El desertor, Boris Vian – Amaya García Gallego y Pablo Moíño Sánchez

Miércoles, 17 de marzo de 2021.

El pasado 30 de septiembre de 2020, ACE Traductores celebró, como es costumbre, el Día Internacional de la Traducción. En Madrid, la Librería La Lumbre acogió la cuarta entrega del ciclo Traducción en vivo, titulada Traducir canciones es otro cantar, en la que Amaya García Gallego y Pablo Moíño Sánchez propusieron sendas versiones de Le Déserteur de Boris Vian, de cuyo nacimiento se cumplían 100 años. El acto, que no contó con público debido a la crisis sanitaria,  se retransmitió en directo y se puede ver aquí:

Estas son, junto a la canción original, ambas versiones con alguna variación mínima:

 

Boris Vian

Le Déserteur

Pablo Moíño Sánchez

El desertor

Amaya García Gallego

El desertor

Monsieur le Président

Je vous fais une lettre

Que vous lirez peut-être

Si vous avez le temps

 

Je viens de recevoir

Mes papiers militaires

Pour partir à la guerre

Avant mercredi soir

 

Monsieur le Président

Je ne veux pas la faire

Je ne suis pas sur terre

Pour tuer des pauvres gens

 

C’est pas pour vous fâcher

Il faut que je vous dise

Ma décision est prise

Je m’en vais déserter

 

 

Depuis que je suis né

J’ai vu mourir mon père

J’ai vu partir mes frères

Et pleurer mes enfants

 

Ma mère a tant souffert

Elle est dedans sa tombe

Et se moque des bombes

Et se moque des vers

 

Quand j’étais prisonnier

On m’a volé ma femme

On m’a volé mon âme

Et tout mon cher passé

 

Demain de bon matin

Je fermerai ma porte

Au nez des années mortes

J’irai sur les chemins

 

 

Je mendierai ma vie

Sur les routes de France

De Bretagne en Provence

Et je dirai aux gens :

 

Refusez d’obéir

Refusez de la faire

N’allez pas à la guerre

Refusez de partir

 

S’il faut donner son sang

Allez donner le vôtre

Vous êtes bon apôtre

Monsieur le Président

 

 

Si vous me poursuivez

Prévenez vos gendarmes

Que je n’aurai pas d’armes

Et qu’ils pourront tirer

Ilustre autoridad,

le pongo cuatro letras;

quizá llegue a leerlas

si no le viene mal.

 

Me acabo de enterar

de mi llamada a filas:

el jueves me destinan

al frente militar.

 

Ilustre autoridad,

no quiero ir a la guerra;

se me ocurren ideas

mejores que matar.

 

No es nada personal,

pero debo decírselo.

Lo tengo decidido:

hoy voy a desertar.

 

 

Desde temprana edad

vi morir a mi padre,

a mi hermano alistarse,

a mis hijos llorar.

 

De tanto que sufrió,

mi madre está en la fosa;

las larvas no le importan,

le da igual el cañón.

 

Estando de rehén,

me robaron la novia,

me robaron la historia,

el alma y el ayer.

 

Mañana he de cerrar

la puerta en las narices

a aquellos años tristes.

Y voy a echarme a andar.

 

 

Iré pidiendo pan

por valles y montañas;

del norte al sur de Francia

me oirán tararear:

 

«Jamás obedezcáis,

no hagáis lo que os ordenan,

jamás hagáis la guerra,

no os alistéis jamás».

 

¿La sangre hay que entregar?

Entréguela usted mismo.

Menos fariseísmo,

ilustre autoridad.

 

 

Si vienen a por mí,

que adviertan a sus guardias

de que estaré sin armas

y a merced del fusil.

Estimado señor

presidente de Francia:

le escribo esta carta,

que leerá, a lo mejor.

 

Por orden militar

me tengo que ir al frente,

quieren que me presente

mañana a más tardar.

 

Señor, le he de decir

que no lo quiero hacer,

que va contra mi ser

matar a un infeliz.

 

No se lo tome a mal

pero está decidido:

sepa, muy señor mío,

que voy a desertar.

 

 

He tenido que ver

a mi padre enterrado,

marcharse a mis hermanos

y a mis hijos llorar.

 

Mi madre se murió

de sufrir tanto en vano.

¡Qué importan los gusanos

que le importa el cañón!

 

Estando prisionero

me dejaron sin nada:

sin mujer y sin alma,

ni el pasado al que quiero.

 

Mañana al clarear

me echaré a los caminos.

Los años extinguidos

se quedarán atrás.

 

 

Viviré mendigando

por las tierras de Francia,

de Provenza hasta Alsacia,

y a todos les diré:

 

«Dejad de obedecer,

no vayáis a la guerra,

no dejéis vuestra tierra,

no os dejéis convencer.»

 

Si la sangre hay que dar

vaya usted, presidente,

a morir en el frente

como un hombre ejemplar.

 

 

Si me va a perseguir

dígale a sus soldados

que voy a ir desarmado

por si usan el fusil.

 

 

 

Pablo Moíño Sánchez (Madrid, 1980) ha traducido obras de Georges Perec, Raymond Queneau, Julien Green, Danielle Collobert, Jean-Christophe Bailly o Michèle Audin, entre otros autores, y ha escrito textos sobre traducción para la revista electrónica El Trujamán, del Centro Virtual Cervantes. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid, trabaja en el Departamento de «Español al día» de la Real Academia Española.

 

 

 

Amaya García Gallego empezó a traducir en 1995, después de licenciarse en Geografía e Historia en la universidad Autónoma de Madrid y titularse en Documentación y Biblioteconomía. Compagina la traducción técnica con la editorial; ha trabajado como asalariada y como autónoma; alterna las traducciones en solitario con las cotraducciones. En los últimos años se ha dedicado casi en exclusiva a traducir al castellano narrativa francófona de autores de los siglos XVIII al XXI.