Lunes, 18 de mayo de 2020.
He soñado con Pilar Vázquez. Me he despertado hablando con ella. Creo que estábamos en el bar de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga. Era la primavera de 2008. Había venido a impartir en nuestro máster un taller de traducción de narrativas en lengua inglesa. Diez horas en cuatro sesiones.
Leo ahora el material que preparó para aquel taller ―el documento que me envió con el título «Guion y notas de trabajo», que incluía los textos, instrucciones y sutiles comentarios lingüísticos y literarios― y pienso que muy pocas veces se trabaja así, con ese cuidado, con esa atención, con esa delicadeza.
Entre los textos seleccionados, fragmentos de The Accidental, de Ali Smith, «una recreación actualizada de la historia que Pasolini contaba en su película Teorema: el invitado inesperado que destruye para bien o para mal la vida de una familia burguesa». Pilar explica en su guion, entre otras cosas, que la novela «está narrada en estilo indirecto libre: los personajes no hablan en primera persona, sino que son sus diferentes puntos de vista, sus hábitos de pensamiento y de expresión los que hablan por ellos» y que «es también un ejercicio lingüístico de exploración con la frase hecha y el juego de palabras, empezando por el apellido de la familia, Smart». Los fragmentos ilustran las diferentes voces.
Una alumna de aquel curso, traductora hoy, me escribe: «La recuerdo con especial cariño del taller que nos dio en el máster aquel año. Qué generosa fue». Pilar hacía que aquellos talleres fueran una experiencia única, sustantiva, que dejaba huella.
En mi sueño he recordado su voz. He querido volver a oírla. Septiembre de 2017. En una conversación sobre John Berger con Ana Morente y Lola Jiménez Blanco en La Radio tiene ojos, dice Pilar que John Berger tenía, como los buenos narradores, oído para las voces, sabía escuchar y reproducir, y que tenía también los ojos del pintor, la visión del artista, el saber prestar atención a las cosas mínimas. Saber escuchar, distinguir las voces, percibir los detalles; las cualidades de la traductora Pilar Vázquez.
Su relación con John Berger, que confiaba profundamente en ella, en su intuición y su criterio, ha quedado ya inscrita en la historia de la traducción; pero, como han recordado estos días Luis Magrinyà y Luis Fernández Galiano, Pilar Vázquez no es solo la traductora de John Berger. Se puede consultar el catálogo de la Biblioteca Nacional o su ficha de socia de ACE Traductores. Tradujo, por ejemplo, a Camille Paglia, a Barbara Comyns y a Henry Roth; a Lyn Hejinian, poeta vinculada al movimiento Language, y superventas como Memorias de una geisha, de Arthur Golden, y La joven de la perla, de Tracy Chevalier; se atrevió con una nueva traducción de Las uvas de la ira, de John Steinbeck. No solo novela. No solo para editoriales; también para diarios y revistas especializadas. Unos días después de aquel taller, en un mensaje de correo electrónico me decía: «Llevo el Steinbeck bastante avanzado, y ya estaría casi terminado de no ser por el goteo constante de otras traducciones (arte, política, teatro, música) que me apartan, a veces durante semanas enteras, de la familia Joad y sus cuitas. Pero esta es la vida de la freelance. Y, la verdad, no me puedo quejar».
Hacía un año que no la veía. «Los muertos rodean a las vivos. Los vivos son el centro de los muertos».[1] Cierro los ojos e intento oír su voz. Me pregunto si volveré a soñar con ella.
[1] John Berger y Selçuk Demirel: ¿Estamos a tiempo?, edición de Maria Nadotti, traducción de Pilar Vázquez, Madrid: Nórdica, 2019, pág. 80.
Un tributo a Pilar Vázquez, Yves Berger en El País.
Vicente Fernández González es presidente de ACE Traductores