Muchos años después, frente a la primera frase de su texto, el traductor veterano había de recordar aquella frase que una tarde remota le hizo decir a uno de los personajes de la novela que estaba traduciendo. «Cabeza fría primero cosa». Era el consejo que, vertido al castellano desde un original escrito en ese fragmento en pidgin hawaiano, le daba en Todo un hombre de Tom Wolfe un personaje a otro para que pudiera afrontar las pruebas con que lo golpeaba el destino.
La frase suscitadora del recuerdo describe la espera en la boca de un estuario de un velero que no puede salir a mar abierto porque no sopla el viento y tiene la marea en contra. Son varios los términos en apenas una veintena de palabras que exigen una atención especial:
The Nellie, a cruising yawl, swung to her anchor without a flutter of the sails, and was at rest.
El curso de una traducción presenta dificultades que permiten la analogía con una navegación no exenta de peripecias y peligros. Nada más iniciar el trayecto, encontramos varios troncos semisumergidos que amenazan con dañar el casco de nuestra nave. De entrada, algunos diccionarios ofrecen varias opciones para yawl, además de yola, palabra formalmente más cercana. La investigación léxica sirve para confirmar que, en efecto, yawl es aquí una yola, un velero de dos mástiles en el cual, a diferencia del queche, el palo de mesana está situado detrás del timón. Además, la labor de documentación bibliográfica permite localizar un libro que reproduce un dibujo de la Nellie: una pequeña embarcación de dos palos, con el timón delante de la mesana y velas de cuchillo (triangulares). Una yola. En cambio, en el adjetivo cruising de «cruising yawl», la opción morfológicamente más cercana, «de crucero», lleva a confusión con el uso contemporáneo de la palabra (más asociada al lujo o a la velocidad), por lo que, sin ser incorrecta esa opción, «de recreo» resulta más pertinente.
Además, habiendo decidido que el sustantivo adecuado era yola, la primera palabra de la frase, el artículo antepuesto al nombre propio de la embarcación debería concordar con el sustantivo que define la clase de nave. Un buen desatraque es importante, no vaya a ser que surja algún percance nada más empezar el viaje, como que se enganche un cabo en la pala del timón o algo parecido. De modo que, al igual que en los casos de la (nao) Santa María o el (bergantín) Beagle, aquí recurriríamos a la concordancia con el sustantivo elidido: la (yola) Nellie.
Inmediatamente después de «cruising yawl», topamos con los rápidos de «swung to her anchor». Cuando una embarcación desea permanecer en algún lugar concreto, se amarra a una boya sujeta a su vez a un muerto (un bloque de hormigón) o fondea con el ancla. El swing es el giro que da el barco en torno al ancla según la longitud de la cadena. En una situación en que no hay viento y solo marea, como en el caso descrito, al cabo de seis horas (la duración de una marea), la embarcación giraría ciento ochenta grados.
Por otra parte, también cabe preguntarse aquí si añadir la mención al ancla, como hace el inglés, no constituye una redundancia y si no bastaría con emplear el verbo bornear, que María Moliner define como: «Mar. Girar el buque sobre sus amarras estando fondeado». Sin embargo, en ausencia de toda referencia previa al modo en que se efectúa el fondeo (siendo como es esa la primera frase de la obra), la mención al ancla especifica que el borneo se efectúa en torno a un punto fijado por un ancla y no por una boya.
Tras superar los rápidos del borneo y el ancla, encontramos un tramo más tranquilo que, aunque no libre de algún bajío, permite la navegación por el centro de la corriente. El flutter se refiere al movimiento de las velas y, en este caso, a su ausencia por falta de viento; el término náutico no presenta una dificultad especial. Casares define flameo como «Acción de flamear u ondear al viento». Y Zerolo da para flamear: «Mar. Ondear la vela del buque por estar al filo del viento».
El siguiente escollo consiste en encontrar un canal navegable en el tramo en apariencia apacible del «was at rest». En realidad, el barco no está del todo quieto, sino que se mueve y se irá moviendo en función de la corriente con la posibilidad teórica, mencionada más arriba, de efectuar un movimiento circular de hasta ciento ochenta grados. Por lo tanto, la noción de detención o inmovilidad (como en «y quedó inmóvil», por ejemplo) no parece ajustarse con precisión al movimiento del barco. En realidad, más que en la inmovilidad del barco, el énfasis está en el hecho de que el barco se encuentra fondeado con el ancla bien firme. Es decir, que el barco no garrea. Garrear, según el DRAE: «Mar. Cejar o ir hacia atrás un buque arrastrando el ancla, por no haber esta hecho presa, o por haberse desprendido». Es posible que el verbo sea un término poco conocido por los lectores no familiarizados con los temas náuticos (que además se sumaría a yola, bornear y flameo), pero ¿no sería poco deferente omitirlo en la novela de un escritor cuya obra versa de modo característico sobre el mar y la navegación?
No solo eso, sino que, con ese segundo verbo que (tras bornear) termina de describir el comportamiento de la yola (que es el sujeto de ambos: «The Nellie... swung... and was at rest»), se hace patente la necesidad de definir «cinematográficamente» la escena y los tiempos verbales adecuados a la descripción. El uso del pretérito indefinido supone un hecho pasado puntual, centrado en el principio o el final de una acción; en cambio, el movimiento indicado tanto por el bornear como por el garrear parece privilegiar un punto de vista centrado en la duración. Es la diferencia entre decir «giró y se mantuvo firme» y «giraba y se mantenía firme». De modo que, salvo intervención editorial posterior, la frase quedaría de este modo:
La Nellie, una yola de recreo, borneaba en torno al ancla sin un flameo de las velas, y no garreaba.
Bien. Ya tenemos las primeras veinte palabras. Ahora, a por las siguientes cuarenta mil.
El traductor de Google ofrece, en junio de 2025, lo siguiente: «El Nellie, un yawl de crucero, giró hacia su ancla sin un solo movimiento de las velas y se quedó en reposo». Otros traductores automáticos dan resultados similares. No está mal y permite una apariencia de comprensión. Una traducción «comunicativa». Otra cosa es una traducción reflexiva y capaz de mostrar su reflexión.1
- (1) Estoy en deuda con Marta Salís y con Iñaki Galilea, dos grandes amantes de la navegación, por sus aclaraciones sobre algunos aspectos técnicos mencionados en este texto. Los lectores curiosos pueden encontrar más detalles sobre la traducción de la novela citada de Tom Wolfe en «De espejos y máscaras. Una propuesta para la traducción de los lenguajes “rotos”». volver
(artículo completo en el trujamán)
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