Traducción, pandemia y besos, Ana Alcaina

Lunes, 11 de mayo de 2020.

El beso, Gustav Klimt (1862-1918)

En la última clase presencial del grado de Traducción, el pasado mes de marzo, el tema que nos tocaba tratar ese día era la traducción de los referentes culturales. Gracias a la rica diversidad cultural que hay en nuestras aulas desde hace ya algún tiempo —nada que ver con las clases de hace años, allá por los lejanos noventa, en las que lo más exótico era tener de compañeras a la única nativa inglesa de la clase (a la que llamábamos, cariñosamente, «la guiri») y a algunas que otras eutianas despistadas procedentes de otras comunidades autónomas—, es muy interesante comentar ciertas costumbres sociales que resultan bastante chocantes entre los alumnos. Ese día, una alumna coreana (la única con mascarilla, claro) nos contaba entre sonrisas veladas que el concepto de «siesta», por ejemplo, absolutamente marciano para ellos, es un extranjerismo en su lengua, por supuesto, y que, debidamente transcrito, se pronuncia igual, en las contadas ocasiones en las que deben de pronunciarlo.

Nos echamos unas risas a cuenta de esa y otras costumbres, como lo agresivo e incómodo que resulta (¿resultaba?) en el mundo anglosajón (la asignatura trata la traducción de inglés a castellano) abalanzarte sobre alguien para plantarle dos besos en las mejillas nada más verlo (aunque eso también depende de lo besucona y tocona que sea una y del grado de familiaridad con la persona anglosajona en cuestión, sí, lo sé). Otra alumna de ascendencia árabe intervino entonces para hablar de la aceptación social del beso entre hombres y surgió un interesante debate sobre las diferencias culturales como solo una clase presencial puede promover.

A continuación, a la profa que esto escribe, se le ocurrió decir, medio en broma medio en serio, que no sabíamos hasta qué punto este virus nuevo que acababa de empezar a propagarse a nuestro alrededor iba a erradicar para siempre esa costumbre tan invasiva, salvaje y latina nuestra de los dos besos, para regocijo de algunos de nuestros congéneres, y que como traductores, como siempre, debíamos estar atentos a los cambios sociales y las nuevas costumbres, a las nuevas palabras, (¿a las nuevas normalidades?) para saber siempre cómo traducirlas (cuando hay que traducirlas).

Hasta qué punto.

Traductores.

Atentos.

Apenas han pasado dos meses de aquello y es como si hubiera pasado un siglo, y parece que entre todas las incógnitas que nos depara este tiempo de incertidumbre figura la de saber si habrá una nota al pie en las traducciones del futuro (lejano) explicando determinados usos sociales que hasta ahora nos parecían de lo más «normales», o si la cultura mediterránea (o la anglosajona) acabará calcando los distintos grados de inclinación del cuerpo y la cabeza que caracterizan el saludo coreano, por ejemplo.

En cualquier caso, los traductores seguiremos haciendo lo que hacemos siempre: aguzar el oído y la vista ante el desfile vertiginoso de nuevos conceptos y observar atentos cómo cada cultura los hace suyos y les da acomodo en esa precisa unidad de medida que, precisamente, es la misma unidad por la que nos pagan: la palabra.

 

Ana Alcaina es licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad Autónoma de Barcelona (1990-1994) y lleva trabajando como traductora de libros de una amplia variedad de géneros desde 1997.  Ha trabajado para las principales editoriales de narrativa en español (con sellos como Plaza&Janés, Lumen, DeBolsillo, Grijalbo o Montena, integrados en el grupo Penguin Random House, o Círculo de Lectores, ahora en el grupo Planeta), traduciendo sobre todo novela del inglés al castellano. Desde 2001 forma parte del colectivo ANUVELA, equipo de traductoras de libros con sede en Barcelona y responsables de la versión en castellano de importantes best sellers (como las obras del autor británico Ken Follett). Además, es cofundadora y directora de la agencia editorial Wider Words, especializada en labores de editing, traducción, corrección de estilo y ortotipográfica para editoriales, autores independientes y profesionales del sector.
Desde el año 2009 compagina la traducción con la docencia: es profesora asociada de traducción del inglés al castellano en la Facultad de Traducción e Interpretación de la UAB y también imparte clases en el posgrado de Traducción Literaria y Audiovisual de la UPF-BSM. Fue miembro de la junta rectora de ACE Traductores desde 2010 hasta 2013.