Viernes, 18 de octubre de 2024.
Como dos reporteras dicharacheras o enviadas especiales a Estrasburgo, Itziar Santín — miembro de la junta rectora de ACE Traductores— y Núria Molines —delegada en el CEATL— os contamos cómo fueron los Encuentros Europeos de la Traducción Literaria, organizados por el CEATL en el Parlamento Europeo de Estrasburgo los días 2, 3 y 4 de octubre. Las jornadas se emitieron también en directo y los vídeos se subirán para que los podáis ver en casa cuando gustéis.
En un evento multitudinario —allí nos juntamos más de 300 personas, más las 1500 que estuvieron siguiéndolo todo desde casa— es raro oír en el estrado una lengua que no sea el inglés —o, si me apuran, el francés—, por lo que fue toda una declaración de intenciones que las jornadas las abrieran Gueorgui Gospodínov y sus traductoras —Magdalena Pytlak, Angela Rodel, Milena Selimi, Marie Vrinat-Nikolov y María Vútova— hablando en búlgaro —¡vivan las intérpretes!— sobre qué está en juego en la traducción, cómo es la relación del autor con sus traductoras y las anécdotas que han ido salpicando el camino. El autor búlgaro enunció un hermoso deseo que caló hondo entre el público: que con la traducción lo local no se haga global, que no universalicemos, que no aplanemos, que no homogeneicemos. Algo parecido dijo en su discurso institucional Nicolas Georges, parafraseando a Montesquieu: el afán de uniformizar a veces invade a las grandes almas, pero solo se materializa en las pequeñas. Así cerró la velada de apertura, en el Pavillon Joséphine del parque de l’Orangerie, la previa a los verdaderos días de trabajo.
Magda Heydel se encargó de abrir con sus palabras los encuentros haciendo referencia a eso que Salvador Peña llamaba la autoetnografía de la traducción. Partiendo de una experiencia investigadora en la que se sumergió en la correspondencia de diferentes autores y traductores, insistió en lo importante que era que guardásemos materiales y un archivo propio. Del mismo modo que para estudiar la literatura los archivos autorales son vitales, no lo son menos aquellos de quienes nos dedicamos a escribir libros ajenos. Los borradores, los materiales fallidos, todo construye el viaje de la obra, nos da acceso a la estructura interna de la literatura, al viaje por el que el texto se convierte en obra.
Melinda Nadj, autora ugrosuiza, conversó con Tanja Petrič (de la DSKP) y habló de orejas y sonidos. Ser plurilingüe es tener las orejas muy grandes, decía, quienes traducen son bien orejones, saben oír los textos y los murmullos de las palabras. Una autoría, nos decía, no solo surge del talento —y los oídos—, sino de no aceptar los conceptos cerrados, pues la literatura empieza donde acaban el lenguaje y el saber.
Aterrizando en aspectos más concretos, la sesión dedicada al informe de traductores en portada (en el que ACE Traductores participó mediante la colaboración del entonces delegado del CEATL, Arturo Peral) sintetizó las recomendaciones que se derivan del estudio y los posibles caminos de futuro. Cuidar de la traducción es una de las grandes responsabilidades de Europa, es algo en lo que coincidieron varios ponentes, y se insistió en la importancia de la formación en traducción, sobre todo teniendo en cuenta la baja oferta de formación superior en lenguas que detectó el estudio. El marco de PETRA-E se mencionó como ejemplo de buenas prácticas y se hizo un llamamiento a cooperar más entre academia y profesión. Si no lo hemos hecho ya, nos animan a leer el informe y a seguir difundiendo la palabra: contiene datos fundamentales para mejorar las condiciones laborales del «precariado europeo».
Si la unión hace la fuerza, las redes nos acompañan, nos sostienen y nos llevan más lejos. Tanto si son redes de residencias de traducción como si están pensadas para profesionales emergentes de lenguas minorizadas, del panel de redes nos llevamos un sinfín de ideas para pedir becas, proyectos, estancias… Para lenguas del sureste de Europa, TRADUKI; para traductores noveles con lenguas minorizadas, CELA; en ENLIT encontramos un buen mapa de las distintas instituciones que apoyan tanto a editoriales como a profesionales de la traducción (echad un ojo si queréis pedir dineros) y ATLAS nos presentó el proyecto Archipelagos, en el que ACE Traductores también participa. En RECIT tenemos toda la red europea de centros para estancias de traducción. ¿Ya habéis hecho las maletas? Pocas de estas iniciativas serían posibles sin la financiación de CREATIVE EUROPE, que apoya la circulación de obras literarias —entre otros muchos proyectos culturales—. Si queréis pedir alguna beca de movilidad, ojo al dato, hay convocatoria abierta hasta el 30 de noviembre de su programa Culture Moves Europe.
