Son las diez de la mañana, Concha Cardeñoso

Obra de Banksy aparecida en el Hospital Universitario Southampton, mayo 2020

Martes, 20 de mayo de 2020.

¿Aprovechar el confinamiento para hacer una limpieza a fondo? ¿Para leer todos los libros y artículos atrasados? ¿Para ver conciertos, óperas, teatro, ballet y museos por Internet, que ahora son gratis? ¡Ja!

Son las diez de la mañana. Me pongo a currar con ánimos porque me falta poco para terminar, bueno, terminar de repasar algo menos de cien páginas de la traducción que tenía que haber entregado hace veinte días (el confinamiento empezó hace más de cuarenta).

Una interrupción para salir a la puerta a recoger el pan y un par de cosillas más, y desinfectarlas, claro, o ponerlas al sol o en una habitación separada. Porque yo no hago pan en casa, aunque mis abuelos paternos eran panaderos.

Ya que me he levantado, aprovecho para poner la lavadora, sí, y miro a ver si el edredón que lavé ayer ya está seco. Lo dejo en el tendal, que le dé el sol y se oree un rato más, hasta que tenga que tender la siguiente colada.

Vuelvo al ordenador, pero antes de seguir con el curro, abro el correo, contesto si procede, leo los enlaces interesantes y miro los mensajes del móvil. Algunos son noticias que me interesan y las leo también, otros son comentarios, preguntas o novedades a las que tengo que responder con uno o dos mensajes cada uno.

Bueno, no abro el fb. Me pongo a trabajar. A los veinte minutos llega Pep con la compra y tengo que salir a recoger, colocar, desinfectar, etc., etc. Me dice una chorrada y, como me quedo con cara de palo, me pregunta que qué me pasa. Le digo que nada, que con tanta interrupción no me puedo concentrar. Se mosquea. Le digo que él no tiene la culpa y se queda tan ancho. Ha traído, entre otras muchas cosas, boquerones (para mí especialmente, para más inri, porque me gustan mucho) y berbes. Limpio y congelo los boquerones; pongo los berbes en agua con sal; flipo con los berbes, que se mueven, abren las conchas y sacan un piececito o una boca, no sé, y tantean el terreno: me quedo un momento mirándolos.

Cuando me siento a trabajar otra vez ya es la una del mediodía, Pep está estudiando batería en el cuarto (poco) insonorizado de al lado de mi estudio. No puede hacerlo en su local por el confinamiento.

Así no hay quien pueda terminar nada. ¿Aprovechar el confinamiento para…? ¡Ja! Lo que tengo que hacer es mucho trabajo pendiente, con fecha de entrega, oiga, porque el confinamiento me ha trastocado el horario por completo, y el humor y la actitud y las actividades y…

¿Me tiro por el balcón o qué? Porque tengo el corazón muy acelerado y una rabia sorda por dentro que no puedo con la vida. ¡Así no hay quien trabaje EN casa!

Ooommmmmm.

 

 

Concepción Cardeñoso Sáenz de Miera nació en León en 1956. Traduce desde los años 90. Ganó el Premio Esther Benítez, en su decimotercera edición, por Mi prima Rachel, de Daphne du Maurier, Alba Editorial, 2017.