiro».

En el caso de la línea temporal para la Segunda Guerra Mundial, recurrí principalmente a fuentes bibliográficas secundarias sobre la Segunda Guerra Mundial, llevando un riguroso registro de cualquier referencia presente en la novela, por mínima o tangencial que fuera.

Un final

Al terminar Infierno, Hartwig se esforzó en vano por buscar una editorial para la novela, que tardó setenta años en publicarse.

Si, tras la declaración política que fue Das Wunder von Ulm, Mela Hartwig resultaba incómoda para el nacionalsocialismo, Infierno podría serlo para el trabajo de memoria de la nueva Alemania que, en esta primera etapa protagonizada por la generación de los perpetradores (o de los Mitläufer), opta por la represión de la memoria del Holocausto y la negación de la colaboración de la población con el nazismo. Infierno no solo es literatura antifascista, sino que sitúa el foco en la entrega individual y colectiva al exceso de la emoción y el «fanatismo» del nazismo, y en la masa de perpetradores indispensable para el asesinato en masa. Desde este punto de vista, se puede considerar una obra clave para la reconstrucción de la historia de la literatura en lengua alemana de la segunda mitad del siglo xx como Vergangenheitsbewältigung (superación del pasado).

La publicación del libro alemán en la editorial Droschl y ahora de su traducción al español en Siruela devuelven a Mela Hartwig a la posición destacada que le corresponde en la historia de la literatura en lengua alemana del siglo xx y que, como señala Vojin Saša Vukadinović, le fue arrebatada por el «corte irreparable» que marcó el año 1933 y que «Golpeó a las escritoras con más dureza que a los escritores y también a posteriori las afectó en diferente medida».

Pero además, en ese diálogo que es la lectura, nos da una buena excusa para reflexionar sobre nuestro propio tiempo, haciendo presente un texto que no puede perder actualidad.

Una primera bibliografía

  • BALIBAR, Étienne; CERNADAS, Gonzalo Ricci. El Hobbes de Schmitt, el Schmitt de Hobbes. En Las Torres de Lucca. Revista internacional de filosofía política, 2016, vol. 5, n.º 9, pp. 201-259.
  • BOTZ, G. Nationalsozialismus in Wien: Machtübernahme, Herrschaftssicherung, Radikalisierung 1938/39, Viena: Mandelbaum Verlag, 2008.
  • GIRALDO HINCAPIÉ, Juan Carlos. La Siniestra Ambigüedad de la Glossa en el Tercer Imperio (tesis doctoral), Universidad del País Vasco, 2016.
  • KLEMPERER, V. Notizbuch eines Philologen, Berlín: Aufbau-Verlag, 1947 (citado por la traducción al español de Adan Kovacsics, en LTI. La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo, Barcelona: Editorial Minúscula, 2004).
  • SCHMITZ-BERNING, Cornelia. Vokabular des Nationalsozialismus. de Gruyter, 2000.

 

 

 

Virginia Maza (Zaragoza, 1977) es traductora (de alemán e inglés) e historiadora. Tras dedicar varios años a la investigación sobre Historia Contemporánea en Alemania y Austria, regresó a España, donde se dedica en exclusiva a la traducción desde 2003. En los últimos, años, ha centrado su labor traductora en literatura de ficción y memorialística del periodo de entreguerras y Tercer Reich en lengua alemana, con nombres como Hertha Nathorff, Horst Krüger, Hertha Pauli, Quappi Beckmann, Philomena Franz o la propia Mela Hartwig.