Traducir a cuatro manos: una perspectiva distinta sobre la profesión, Miriam Marín Rosa

Lunes, 17 de junio de 2024.   

El pasado 18 de abril de 2024 tuvo lugar la XII edición de los Encuentros de Traducción Editorial de la Universidad de Murcia, en el marco del Máster Universitario en Traducción Editorial. Organizados por Juan R. Goberna y Purificación Meseguer, estos encuentros pretenden salvar la brecha que separa el mundo profesional del académico presentando a traductores de ámbitos muy diversos, como la traducción editorial o la audiovisual, entre otros. En esta edición se ha abordado la traducción a cuatro manos como tema principal y para ello contamos con la colaboración de cuatro traductoras profesionales.

Cuatro manos estarcidas en una cueva rupestre.

Cueva de las Manos (Patagonia, Argentina) Autor: Diego Tirira. Wikimedia Commons

La primera pareja la conforman Yuliss M. Priego y Tamara Arteaga (Manzanitas), quienes se conocieron en 2008 gracias al fenómeno mundial de Crepúsculo, puesto que ambas traducían fanfics en una comunidad. Cursaron juntas sus estudios de grado y máster en la Universidad de Málaga y han trabajado desde siempre de forma conjunta. Han escrito artículos para revistas, así como para el blog La Biblioteca de Basileia y su canal de YouTube, Las Manzanitas de Basileia, y han traducido juntas más de treinta novelas, como por ejemplo La Reina, de Jennifer L. Armentrout. Además, ofrecen otros servicios lingüísticos: informes de lectura, corrección y revisión y adaptación de textos. La segunda pareja está formada por Alicia Martorell y Elena Bernardo. Alicia Martorell es traductora desde hace más de veinticinco años, principalmente del francés. Entre sus campos de trabajo figuran la traducción jurídica, la museografía, la comunicación y las ciencias humanas y sociales. Elena Bernardo se dedica a la traducción de textos en francés e inglés de índole comercial para empresas del sector del lujo, así como a la traducción de libros. Se conocen desde siempre y a raíz de esa relación tan profunda empezaron la aventura de traducir a cuatro manos obras como Por qué los espaguetis a la boloñesa no existen, de Arthur Le Caisne.

Todo el que haya traducido sabe que este trabajo no es una tarea individual, aunque la ejerzamos sentados frente al escritorio con nuestra mejor bata puesta y la sola compañía de un ordenador, un buen termo de café y, para quien le agrade, un poquito de música. La realidad es que siempre vamos a echar mano de una segunda opinión para resolver aquellas cuestiones que requieran de una visión externa. Sin embargo, traducir a cuatro manos es mucho más que eso: consisteen encontrar a esa especie de media naranja traductora, alguien con quien se tiene más afinidad, tanto en lo personal como en lo profesional.

Tras una breve entrevista para conocer las trayectorias profesionales de cada una de las traductoras, la mesa redonda comenzó con una pregunta casi obligada a la hora de abordar los entresijos de la traducción a cuatro manos: ¿cómo se organizan el trabajo? La respuesta fue muy clara por parte de todas: lo más importante es asegurar la calidad del texto meta. Es decir, el lector debe encontrarse con un texto unificado, en el que no quede rastro de las cuatro manos que han participado en una única obra final. De ahí que sea de especial relevancia el consenso en cuestiones como el tono, la idiosincrasia de los personajes, la terminología e incluso la tipografía. Y es que, haciendo uso de la sabiduría del refranero español, más vale prevenir que curar. Por eso, poner en común los posibles problemas del texto antes de emprender la traducción resulta fundamental. A este respecto, por ejemplo, si una de las traductoras acostumbra a emplear las comas o los paréntesis para los incisos y la otra prefiere los guiones, es necesario encontrar un término medio. Unificar consiste en llegar a un acuerdo previo con la finalidad de que no prevalezcan criterios individuales diferentes en distintas partes del texto ante métodos igualmente válidos.