Para trabajar en aspectos más concretos, se celebraron siete talleres, pero como todavía no tenemos el don de la ubicuidad, solo os podemos contar cómo fueron dos de ellos. En primer lugar, en el taller de diversidad en el mundo de la traducción se abordaron dos grandes temas: la diversidad lingüística y la diversidad de perfiles que acceden a encargos de traducción editorial. Vimos un interesantísimo estudio de caso de Suecia, en el que Jan Kärrö nos habló de la diversidad lingüística del país, sobre todo teniendo en cuenta las lenguas maternas de la población de origen extranjero y los esfuerzos de su organización para integrar y valorar esas lenguas como parte de la riqueza del país. Preparan talleres de traducción de lenguas minorizadas para un público infantil. Se organizan en colaboración con bibliotecas, en horario escolar, para que dentro de la propia comunidad educativa se cambie la mirada hacia esas lenguas que, en muchas ocasiones, esos niños y niñas acaban perdiendo en pos de aprender la lengua oficial.
En la segunda parte se abordó otro ámbito de la diversidad: la blanquitud de nuestra profesión, un aspecto muy relacionado con cuestiones de clase, capital cultural y socioeconómico. Se plantearon diversas iniciativas para hacer del sector un espacio más diverso y sobre todo se incidió en lo importante que es el trabajo temprano —colegios e institutos—, ya que, en muchos casos, en la etapa universitaria ya es algo tarde para poner remedio. Algunas ideas y propuestas que surgieron: mentorías como las que tenemos en ACE Traductores, canales de comunicación tipo DISCORD o Slack para comunidades de traducción, cotraducciones, talleres e iniciativas en centros educativos.
Por otro lado, en el taller de traducción de literatura infantil y juvenil, impartido por Simona Mambrini y Lara Hölbling Matković, se abordaron de una manera muy amena los aspectos teóricos y prácticos de esta modalidad de traducción. Empezaron dejando claro que la literatura infantil y juvenil no es un género, sino una literatura con derecho propio, que solo se diferencia de otro tipo de obras por estar dirigida a un público lector dividido por edades. Existen otras maneras de clasificarla (por género, por formato…), pero eso es problema de quien tiene que vender los libros, no de quien los traduce. Lo que sí nos afecta son otras dificultades como la de producir un texto que encaje en el formato (sobre todo en los álbumes ilustrados, donde la traducción está condicionada por la relación simbiótica entre el texto y la imagen), la de adaptar rimas, chistes, aliteraciones, sinsentidos… y, por supuesto, la de conseguir tarifas y contratos justos. Tal y como subrayaron, es una actividad muy poco valorada pese a su inmensa complejidad, por lo que en todo taller sobre traducción de literatura infantil y juvenil se deberían mencionar las condiciones de trabajo.
En la parte práctica, vimos varios casos en los que se presentaban los retos mencionados y algunos otros (¿qué hacemos con las expresiones racistas?, ¿cómo traducimos una nota biográfica referida a una persona que ha evitado conscientemente usar marcas de género en la lengua original?, ¿qué opciones tenemos cuando es imposible reproducir un juego de palabras integrado en una ilustración?), así como las soluciones que se habían encontrado en diferentes idiomas, y después pusimos las neuronas a trabajar para adaptar una lista de ingredientes mágicos rebosante de juegos de palabras.
Cerramos el día con un tema del que parece que siempre hay algo más que decir: la visibilidad. Se repitió algo que bien sabemos, pero que no está de más recordar: no pedimos visibilidad porque sí, sino para tener un reconocimiento que nos permita negociar mejores condiciones laborales y ofrecer un trabajo de más calidad. Aparte de las iniciativas en librerías o de las propias asociaciones de traducción, destacó la intervención de la editora María Alfonso, de Antígona, que no solo pone el nombre de quien traduce en cubierta, sino que en su web se puede leer la nota biográfica de la traductora en cuestión, además de un vídeo en el que lee un fragmento de la obra que ha vertido al portugués. (Editoriales, tomad nota).
La segunda jornada estuvo marcada por un tema candente en todos los sectores creativos: la inteligencia artificial (IA). Aprendimos en qué se diferencian los dos tipos de traducción automática (la neuronal y la llamada «inteligencia artificial generativa») y que los resultados de una y de otra no varían mucho en cuanto a la calidad. Eso sí, hay trabajos que demuestran que la traducción automática con posedición humana produce textos menos creativos (véase Toral y Guerberof 2022), con menor riqueza léxica y más interferencias de la lengua de partida (véase Toral 2019). Además, si nos fijamos en los datos de la macroencuesta del CEATL, solo un pequeño porcentaje de profesionales consideran que la IA puede resultarles una herramienta útil (como fuente de inspiración o para consultar términos concretos), mientras que la gran mayoría preferiría abandonar la profesión que dedicarse a poseditar. Al fin y al cabo, si el mayor aliciente para tolerar la precariedad y las bajas tarifas de la traducción literaria es precisamente el estímulo intelectual de un trabajo creativo, ¿qué motivación nos queda cuando nuestra labor se reduce a arreglar los textos planos que genera una máquina? Por eso, como vienen defendiendo numerosas asociaciones, es imperativo desarrollar cuanto antes una legislación que regule el uso de la IA y garantice el respeto de los derechos de autoría, además de facilitar los acuerdos de negociación colectiva.
