Azaña traductor, de Enrique Tierno Galván y Enrique Moral Sandoval

Viernes, 4 de septiembre de 2020.

Azaña traductor, de Enrique Tierno Galván y Enrique Moral Sandoval. Edición a cargo de Jesús Cañete Ochoa. Alcalá de Henares, editado por la Fundación Francisco Largo Caballero, el Ayuntamiento de Alcalá y la Universidad de Alcalá, 2019. 136 páginas.

Carlos Fortea

 

Es poco corriente que un político escriba en términos elogiosos de otro, aunque este cumpla el previo requisito de haber fallecido muchos años atrás, pero desde luego lo que es en extremo inusual es que un político escriba un artículo literario que trata las andanzas literarias de otro político, y más aún que ambos sean traductores.

Este es el caso de este librito singular, que recoge una conferencia pronunciada en 1980 por el entonces alcalde de Madrid, Enrique Tierno, sobre la faceta de traductor del expresidente de la II República, Manuel Azaña, y un extenso artículo sobre este último del que fuera concejal de Cultura en el equipo municipal del otro, Enrique Moral Sandoval.

Tan extraño círculo cerrado, en contra de lo que podría temerse, da como resultado un librito muy, muy agradable. Sobre todo por la conferencia del alcalde Tierno, en la que, además de verter atinadas observaciones sobre el arte de traducir, en el que también hizo sus ensayos y sus reflexiones, analiza la tarea traductora de Manuel Azaña. Es una conferencia interesante, muy ilustradora, pero sobre todo llena de agudas reflexiones que van de lo lingüístico al análisis de lo que el autor llama «la intimidad de Azaña», y que no dejan de tener su gracia propia.

Tierno no habla de todos los libros que tradujo Azaña, y se pregunta cosas como de dónde había sacado Azaña su conocimiento del inglés, y por qué había hecho las traducciones, y eso hace la segunda mitad del libro, el artículo escrito por Enrique Moral Sandoval, tanto más importante, porque da las respuestas a muchas de esas preguntas. Certifica, por ejemplo, el hecho de que Azaña dominaba el francés y leía y traducía el inglés, aunque tenía la dignidad de reconocer que no lo hablaba. Y lo demuestra con datos inequívocos extraídos de expedientes funcionariales, igual que documenta con testimonios que se hallaba estudiando el alemán cuando la política vino a llevarlo a una vida distinta de la de los libros.

Moral documenta no solo la lista completa de traducciones hechas por Manuel Azaña (doce del francés y cuatro del inglés, más otras tres del francés en colaboración con Cipriano Rivas Cherif) sino el hecho, por demás interesante, de que en todos los casos se trató de obras de encargo, lo que acerca al futuro presidente a un perfil que resulta muy familiar a la gran mayoría de los lectores de esta revista: el de un traductor que traduce de forma profesional, no diletante, por más que las distancias que separan el mercado actual del de los años veinte hagan parecer exagerado el término.

La lista de obras no es irrelevante (De Vigny, Madame de Staël, Chesterton, Borrow), y Moral se molesta en seguir el camino de cada uno de estos libros, hasta el curioso ejemplo de un título que Espasa Calpe ocultó en sus cajones hasta 1966, sin duda a causa de la relevancia que el traductor había alcanzado entonces por otros medios.

El resultado es arrojar luz sobre una actividad del presidente en absoluto tangencial en su vida, ni por la calidad ni por el volumen, y que si durante tanto tiempo se ha mantenido en un segundo plano es por la misma inclemente razón por la que se mantienen en segundo plano tantos de nuestros esfuerzos: por ignorancia.

Bienvenidos sean textos como este, a medio camino entre lo académico y lo divulgativo, bien escritos y gratos de leer, meritorios.

 

Carlos Fortea (Madrid, 1963). Doctor en Filología Alemana, traductor literario con más de 130 títulos  publicados de autores clásicos como Stefan Zweig, y modernos como Nino Haratischwilli, o la biografía de Kafka escrita por Reiner Stach, galardonada en 2018 con el Premio Ángel Crespo de Traducción.

 

Es autor de novelas juveniles (El diablo en Madrid, 2012,  A tumba abierta, 2016), y para público adulto (Los jugadores, 2015, finalista del Premio Espartaco de la Semana Negra de Gijón, El mal y el tiempo, 2017).

Ha sido Presidente de ACE Traductores (2013-2019) y Decano de la Facultad de Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca (2004-2012).