Martes 7 de enero 2020.
Este CENTÓN está compuesto en su mayor parte por citas de El entusiasmo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital, obra con la que Remedios Zafra ganó el Premio Anagrama de Ensayo 2017.
Si bien la autora aborda la precariedad laboral en el ámbito cultural, académico y creativo en general, muchos párrafos parecen estar escritos pensando específicamente en la traducción editorial, dado lo certero de un análisis que encaja como un traje a medida en nuestro sector. La fragilidad de la posición de los «colaboradores externos» editoriales queda oculta bajo una capa de lentejuelas que esconde que los traductores sustentan con su trabajo, escasamente remunerado, gran parte de la industria editorial.
Según el Informe del valor económico de la traducción editorial, publicado por ACE Traductores en junio 2017, «La cadena de valor del sector editorial se compone de una serie de actividades principales en las que intervienen una gran variedad de agentes muy heterogéneos. El papel de los traductores es clave en este engranaje, por su contribución a la producción, corrección y elaboración del texto final». Dicho Informe termina con una serie de recomendaciones entre las que destaca: «Reconocer el papel que desempeñan los traductores y todos los integrantes de la cadena de valor del sector editorial contribuiría a mejorar el entendimiento entre las partes y profesionalizar, aún más si cabe, este importante sector de la economía española», pág. 51.
Y, como decía ya María Luisa Balseiro hace años en VASOS COMUNICANTES, «Podríamos decir que nadie pretende vivir de escribir sonetos, pero es que tampoco nadie basa su negocio en la comercialización de sonetos. Pero si hay señores que basan su negocio en la comercialización de traducciones, ¿por qué no podemos vivir de traducir? Ahí hay una contradicción flagrante. Yo no puedo basar mi negocio en la fabricación de un producto en una de cuyas etapas se requiere la afición como sustituto de la remuneración. Una traducción es un insumo como cualquier otro. En ningún proceso de producción hay un insumo que sea ‘la afición’».
Yo no puedo basar mi negocio en la fabricación de un producto en una de cuyas etapas se requiere la afición como sustituto de la remuneración. Una traducción es un insumo como cualquier otro
Dice Remedios Zafra:
«Observo, por ejemplo, que frente a las orientaciones tecnológicas y los trabajos relacionados con las clásicas formas de prestigio (todavía muy masculinizados), la práctica cultural se feminiza y nutre de un excedente de mujeres formadas enlo que aún llamamos ciencias sociales y humanidades (viejas y nuevas). (…) Me llama además la atención que mientras los trabajos culturales son territorios muy feminizados, allí donde estos trabajos (ampliados en sus facetas culturales, académicas y creativas) comienzan a estar prestigiados, mejor remunerados , y a suponer un poder explícito (pongamos a esta idea, por ejemplo, puestos de director o catedrátrico), la cosa cambia. Entonces a nadie extrañará que (como antes, como siempre) estos trabajos sigan siendo especialmente para los hombres», págs. 23 y 24.
«En los últimos tiempos, sin embargo, ha ocurrido que la valoración del ejercicio artístico se ha socializado del lado de la afición y el placer como aquello practicado en tiempos ociosos y considerado difusamente como actividad laboral. De forma que el contexto no pierde la oportunidad de recordar a quienes crean que eso no es un trabajo en sentido estricto (…), presuponiendo que el gusto por hacer ya compensa el trabajo, reforzando la idea de que el pago a lo creativo va implícito en el mero ejercicio», pág. 19.
Presuponiendo que el gusto por hacer ya compensa el trabajo, reforzando la idea de que el pago a lo creativo va implícito en el mero ejercicio
«El apoyo de la práctica creativa se materializa cada vez más en contextos competitivos que rompen los lazos de solidaridad entre iguales. Se sustentan además en trabajo pocas veces y escasamente remunerado que esquiva la contratación estable y se presenta bajo eufemísticas propuestas de formación, experiencia o prácticas. Es visible cómo el mundo cultural es mantenido por colaboradores a tiempo parcial, entusiastas becarios y figuras diversas para la gestión de redes», pág. 25.
«La apropiación de la maquinaria entusiasta. Si el entusiasmo fuera hoy, como aquí sugiero, una seña de época, lo sería más como un “entusiasmo inducido”, alimentado por la cultura (y en ella por las lógicas) de mercado. Resultado de un mundo competitivo movido por la primacía del capital, donde la precariedad se derrama y se extiende.
»En este escenario, hacer visible el júbilo que se siente por una práctica puede ser determinante para obtener un trabajo o para “ser elegido” como paso para lograr un empleo, un reconocimiento, un mejor futuro. Exagerar las formas de mostrar un interés por una práctica es algo hoy incentivado por el sistema de mercado, animado como criterio para diferencia y evaluar a los candidatos a un trabajo (…)
»La razón de su incentivo puede encontrarse en que este entusiasmo inducido se ha convertido en herramienta capitalista que permite mantener la velocidad productiva, esconder el conflicto bajo una máscara de motivación capaz de mantener las exigencias de la producción a menor coste. (…)
»Como efecto, el entusiasmo se convierte al mismo tiempo en algo que salva y que condena. Es decir, aquello que mientras moviliza sienta las bases de una suerte de explotación contemporánea en la que se ven atrapadas aquellas personas que necesitan / buscan un sueldo para pagar tiempo de investigación o creación», págs. 31 y 32
«Tengo la sensación de que no pocas formas de precariedad en las redes se sustentan en el prosumo, bajo espejismos de solidaridad, novedad y vocación apoyados en el trabajo colectivo y feminizado.
»De hecho, llama la atención cómo empleos creativos y culturales hoy siguen un camino donde la ambigüedad ha sido empleada para difuminar su trabajo, bajo perversas formas de consideración que hacen borrosa su denominación y pago. Alimentar un sistema apoyado en el entusiasmo y en la suficiencia de un pago inmaterial es otro factor que nos resulta tristemente familiar», pág. 200
Alimentar un sistema apoyado en el entusiasmo y en la suficiencia de un pago inmaterial es otro factor que nos resulta tristemente familiar
«Los trabajos culturales animan a una implicación entusiasta como manera de evidenciar el valor (inmaterial) de la pasión de un trabajo creativo, intelectual o estético que punza. Pero, simultáneamente, dicho entusiasmo participa en un proyecto de vulnerabilidad económica, sostenido en “unos ganan siempre y otros viven del entusiasmo y la vocación», justificando que se trabaje gratis o se pague por trabajar», pág. 218
Selección y comentarios de Carmen Francí.