Una de las grandes dificultades a la hora de adoptar medidas para promover la traducción literaria es obtener datos que nos permitan conocer la situación de la que partimos. Enrico Turrin nos mostró los resultados del estudio de la FEP-FEE sobre la compraventa de derechos de traducción en Europa, que indica que en el mercado literario existe un enorme desequilibrio entre idiomas, con un marcado predominio del inglés. De todos modos, insistió en que cuesta encontrar datos de calidad comparables entre los distintos países, algo que en lo que coinciden Robert Alagjozovski, que analizó la compraventa de derechos de traducción en los Balcanes Occidentales, y Martin Krafl, que nos habló de la situación de la literatura checa. Por eso, nos animan a participar en todas las encuestas que nos lleguen. ¡Solo así sabremos dónde nos encontramos y qué acciones nos pueden ayudar!
Después de una pausa para reponer fuerzas, volvimos a reunirnos para asistir a un divertido diálogo entre Amalie Foss y Estelle Renard, de la AVTE, que nos explicaron brevemente en qué consiste la traducción audiovisual, expusieron el diferente tratamiento que recibe según el país y recalcaron la importancia de unirse a las asociaciones nacionales de traductores audiovisuales. Y no hay excusa si en tu país nos existe ninguna: ¡ellas pueden ayudarte a crearla!
Por si aún no nos habían quedado claros los beneficios del trabajo en red, a continuación vimos una serie de vídeos en los que varios miembros de la FIT nos contaron sus experiencias… ¡y nos llevamos una alegría al ver a nuestra queridísima presidenta, Marta Sánchez-Nieves, en el vídeo de Julia Benseñor! ¿El motivo? La Cantera de Traductores de alitral, un taller con participantes de todo el ámbito hispanohablante que en 2023 organizó ACE Traductores y que, según Julia, es la mejor manera de aprender y de estrechar lazos con colegas de otros países.
Además de una herramienta fundamental para difundir conocimientos y culturas, la traducción es a menudo un acto político, una manera de luchar por la libertad de expresión. En la última mesa redonda se nos encogió el corazón al oír hablar de la censura y la represión que aún hoy tienen lugar en Europa, donde se sigue encarcelando a autores y traductores cuyas obras se consideran «problemáticas» para el régimen imperante. Conocimos el proyecto #FreeAllWords, mediante el cual se financia la traducción de obras escritas en prisión o en zonas de guerra, principalmente en Ucrania y Bielorrusia. Profundizamos en los problemas que tiene el sector editorial en Hungría y en Turquía debido a la censura y el control estatal y descubrimos que en muchos lugares (y no creáis que España se libra, no) incluso el simple acto de vender libros es peligroso, pues se siguen vandalizando librerías y atacando a las personas que trabajan en ellas. Para terminar, vimos algunos de los libros que están prohibidos actualmente en Europa. Y es que la literatura es fundamental para el libre intercambio de ideas y ya sabemos que esto es inseparable de la traducción, que cumple una función vital para proteger los derechos lingüísticos y asegurar el diálogo entre las culturas.
Tras estas reivindicativas ponencias llegó la hora de despedirse. Cerraron la jornada Pablo Guayasamín, que recordó una vez más la importancia del libro para acceder a la cultura y enfatizó el valor que aporta la traducción al exponernos a lo desconocido, y Francesca Novajra y Cécile Deniard, que se deshicieron en agradecimientos y palabras emotivas sobre las redes y las amistades que surgen en este tipo de encuentros.
Nos marchamos con la cabeza llena de ideas sobre las que tendremos que reflexionar con calma, felices por el reencuentro con caras conocidas y las nuevas relaciones que entablamos con colegas de aquí y de allá, encantadas con las conversaciones que surgieron tanto dentro de la sala de conferencias como fuera, mientras degustábamos unas merecidísimas tartes flambées. Y seguro que no somos las únicas en hacernos la misma pregunta: ¿cuándo repetimos?
Itziar Santín es licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad del País Vasco y lleva desde 2013 traduciendo. Está especializada en traducción médica, medioambiental y literaria y traduce del inglés, del francés y del alemán al castellano y al euskera, así como entre el castellano y el euskera. Ha traducido varios álbumes ilustrados y le encantaría dar el salto a la fantasía, la ciencia ficción y el terror, sus géneros preferidos.
Núria Molines Galarza es traductora de alemán, inglés y francés al catalán y al castellano. Se dedica, principalmente, a la traducción de libros (narrativa, ensayo y cómic); han pasado por sus manos más de setenta obras de autoras como Jane Austen, Joyce Carol Oates, Kate Millett, Ursula K. Le Guin o de autores como Romain Rolland, Stefan Zweig, André Aciman o Mark Fisher. Compagina su labor como traductora con la docencia en la Universitat de València y en el máster de Traducción Audiovisual de la Universidad Europea de Valencia. Es doctora en Traducción con una tesis sobre deconstrucción y dirige la revista de pensamiento feminista Asparkía. En 2023 recibió el Premio Ángel Crespo de Traducción por El hombre del jazmín y otros textos, de Unica Zürn (Wunderkammer). Es socia de ACE Traductores y de la Xarxa.