Lo más importante es asegurar la calidad del texto meta. El lector debe encontrarse con un texto unificado en el que no quede rastro de las cuatro manos que han participado en una única obra final


Fotografía de Juan Goberna

Otro problema es la creación de glosarios terminológicos: Tamara Arteaga comentó que no siempre afectan a la terminología, a veces es suficiente con unificar criterios (para los nombres de persona o de lugar, por ejemplo). A menudo estos glosarios vienen impuestos por la propia editorial; en otros casos, es imprescindible dedicar tiempo a la documentación, sobre todo cuando el texto obliga al traductor a convertirse en un experto de la cosmética o de la gastronomía. Es en este punto donde entran en escena las herramientas de comunicación, que son vitales para una organización correcta. Hubo claras diferencias generacionales entre las traductoras en el uso de estas herramientas, lo que generó un curioso debate sobre la metodología de trabajo de cada pareja. Alicia Martorell y Elena Bernardo destacaron el uso de herramientas como One Note o Drive para la comunicación, pero quedaron sorprendidas cuando Yuliss M. Priego y Tamara Arteaga mencionaron WhatsApp como una de sus aplicaciones favoritas para la creación de glosarios y la revisión de textos, que quedan anclados al campo «información» del grupo junto con los mensajes más relevantes y urgentes para la traducción.

En el siguiente punto de debate se insistió en la indudable conexión que debe existir entre las traductoras para desempeñar con éxito un encargo de traducción a cuatro manos. ¿Qué ocurre cuando participa una tercera persona? La respuesta fue unánime: aunque en traducción comercial son corrientes equipos más grandes, para un libro dos es un buen número.

En la traducción a cuatro manos no solo intervienen factores técnicos, como las diferencias entre los estilos de traducción o de escritura, sino también factores personales, como los lazos afectivos que favorecen en cierto modo el intercambio de visiones distintas. Es necesario saber revisar y ser revisado, entender que la negociación es casi obligatoria y que, gracias a ella, también a nivel individual se puede aprender, no solo sobre las cuestiones más técnicas, sino también sobre las más humanas. Saber revisar es entender la profesionalidad de la compañera de trabajo, comprender qué es optativo y qué no, qué es rígido y qué no. Se aprende así a comunicarse y a ser más humilde, pues la manera de proceder no es la misma para todo el mundo. En definitiva, y como dijo Elena Bernardo: «Relativizar con la mirada del otro nos hace mejores personas».

Esta práctica traductora aporta gran variedad de ventajas, pero hay que tener en cuenta algunos factores. Es fundamental dejar claras las relaciones jurídicas y adaptar el indispensable contrato a la situación, de forma que se respete la autoría de todos los intervinientes y se especifique su participación, ya sea al 50 % o en una proporción diferente.

Finalmente, las traductoras insistieron en el asociacionismo como vía para visibilizar y establecer los pilares de la profesión. Elena Bernardo destacó además la importancia de tener una mentalidad profesional, incluso en lo económico, pues al final la traducción es un proyecto vital a largo plazo. Luchar hoy por mantener unas tarifas que permitan al traductor vivir de su profesión garantiza trabajo y calidad de cara al futuro.

Fotografía de Juan Goberna

Por último, y no por ello menos importante, se pidió a las traductoras que dieran algún consejo a quienes están dando sus primeros pasos en el sector editorial. La perseverancia debe ser sin duda la mejor compañera, pero también la curiosidad permite salir de la zona de confort, y es ahí donde se gana experiencia y seguridad. Las ponentes destacaron de nuevo el asociacionismo, puesto que conocer el terreno por el que se va a emprender el camino es siempre una ventaja, y qué mejor manera de hacerlo que observando la experiencia de otros compañeros.

El ejemplo de estas cuatro traductoras demuestra que traducir a cuatro manos aporta una perspectiva distinta sobre la traducción, y también que sus resultados son el fruto de las inquietudes compartidas y de la admiración que se han profesado siempre las unas a las otras como profesionales, pero ante todo como personas.

 

 

Miriam Marín Rosa es estudiante de la Universidad de Murcia, donde cursó el Grado de Traducción e Interpretación. Su pasión por la lectura y, sobre todo, la escritura, la impulsó a estudiar allí el Máster Universitario en Traducción Editorial, que finalizó en 2023.

Mientras se hace cabida en el mundo editorial, está elaborando su tesis en el Programa de Doctorado en Artes y Humanidades, donde investiga los entresijos de la traducción poética en el marco de algunas obras de la poesía contemporánea francesa, enfocándose en autoras como Cécile Coulon y su poemario Les Ronces.

 

1 Comentario

  1. Elías Ortigosa Román

    Muy interesante, ¡gracias por la crónica!